Amanece en Ciudad República, y como cada día son millones los que madrugan para cumplir con sus distintas responsabilidades. Entre ellos, Sokka. Un joven forastero de la Tribu Agua del Sur que recorrió el mundo junto a su hermana, sus amigos y nadie menos que el propio Avatar. Un joven que desde el comienzo demostró ser fuerte, inteligente y muy divertido.
Con el paso del tiempo Sokka fue forjando esa tan característica personalidad que el mundo entero admiraría cuando ayudase a ponerle fin a la Guerra de los 100 Años. Un conflicto que trajo consigo dolor e injusticia pero desembocó en alegría, paz y amor. Con el paso de los años, su figura no hizo más que crecer cada vez más y más.
Llegó a convertirse en un importante influyente para la juventud en el mundo. Prueba de ello es su ingenio para dar invención a cosas como el submarino o el globo de guerra, aunque este fue idea inicial del también mundialmente conocido "mecanicista". Un hecho que también marcó un momento en su vida fue el plan de invasión a la Nación del Fuego durante el día del Sol Negro. Algo que falló, pero quedó en los libros.
La vida del buen Sokka no ha podido ir de bien a mejor. Cada vez que surge algún problema o complicación, él está ahí para alzar sus herramientas, o su mente, y darlo todo para ganar la pelea. Ha sido un ejemplo de superación personal para todos, aunque actualmente... Bueno, digamos que las nuevas generaciones simplemente no saben qué es el respeto.
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Tras subir a su carruaje personal impulsado por dos fuertes caballo-avestruz; Sokka cierra la puerta y casi al instante una torta de grandes proporciones se impacta en su ventanilla. Sorprendido, Sokka asoma la mirada y al instante llega otro tortazo.
-¿Qué está sucediendo, Fred?- Le pregunta a su chofer, quien está sentado en su lugar, fuera.
-¡Manifestantes, señor! Permanezca dentro, yo les calmaré.- Le indica el hombre de bigote poblado, en lo que se baja de su asiento y rodea el carruaje. -¡Veamos quién se atreve a lanzar una tarda más conmigo aquí!
Al inicio el chofer de Sokka, Fred, recibe un tortazo en la cara, sin embargo una vez extiende sus dos manos y forma dos cuchillas de fuego, el grupo rebelde se echa atrás. Aunque no del todo. Uno de ellos logra escabullirse y llega hasta el carruaje, en donde abre la puerta del otro lado y se lo encuentra de frente.
-¡Aquí estás! ¡¿Por qué te escondes?! ¿Acaso tienes algo por lo que sentirte avergonzado? Oh, ¡puede ser porque tú y tus compañeros de banca aprobaron un proyecto que perjudica a todo el Distrito León!- Le grita el joven de unos 30 años, 10 años menor que la edad del Concejal.
-¿De qué hablas? No hemos hablado del Distrito León desde la habilitación de la Biblioteca de la Nación del Fuego ahí, y fue hace meses. Llevas información errónea.- Le responde Sokka.
-Quizá no nos nombran, ¡pero sí nos afectan! ¿O acaso no pensó en dónde acaban todos los desechos tóxicos de las nuevas fábricas de plásticos en la Zona Sur? Yo le diré, ¡en nosotros!
-Eso es una locura. Las nuevas fábricas de Zona Sur envían sus residuos contaminantes en bolsas especiales al incinerador del Distrito Roku.- Le dice Sokka, sonando muy convencido.
-¡Jajaja, me parece que el Presidente Sokka no está controlando bien a su ganado!- Se burla el joven de repente, cuando un Oficial de Policía lo embiste.
-Espera, ¿qué significa eso?- Le pregunta Sokka asomando medio cuerpo fuera del carruaje y viendo así al grupo de Oficiales Maestros Metal que ya tienen la situación bajo control.
-¡Le están mintiendo, Concejal! ¡Abra los ojos!- Le grita el mismo joven, en lo que entre dos policías se lo llevan.
Quedándose pensante por un momento, ve llegar a Fred bañado en crema pastelera. Tras serle imposible reírse un poco de su tan confiable empleado, Sokka recupera la compostura y se pone a pensar en lo que ese sujeto le dijo. Al inicio no le creía, y sigue sin creerlo del todo, pero una denuncia de tal magnitud merece ser investigada.
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Subiendo las escalinatas del Ayuntamiento, Sokka se encuentra de frente con una mujer que al parecer le estaba esperando exactamente a él.
-¡Concejal Sokka, me gustaría hablar con usted un momento!- Le detiene la mujer de unos 60 años, quien carga un bolso bastante particular con forma ovalada.
-Lo siento, pero no doy autógrafos.
-¡Agh! Concejal Sokka, bájese de esa nube tan alta que lleva y permítame decirle sus cuarenta verdades.- Le es clara ella, con el ceño fruncido y casi agarrándole del brazo para que pare.
-Estoy apurado, señora...
-¡No importa, esto es importante! Quise hablar con los otros concejales pero todos me pasaron por alto, ¡y no le dejaré hacer lo mismo!
-Señora, por favor tranquilícese... Dígame qué necesita y qué según usted es tan importante como para contar con el Honorable Concejo.- Le dice Sokka tras un pesado suspiro.
-Se trata de mi gente Concejal, de mi familia y de mis vecinos. Ellos están sufriendo, Concejal... Están sufriendo por los gases tóxicos que desprenden todos esos desechos en esas bolsas tan inútiles. Todo ello se deja en las calles del Distrito León.- Le informa la mujer, sorprendiendo a Sokka. –Yo realmente quiero una respuesta Concejal, y también una rápida solución. Estamos sufriendo Concejal, y solo usted tiene el poder para ayudarnos...
Escuchando atentamente todo lo que aquella mujer le va diciendo, Sokka dirige su mirada hacia el interior del Edificio de gobierno, en donde sabe que sus compañeros le esperan.
-Concejal...- Aquello le devuelve a la realidad. -¿Se encuentra bien?
Aquella pregunta le desconcierta un poco pero rápidamente se percata de que todo su cuerpo ha pasado a apoyarse de su brazo izquierdo en la pared más cercana.
-S-sí... Eh, y-ya entraré. Usted no se preocupe. Solucionaré esto de inmediato. Lo prometo.
Tras decir aquello, Sokka abre una de las puertas y la seguridad del edificio le permite entrar, cosa que no le permitieron a aquella desesperada mujer y por lo que recurrió a su plan que ya ha realizado. Pasando por los grandes pasillos, Sokka termina por abrir las grandes puertas de la Gran Sala, allí en donde ya se encuentra el Honorable Concejo en su totalidad.
-Hasta que se presenta, Concejal.- Le recibe Asmuth, poniéndose en pie. –Muy bien, podemos iniciar una nueva sesión...
Llegando hasta la mesa donde sus compañeros se encuentran, Sokka golpea la misma con el puño cerrado, interrumpiendo al Concejal por el Reino Tierra y sorprendiendo a todos.
-¿Pero qué significa...?
-¡Silencio!- Calla Sokka a Asmuth. –Este día seré yo quien hable, y ustedes quienes respondan.- Determina con cierta furia.
-¿Qué es lo que le ha perturbado, Concejal, como para reaccionar así?- Le pregunta Merceth.
-Allá afuera había una mujer. Una señora que rogó por hablar con cada uno de ustedes, ¡y se lo negaron! ¡Incluso tú Volt!- Le dice a todos, no olvidando al acólito. –Yo no pude ignorarla. No porque no pudiera, sino porque no quise. Esta mujer llegó a nosotros con un reclamo, ¡y es nuestro deber como Concejales escuchar y atender a los ciudadanos!
-Pero Concejal, esta mujer hablaba sobre una contaminación ilegal en su vecindario, y esto es imposible.- Le enfrenta Volt, ya señalado antes. –Firmamos los Acuerdos de Zona Sur hace tan solo unas semanas, y aclaramos que sus desechos partirían a su cremación en el Distrito Roku. Ella nos decía que estos llegaban a su suelo, a su aire, y no puede ser. Hay muchos controles.
-Pues no parecen ser del todo buenos, ¡porque me dijo que su gente estaba muriendo!- Vuelve a gritar Sokka. –Sea verdad o no que esa basura proviene de las nuevas industrias de plástico de Zona Sur, esa gente se está enfermando y es nuestro deber descubrir por qué.
-Concejal Sokka, ¿podríamos clasificar este caso, archivarlo y volverlo a tratar cuando todos estemos mejor informados?
-No, Concejal Kayak, no podemos. ¿Y sabe por qué? Porque si lo dejamos pasar aunque sea dos días, ¡dos días!, en esas 48 horas alguien puede morir...
-Para ello podemos enviar paramédicos.
-Si alguien muere, entonces tendremos al pueblo allá afuera causando estragos, ¡y ya tenemos suficiente con el Caso Yakone!- Grita Sokka.
-No nos vendría mal un poco de reacción por parte del pueblo.- Ofrece Asmuth.
-¡No permitiré una Guerra Civil!- Y aquel grito termina con todo. –No lo permitiré.
-Concejal Sokka... Concuerdo con Kayak. Es mejor registrar este caso y tratarlo en un algún momento en el que los cinco estemos mejor informados.- Le dice Merceth.
Pensando seriamente en la situación, Sokka se cruza de brazos y rodea la mesa, pasando junto a la mitad de sus compañeros y llegando hasta su lugar. Una vez toma asiento, su mirada se queda perdida en la mesa y sus manos unidas sobre la misma.
-Bueno, si su circo acabó Presidente, procedamos a temas más importantes.- Propone Kayak.
Entrecerrando sus ojos, Sokka mira con atención al Concejal por la Tribu Agua del Norte. El mismo prepara sus papeles para proponer el primer tema de aquella sesión.
-Disculpe Concejal Kayak, ¿considera el tema que traje como un circo?
-Así es.- Le responde el anciano sin más, para sorpresa de Sokka.
-Y quiso terminar rápido con el tema. ¿Acaso le molestó o incomodó?
-¿Qué? No, no... Sólo que, ¿para qué tratar un tema sin pruebas claras?- Le cuestiona Kayak.
-Entiendo...- Dice Sokka, acariciando su barbilla en lo que el resto de Concejales le ven con gran confusión. –Y dígame Concejal Kayak, ¿su residencia es...?
-Distrito Lobo-Marino, Concejal. Vivo a unas calles de su casa.- Le dice Kayak, alzando una ceja.
-Sí, eso es verdad. Ahora que lo pienso, usted estuvo muy involucrado en el decreto final de la apertura de estas nuevas fábricas de plástico en Zona Sur, por lo que me imagino que si algo malo estuviese pasando entorno a ellas, usted no diría nada para no perjudicarlas. Dígame, ¿es socio de alguna de las empresas que se instalaron hace poco en ese sector?
-¿Qué? Por supuesto que no. Los Concejales tenemos prohibido formar parte de Asociaciones Industriales que nos beneficien de forma social o económica durante nuestros mandatos.- Le dice Kayak, mirando con sorpresa a todos sus compañeros. -¿A qué se debe...?
-Oh pero, quizá ha querido asegurar su futuro una vez abandone esta Alcaldía, ¿no es así? Es por ello que ha pasado a formar parte de una de estas cooperativas. Para tener siempre una fuente de dinero segura.- Le dice Sokka.
-¡Eso es ilegal!- Le grita Kayak, perdiendo la paciencia. –Además, no tienes ningún archivo que compruebe mi asociación con la Industria K y C, ¡yo no he hecho nada!
De un segundo al otro, todos los presentes se le quedan mirando anonadados.
-Pero, yo no he dado ninguna marca de ninguna industria.
Dándose cuenta de su error, Kayak se echa atrás y se queda mirando a la nada.
-Usted es parte de una de esas industrias que está afectando a estos pobres vecindarios en los Distritos del León, ¡y no iba a hacer nada para no afectar el funcionamiento de su fábrica! ¡Así para cuando deje de ser Concejal tendría la vida asegurada!- Le acusa Sokka.
-¡No permitiré que me hable de esa manera! ¡Todo lo que he hecho ha sido por el bien de mi país y para que este no cayera en la decadencia!- Grita Kayak. -¡Y sí! Yo traje a esas industrias desde la Tribu Agua del Norte para que ayuden al país a progresar, ¡nadie más lo haría!
-¿Cómo te atreves a...?
-¡No, ahora es mí turno de hablar!- Le interrumpe Kayak, realmente enfadado. –Tenemos a una vieja inútil, a un viejo postrado, a un acólito pacifista y a un idiota con un boomerang de tesoro nacional, ¿qué debía hacer yo? ¿Qué podía hacer? Tenía que restaurar un poco este país y levantarlo, ¡o caeríamos en crisis!- Grita el Concejal por la Tribu Agua del Norte. –Puede que esas fábricas contaminen, ¡pero nos darán los recursos para superar a las demás Naciones! ¡Hay que pensar en el futuro, no en la tonta gente que se muere por tóxicos!
-¡Suficiente!- Gritan Merceth, Volt, Sokka y Asmuth a la vez...
-Como Concejal por la Tribu Agua del Sur y Presidente de Mesa, propongo la inmediata expulsión del Concejal Kayak por la Tribu Agua del Norte, del Honorable Concejo de la República Unida de Naciones.- Sostiene la voz el hombre de 42 años de edad.
-Acepto.- Dice Merceth, seguida por Volt y Asmuth.
-¡Están locos! ¡Están locos si creen que salvando a esos idiotas del humo de mi basura van a lograr ser un buen país en el futuro!- Grita Kayak, cuando Sokka ya ha dado la orden a los de seguridad para que se lo lleven. -¡No me importa si me echan o si me reemplazan, yo haré que este país alcance la gloria aunque deba unirme a Yakone para ello!
Y aquella fue la gota que rebalsó el vaso, pues al oír ese nombre, Sokka ordenó a los guardias de la Alcaldía detener la expulsión. Rápidamente se sale de su asiento y camina hasta el ahora ex Concejal, mirándolo seriamente y sintiendo su gran desesperación por golpearlo.
-Arréstenlo. Enfrentará un juicio por Contaminación A Propósito en el Distrito León. Y que alguien se comunique de inmediato con la Jefa Beifong. Inhabilitaremos las nuevas fábricas de Zona Sur lo más pronto posible.- Ordena Sokka, dejando boquiabierto a Kayak.
-¡Has enloquecido! ¡Has enloquecido! ¡Has enloquecido!
Sin poder oír más sus gritos, Sokka regresa caminando lentamente hasta sus compañeros de banca. Todos le miren apenados y Merceth le invita a retomar su silla a su lado. Soltando un rápido suspiro, Sokka toma asiento nuevamente en su lugar y respira hondo.
No puede creer que acaba de echar al frente a su compañero del Concejo. El hombre más sabio y poderoso respecto a asuntos internos y políticos que estuvo en el Gobierno de la Nación. Un desquiciado, un sediento de poder, de dinero... Pero hizo lo correcto. O eso cree.
Con el paso de los años, Sokka ha aprendido a tomarse mucho más en serio y con mayor madurez su rol como Concejal y como Presidente del Concejo. Es una responsabilidad muy grande que el pueblo le ha confiado, y Sokka no está dispuesto a fallarles...
~*~*~ Continuará ~*~*~
-Nico-