Capítulo 223

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Al son de las canciones que habían marcado su historia de amor, Dulce y Christopher se alejaron de la ciudad, adentrándose en un camino tortuoso bien conocido por los dos.

Andrés era uno de los hombres más poderosos de Acapulco, y él mismo había movido sus influencias para asegurarse de que nada ni nadie interrumpiese esa noche tan especial en aquel paraje paradisíaco.

Con sumo cuidado, el hombre ayudó a su novia a bajar del auto ya estacionado, pidiéndole que esperase junto a él, con los ojos aún vendados, mientras Uckermann ultimaba los detalles finales de aquella velada, encendiendo todas y cada una de las antorchas que había esparcido su amigo esa misma tarde.

De nuevo junto a ella, la tomó de la mano, haciendo que caminase en profundo silencio. Dulce María podía comprobar cómo aquel suelo duro se desintegraba por momentos. Esa sensación, junto al olor y el sonido del mar batiendo contra las rocas le indicaba dónde se encontraba.

El joven la hizo sentarse sobre un cojín mullido, parándose frente a ella, desprendiéndola del antifaz que había nublado su vista durante los últimos minutos... A su alrededor pudo observar una gran cama balinesa cubierta de pétalos de rosa, protegida por la docena de antorchas que su novio había prendido apenas unos minutos antes. Otro cojín acompañaba al que ella estaba utilizando en ese mismo instante, bordeando una pequeña mesa de madera colonial. A su lado, varada en la orilla, se encontraba una antigua barca de pescador repleta de suculentos platos afrodisíacos: ensaladas de apio y almendras, ostras, bananas, fresas, frambuesas, helado, nata, chocolate... Y, por supuesto, varias botellas de vino y champagne.

- ¿Está todo a su gusto, mademoiselle? Estamos en la playa, la luna llena nos observa y también contamos con flores y vino, tal y como había pedido la señorita; decía Christopher simulando ser su mayordomo.

- Y tenemos lo más importante...; suspiraba Dulce sin dar crédito a lo que veían sus ojos.

- ¿Qué?; preguntaba el joven expectante.

- Amor, mucho amor...; sonreía la muchacha abalanzándose sobre él, llenándolo de besos y caricias que los hicieron caer sobre la arena de aquella cala que habían visitado apenas un par de días antes.

La cena transcurrió tranquila, acompañada de tiernas conversaciones constantemente interrumpidas por los besos, caricias y arrumacos que se ofrecían el uno al otro... Después de un tiempo, aquellas viandas comenzaban a surtir efecto, haciendo que las prendas que cubrían su piel bronceada comenzasen a sobrar... Pronto terminaron esparcidas sobre el arenal, mientras ellos terminaban de forjar su amor sobre aquella cama balinesa que estrenaron por todo lo alto.

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora