S T R A N G E © [Parte 1 y Pa...

By Alexdigomas

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¿Qué harías si una noche encuentras a un chico semi desnudo y cubierto de sangre en tu patio? ¿Qué harías si... More

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Hello Stranger (?)
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Epílogo
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Nota Importante
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STRANGE - SEGUNDA PARTE
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56 - Parte 1
56 - Parte 2
56 - Parte 3
Explicación
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By Alexdigomas

"Las cosas que más amamos son las que nos destruyen", dijo cierto hombre en cierto libro distópico.


Cuando salimos del baño, ya Ax se había duchado en uno de los compartimientos y yo en el otro.

No sabía cómo manejar todo lo que estaba sintiendo por habernos besado y haberme enterado de que él había estado reprimiendo sus ganas solo porque no entendía lo que eran. Quería emocionarme como una adolescente, pero tuve que dejar eso para luego, porque ahora la realidad estaba de vuelta y solo importaban estas cosas: ¿cómo evitaríamos que la organización atrapara a Ax, a Vyd y a la chica? ¿y a dónde huiríamos de ser necesario?

Nos reunimos todos en la sala de espera del consultorio. Al menos ya Dan y Nolan habían terminado de discutir, aunque percibí cierto aire de niños molestos entre ellos.

Vyd habló primero porque tenía algo importante que decir.

—Tenemos dos problemas —empezó—. Primero, la idea de Nolan de que huyamos es muy buena y funcionaría de no ser por un obstáculo: el fallo. Aunque nos vayamos a Moscú o a España, va a seguirnos y va a encontrarnos, sobre todo a Ax que es su mellizo. Y si la sombra nos encuentra, la organización también porque él todavía tiene el rastreador. Así que antes de irnos hay que retomar el plan que había propuesto y matarlo.

De acuerdo, habíamos olvidado esa gran parte: la sombra que en realidad no era una sombra, sino que en algún momento había sido una persona, tal vez casi igual a Ax, todavía existía.

Ese asunto me hacía preguntarme, ¿por qué Ax tenía más conexión con la chica que con el individuo con el que había compartido útero? Sabíamos que esa cosa ya no tenía consciencia propia, no razonaba, solo buscaba matar, pero había un punto raro que ahora recordaba: ese fallo me había ayudado en la estación de policía a salir del incendio. ¿Por qué?

Al mismo tiempo, recordar la existencia del mellizo me hizo darme cuenta de algo importante. Algo que me dejó paralizada y confundida.

—Hay que hacerlo —decidió Ax en el grupo, refiriéndose a matar a su propio hermano.

Estaba recargado en una pared con los brazos cruzados, serio como siempre. Su cabello aún estaba húmedo y ese pantalón de la mochila de Nolan le quedaba más largo que el resto, por lo que sus talones pisaban los bordes.

—Eso me lleva al segundo problema —dijo Vyd, y se giró hacia Ax—. Perdiste mucha fuerza en el almacén, y lo sé porque si tú estás débil, yo también. No podemos atacar al fallo así, antes debes recuperar al menos un setenta por ciento o...

—¿La sombra podría matarlo? —completó Nolan, que se había sentado en una de las sillas.

La respuesta la dio Ax:

—Sí.

Una repentina preocupación surcó la cara de Nolan. Pensé que por algo bastante serio e importante, pero...

—Joder, te me morirías virgen —murmuró.

Quedé con cara de: ¿en serio? ¡¿en serio eso es relevante ahora?!

—¡Nolan! —intervine, mirándolo ceñuda.

Él me observó con incredulidad.

—¿Qué? —emitió en un resoplido de "no sabes nada, Mack"—. Es algo que él y yo ya hemos hablado.

¿Cuándo rayos lo habían hablado y en dónde había estado yo?

—Como sea, Ax debe hacer algo —intervino Vyd, dejando claro que ese punto era más importante—. Tal vez dormir, luego comer de la cocina del hombre doctor e incluso ver algo de televisión. Eso ayuda, aunque es un poco lento y necesitamos que recargue las energías rápido...

Porque teníamos poco tiempo, claro. En cualquier momento podía aparecer la gente de la organización o la misma sombra. Ambas posibilidades eran grandes, y muy malas.

—Bueno, ¿y después qué? —habló Dan. Había estado callado, pero antento—. Piensan matar a esa cosa y huir, así que, ¿pasarán toda la vida huyendo de ciudad en ciudad?

Pues yo no tenía ni idea de qué haríamos luego. Nolan tampoco. Ax... nada. Solo Vyd hizo un gesto de que él sabía la respuesta.

—Se me ocurrió que si encontramos un lugar seguro —propuso él, alternando la vista entre todos— Ax y yo podríamos intentar atraer a los de STRANGE que siguen vivos.

—¿Como llamarlos? —inquirí, medio confundida—. ¿Eso se puede hacer?

—Claro —asintió Vyd con simpleza— yo llegué a Ax porque sentí su energía, sentí que necesitaba ayuda. Ambos podemos esforzarnos en hacerles llegar nuestra ubicación a los demás. —Debajo del pañuelo, tuve la impresión de que sonrió—. Juntos, ninguna organización podría atraparnos.

Esa sí era una idea que prometía mucho.

Si es que cuando tuviéramos que huir, seguíamos vivos.

Para finalizar el círculo de planes acordamos que Vyd —que se propuso— vigilaría la casa durante esa noche. Ax fue a la habitación de la chica a dormir en el suelo mientras la cuidaba (así lo quiso). Dan se fue a hacer sus investigaciones, asegurándonos que volvería lo más pronto posible. Nolan resopló y no le creyó, pero a mí algo me empujó a confiar en él, aunque tal vez podía equivocarme. No quería equivocarme.

Sin ganas de cerrar los ojos y con las preocupaciones a mil, Nolan y yo fuimos a la cocina a buscar algo para darle de comer a Ax. Primero, mientras preparábamos algunos sándwiches, no nos dijimos nada. Habíamos vivido muchísimos silencios en nuestra amistad, pero ninguno como ese. Fue pesado, como si uno supiera cuan asustado internamente estaba el otro y por esa razón no tuviera ni idea de qué decir para tranquilizar, porque en realidad no habría forma de tranquilizarnos.

Quise acabar con ese silencio en varios momentos, pero no supe cómo.

Al final, Nolan nos salvó.

—Bueno, ¿y Ax y tú qué tanto hacían en el baño? —me preguntó en ese tono de entrar en temas de chicos y cosas normales—. ¿Arreglaron las cosas o qué?

Pues... ¿las habíamos arreglado? ¿besarnos ya aclaraba algo?

Por supuesto que le iba a contar todo sobre el beso a Nolan, pero lo haría luego. Lo que decidí contarle antes fue eso tan extraño que la chica número dos me había mostrado en mis recuerdos, cosa que me tenía pensando mucho desde que pude pensar con claridad luego del beso.

Al final del cuento, Nolan frunció el ceño, confundido. El peso de todo este lío ya se estaba reflejando en su rostro. Se veía un poco cansado y tenía el cabello demasiado desordenado, pero todavía mantenía su brillo de chico atractivo, y sus ojos tenían un destello vivo, joven, valiente a pesar del agotamiento.

—¿Cuáles son las habilidades de esa chica? —preguntó, pensativo—. Me da algo de... miedo.

—Las habilidades son lo de menos —dije—. Hay algo que en verdad no puedo entender en lo que ella me mostró.

Y que no había mencionado porque nos habíamos enterado del almacén, de la chica, de mi madre, de que debíamos buscar ayuda y de que Ax provenía de un embarazo inexplicable, todo tan pero tan rápido que no había tenido tiempo de procesarlo bien.

Pero ahora sabía que era el punto más perturbador.

Miré a Nolan, algo inquieta:

—¿Cómo es que Ax podía bajar por la ventilación y entrar en mi habitación, si nunca estuvo en el almacén? ¿Cómo nos hicimos amigos si él estaba lejos con su cuidador?

Nos miramos por un momento, en silencio. Nolan pestañeó, atónito. Había entendido lo raro que era.

—Tu padre cuidaba solo a la chica y al mellizo de Ax... —mencionó, ahora también inquieto—. Tal vez tú... tal vez tú conociste al mellizo.

Esa idea me asustó, y me preocupó, porque si no era Ax el chico que siempre había sido mi amigo... ¿entonces quién era este que ayudábamos? ¿y a quién íbamos a matar?

De pronto, el doctor Campbell entró a la cocina. Tenía un aire de agite, de preocupación y de nerviosismo muy raro. Miró hacia todos lados para comprobar algo con cierto temor y luego se detuvo en nosotros.

—¿El chico está por aquí? —preguntó, refiriéndose a Ax.

—No, está con la chica en el consultorio —respondí.

Él asintió.

—Bien, Mack, entonces ven a mi despacho por favor —me pidió con rapidez—. Necesito hablar contigo.

El hombre volvió a salir de la cocina, apurado.

Nolan y yo compartimos una mirada que de inmediato supe lo que significaba: "a cualquier cosa rara, grita". Aunque estaba segura de que no sucedería nada raro.

Antes de seguirlo a Campbell, me volví hacia Nolan un momento por una idea repentina.

—Vyd estará solo allá afuera, cuidando que no nos maten —le dije—. ¿Por qué no eres bueno una vez en tu vida y luego de que le lleves la comida a Ax, preparas café y le ofreces una taza?

Él resopló una risa.

—¿Puede beber café? —soltó, enarcando una ceja—. ¿Vyd tiene boca siquiera?

—Pues se supone que a los trece de Strange les implantaron materiales en el cuerpo, ¿no? —mencioné en un acto astuto—. Tal vez si tú le preguntas qué tiene debajo de ese pañuelo, te lo dirá.

Nolan apretó la boca y me miró por un momento con los ojos entrecerrados. Aguardé, también mirándolo igual. Lo conocía lo suficiente para estar segura de que eso le despertaría lo que más latía dentro de su cuerpo: la curiosidad.

—Bien —aceptó de mala gana— solo porque sí quiero saber qué esconde.

Vyd había hecho mucho en el almacén, y también se había lastimado. Lo menos que merecía era un momento a solas con Nolan, porque ya era obvio que él era el único ser vivo al que le encantaban las estupideces de mi mejor amigo. Que lo disfrutara entonces.

Fui al despacho. Al entrar, encontré a Campbell acuclillado frente a un gran estante. Sacaba y sacaba papeles, carpetas, libros y objetos. Lo revisaba todo con ojos rápidos y luego lo dejaba a un lado. Entendí que buscaba algo, pero no supe qué.

—Estoy aquí —me anuncié al darme cuenta de que a pesar de que abrí la puerta, no había notado mi presencia.

Alzó la mirada atareada. Las gafas se le habían deslizado hasta la punta de la nariz.

—Sí, es que tengo que contarte algo, pero.... —dijo, volviendo a revolver las cosas en su búsqueda—. Trato de encontrar algo que tu padre me dio una vez que vino a pedirme ayuda en una investigación. Era una memoria que tenía un video importante. Quisiera mostrártelo para que entiendas lo que voy a decirte...

Recordé de pronto que cuando estuvimos en el almacén había cogido unas láminas con memorias USB que estaban representadas con los números 1, 2 y 13. Me descolgué la mochila y las saqué.

—¿Algo así? —le pregunté al mostrarle las láminas con las memorias incrustadas.

Campbell pestañeó, asombrado.

—¿De dónde los sacaste?

—Lo tomé cuando estuvimos en el laboratorio sacando a la chica. ¿Qué son?

Se puso en pie y se acercó. Tomó las tres láminas.

—Estos son registros —me explicó—. Todo cuidador debía tenerlos, porque aquí están guardados los videos de los entrenamientos y las pruebas realizadas a los individuos. Tienes el de la chica, el del mellizo de Ax y el de Ax porque para conocer y controlar a la chica es importante conocer a Ax también. Y este es justo el que quiero que veas.

Fue hasta su escritorio en donde había una computadora y con un adaptador conectó una de las memorias de la lámina del número uno.

¿Entrenamientos? ¿Pruebas? ¿Todas esas cosas horribles que le habían hecho y que lo habían convertido en un animal con dificultad para hablar? ¡¿Todo lo que lo había traumado?!

—No —negué de inmediato, dando un paso atrás—. No quiero ver eso.

Campbell alzó la vista. Se le vio una genuina preocupación, y agradecí eso, pero no podía ver ningún entrenamiento de Ax. No podía ver cómo lo lastimaban o cómo lo estudiaban como a una rata para luego dudar de si ayudarlo era correcto o no. Se lo había prometido. Ya no había vuelta atrás.

—Mack, Godric una vez vino a pedirme ayuda y me habló de algo que solo los cuidadores del número uno y el número dos debían saber —añadió el, serio pero suave—. Se supone que ellos fueron separados por muchas razones: desarrollaron habilidades que el resto no, como una alta capacidad de atacar la mente, de romper lo conocido por la ciencia; pero dentro de esto hubo una razón mayor, una razón secreta.

Una razón secreta.

Dios mío, otra cosa más.

—Se trata de que ese chico al que llamas Ax, es capaz de matar de formas inimaginables —añadió con gravedad.

—Porque eso querían que hiciera, ¿no? —solté, obvia—. Lo que hay en esos videos es el individuo que la organización quería crear. ¿Cómo iba a ser de otra forma? Fue lo único que le enseñaron.

—Sí, eso está en los videos, pero no es lo que quiero mostrarte —aclaró con cuidado. Se notaba que no quería alterarme, por lo que me controlé—. Lo que quiero que comprendas es que si tú quieres puedes ayudarlo, pero que no puedes quedarte para siempre con él, porque aunque por fuera se ve totalmente humano, no funciona como uno.

Que no era humano... Claro que sí. Ax incluso sentía. Me había besado, había reaccionado como un chico, había aprendido a ser nuestro amigo. Sus emociones humanas estaban ahí, dentro de él, pero las reprimía por miedo.

—A nosotros nos ha parecido que sí lo es —sostuve.

Campbell se interrumpió, se quitó las gafas, se frotó los ojos y exhaló. Dio la impresión de no saber bien cómo decir lo siguiente.

—Debes ver esto para entenderme —me pidió de nuevo con la insistencia de que era algo muy importante.

Esa vez supe que en verdad debía coger valor y observar, de modo que me acerqué con todo el temor del mundo. Él hizo doble clic sobre un archivo de video y empezó a reproducirse

En la pantalla, una celda. Era igual a la que había en almacén debajo de mi casa, de solo cuatro paredes. Todo era verde, blanco y negro, es decir, en visión nocturna. Significaba que ahí dentro estaba totalmente oscuro a ojo humano. Las paredes no reflejaban nada hacia afuera, sino todo hacia adentro, como si fueran espejo. Sobre la camita contra una de ellas, estaba sentado un niño. Tenía la cabeza baja y el cabello salvaje cayéndole sobre la frente. No se le veían los rasgos faciales porque además tenía un pañuelo negro alrededor de los ojos, pero ese cuerpo delgado y ese pantalón de tela a la altura de los tobillos delataban que era Ax.

—Mira aquí —me señaló Campbell con el índice una de las esquinas de la celda—. Mira en todo momento.

Allí había una jaula, y dentro un ratón blanco que se movía con rapidez por todas partes.

Campbell deslizó el cursor e hizo clic para acelerar el video. Las horas, minutos, segundos y días marcados en la esquina superior izquierda de la pantalla empezaron a transcurrir muy rápido, y las acciones del niño también. En momentos se le vio sentado, en momentos de pie e inmóvil, en momentos moviéndose por la celda, en momentos rasgando las paredes, en momentos tendido en el suelo, en momentos ni siquiera estaba.

Pero ese no era el punto. El punto, que entendí de inmediato que era lo que Campbell quería mostrarme, estaba en que mientras más pasaban los días, el ratón en la jaula —con el que Ax nunca interactuaba— fue moviéndose más lento y de forma notable fue perdiendo el calor que lo identificaba en la visión nocturna.

De vez en cuando, mientras Ax no estaba en la celda, entró alguien a darle comida y agua, pero el animalito igual fue descomponiéndose.

En un momento, ya ni siquiera se movió. Estaba muerto.

El doctor pausó el video, me puso una mano en el hombro y me giró para que lo mirara, pero en la imagen el Ax delgado y con los ojos cubiertos por un pañuelo había quedado tendido en su cama, encogido, por lo que no pude apartar la mirada de él.

Una cosa había sido verlo en mis recuerdos y otra era verlo en un video, más real. Me estrujó el pecho con un dolor profundo. Ahí encerrado, sin poder ver, seguramente sin poder oír...

Pero ¿qué significaba lo del animal?

—Cuando apareciste te pregunté si no sabías todo lo que puede suceder alrededor de ese chico, y es esto, Mack —suspiró Campbell, nervioso—. Esto es lo que pasa con cualquier ser vivo que conviva con él o con la chica. Por esta razón ellos fueron aislados en celdas especiales, y recluidos con mayor protección. Esto es lo que intento advertirte.

Le devolví la mirada. Me observaba afligido y preocupado al mismo tiempo, como si esperara que en cualquier momento algo espantoso fuera a pasar. En mi estomago se empezaron a retorcer unos animalillos de mala sensación, de mal presentimiento. Sentí que no quería oír lo que iba a decir...

Pero soltó la verdad tan clara como destructiva:

—Todo lo que vive alrededor de Ax, en algún momento, termina muriendo.

Di un paso atrás, estupefacta, asustada, con las manos ahora frías y los pulmones paralizados. Si nunca experimenté la negación en m vida, me sucedió en ese momento.

—¿Qué? —solté en un aliento perplejo—. Claro que no. Él no ha matado a nadie inocente, no mientras ha estado con nosotros.

Campbell me echó una mirada de pesar, casi de lástima, que no me gustó.

—No me refiero a algo intencional, aunque sí que puede matar si se le antoja —corrigió él—. Es algo que nunca se pudo explicar. Godric me lo contó. Vino con la genética. Las células de la criatura en el cuerpo de Ax son muy agresivas y están en constante batalla con sus células humanas, lo cual pudo haber causado el daño de órganos cuando eran bebés. El punto es que por esa razón su cuerpo expulsa una energía tóxica, capaz de deteriorar y enfermar poco a poco lo que se encuentre a su alrededor.

Entre el caos mental de asombro y confusión, un nombre se alzó sobre todo: Nolan.

Nolan y yo habíamos estado a su alrededor todo ese tiempo, y según los planes de huida estaríamos juntos por mucho tiempo más, lo cual significaba que sin él saberlo su cuerpo estaría descomponiéndose. El cuerpo de mi mejor amigo. El cuerpo de lo único que me quedaba después de saber que mis padres eran malos. El cuerpo del único individuo que me había apoyado en los peores momentos, incluso si eso significaba poner en riesgo su vida.

Oh mierda.

¡Oh mierda!

—¿Por cuánto tiempo lo has estado escondiendo? —me preguntó el doctor ante mi perplejidad.

—¿Cuánto tardó en morir ese ratón? —fue lo que respondí de golpe.

—Unos seis meses.

La siguiente pregunta me salió temblorosa a pesar de que me esforcé en controlar mi asombro y sobre todo la horrible preocupación que ahora estaba latiendo dentro de mí:

—¿Y cuánto tardaría en morir una persona?

—En un humano el deterioro sucede más lento. —Campbell pensó un momento—. Diría yo... un año y medio si se comparte el mismo entorno con el chico todos los días. Y si se comparte también con la chica, la muerte ocurriría más rápido. Ambos son totalmente tóxicos.

Tuve que apoyar una mano en el escritorio, porque sentí que me caería por el peso de esta verdad: Ax, sin quererlo, nos mataría. Mataría a Nolan.

No.

No podía dejar que eso pasara. Debía evitarlo.

Pero entonces eso significaba que...

Un cuchillazo emocional se me clavó en el pecho.

—¿Él lo sabe? —pregunté al doctor—. ¿Ax sabe que hace eso?

—No. Nunca fue conveniente que lo supiera. Nunca fue conveniente que ninguno supiera cuan poderoso es, porque entonces habrían logrado liquidar a todo el mundo, cosa que si Ax quiere, puede hacer con facilidad.

¿Y Ax querría?

¿Ax querría usar ese poder?

—¿No hay una forma de evitar esto? —pregunté también, aunque tenía otras mil preguntas en la cabeza que no sabía cómo formular.

—Godric estaba intentando hacer un neutralizador, por eso vino a pedirme ayuda —confesó con cierto pesar— pero yo no me involucré mucho y murió antes de lograr algo. Me temo que entonces no hay nada.

Sentí una brusca oleada de rabia.

—Murió porque Eleanor lo envenenó, lo sé —solté sin poder contenerme.

Unas inmensas ganas de tenerla en frente y gritarle por lo que había hecho, me atacaron.

—No es algo que yo pueda confirmarte —fue lo que dijo él sobre eso—. Y no es lo importante ahora.

De repente, con su aire nervioso, pareció acordarse de algo. Cogió un bolígrafo de su escritorio, una de sus tarjetas de presentación y detrás empezó a escribir. Cuando terminó, se acercó y me la ofreció.

—Sé que aunque te diga que te alejes de ese chico, lo que harás será tu decisión —me dijo con suavidad, colocando la tarjeta en mi mano— así que solo en esto te puedo ayudar. Es la dirección de una casa que compré unos meses después de rechazar el puesto de cuidador. No sé por qué, pero tuve la sospecha de que algo malo podía pasar y que ahí podría refugiarme. Está a siete horas de aquí en viaje, en un lugar aislado pero seguro. Tal vez puedan ir ahí.

De forma automática asentí y me guardé la tarjeta en el bolsillo del jean. Campbell formó una línea con los labios, medio preocupada, medio paternal.

—Usa una de las habitaciones para descansar, ¿sí? —me pidió—. Y mañana prometo que hablaremos de tu padre.

No sabía qué más decir. O bueno, en realidad no sentía que pudiera decir nada. Tenía un montón de cosas en la cabeza más el impacto de lo que acababa de oír, de modo que, de nuevo, asentí con la cabeza y me dirigí a la puerta.

Caminé automáticamente como un robot, o como suspendida en el aire de la perplejidad, y busqué una de las habitaciones de ese piso para poder estar sola. Entré y cerré la puerta. Quise sentarme en el alfeizar de la ventana, pero la idea era estar ocultos, así que no encendí la luz y solo me apoyé en la pared junto a la ventana, desde la que entraba una iluminación gris de los faroles de la fachada de la casa.

Afuera, la noche estaba sin estrellas, rayada por nubes oscuras y densas. Caía una llovizna, pero parecía que eso en cualquier momento se convertiría en un aguacero.

Mi cabeza era un lío.

Todo lo que vivía alrededor de Ax terminaba muriendo...

Todo lo que vivía alrededor de Ax iba deteriorándose poco a poco...

Ax era letal sin saberlo.

Y no podía decírselo. No podía revelárselo. ¿Qué haría de saberlo? ¿Se iría para no lastimarnos o no le importaría? ¿Usaría su poder de una forma... vengativa?

Lo único seguro para mí era que realmente no me importaba lo que pasara conmigo, pero sí me importaba Nolan, así que sabía bien que lo que sucedería con él a partir de ahora, si él vivía o moría, dependía de mí.

Me estuve debatiendo las opciones y las decisiones por lo que me pareció una hora, hasta que de pronto la puerta de la habitación se abrió.

Ax entró.

Me le quedé mirando un momento. Por primera vez no quise que estuviera cerca, porque hacía más difícil el trabajo de pensar. En verdad lucía algo exhausto como había dicho Vyd, aunque jamás perdía ese aire de guerrero dispuesto a seguir luchando a pesar de sus heridas. Tampoco parecía tener ni idea del daño que hacía solo estando ahí parado. A mí ni siquiera me daba la impresión de que era dañino. Era solo el chico raro pero atractivo que había aparecido de repente y al que me había acostumbrado a tener cerca. El chico por el que había desarrollado una inmensa paciencia. El que me había besado en el baño y al que, justo ahora, tenía unas inmensas ganas de volver a besar para olvidarme de todo lo horrible.

Sin embargo, cuando se detuvo en mitad de la habitación, me di cuenta de que había venido algo molesto.

Traté de actuar normal.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

Miró hacia otra parte. Intenté de descifrarlo...

—¿No recuperaste fuerza? —pregunté apenas sospeché que se trataba de eso.

Negó con la cabeza y avanzó hasta detenerse justo en el otro extremo del borde de la ventana. También apoyó el hombro en la pared. Me miró por un instante, serio. Esperé que hablara, esperé algo que me hizo sentir unas pequeñas ansias nerviosas, pero tras un minuto de silencio miró hacia afuera con el ceño ligeramente hundido.

Entendí su actitud. Él tenía ganas de decir algo, pero no sabía exactamente cómo. Estaba contrariado consigo mismo.

Se me ocurrió que tal vez si le sacaba conversación, lograría relajarse.

—¿Lo que contó Campbell sobre tu origen te ayudó a recordar todo de ti? —rompí el silencio.

Ax hizo un pequeño asentimiento.

—Cosas.

—Yo no —le admití en un suspiro de frustración—. Bueno, recordé todo lo del accidente, al menos. Ya sé que quienes nos perseguían eran las personas de esa organización, solo que no sé por qué exactamente. Tal vez porque yo sabía algo...

—No sé... —me contestó con su voz neutra pero masculina— esas respuestas.

Bueno, tampoco esperaba que las tuviera.

Él medio giró la cabeza para mirar por la ventana, de modo que vi parte de su perfil. Perfecto. Me parecía perfecta cada línea y cada rasgo. Me gustaba mucho que no fuera atractivo de forma convencional, sino extraño, único.

De pronto me dolió darme cuenta de que querer a Ax me estaba matando, y que aun así no tenía ganas de alejarme de él.

—Pero sé que... —habló él de pronto, con cierta dificultad— en un tiempo muy largo no te vi.

Detuve todo pensamiento por un momento, intrigada por esa nueva información.

—¿Antes o después del accidente? —pregunté.

—Antes era mucho —contestó junto a un encogimiento de hombros—. Después del accidente ya no te vi.

Entonces... sí era él el de mis recuerdos, pero, ¿cómo pudimos estar en la misma habitación, estando tan lejos?

Claro, todo era posible, pero quería entenderlo.

—¿Yo no quería verte o...? —seguí indagando.

—No recordabas. —Lo corrigió tras un momento—: No me recordabas.

Wow... hasta a él lo había olvidado.

O hasta a él me habían hecho olvidar.

Ya estaba convencida de que habían atacado mi memoria, pero, ¿Quiénes? ¿La organización? ¿Justo después del accidente? ¿Y por qué exactamente? ¿Tal vez Campbell lo sabría?

Dios, me iba a reventar la cabeza. Cambié el tema.

—¿Y si ves televisión? —lancé la idea, refiriéndome al asunto de recuperar fuerzas.

Negó.

—¿Y si comes de nuevo? —propuse también.

—No es suficiente —cortó con la voz algo baja—. Necesito algo más.

—¿Qué?

Hice la pregunta con distracción, sin pensar en ninguna posibilidad. En lo que él deslizó la mirada hacia mí de la misma forma diferente, fija y embelesada con la que me había observado en el baño tras besarme, así como un depredador ansioso de algo, la distracción desapareció. Todo el lío en mi cabeza, se esfumó. Solo hubo silencio, y solo existimos los dos.

—¿Qué necesitas? —repetí con cierta dificultad.

Sin responder, bajó la mirada. Alzó una mano junto a mi brazo, primero dudoso y luego seguro. A la expectativa de lo que iba a hacer, se me aceleró el ritmo cardiaco. Las puntas de sus dedos rozaron el brazo y luego, inesperadamente, iniciaron un recorrido curioso por mi piel. El tacto fue suave, pero me quemó de una manera que me cortó la respiración y me despertó los sentidos. Quise que no terminara nunca, que se extendiera hasta otras partes. ¿Cómo podía ser tóxico? No sentía que me estuviera matando, sentía que me estaba devolviendo la vida.

De pronto, él me apretó el brazo con suavidad y me jaló hacia su cuerpo en demanda de cercanía. Un tirón ansioso. Obviamente, no puse la más mínima resistencia, porque ni siquiera tenía fuerza alguna para resistir nada, y menos si la iniciativa venía de él.

Me quería cerca. Ax me quería cerca y pese a que sabía que era dañino, no me alejé. Quedamos a centímetros el uno del otro. Pechos con pecho.

Aún con su mano en mi brazo, inclinó la cabeza un poco hacia adelante y me miró los ojos. Luego, la boca. Como era un poquito más alto, su respiración, caliente y fresca, me acarició los labios entreabiertos por lo inesperado del momento. Sus brazos desnudos, sus hombros, su pecho y su abdomen emanaron un calor intenso que me tocó la piel y me produjo un cosquilleo de ansias que jamás había sentido.

Él tragó saliva. Yo no respiré.

—Esto —me susurró finalmente—. Necesito esto. 

---

Hey, guys. Sé que dije que venía el cap 28.1 pero editando me di cuenta de que antes de lo rikolino debía soltarles obligatoriamente esta bomba del capítulo 29, así que la cosa será que en el capítulo siguiente viene lo chido. Ahora sí que sí. Estén atentos, porque no tardaré demasiado. Lamento haberme confundido, este cerebro mío está funcionando mal, entiendan a esta persona vieja. 

En fin, guarden esas ansias para lo que vendrá...

Quédense hasta el final, creo que les sorprenderá :)

¡Besos!

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