Capítulo 01|El comienzo.

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—Si, lo entiendo —dije con un poco de tristeza en mi voz.

Besó mi frente y subió rápidamente a su habitación.

Desayuné lo más rápido que podía, cuando acabe subí a alistarme, me cambié con un pantalón de mezclilla, una blusa que decía "I Love NY" y mis converse negros.

Tarde los 30 minutos que faltaban para mí salida con mis amigas y justamente una vez que me senté en el sofá, el claxon del vehículo de mi amiga sonó.

Salí velozmente de mi casa, abrí la puerta y me metí en el vehículo.

—Hola Keit —dijo Sofía, mi amiga desde el Kínder.

—Me sorprende que Ethan te haya dejado salir —habló Carla, otra de mis amigas.

—¿Cuánto tiempo te ha dejado? —dijo esta vez Paula.

—Hola a todas ustedes, que felicidades es verlas, mis queridas amigas —les saque la lengua y ellas solo rieron—. Que Ethan no es malo.

Sofía era la dueña del carro, rodó los ojos y prendió el motor arrancando velozmente a nuestro destino.

Al llegar compramos mucha ropa, o más bien dicho ellas compraron, y después de un rato fuimos a un puesto de hamburguesas a comer.

Una vez sentadas empezamos a bromear. Me asuste cuando sentí mi celular vibrar, lo agarre de mi pantalón desactivando la alarma al instante.

—¿Qué fue eso? —preguntó Sofía.

—Puse una alarma para no llegar tarde a con mi hermano.

—Eres rara.

Fulmine con la mirada a Paula y le saqué la lengua.

—Bueno chicas, prometí llegar temprano a casa, ya saben... —Ellas sonrieron contagiándome al instante.

—Vale, vete tú, nosotras aún tenemos cosas que hacer. —Me dijo Elena aún con esa sonrisa en el rostro.

Me despedí de todas y salí del centro comercial, camine—o más bien dicho corrí— hacia la estación de autobuses y me subí al que me llevaba a mi destino. Me puse mis audífonos y empecé a cantar sin importar lo que la gente a mi alrededor dijera.

Algo del exterior me saco de mi "concierto mental", al principio pensé que era un alboroto común, protestantes o algo por el estilo, pero en eso escuche múltiples disparos y vi gente corriendo en diversas direcciones, siendo protegidos por unos policías.

Ladrones.

El conductor del autobús se alteró y estrellamos contra una pared. Todos estaban alarmados por los balazos, por lo que se bajaron sin importarles nada.

Acción que imité.

Corrí del lado contrario al de la situación, pero unos gritos me desconcertaron provocando que frenase al instante.

Eran gritos de un niño pequeño.

Seguí el sonido de los gritos con mi cabeza, y entonces lo vi. Estaba atorado en una calle abierta y toda la gente que pasaba a su alrededor ni se detenía a ayudar.

Si alguien no lo sacaba rápido, podría salir herido.

Me acerqué a paso veloz, hacia aquel pequeño.

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