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A veces los muertos pueden regresar...


MACK. (Continuación de lo sucedido en el capítulo 14 y 14.5).

Creo que era cierto lo que Nolan decía:

A Ax y a mí nos encantaba encontrar momentos íntimos para tocarnos y experimentar como dos jóvenes hormonales a pesar de todo el caos que nos rodeara.

Pero ya era hora de que ambos volviéramos a enfrentar todos esos problemas.

Y pues sí que tendríamos uno grande.

Porque antes de ponernos a hacer cosas indebidas en esa habitación y en esa camilla, yo le había pedido a Ax que intentara desbloquear el recuerdo bloqueado de mi mente, ya que Gesher y Teodorus con todos sus químicos y técnicas habían fallado.

Pero aún sentados en la camilla, uno frente a otro (claro, ya vestidos) Ax me explicó que la única forma de entrar a mi mente era usando una habilidad mental.

Él podía manejar cada uno de los poderes de todos los individuos de STRANGE, pero solo si los tenía cerca y además los controlaba. De modo que no iba a lograr meterse en mis recuerdos si él no recurría al individuo que tenía la capacidad de manipular mentes.

¿Y quién era esa?

La chica número dos.

Ax también me contó (en la rara forma que Ax tenía de contar cosas) que ella no quería que él la manipulara.

Al parecer, mientras estuvieron buscando a los demás individuos, ambos habían tenido una discusión o algo así sobre que él no debía hacer eso si no era para protegerlos.

Por lo cual íbamos al punto de:

—Si la controlas, aunque ella esté dormida en este momento, lo va a saber, ¿no? —le había preguntado yo.

—Sí.

—Y va a enojarse, ¿no?

—Mucho. —Ax había asentido.

Luego su cara había adquirido una inusual expresión de agobio, como preocupado e indeciso al mismo tiempo.

Siendo honesta, me extrañó un poco, porque Ax no solía tener mucho que contar, pero en ese instante pareció que no sabía si seguir guardándose algo o no.

¿Y qué podía guardarse Ax? Es decir, su vida no era muy social ni muy amplia.

Entorné los ojos.

—¿Quieres decir algo más? —le pregunté con la sospecha de que aún había algo de lo que hablar.

—Quiero... —dudó, rascándose la nuca— explicar algo, pero, ¿cómo?

Claro, a veces tenía sus momentos en los que se comunicaba bastante, pero era obvio que hablar fluido siempre sería un problema para él.

—¿Qué tal si dices palabras y yo trato de unirlas para comprenderte? —propuse.

Ax aceptó.

Primero pensó un momento, en busca de las palabras en su mente.

Todavía se me hacía tierno cómo se esforzaba en formular las frases. Miraba el vacío y movía los labios como si estuviera haciendo una selección muda de palabras para recordar sus conceptos, y si alguna no le servía, pasaba a otra hasta que esa era la correcta y la pronunciaba en voz alta.

Su dualidad era impresionante. Durante un momento podía ser tierno e inexperto, y un momento después podía ser un atractivo hombre en jeans capaz de invocar un caótico poder oscuro.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora