Avatar. Siempre Juntos

By nicolasgodetti

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En lo que se van desarrollando como héroes y figuras mundiales, nuestros cinco protagonistas verán la vida pa... More

Introducción
Capítulo 1. Fin de la Fiesta, Parte 1 (Inicio del Libro 1: Loto Negro)
Capítulo 2. Fin de la Fiesta, Parte 2
Capítulo 3. Reflexiones
Capítulo 4. Firmeza y lealtad
Capítulo 5. Contención
Capítulo 6. Infiltrada
Capítulo 7. Máscara caída
Capítulo 8. Alianza rota
Capítulo 9. Fugitivo
Capítulo 10. Golpe de Estado, Parte 1
Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2
Capítulo 12. Conspiraciones
Capítulo 13. A su disposición...
Capítulo 14. Él no es el único...
Capítulo 15. Agni Kai
Capítulo 16. "Nos volveremos a ver..."
Capítulo 17. Los Cuatro Temerarios (Inicio del Libro 2: República Unida)
Capítulo 18. Jefa Beifong
Capítulo 19. Relación complicada
Capítulo 20. En dudas
Capítulo 21. La propuesta
Capítulo 22. Noche alocada
Capítulo 23. En el punto de mira
Capítulo 24. Atormentados
Capítulo 25. "Hasta pronto, Señor del Fuego"
Capítulo 26. Recuerdos de un gran día
Capítulo 27. "Juntos venceremos"
Capítulo 28. El enemigo está dentro
Capítulo 29. Testigos en peligro
Capítulo 30. Alta traición
Capítulo 31. Corrupción y discordia
Capítulo 32. República Unida de Naciones
Capítulo 33. La boda de Aang y Katara
Capítulo 34. Princesa Izumi
Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)
Capítulo 36. Nuevos habitantes en la Isla
Capítulo 37. ¿El primero de cuántos?
Capítulo 38. Padres primerizos
Capítulo 39. "En honor al Avatar Aang..."
Capítulo 40. Ruptura
Capítulo 41. Tiempos felices
Capítulo 42. Atentados a la Justicia
Capítulo 43. Tensión
Capítulo 44. Presionados
Capítulo 45. Amor y terror
Capítulo 46. Entre la espada y la pared
Capítulo 47. "Mi todo"
Capítulo 48. Técnica Prohibida
Capítulo 49. Corporación Col
Capítulo 50. Por segunda vez...
Capítulo 51. Más fuertes que nunca...
Capítulo 52. EL REY
Capítulo 53. Plenitud (Inicio del Libro 4: Orígenes)
Capítulo 54. Cicatrices
Capítulo 55. Amor es amor
Capítulo 56. Los hijos del Avatar
Capítulo 57. Cita "a ciegas"
Capítulo 58. Una nueva oportunidad
Capítulo 59. Un momento para recordar...
Capítulo 60. ALEGRÍA
Capítulo 61. Karith
Capítulo 62. "Ella es la mejor"
Capítulo 63. Mentiras y amores sin culpa
Capítulo 64. A un paso de...
Capítulo 65. La jugada de Yakone
Capítulo 66. El legado de los Sato
Capítulo 67. ¡Como roca!
Capítulo 68. Una Beifong más
Capítulo 69. Primeros verdaderos pasos (Inicio del Libro 5: Tío Sokka)
Capítulo 70. Futura Reina
Capítulo 71. Tío Sokka
Capítulo 72. "Nunca dejes de sonreír"
Capítulo 73. Heridas que no cicatrizan
Capítulo 74. Dejarse llevar...
Capítulo 75. Más juntos que nunca
Capítulo 76. Compañía Incondicional
Capítulo 77. Oogi
Capítulo 78. Tiempo juntos
Capítulo 79. Como una familia...
Capítulo 80. Reunión
Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)
Capítulo 82. Jefa Invicta
Capítulo 83. Familia Beifong
Capítulo 84. El Encuentro
Capítulo 85. Esperanza
Capítulo 86. Yakone
Capítulo 87. Concejal Sokka, Parte 1
Capítulo 88. Concejal Sokka, Parte 2
Capítulo 89. El Juicio a Yakone, Parte 1
Capítulo 90. El Juicio a Yakone, Parte 2
Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)
Capítulo 92. Hojas de Vid
Capítulo 93. Opuestos
Capítulo 94. Realeza
Capítulo 95. Sueño Cumplido
Capítulo 96. Sin rumbo fijo
Capítulo 97. El futuro se hace presente
Capítulo 98. Industrias Futuro
Capítulo 99. Internas Familiares
Capítulo 100. Traspaso de Poder
Capítulo 101. Los hijos de Aang y Katara
Capítulo 102. La odisea de Suyin
Capítulo 103. Jefe Sokka (Inicio del Libro 8: Despedidas)
Capítulo 104. Relación Tóxica
Capítulo 105. LEYENDA
Capítulo 106. Sentimiento Igualitario
Capítulo 107. Un amor de verdad
Capítulo 108. Larga vida a la Reina Mai
Capítulo 109. El llamado a la protección
Capítulo 110. Un último baile
Capítulo 111. SIEMPRE JUNTOS
Capítulo 113. Dolor en la belleza
Capítulo 114. GRACIAS
Capítulo 115. Descendientes
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 112. Un motivo para seguir

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By nicolasgodetti

Ciudad República se oscureció tras la gran pérdida del Avatar Aang y, pocas horas después, todo el mundo. Desde distintos puntos alrededor de las distintas naciones fueron enviados miles y miles de mensajes a la familia y amigos más cercanos del fallecido. Aang había marcado todo un antes y un después tras poner fin a la Guerra de los 100 Años y había dejado todo un legado.

No solo se trataba de su hijo, ahora el único Maestro Aire en el mundo, sino de toda la República Unida de Naciones. Aquella que ahora era una gran metrópolis, probablemente la más grande en el mundo. Había sido, en un principio, tan solo Yu Dao. Una colonia en el Reino Tierra que provocaba odio en el continente atacado y conquistado por los distintos Señores del Fuego.

Ante el fallo del Movimiento de Restauración de la Armonía, Aang y Zuko se unieron y juntos propusieron mantener Yu Dao como una excepción, unificándola así al resto de colonias que tampoco querían separar a su gente. Pronto tomaron como centro una península en el noroeste del Reino Tierra en donde residía una de esas colonias y desde allí comenzaron de nuevo.

No fue fácil, pero con los años y con mucha fuerza lograron levantar una gran sociedad que se mantiene unida y segura hasta el día de hoy, con sus tropiezos pero que ha sabido mantenerse en orden al menos la mayor parte del tiempo. Aang y sus aliados fueron gran parte de esto. Con gran decisión, ocuparon los puestos de líderes cuando el gobierno de Kori Morishita decayó, y con apoyo de Zuko desde fuera supieron remontar el equilibrio en el nuevo y creciente país.

Mientras Toph se ocupaba de patear traseros criminales desde la Estación de Policía y Sokka se ocupaba de hacer cumplir las leyes desde el Ayuntamiento, Aang tomó un papel un poco más secundario en cuestiones políticas y justicieras dentro de Ciudad República. Siendo el Avatar, Aang tomó un rol más cultural y simbólico, aunque no por ello dejó de ser el tan recordado, respetado y legendario héroe que pasó a ser cuando le tocó vencer al Señor del Fuego Ozai.

Aang había pasado a ser algo más para el mundo. Sí, era su principal protector, pero ahora era una figura más especial y adorada. El pueblo lo amaba como si se tratara de un Dios, y siempre que Aang se hacía un tiempo entre sus responsabilidades como Monje líder en el Templo Aire de la Isla, lo ocupaba visitando a sus queridos ciudadanos e intentando ayudarlos en todo lo que le fuese posible, ya sea participando en construcciones de viviendas, caridad, eventos...

Ahora, habían pasado 53 años desde el final de la gran Guerra de los 100 Años, y el mundo había cambiado mucho. La única Ciudad República era la más grande prueba de ello. Todo cambiaba y evolucionaba, la tecnología de las radios de Corporación Col y los sato-móviles de Industrias Futuro ocupaban el centro de atención, y se tenía una enorme afición por el Pro Control.

Por fuera de la República Unida, el mundo también había estado en un constante cambio y en una constante mejora. La Nación del Fuego se hallaba en un gran momento, y aunque perdió a su tan querida Reina Mai, supo seguir adelante, además de que Zuko siguió siendo el gran Rey que había sido desde casi el principio de su mandato. Eran una Nación noble, recta, que se había logrado mantener firme ante toda adversidad y que año tras año intentaba mejorar algunos de sus aspectos menos inclusivos y discriminadores, impuestos por los Señores de la Guerra.

Las Tribus del Agua también habían permanecido en una gran paz y habían pasado a ser parte de un notable cambio. En el Norte, la gran ciudad central se había comenzado a expandir por fuera de los grandes riscos glaciares, con la unificación de muchas pequeñas colonias que antes habían evitado el contacto por miedo a ser afectados en caso de una invasión. Quien les dirigía era Unalaq, un joven muy pretencioso pero que caía bien.

En el Sur, la Tribu Agua había podido avanzar bastante desde el final de la guerra y en gran parte fue por el gran liderazgo por parte de Hakoda, padre de los legendarios Sokka y Katara. El gran Hakoda había fallecido hacía ya unos años, pero su gran legado lo cargaba su hijo, y con mucho orgullo. El Sur se había reinventado casi desde cero, y reincorporado al mundo.

Todo lo que Aang había hecho, todo lo que Aang había decidido y todo lo que Aang había dicho, había dado forma a un mundo más diverso, más inclusivo, más compasivo y empático, y ahora cuando la gente lo recuerda, lo hace recordando a un Maestro Aire que lo perdió todo, pero que jamás perdió su espíritu y jamás fue vencido por la oscuridad en sus peores días.

Aang era un ejemplo para todos en el mundo, pues había reinventado a su gente y formado una familia con integrantes de todas las naciones, siendo su sede de operaciones la mismísima Ciudad República, "en donde maestros y no maestros, de todo el mundo, pudieran vivir juntos en paz y armonía". Con aquello, muchos recordaban a la leyenda con una gran sonrisa.

Y ahora, apenas un día después de haberse despedido de su padre, el Concejal Tenzin decidió ofrecer una rueda de prensa desde el Ayuntamiento, desde donde dio a conocer la noticia. La verdad es que desde hace días estaban los rumores en las calles de que la salud del Avatar empeoraba día tras día, pero de igual forma eso no impidió que el deceso impacte, y mucho.

-[...] El Avatar Aang nos enseñó muchas cosas, pero si me permiten recordar una en este preciso momento, es que antes de morir él mismo aceptó que su tiempo en este mundo había acabado. Fue mi madre, la gran Maestra Katara, quien le aseguró que todo sucedía por algo, y con esos pensamientos tan nobles en mente, mi padre exhaló por última vez ayer, cerca del mediodía.

Diciendo aquello ante una enorme multitud compuesta por cientos de miles de personas que se han reunido, Tenzin se permite un momento de silencio, apoyándose en el atril de madera que tiene frente a él y que sostiene al menos seis micrófonos, los cuales conectados a unos cables alcanzan la reproducción de su voz hasta unos grandes altavoces a cada lado del escenario.

-No solo fue el Avatar, no solo fue un padre... Aang fue mi amigo, mi compañero y mi maestro. Quien desde que era apenas un bebé, ya me leía cuentos antiguos de los Nómadas Aire o me sentaba sobre Appa, que en paz descanse, y dábamos vueltas por toda la Isla.- Relata Tenzin, con algunos sonriendo emocionados mientras detrás, Bumi y Kya fruncen el ceño.

>>> Considero que en momentos así, él hubiese deseado que le recordemos con una de sus tantas y maravillosas frases filosóficas, y seamos conscientes del gran legado que nos ha dejado a todos. Ciudad República es su más grande logro. Junto al Señor del Fuego Zuko, mi padre soñó con la idea de un lugar donde todos pudiésemos convivir en paz, y creo que podemos cumplir con ello. Con fuerza, convicción, seriedad, energía, podemos lograrlo.

>>> Y son todas estas características, las que llenaban a mi padre con una personalidad y una espiritualidad que cautivaron al mundo entero. Mi padre fue mucho. Fue un Maestro Aire, un monje, un héroe de guerra, un líder, un esposo, un padre, un cuñado...- Va diciendo Tenzin, en lo que Katara es abrazada por su hermano Sokka, quien ha llegado hace poco del Polo Sur.

>>> Y fue un gran compañero, un gran aliado, un gran amigo. Además de Ciudad República y de la paz que deseaba para la misma, mi padre quería otra cosa. Quería que todos nosotros seamos felices, estemos plenos, contentos, y juntos. Siempre juntos.- Dice Tenzin, cuando entonces los aplausos y gritos comienzan con todo. –Les agradezco a todos por haber asistido este día y por todos sus hermosos mensajes en compasión hacia mí, mi familia y mis amigos. Seguiré luchando en nombre de mi padre en el Ayuntamiento por un futuro mejor para todos.

Tras terminar, el escándalo aumenta de magnitud. Entre la multitud se pueden apreciar grandes banderas dedicadas a Tenzin, Katara, Sokka... Incluso hay una gigantografía pintada a mano de la estatua que Aang tiene en su Isla Memorial, sostenida por al menos diez personas. Dejando el atril, Tenzin se reúne con su familia, saludando a su tío recién llegado y a su madre.

-Eso estuvo muy bien, querido Tenzin. Tu padre estaría orgulloso.- Le asegura Sokka, quien luce ropa muy abrigada con los colores típicos del Polo Sur.

-Sin dudas fue inspirador.- Oyen de pronto, volteándose y viendo a Zuko acercándose, seguido por la Princesa Izumi, el joven y apuesto Príncipe Iroh y una enorme Escolta Imperial.

-¡Zuko!- Exclama Katara, sonriendo emocionada y casi corriendo a abrazarlo.

Después de tantos años, después de tantas décadas, Katara y Zuko se han reunido. A pesar de la distancia y del tiempo, su gran amistad sigue intacta, y ella parece estar muy feliz de que él haya podido viajar hasta la Ciudad tan pronto conociendo su tan ocupada agenda. Es bueno que todos en el grupo estén reunidos, aunque sean los que quedan, y no los que eran...

Separándose un poco de su viejo amigo, Katara se le queda viendo con una gran sonrisa por un momento, solo hasta que ve la figura de Iroh detrás "esperando su turno". Al instante, la gran leyenda recuerda a Mai... su vieja amiga, abuela de Iroh y que en paz descanse.

-Iroh, ¡mírate! Luces tan lindo...- Le halaga Katara, sacudiendo su cabello.

-Oh... me costó 10 minutos arreglar mi cabello.- Le dice Iroh, sonriendo plenamente.

-Ven aquí.- Dice ella, abrazando al joven y siempre sonriente Iroh.

-Es bueno verte de nuevo, Katara.- Le dice él mientras el abrazo dura un poco más.

-Les agradezco que hayan podido venir.- Les dice Tenzin, inclinándose ante la Familia Real.

-Siempre estaremos para nuestros amigos, para nuestra familia.- Le dice Zuko, sonriendo. –Es un poco duro aceptar que Aang se ha ido, siendo tan joven...- Continúa, mientras Katara abraza a Izumi, a quien también conoce desde bebé. –Pero lo importante ahora, es estar juntos.

-Y pensar en el futuro.- Suma Sokka, llamando la atención de todos. –Aang habría querido ello.

-Ah, Sokka, espera unos días antes de sacar temas relacionados a la política y al crimen con Zuko.- Le pide su hermana, cruzándose de brazos. –Aang merece un velatorio en paz, sin que sus amigos estén discutiendo asuntos de índole mundial.

-Katara tiene razón.- Le sigue Zuko. –No te preocupes Sokka, sé bien de qué quieres hablar y te aseguro que tendremos tiempo, en toda esta semana que estaré por aquí.

-¿Se quedarán toda una semana? Eso es... sorprendente.- Les dice Tenzin.

-Me temo que todos no.- Responde Izumi. –La Alta Cámara de la Nación del Fuego ha permitido, de forma muy especial, que los tres nos ausentáramos de Ciudad Volcán al mismo tiempo para presentar todas nuestras condolencias ante ustedes, sin embargo según estipulan la Ley Magna, el Trono no puede quedarse vacío por más de tres días.- Explica Izumi.

-Y como yo quería tener la oportunidad de estar el máximo tiempo con ustedes, el cual es una semana, Izumi tomará mi lugar. Estoy seguro de que le vendrá bien. Algún día heredará el Trono.- Le sigue Zuko, en lo que todos entienden a la perfección que, una vez más, el Trono de la Nación del Fuego dicta por cuánto tiempo el viejo equipo Avatar estará reunido.

-Bueno, sabemos que probablemente ya tienen lugar, pero sería un honor recibirlos en la Isla. Ha cambiado mucho desde la última vez que la visitaron. Izumi, estoy seguro de que amarás la biblioteca de mi madre.- Les asegura Tenzin, hablando especialmente con Izumi, quien es unos pocos años más grande que él y con quien jugaba cuando era niño.

-Agradecemos tu hospitalidad, Tenzin, pero la Guardia Imperial ya rentó una finca en las afueras de Ciudad República. De igual forma, nos encantaría visitar la Isla más tarde.- Le dice Zuko.

-Claro que sí, permitiremos que se instalen y cuando gusten, les esperamos.- Dice Tenzin.

-Gracias.- Le dice Zuko, sonriéndole.

Zuko y Tenzin, a pesar de la distancia, siempre tuvieron una muy buena amistad entre manos. Aang y Zuko eran mejores amigos, y claro que el primer mencionado nunca perdió oportunidad de contarle mil historias vividas con el Señor del Fuego con el pasar de los años. Tenzin creció viendo a Zuko como un héroe y, más allá de eso, como un tío.

La pérdida de Aang sin dudas ha afectado a todos, pero a nadie como a Tenzin y Zuko. Ellos eran los más unidos a Aang, eran sus compañeros, aprendían de él, lo admiraban, lo amaban. Tras esto, ambos están seguros de que quieren verse más, de que quieren beber más té juntos o jugar Pai Sho, aunque Zuko siempre pierda por demasiada diferencia ante el joven monje.

Ahora Zuko pasará toda una semana en la República Unida y Tenzin planea aprovecharla para recordar a su padre como nunca y, ¿qué mejor que con el hombre que conocía todo de él? Todos sus secretos, sus miedos, sus ilusiones, sus mayores pasiones... Sin embargo, antes de que todo ello pasara, Tenzin sabía muy bien que Zuko debía hacer algo antes. Algo muy importante.


~*~*~


Con sus manos dentro de los bolsillos de su largo y pesado abrigo, Zuko avanza sobre un suelo de tierra húmedo por la leve llovizna que ha caído en los días anteriores, y que por el clima tan frío y nublado aún no se ha secado. Llegando casi hasta un barranco, en el Templo Aire de la Isla, levanta la mirada y ve Ciudad República a lo lejos...

A pocos metros, se hallan Sokka y Katara unidos por las manos frente a lo que parece una lápida. Es la tumba de Aang... Acercándose un poco más, el anciano Señor del Fuego de 70 años termina a un lado de los dos hermanos, unidos y mirando con tristeza hacia donde se halla Aang. En un momento así no se puede decir nada, pues el silencio mismo es el propio contenedor.

Unas pocas aves pasan volando sobre ellos mientras el Sol se mantiene oculto tras grandes y densas nubes grisáceas. Aquel lugar se halla muy apartado del centro de la isla y se ve que para llegar a él se debe pasar por un gran conjunto de árboles y arbustos que mantienen secreto un camino empedrado que solo muy pocos conocen a la perfección como para pasarlo.

"Aquí yace el Avatar Aang. Muy querido padre, esposo y un muy respetado héroe mundial. Una leyenda.", se lee en la piedra gris que reluce frente a ellos.

-Quisiera que Toph estuviese aquí.- Dice de pronto Katara, suspirando y soltando vaho.

-Estoy seguro que, desde cualquier lugar en donde esté, nos está viendo.- Dice Zuko, llamando la atención de sus amigos hermanos. -¿Qué? Ya saben, porque ella lo ve todo... No lo digo como si... ah, sí, lo sé, es lo que se suele decir de los muertos, pero Toph no... Bueno... Creo que no.

-Lo último que supe de ella es que andaba causando furor en un pequeño pueblo en el Sur del Reino Tierra. Ella tan solo debe estar tomándose en serio su jubilación.- Responde Sokka.

-Seguro que sí. Toph vivirá mucho más, quizá que nosotros mismos. Ahora mismo ella tiene la misma edad que...- Se corta Katara a sí misma, cerrando sus ojos. -...que la de Aang.

Viendo una vez más la tumba de su viejo amigo, Zuko también termina por soltar un pesado suspiro. Katara y Sokka se mantienen juntos, abrazados, mirando hacia la Ciudad.

-Creo que a todos nos vendría bien un poco de té.- Dice Zuko.

-¿Tú preparas?- Se burla Sokka, alzando una ceja.

-Oye, he mejorado mucho desde la última vez.- Se ríe un poco Zuko.

-Sí, claro, igual que Katara para hacer bollitos de crema blanca.- Vuelve a reír Sokka, esta vez terminando con una bola de nieve estrellándose contra su cara.

Por un momento, Sokka, Zuko y Katara ríen un poco mientras ven una vez más la tumba de Aang y entonces inician la marcha de regreso. Algunas cosas nunca cambian, y eso realmente es muy bueno. Podrán estar juntos unos días y eso realmente les emociona mucho.


~*~*~


El tiempo pasó, y pronto aquella semana llegó a su fin. Zuko e Iroh regresaron a la Nación del Fuego, no sin antes conocer una importante decisión tomada por Katara. Convencida por Sokka, Katara había decidido mudarse por un tiempo a la Tribu Agua del Sur. Estar en la Isla le afectaba en gran forma al ya no estar Aang, y lo mejor sería que esté más relajada y centrada, aunque no sola. Kya, su segunda hija, decidió que le acompañaría al Polo Sur, mientras que Bumi retomaría su labor como Comandante de la Segunda División de las Fuerzas Unidas, y Tenzin el control del Templo Aire de la Isla, los Acólitos y continuaría en su puesto como Concejal de la República.

Las cosas estaban cambiando en Ciudad República y en todo el mundo. Los grandes héroes se redistribuían una vez más y, quizá sin darse cuenta, abrían el paso a una nueva generación de grandes héroes y de grandes villanos. El Avatar Aang había dejado como su gran legado a la República Unida de Naciones, todo un nuevo Orden Mundial, además de los Acólitos del Aire, el Templo Aire de la Isla... Tenzin se sentía responsable de mantenerlo vigente todo.

Su padre había fallecido, su madre y su hermana se habían mudado al Polo Sur. Bumi estaba quién sabe dónde cumpliendo misiones de las Fuerzas Unidas... Tenzin estaba solo, y en cierto punto incluso creyó que no podría con toda la presión que venía consigo el puesto de Monje líder. Pero no estaba solo... Tenía muchos a su alrededor que le apoyaban, que le seguían y que le amaban. Pema, por ejemplo. Su amada pareja había sido fundamental en todo ello.

El amor de Pema era inmenso y Tenzin la amaba muchísimo, tanto que pronto iba a proponerle matrimonio... pero no era suficiente. Tenzin sentía que algo le faltaba, que algo no estaba bien, y no sabía qué era, pero lo supo cuando tocó a su puerta. Y literalmente, se infiltró en la Isla de noche y tocó a la puerta de su habitación. Fue bueno que Pema no despertara. Tenzin salió en pijama, sin saber qué ocurría, cuando entonces la vio. Estaba ahí, había ido... Lin.

Su vieja y queridísima amiga Lin se había presentado. Una semana y media más tarde de lo que fue el entierro, al que fue invitada y en el que decidió no participar. Pero Tenzin la entendía. Lin quería mucho a Aang, era casi como su sobrina y estaba seguro de que debió hacer su duelo a parte. Lejos de pensar en todo ello, estaba muy feliz de tenerla ahí y de poder contar con su apoyo. Habían sido amigos desde siempre, a pesar de la distancia, las peleas, la ruptura...

Más allá de las visitas de Lin y del eterno amor que Pema le daba, y del hermoso futuro que se preveía para ambos, Tenzin no podía evitar todavía visitar la vieja oficina de su padre, la cual todos le decían que ya podía ocupar, pero para la que Tenzin no se sentía listo. No habría quien, alguna vez, pudiese llenar el gran espacio que Aang dejó... Pero no por ello se negaría al futuro, ni se negaría a quien debería entrenar y cuidar algún día. El nuevo Avatar. Le sentía cerca...


| AÑO 157 DG |


Es una noche fría y oscura en una villa de la Tribu Agua del Sur, la cual atraviesa por una leve tormenta de nieve. A pesar de ello, tres personas llegan hasta la cima de una colina, viendo el grupo de iglúes iluminados y distanciados unos de los otros. Llegando hasta uno de ellos, un joven hombre les recibe con un farol en manos.

-La Orden del Loto Blanco honra a mi familia con su visita. Gracias.- Les dice aquel joven con una sonrisa en el rostro.

Tras inclinarse ante la comitiva, el hombre abre la puerta de la casa pasando a mostrar su interior, y cómo en el centro una joven está barriendo el suelo.

-Bienvenidos.- Les dice, acomodando su cabello mientras una pieza decorativa de la pared trasera cae al suelo.

-Hemos respondido muchos llamados, tanto aquí como en la Tribu del Norte. Todos resultaron ser falsos.- Habla quien parece el líder entre los tres. Un sujeto de baja estatura y gran peso.

-Estarán felices de saber que su búsqueda ha terminado.- Le responde la joven, mientras quien parece ser su amado esposo va con ella y le abraza.

-¿Qué le hace pensar que su hija pueda ser "la elegida"?- Le pregunta entonces el mismo hombre, inclinando un poco el mentón hacia abajo.

-¡Korra, ven aquí por favor!- Exclama entonces, dirigiéndose hacia su izquierda.

Mientras tanto, los tres miembros del Loto Blanco se mantienen escépticos en sus lugares. Además del hombre que les lidera, hay uno más de cabello largo, negro y gafas redondeadas, y una mujer con un rodete en la parte superior y el cabello suelto detrás. De repente, sus tres expresiones cambian a unas de impacto cuando la pared de su izquierda vuela frente a ellos, obligándolos a mirar hacia allí. Una niña de unos 4 a 5 años se halla en el hueco recién hecho.

-¡Soy el Avatar! ¡Acéptalo, amigo!- Exclama la pequeña, de inmediato dando un salto hacia el frente y lanzando un puño de fuego, para entonces dar otro salto y lanzar una patada de fuego.

Así, Korra sigue, entonces levantando un bulto de piedra desde el suelo y volviendo a saltar para lanzar un poco más de fuego, el cual llega hasta la capa del líder de la comitiva, aunque Korra se asegura de apagar el fuego con un poco de agua que se hallaba cerca, en el suelo.

Sumamente sorprendidos, los tres grandes maestros vuelven a levantar la mirada hacia Korra, quien alza en lo alto un chorro de agua a su izquierda, lanza una roca hacia su derecha y, como demostración final, expulsa una enorme bola de fuego hacia ellos.

Tras todo ello, Korra corre hasta su padre, quien la levanta en lo alto mientras la felicita al igual que su madre. Tras aquella demostración de habilidades, los miembros del Loto Blanco vuelven a acercarse, viendo a la pequeña reír y gruñir de felicidad desde los brazos de su padre.

-No hay ninguna duda. Es ella.- Dice el más bajo de los invitados, viéndola fijamente.

-Nos gustaría hablar con usted a solas, señor...- Le pide entonces la mujer.

-Tonraq.- Dice entonces él, estrechando manos con los tres. –Y ella es mi esposa Senna.

-Es un placer.- Contesta Senna también estrechando manos con los tres. –Bien Korra, ¿qué tal si vamos a jugar con tus peluches mientras los adultos hablan de cosas aburridas?

-¡Sí, habrá guerra de peluches! ¡Pido ser el león-alce dientes de sable!- Grita Korra, en lo que es cargada por Senna y juntas se van por uno de los pasillos de la casa.

Pasando hasta la cocina-comedor del gran conjunto de iglúes en el que Tonraq, Senna y Korra viven, el padre de la familia les ofrece asiento a los tres miembros del Loto Blanco, y una vez sus ofertas de té son amablemente rechazadas, todos se disponen a hablar.

-Como ya debe saber señor Tonraq...

-Oh, por favor, sólo Tonraq.- Les pide el joven, interrumpiendo a la mujer que estaba hablando.

-Bien.- Responde ella. –Como ya debe saber, Tonraq, tras el fallecimiento del Avatar Aang hemos estado buscando sin fin a su reencarnación. El ciclo del Avatar nos indicaba que la próxima vida nacería en una de las Tribus Agua y, como hemos podido comprobar, ha resultado ser su hija.

-Así es, ¿fascinante, verdad? Es algo que Senna y yo nunca esperamos. Lo único que queríamos era una vida normal junto a nuestra pequeña pero, sabemos que no será así con Korra.

-Y está en lo correcto, Tonraq.- Le contesta el líder de la comitiva. –Antes de morir, el Avatar Aang le hizo un pedido especial a la Orden del Loto Blanco. Quiso que cuidemos y velemos por la seguridad de su próxima vida, y estamos aquí para cumplir con ello.

-Entonces, ¿se mudarán por aquí algunos de sus guardias?- Pregunta Tonraq.

-Señor Tonraq, creo que no me ha entendido.- Le dice el líder de la comitiva, haciendo que la sonrisa del joven desaparezca. -Nuestra organización ha aceptado la enorme responsabilidad de cuidar y entrenar al Avatar, y nos gustaría cumplir este deber de una forma más... cómoda.

-¿Cómoda? ¿A qué se refiere?- Pregunta de inmediato el padre del nuevo Avatar.

-Korra aún es muy pequeña, pero debido a su alto dominio sobre tres de cuatro elementos, en tan solo un par de años más podría comenzar a viajar por el mundo, visitando nuestros distintos complejos en las cuatro naciones y aprendiendo a dominar los cuatro elementos.

Tras oír al líder de la comitiva, Tonraq baja la mirada un poco asustado. La sola idea de que le separen de su pequeña así, que viaje por el mundo y entrene arduamente... No le gusta nada. Él quiere que su pequeña pueda disfrutar de su infancia, tener amigos, una mascota. Estar con sus padres... Pero también entiende la otra parte, la que dice que es el Avatar, y debe ir.

-Es una tradición que todo Avatar viaje por el mundo, visitando las distintas naciones y estando bajo la tutela de los más grandes maestros del mundo. Al Avatar Aang le tocó hacerlo pues eran perseguidos por la Nación del Fuego durante la Guerra de los 100 Años, pero tenemos al Avatar Roku, una vida más atrás, como un claro ejemplo de que es bueno para que pueda conectarse con las tradiciones del mundo, las culturas, la gente.- Le asegura la única mujer de la habitación.

-Yo... no lo sé, supongo que... debería hablarlo con mi esposa.- Les dice Tonraq, suspirando. -¿Y nosotros no podríamos acompañarla?

-El Avatar debe desligarse de sus conexiones terrenales, al menos durante su travesía en donde esté entrenando. Será más fácil para ella cuando le toque dominar al Estado Avatar.- Le contesta el líder de la comitiva. –Puede parecer algo difícil, pero no sería inmediato. Korra aún es una niña y respetaremos su infancia.- Le dice, tranquilizando a Tonraq.

-Bueno, eso se los agradezco mucho.- Les dice Tonraq, sonriendo un poco más calmado.

Después de un rato más hablando, el Loto Blanco se despide de Tonraq y Senna y se marchan de aquella villa, prometiendo volver pronto ante el entusiasmo de Korra por empezar con su entrenamiento, algo que sus padres simplemente ignoran un poco. Es tan solo una niña... Pero a pesar de tener 4 años, Korra muestra ya una gran emoción por ser el Avatar.

Ahora tan solo resta esperar a que crezca un poco más, aunque le aseguraron a Tonraq que en un año o dos ya podrá comenzar a entrenar formalmente en el primer elemento: Agua Control. Por su parte, Tonraq asegura que esta emoción en Korra disminuirá. Apenas acaba de descubrir su dominio sobre tres de cuatro elementos, considera normal que esté tan entusiasmada.

Los días pasan, y estos se vuelven semanas, meses... Pronto, la noticia de que el Avatar ha sido encontrado llega hasta el otro lado del planeta: el Polo Norte. Más específicamente, a la Tribu Agua del Norte. Los sirvientes murmuran y hacen correr la voz que, cuando el Jefe Unalaq supo que el padre de la nueva Avatar lleva de nombre "Tonraq", todo el suelo de hielo tembló...


~*~*~


Ha pasado un año desde que la identidad del nuevo Avatar fue descubierta por la Orden del Loto Blanco y, de alguna manera, llegó a oídos del Jefe Unalaq, en la Tribu Agua del Norte.

Korra sigue viviendo en su casa de siempre, junto a sus padres Tonraq y Senna, mientras que un Complejo del Loto Blanco fue instalado de forma imprevista y muy rápida, a tan solo un par de kilómetros de ahí. Por el momento mantienen distancia, sobre todo por Tonraq.

Sin embargo, el Loto Blanco intenta mantenerse lo más cerca posible de Korra, en especial tras los rumores que han corrido por la Ciudad Central de la Tribu del Sur en los últimos días. Han llegado unos forajidos, un grupo de maleantes que no pintan nada bueno. En las calles se dice que son cazadores, ladrones y estafadores, y que vienen desde el Reino Tierra.

El Loto Blanco ha insistido a Tonraq que es momento de proteger al Avatar. Uno nunca sabe cuándo estos criminales podrían interesarse por la pequeña sucesora del magnífico y recordado Avatar Aang... pero Tonraq les asegura que no es momento. Korra debe disfrutar de su niñez y no lo hará si está encerrada en una fortaleza todo el día entrenando.

Lejos de hacerle demasiado caso a Tonraq, el Loto Blanco realmente está muy preocupado por ese grupo de criminales que anda rondando por las villas, saqueando a los que menos tienen y buscando algo... o a alguien. Cuando el líder de la comitiva nómada del Loto Blanco supo que intentaron robarse a una niña Maestra Agua, decidió que era momento de llamar a alguien más, siendo Sokka el miembro de mayor rango en el Loto Blanco, al menos en todo el Polo Sur.

Como Jefe de la Tribu Agua del Sur y un gran Loto Blanco, Sokka no pudo alterarse más cuando supo todas las sospechas que sus subordinados tenían, los rumores que corrían por las calles, y la poca atención que Tonraq, padre de la posible víctima, prestaba al caso. Fue cuando decidió él mismo visitar a la familia del nuevo Avatar, para así conocer a Korra y hablar en privado con Tonraq. Su visita sin dudas causó revuelo, y mucho arrepentimiento en Tonraq tan pronto el legendario héroe hizo uso de la palabra en cuanto quedaron a solas.

Y una noche, sucedió aquello que más temían. Una banda de criminales invadieron la casa de Tonraq, Senna y Korra, pero a diferencia de las anteriores, esta vez lo hicieron de forma sigilosa. Esta vez habían oído ellos los rumores acerca de la visita de Sokka, por lo que esta vez no tenían ninguna duda de que Korra era el objetivo que les habían marcado.

El líder de aquella banda, un joven de cabello corto y gris, tomó a Korra alrededor de una manta y se escabulló fuera de la casa. Tan solo él entró en la casa, pues sus amigos le esperaban fuera, en lo alto de una colina. Estaba a punto de llegar a ellos, cuando algo atrapó sus pies. Hielo. El lugar estaba oscuro, por lo que sus amigos no lo vieron. Ni siquiera él vio un látigo de agua que le quitó a la pequeña de sus brazos y luego, una patada en la cara que le tiró al suelo.

Cuando se levantó, aquel sujeto estaba solo en medio de la nieve, y las luces del iglú al que había entrado y al que le había robado su integrante más joven, estaba oscuro, cuando antes tenía dos faroles encendidos a cada lado. Llamando la atención de sus amigos, no dudó en volver al lugar, comenzando a buscar desesperadamente incluso tras las cortinas... No había nadie.

-El Jefe nos matará si no le llevamos a la niña.- Dice un joven de gran bigote y de voz gruesa.

-Oh, no te preocupes Ghazan... No volveremos con las manos vacías.- Le asegura su compañero, en lo que sus otras dos compañeras se quedan del lado oscuro de la habitación.


~*~*~


Tras haber sufrido aquel pequeño percance, Tonraq no dudó en ir al Complejo del Loto Blanco, allí en donde ya se encontraba Sokka pues había tenido un presentimiento la noche anterior de que un ataque se aproximaba. Y sucedió. Esta banda criminal buscó secuestrar a Korra.

¿Por qué? No tenían idea, pero no les darían otra oportunidad.

Esta vez Tonraq estaba muy de acuerdo, pues antes que nada estaba la seguridad de su pequeña. Así, comenzó una búsqueda por toda la Tribu de estos criminales. Algunos vecinos de la villa habían visto a cuatro personas. Dos hombres y dos mujeres. Además, les habían visto huir esa misma noche hacia las montañas, por lo que el Loto Blanco centró su búsqueda allí.

Finalmente llegó algo al Complejo del Loto Blanco. Una carta. Venía desde el Reino Tierra, desde la antigua Fortaleza del fallecido General Fong. Ellos conocían a esos cuatro criminales pues habían pasado por su territorio, y habían robado y saqueado como habían querido. Estuvieron en aquel territorio cerca de dos meses, aunque se marcharon cuando les identificaron.

Uno de los hombres se llamaba Zaheer, líder no maestro del grupo y el cerebro detrás de cada una de las operaciones del grupo. El siguiente hombre era Ghazan, un Maestro Tierra con una habilidad sumamente rara y peligrosa: Lava Control. Luego le seguía una jovencita que había sufrido un accidente cuando era pequeña, y que la había desprovisto de sus brazos. Era Maestra Agua y aun sin sus extremidades superiores, era una luchadora sin igual. Por último, estaba a quien consideraron de inmediato la peor. P'li, una Maestra Fuego-Combustión... No hacía falta agregar más, pues tan solo uno de sus disparos hacía retroceder a cualquier enemigo.

La próxima vez que estos cuatro criminales atacaran, del lado del Loto Blanco estarían listos. Viendo la gravedad de la situación, Sokka no dudó en que necesitarían más que a los centinelas del Complejo... Sin dudarlo hizo múltiples llamados a la Nación del Fuego y a Ciudad República. El viejo equipo Avatar ya no existía, pero podía rearmar un grupo que se ocuparía de defender al próximo Avatar con la misma fuerza y el mismo honor que tenían sus viejos amigos juntos.

Tan solo días después, Zuko y Tenzin ya estaban en la Tribu Agua del Sur y juntos hicieron del Complejo del Loto Blanco toda una fortaleza. Centinelas del Loto Blanco, guerreros del Ejército de la Tribu Agua del Sur, y todos liderados por Tenzin, Sokka, Zuko, Tonraq y Kya. Una vez todos estuvieron listos, tan solo esperaron a que apareciera... y lo hicieron.

El ataque de esta banda llegó y la batalla fuera del Complejo fue sumamente intensa. Zaheer antes había sido vencido en la oscuridad, pero ahora demostró un mejor dominio en el campo de batalla, contando con grandes habilidades físicas y pudiendo hacer grandes piruetas por todo el lugar. Más allá de eso su contrincante, Tonraq, tenía gran ventaja debido al terreno.

Mientras tanto, Ghazan también vio complicado el combate al estar todo el lugar cubierto por nieve. Apenas podía levantar una roca del suelo cuando entonces Tenzin lanzaba una patada de viento y le empujaba la roca contra él y le derribaba. El gran control de Tenzin en la batalla era algo impresionante. Sus trucos y ataques eran precisos, inmediatos y eficaces.

La más joven de la banda, Maestra Agua y reconocida como Ming-Hua, demostró también un inmenso control al hacer uso de sus habilidades para formar dos chorros de agua y volverlos sus propios brazos, con los que lanzaba ataque tras ataque a Kya. En la mayor parte de la pelea pudo contener sus ataques y contraatacar con gran fuerza. Ming-Hua apenas era una niña, una adolescente, y al parecer no había recibido un entrenamiento formal.

Por último estaba P'li, sin dudas la más peligrosa. A ella se enfrentaban Zuko y Sokka, los únicos dos miembros del viejo Equipo Avatar presentes en el campo de batalla, y que ya antes se habían enfrentado a un Maestro Combustión. Juntos lograron distraerla, pero ella con tan solo uno de sus disparos, les lanzaba lejos. Pronto vieron que mientras más disparaba, más se debilitaba.

Por otro lado, Zaheer seguía de frente contra Tonraq y los centinelas, aunque en un momento Tonraq se distrajo ayudando a Kya contra Ming-Hua, por lo que apenas vio un hueco, Zaheer se infiltró hasta dentro del Complejo y fue directo hacia su objetivo. Fácilmente pudo burlar a los centinelas, llegando hasta una habitación muy bien custodiada por el Loto Blanco. Venciendo a cada uno de los guardias en aquel estrecho pasillo, llega a la puerta.


. . .


Lanzando una ráfaga de fuego hacia la Maestra Combustión, Zuko logra echarla un poco atrás, justo al mismo tiempo que ella intenta lanzar otro disparo y éste se desvía al cielo, provocándole un inmenso dolor en la cabeza y obligándola a caer de rodillas en la nieve. Viendo cómo Tenzin derriba a Ghazan a lo lejos por tercera vez en menos de un minuto y Kya y los centinelas tienen medida a Ming-Hua, Zuko no logra hallar a Zaheer, cuando entonces se gira hacia el Complejo...

-¡Sokka, Zaheer debe estar dentro! ¡Ve!- Le grita, volviendo a atacar con fuego a P'li.

Sin decir nada, Sokka corre dentro del Complejo. Viendo a los guardias y centinelas noqueados. Frunciendo el ceño, sube las escaleras hasta el edificio central, llegando y encontrándose muchos más guardias derribados. Finalmente llega y se encuentra con lo que más temía... La puerta de la habitación está abierta, y al asomar la mirada, confirma lo que no quería confirmar.

Bajando rápidamente por las escaleras de regreso al complejo, Sokka ve cómo Tonraq viene con dos grandes chorros de agua rodeando sus brazos, que usa como grandes tentáculos con los que avanza sobre la nieve. Sus pies ni siquiera tocan el suelo. Dando giros por todos lados, el Jefe de la Tribu Agua del Sur lo busca, comenzando a desesperarse.

-¡Zaheer ha salido del Complejo! ¡Debemos encontrarlo, tiene a Korra!- Le avisa a Tonraq, con él usando sus tentáculos para escalar fuera de la Fortaleza del Loto Blanco.

Empuñando su boomerang y manteniendo su espada en su cinturón, Sokka avanza por el lugar intentando encontrar algo que le guíe a la salida que Zaheer usó, pero no hay nada. De pronto oye un grito y girándose hacia la izquierda, ve a un centinela del Loto Blanco siendo noqueado en una de las torres de control. Es entonces cuando ve al criminal, corriendo tras él.

Desde lo alto de la torre de control, Zaheer ve el despliegue de fuerzas en el frente del Complejo y a sus tres aliados envueltos en la pelea, siendo cada vez más y más rodeados por los centinelas del Loto Blanco y los guerreros del Sur. Están acabados... No puede salvarlos. Alistando la soga por la que bajará hasta el suelo, Zaheer decide que ya no hay nada que hacer, por lo que toma a Korra de la silla en la que la dejó durmiendo y la carga en sus brazos, saltando hacia la soga.

-¡Alto, alto!- Oye de pronto cuando ya está en la soga, viendo a Sokka entrar en la cabina.

-¡Adiós Jefe Sokka! Y recuerde no cortar la soga o haré que la niña sea mi almohada al caer.- Le asegura Zaheer, sonriendo y comenzando a bajar por fuera de la torre.

-¡Desgraciado!- Le grita Sokka, asomando la mirada y viéndolo bajar.

Cuando Zaheer llega al suelo, se acomoda a la pequeña Korra dormida en sus brazos y comienza a correr lejos del lugar. Las montañas serán un buen escondite, al menos en lo que le buscan. Apenas pueda debe abandonar el Sur y cumplir con su misión. Entregar a la niña, cobrar lo que pactaron... Cambiar al mundo. Lamenta perder a sus amigos, pero hace mucho aprendió que las conexiones terrenales no hacen más que distraer del verdadero objetivo: la iluminación.

Por su lado, Sokka utiliza la misma soga para bajar y cuando sus pies tocan la superficie, con el ceño fruncido y una gran ira interna, corre tras Zaheer. A pesar de cargar con más de 70 años, el gran Jefe del Sur sigue teniendo buena condición física y la aprovechará al máximo en aquella ocasión. Rápidamente logra verlo en el horizonte. No puede atacarlo de lejos con su boomerang o la vida de Korra podría correr peligro. Debe llegar, ponerla a salvo y entonces sí, acabarlo.

Al cargar a Korra, Zaheer se ve improvisto de sus trucos más ágiles tales como piruetas o saltos, y la nieve pesada y espesa del suelo que atrapa sus pies no ayuda en nada. Debe ir con cuidado, no puede arriesgarse a que la niña despierte... Ha oído que ya domina tres de cuatro elementos, y aunque es solo una niña, no debe subestimar al Avatar. Sin embargo, Sokka viene detrás y se acerca cada vez más, por lo que debe hallar una forma de salir de ahí rápido.

De pronto, algo le impide avanzar. Tras pisar, su pie izquierdo se queda trabajo en el suelo y al fijarse ve que no ha sido la nieve misma, sino que ha sido el control que han hecho sobre ella. Levantando la mirada, Zaheer se encuentra con Tonraq, y por detrás llega Sokka. Sonriendo, ve que la única forma de salir de ahí es luchando, por lo que lentamente deja a la niña en el suelo...

-Bien... Lamento que esto deba terminar así.- Dice Zaheer, sonriendo siniestramente.

-¡Yo no!- Grita Tonraq, lanzando una bola de hielo directo a su cara.

Evadiéndola, Zaheer da un giro hacia la izquierda y evita un látigo de agua. Una vez está alejado de Korra, Tonraq rodea sus puños con hielo y corre hacia el no maestro, en lo que Sokka va con la pequeña y la levanta cuidadosamente. No deben despertarla y alterarla. Es solo una niña, no merece vivir aquello... Abrazándola, Sokka ve cómo Tonraq forma todo un tornado de nieve en contra de Zaheer y a éste le es imposible escapar de los grandes muros de agua que le rodean.

-¡Lleva a Korra a salvo al Complejo, yo me encargo de él!- Le grita Tonraq.

-¡Sin matarlo! Tenemos que interrogarlos para saber qué pretendían.- Le recuerda Sokka.

Viendo con ira a Zaheer, Tonraq logra verlo sonreír dentro de su torbellino de agua, por lo que decide hacerlo cada vez más pequeño hasta que el elemento que domina llega hasta su cuerpo, decidiendo congelarlo y dejarlo hecho un pilar en medio de la nieve.

Viéndolo fijamente, espera unos segundos antes de formar otro chorro de agua, empuñándolo y atacando a Zaheer con todo, tirándolo hacia atrás y dejándolo muy débil tirado en la nieve. Yendo hacia él rodea sus puños con hielo, formando guantes, listo para darle su merecido.

Mientras tanto, Sokka se aleja del lugar cargando a Korra en sus brazos. Va en contra de una tormenta de nieve que acaba de iniciar, por lo que se ocupa de proteger el rostro de la pequeña sin importarle que su rostro quede de frente a la brusca nieve que cae frente a él.

De pronto, la pequeña nueva Avatar comienza a removerse en su lugar, abriendo apenas sus ojos pero volviendo a cerrarlos ante el fuerte viento que le llega. Sokka acaricia su espalda y la abraza, viendo el Complejo del Loto Blanco a lo lejos y un dirigible del mismo acercándose.

-Tranquila pequeñita... Estás a salvo, vuelve a dormir. Estás a salvo...- Le susurra Sokka, viendo cómo la aeronave aterriza en la nieve y los centinelas van hacia allá escoltando a los criminales.

Ming-Hua y Ghazan están encadenados, mientras que P'li va cargada por dos centinelas. En su frente tiene varios vendajes puestos así nomás, aunque de igual forma sigue sangrando por su tercer ojo. Finalmente Tonraq aparece, acompañado por Guerreros del Sur que traen a Zaheer encadenado, inconsciente y lleno de moretones. Sokka tan solo se limita a mirar a Tonraq, quien no parece lamentar lo que ha hecho y busca tener a Korra de nuevo en sus brazos.

-¿P-pa-papi?- Murmura Korra, abrazando a su padre y cerrando sus ojos. –Soñé que un hombre malo me secuestraba... Papi, quiero ir con mami.

-Tranquila cariño, tranquila. Fue un mal sueño, eso es todo.- Le asegura Tonraq, volteándose y alejándose con su hija en brazos.

Suspirando, Sokka se queda firme en lo que el dirigible se eleva en lo alto. Tenzin y Zuko no se tardan en acercarse, viendo a Tonraq entrar con Korra en el Complejo, siendo muy custodiado por el Loto Blanco. Cruzándose de brazos, Sokka ve la aeronave desaparecer en el horizonte...

-¿Qué haremos con ellos? Son demasiado peligrosos como para estar juntos.- Dice Zuko.

-A pesar de que uno de ellos no estaba en su ambiente y otras dos no habían recibido un buen entrenamiento para desarrollar sus habilidades, se defendieron con astucia por el terreno, sin contar que su líder casi consigue huir con Korra... ¿Qué podemos hacer?- Habla Tenzin.

-Lo que dijiste primero.- Responde Sokka, mirando a sus dos compañeros. –Mantenerlos lejos de su terreno. Prohibirles el uso de sus poderes. Si uno quema, lo congelaremos. Si otro congela, entonces hagamos que arda...- Agrega, notándoselo muy enfadado con lo que ha sucedido.

-¿Y con Korra? ¿Sigue en pie su futuro viaje mundial?- Pregunta Kya, acercándose lentamente.

-No.- Oyen, viendo a Tonraq volver con ellos. –Dejé a Korra con su madre, estará bien.

-¿No dejarán que Korra viaje por el mundo para dominar los cuatro elementos, tal y como mi padre lo hizo en su momento?- Le pregunta Kya a Tonraq.

-El día de hoy se ha probado que hay nuevos peligros ahí fuera y que atentarán sin problemas hacia Korra, incluso si es apenas una niña.- Habla Tenzin. –No podemos dejarla ir así como así, y claro que no podrá viajar por el mundo siendo custodiada por un ejército.

-Korra se quedará en el Sur.- Le habla Tonraq a Zuko. –Espero que puedan acomodar este lugar para que ella crezca sana y salva. Si gustan, traigan a los mejores maestros del mundo.

-La Orden del Loto Blanco hará todo lo posible para que la formación del Avatar Korra sea de lo más completa, aquí, en la Tribu Agua del Sur.- Le asegura Zuko, líder de tal organización.

-Señor Zuko, si me permite, creo conocer a la perfecta Maestra Agua para Korra... Ella pronto deberá comenzar su entrenamiento con su elemento natal, ¿no es así?- Le dice Tenzin.

-Sí, así es... Y creo que ambos pensamos en la misma persona.- Le contesta Zuko, sonriendo.


~*~*~


Con el paso de las semanas, el Complejo del Loto Blanco en la Tribu Agua del Sur se ha vuelto mucho más seguro y cómodo. Los constructores contratados recibieron una orden. Tenían que construir un centro elevado de la nieve de curación. Lo exigía la nueva Curandera en Jefe que había sido llamada por el Loto Blanco, y que sería Maestra Agua del mismísimo Avatar.

De inmediato, la orden se hizo realizar y aquella cabaña de curación fue hecha, aunque un poco modificada para que quien la utilizara también pudiese vivir en ella. Finalmente, la persona que recibió el llamado del Loto Blanco llegó al Complejo, siendo recibida con todos los honores y con la presencia de su propio hermano, el gran Jefe Sokka.

Días después, Katara fue llamada al teléfono de su nueva casa. Le anunciaban que había llegado la tan ansiada hora. Tonraq y Senna traerían a su pequeña a su primera sesión en el Complejo y según habían oído, Korra estaba muy emocionada por conocerla a ella. El nombre de Katara resonaba en los cuentos para los niños, en los libros de historia, era toda una leyenda.

Saliendo de la cabaña de curación, Katara ve toda una comitiva del Loto Blanco llegar hasta ahí, por lo que sale un poco del pórtico y apoya sus manos en el barandal del mismo. Es entonces cuando un bisonte volador, Oogi, aterriza junto a la comitiva. Se trata de su hijo, Tenzin, quien al igual que Sokka no quiso perderse de aquel gran encuentro.

Por su lado, Tonraq baja del vehículo que le ha llevado hasta el Complejo tanto a él como a su esposa y a su hija, y tan pronto Senna baja, el torbellino lo hace. Korra baja y entonces corre con gran emoción hasta la cabaña, viendo en lo alto a Katara y sonriendo aún más. Es en ese instante en el que Katara recuerda a Aang... Su lindo y siempre alegre Aang, reflejado en aquella niña tan llena de energía y entusiasmo por aprender, por divertirse y por ser algo más...

Viéndola a los ojos, Katara baja por las escaleras hacia el suelo nevado, a la vez que ve directo a los preciosos y enormes ojos azules de la niña. Korra ríe en lo que espera ansiosa, y cuando la gran leyenda llega corre sin dudarlo a darle un gran abrazo. Cargándola en sus brazos, Katara se llena de su amor, de su alegría, de su esperanza, su convicción, su fuerza...

Viendo a Sokka y Tenzin un poco más atrás, Katara abraza con fuerza a la pequeña Korra y ríe un poco al ser tan inquieta. En lo que Korra comienza a mostrarle trucos con su Agua Control, Katara ve a los padres de la pequeña a lo lejos, abrazados, y muy emocionados con lo que está sucediendo. Tomando asiento en la nieve, asiente viendo sus trucos más ingeniosos.

Acariciando con su mano la nieve, Katara piensa por un momento en todo lo que ha sucedido en las últimas semanas, los últimos meses, los últimos años... La pérdida de Aang siempre va a afectarla, pero no puede permitir que aquello le domine. No dejará que la tristeza por su muerte le tire abajo porque sabe bien que él no hubiese deseado eso. Debe seguir adelante...

-¿Pronto comenzaremos los entrenamientos, Sifu Katara?- Le pregunta Korra, sonriendo.

-Sí, mi querida Korra. Será un honor entrenarte.- Le dice Katara, poniéndose en pie y saludando a la pequeña con la misma reverencia que ella hace.

Aang le aseguró que habría un motivo por el que seguir adelante, y Katara lo ha encontrado...

O mejor dicho, la ha encontrado...


~*~*~

Nota: Bueno, he aquí un nuevo capítulo de esta gran historia, la cual ha llegado a sus ÚLTIMOS TRES CAPÍTULOS. Espero que les haya gustado y que voten, comenten, compartan la historia. Eh, bueno, como ven cambiamos básicamente de Avatar, aunque más allá de esto, no tengo nada más pensado para Korra. Restan tres capítulos, muy lindos. El próximo se centra en Lin Beifong y también en TODO el fanfic, y luego los últimos dos los considero los más emotivos, tiernos... En fin, ya llegarán, uno nuevo cada sábado y miércoles. Y luego no olviden que nos queda el epílogo. Muchas gracias por seguir la historia y por las más de 12.500 lecturas, es increíble cómo creció en los últimos días. Nos vemos el próximo sábado con el Capítulo 113. -Nico.

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