Capítulo 33|Hechizo congelador.

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Aquella persona solos nos miraba. O eso intuía porque estaba completamente cubierto.

—¿No son de aquí, o si?

Blake avanzó a mi altura, negó con la cabeza tocándome un hombro. Lo miré de reojo confundida.

—Deja ya de ocultarlo. Quítate el pasamontañas, sé que eres una chica.

Empezó a quitarse lentamente el pasamontañas y, al hacerlo, nos sonrió de lado.

—Entonces eres una chica... —asentí—. Peleas demasiado bien.

—No traten de desviar el tema —nos apuntó con su dedo índice—. Nombres.

<<Estrategia, recuerda.>>

Cierto. No podíamos revelar nuestra identidad, bien podría ser uno más de DarkBan.

—Me llamo Anna.

—Yo Red.

Me pegué en la frente mentalmente.

Era obvio y evidente que la única razón por la cual dijo "Red" era porque estábamos en mi reino. Digo, el de mis padres biológicos.

—Jamás los había visto en el reino. ¿Eran nuevos reclutas de la guardia real cuando todo esto comenzó?

—Eh... si. Habíamos sido reclutados por los reyes —respondió Blake.

—¿Por qué jamás los había visto por aquí? —ladeó la cabeza.

—Hemos estado en otro sector...

—No —me interrumpió—. Es decir, ¿cómo es que se descongelaron? Se supone que yo era la única que podía hacerlo.

Fruncí el ceño. ¿De qué estaba hablando? ¿A qué se refería con descongelar?

—Lo sabía —inquirió desilusionada—. No son de aquí y todavía mienten —sacó una espada—. Son los malos aquí.

Empezó a correr hasta nosotros, Blake y yo comenzamos a luchar contra ella. Era ágil, podía con los dos, inclusive llevaba la ventaja.

Dio un salto hacia atrás aterrizando en una roca. Se veía cansada, pero no tanto como nosotros.

—¡Díganle a DarkBan que jamás logrará apoderarse del reino de fuego! Pudo destruirlo, pero no cederé a su demencia.

La miré detenidamente.

Era una chica de mi edad, cabello negro y corto, estaba muy linda. Pero se veía decaída y destrozada.

Y luego repetí en mi mente sus palabras. No era del bando de DarkBan, era una guerrera solitaria.

Me paré y ella me apuntó con su espada para atacar. Levanté las manos en señal de rendición, solo estaba asustada.

—Te equivocas. Nosotros no estamos del lado de él —frunció el ceño confundida—. No somos el enemigo.

—A mi me parece que si —sacó otra de esas cosas contra el ruido. Nos dejaría aturdidos.

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