Capítulo 275

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Tras una semana de ensueño en Tlacotalpan, un día antes de su partida, Dulce y Christopher paseaban tranquilamente por la ribera del Río Papaloapan, un importante puerto fluvial en la época colonial. Decidieron sentarse a cenar en la terraza de uno de los restaurantes que se repartían por aquel malecón.

- Bonita, ¿te leo la suerte?; decía una mujer de mediana edad sentándose al lado de la pelirroja.

- ¿Quién es usted?; preguntaba Dulce asustada.

- Mi nombre es María, caminante del viento... Conozco el rumbo de los óleos, el secreto de los caminos. Leo tu mano, adivino tu futuro, presagio catástrofes, profiero maldiciones, fabrico brebajes, amuletos y reliquias...; respondía aquella bruja gitana tomándole su mano izquierda.

- No estoy interesada, gracias; respondía la muchacha apartándole su mano.

- ¿Por qué no? ¿Dudas de su amor? ¿Temes tu futuro? Sabes que tú y yo no somos tan diferentes, Triana...; reía la señora, dejándolos completamente sorprendidos.

- ¿Conocen la leyenda de este río?; preguntaba la gitana, atrayendo su atención.

- No...; titubeaba la pareja.

- Esta historia data de principios del siglo XX, cuando una jovencita de gran belleza y perteneciente a una de las familias más acaudaladas de la ciudad de Tlacotalpan se enamora del mayoral de un rancho cercano. Los padres de aquella muchacha se oponían por completo a aquella relación, pues ellos ya habían concertado un matrimonio con un ganadero adinerado del norte del país. La joven pareja, negándose a este enlace, decidieron casarse en secreto. Para no levantar sospechas, acordaron realizar sus tareas diarias antes del casamiento. Así, el mayoral salió temprano a realizar sus faenas en el rancho, pero a su regreso, se subió a una lancha que terminó por volcarse y él acabó ahogado. La jovenzuela, que ya lo esperaba en la iglesia, buscó al sacerdote, pidiéndole paciencia. El cura le informó que antes de su casamiento debía dar los santos óleos a un muchacho que acababa de morir ahogado, y le pidió que lo acompañase para que no quedase sola en la iglesia. Mayúscula fue su sorpresa cuando descubrió quién era el joven, lo que le hizo aventarse al Río Papaloapan, del cual nunca lograron sacar su cuerpo. Hoy día, cada vez que se acercan las fiestas de la Candelaria, es común ver a una jovencita caminando envuelta en un vestido de novia a la orilla de este río. La conocen como "La Llorona" porque siempre la acompaña un llanto constante...; narraba aquella bruja.

- ¿Y qué tiene que ver esta leyenda con nosotros?; la cuestionaba Uckermann un tanto escéptico.

- Más de lo que ustedes creen... Ustedes también se aman con locura, pero al igual que ellos, no podrán permanecer juntos. Tú, Triana, llorarás tanto como lo hace esta muchachita. Y tú, Rey de los Gitanos, vivirás tu particular martirio junto al agua dulce, junto aun lago bien lejano... Además, le regalo un consejo para un futuro no muy lejano: no confíe en lo que no ha visto con sus propios ojos, no confíe en las palabras de muchos de los que dicen quererlos cuando sólo buscan dañarlos, no confíe en las palabras de una muchachita con aires extranjeros...; dijo aquella gitana que ya se perdía entre las gentes que paseaban por aquel malecón. 

2.2. Before the moon... (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora