| AÑO 123 DG |
Los últimos meses han sido muy diferentes en las vidas de todos en Ciudad República, pero para no entrar en mayores categorías sin dudas quienes han cambiado han sido Aang y Toph. En su rol como padres y también como personas. Han sido ellos quienes han entendido mucho, y quienes han aceptado hacer un gran cambio a sus rutinas y pensamientos para que sus hijos tengan una crianza y niñez mucho más sana, divertida y justa a la de sus edades.
Los duros entrenamientos hacia Lin dictados por su severa madre han ido disminuyendo un poco, y es que a pesar de que Toph prometió ya no presionar tanto a su hija, no va a dejar que ignore sus poderes. Quiere que desarrolle el control sobre la tierra y también sobre el metal lo más pronto posible. Por su lado, Lin acepta que el entrenamiento disminuya aunque no sea de forma total. Ahora tiene más tiempo para jugar y divertirse con sus amigos.
En lo que Lin visita con mucha más constancia el Templo Aire de la Isla, Toph se toma un buen tiempo para pensar y reflexionar sobre cómo han sido sus últimos tiempos como madre, como amiga y como Jefa de Policía de Ciudad República. Han tenido que interferir Aang y Sokka para que el primero de estos títulos ya no sea una carga tan pesada y exigente, sin embargo a Toph le queda mucho por cambiar en su vida para alcanzar un poco de paz.
Y es que siendo Jefa de Policía, Toph no conoce lo que es la tranquilidad. Viviendo desde joven una gran guerra mundial, Toph aprendió a madurar y fortalecerse como una roca. Una vez se abrió su Academia de Maestros Metal, Toph se enfrentó a la difícil tarea de convertirse no solo en una buena profesora, sino también en una gran líder y una inspiración para sus alumnos. Con el tiempo lo logró, y eso le permitió convertirse en la Jefa de las Fuerzas de la Ley.
No lo negará nunca. En los comienzos fue muy difícil acostumbrarse a la idea de que ahora su trabajo sería que la Ley se cumpla, cuando de joven lo que más deseaba era corromper con los sistemas y las reglas. Odiaba Ba Sing Se, y toda su estructura social y cultural que la volvía una metrópolis categórica e incluso discriminadora. Por ello, quizá, aceptó tomar el mando en el control policial de Ciudad República. No deseaba que esta, fuese la nueva Ba Sing Se.
Y cree que de cierta forma lo ha logrado. Sus primeros meses como Jefa significaron un gran esfuerzo de su parte para acostumbrarse a la idea ya mencionada, sin embargo ella es nadie más y nadie menos que Toph Beifong, la Maestra Tierra más poderosa en todo el mundo y de todos los tiempos, creadora del Metal Control y que ayudó al Avatar a poner fin a una guerra. No había quien pudiese interponerse en su camino. O al menos eso creía.
Su vida se dio un buen golpe en la cara cuando vio que la persecución y detención de la ahora ex Concejala Morishita era tarea imposible, incluso para el Avatar o el Señor del Fuego. Hace ya muchos años de todo ello, sin embargo Toph sigue creyendo que fue un gran error en toda su carrera ensuciarse las manos con ese caso. No por el final. El final fue bueno. Ella limpió su buen nombre frente al mundo desenmascarando a Kori, pero el daño ya estaba hecho.
Durante muchos meses persiguió a la entonces Gran Concejala de la República Yu Dao y quedó como un intento de quitarle el poder a alguien que le caía mal. Ese quizá es uno de los errores más frecuentes en Toph. Todos sus enemigos le caen mal. Por supuesto que a Aang le caía mal Ozai, y a Zuko le caía mal Azula... pero ellos no permitían que ese odio se apropiara de ellos y les hiciera hacer cosas lamentables. Toph sí. Toph se desesperó. Toph se humilló.
Una vez te humillas, no hay vuelta atrás. Por más que luego demuestres que todo ese tiempo estuviste haciendo lo correcto. No hay marcha atrás a la humillación, y la etiqueta de que no puedes con algo, o lo que intentas hacer es imposible o simplemente una ridiculez, tampoco se quita. Lo peor de todo, sin dudas fue que todos los errores que Toph cometió con Kori, luego los volvió a cometer con Sato. Su más grande y peor enemigo hasta la fecha.
Tampoco negará eso nunca. Sato fue quien logró jugar con ella como nadie. Claro, en lo que respecta del trabajo. Porque si se trata de hablar de cosas personales, de afectos y desafectos en su vida amistosa, y amorosa, entonces ahí Kanto se lleva el premio mayor. Y los conoció a ambos y se enfrentó a ambos, en los mismos tiempos. Por ello, Toph no ve diferencia alguna entre esos dos. Uno, acabó tras las rejas. El otro se fue, pero con cadenas de culpa de por vida.
Sin embargo le agradece a Kanto por lo que hizo. Le agradece a Sato por lo que hizo. Toph no tuvo de otra que aprender de sus errores, y de cada tropiezo que daba. Se desesperó, se hartó y se enamoró... muy parecidas, todas esas sensaciones y sentimientos. Ahora, la vida de Toph es diferente a como lo era hace quince años. Ahora, es madre. Cosa que nunca imaginó.
Tener a Lin con ella es sin dudas su valor más preciado. Ama con locura a esa niña, aunque no se lo diga. No quiere que ella sufra como lo hizo ella, como le hicieron sufrir a ella. A veces se pregunta qué pensará la pequeña Lin de ella. Viendo a su madre pateando traseros, seguro se imagina a su madre como la mejor del mundo, alguien perfecta que el único error que comete es hacerle cargar una roca por varios kilómetros. Quisiera verse así. Como un héroe...
. . .
Con los días, Toph ha ido soltándose un poco con respecto a Sokka, y también ha destensado un poco a sus oficiales. Ha comenzado a salir mucho más y eso ha permitido que Katara llegue hasta su departamento con lo que para Toph son sus dos terremotos, Kya y Bumi, y claro que el pequeño Pies Ligeros Junior en brazos de mamá. Ama burlarse del pequeño pelón.
Pudiendo salir unas cuantas noches con su viejo amigo Sokka, Toph ha podido "ver" Ciudad República de otra forma. Siempre yendo de casa al trabajo y del trabajo a casa, solo saliendo de la Estación de Policía cuando un caso requería de su presencia... Toph se ha perdido de los mejores restaurantes y de los mejores bares, sin embargo Sokka se ha ocupado de devolverle a la vieja gloria llevándola a un recorrido por los mejores lugares de descanso de la ciudad.
Mientras Toph y Sokka disfrutan las múltiples giras nocturnas que han tenido en el último mes, hay alguien que no está para nada feliz en la tan cercana relación que estos dos formaron de repente. Siempre han sido muy unidos, siempre han sido mejores amigos, y a Suki nunca le ha molestado aquello... sin embargo, ahora siente que ya es demasiado. Siente que Sokka está alejándose mucho de su lado, que no está siendo un marido, y teme perderlo.
-¿A dónde vas?- Le pregunta Suki al ver a Sokka tomar su abrigo.
-Ah, iré a un bar que abrió hace poco con Toph. Será divertido, ¿quieres venir?
-Eh, ¿cómo dices? Pero hoy es nuestra cena especial, ¡cariño! Vengo organizándola hace días.
-Oh, en verdad lo siento. Bueno, si quieres intento volver temprano. Procura cocinar algo frío así no se arruina, jeje.- Le dice Sokka.
-Ya estoy cocinando...- Dice Suki, abrazándose a sí misma. -¿Y qué tal si hoy no vas? Ya vienes saliendo siete noches seguidas con Toph, ¿no crees que sea momento de una conmigo?
-En verdad lo deseo cariño, pero hoy Toph me habló y se la notaba apagada. Temo que esté entristeciéndose de nuevo y quiero estar con ella.- Le dice Sokka, acomodándose su abrigo.
-¿Y qué hay de Lin? ¿Toph no puede quedarse a cuidar a Lin un día?
-Lo haría si estuviera, jaja, pero Lin se fue a una pijamada con los hijos de Katara en el Templo de la Isla. No tiene responsabilidades hoy así que lo aprovecharemos.- Le dice él en lo que se le acerca y deja un beso en su mejilla. –Lamento esto amor, pero te lo compensaré.
-Si...- Intenta decir ella, cuando un "¡gracias amor!" le interrumpe, con Sokka saliendo de la casa rápidamente. –Siempre dices eso. Pero no es verdad.- Dice ella, sumamente dolida.
Dejando el paño de la cocina sobre uno de los sillones individuales, Suki se siente en el otro justo a su lado. Ella los puso así para que cuando estuviese leyendo un libro, y Sokka estuviese leyendo otro, estén uno junto al otro e incluso puedan tomarse de las manos. Eso pasó una vez hace ya más de un mes... y luego ya no más. Sokka dejó de leer de repente. Algo lo distrajo.
O alguien...
Suki siente que su matrimonio con Sokka no va para bien, y tiene que hacer algo para que la llama del amor y la pasión se reavive. Es por ello que decide que mañana será un día distinto, uno en el que se centre en su relación con Sokka para que esta no se pierda una vez más. Ella lo ama. Más allá de todo lo que ha pasado de por medio en los últimos años, lo ama...
No lo perderá por una amistad que parece que crece cada vez más y más, y ese es sin dudas su mayor miedo. Que algún día aquella amistad pueda convertirse en otra cosa...
. . .
Tocando a la puerta y esperando, Sokka carga con una botella en su mano izquierda y una gran sonrisa de oreja a oreja. Cuando finalmente Toph le abre entra y le da un abrazo, a lo que ella reacciona apartándose de inmediato. Antes de poder gritar que es hora de salir de fiesta, Sokka se encuentra con una Toph casi arrastrándose por los suelos, ojerosa y despeinada.
-¡Vamos Toph! ¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? Arréglate un poco o desperdiciaremos la noche.
-Lo siento Sokka, pero hoy no saldré. Me siento muy mal.- Le dice Toph, esnifando.
-¿Qué? ¿Por qué? Oh, ¿qué tienes? ¿Te duele la cabeza o el estómago?
-Eh, la cabeza... y el pecho...
-¿El pecho? Eso es raro.- Le dice Sokka, rascándose la nuca.
-Pero no por fuera, Sokka. Por dentro.- Le dice ella, bajando la mirada y marchando hacia la sala. –Entra... y cierra la puerta.- Le dice rápidamente.
-Eh... sí.- Dice Sokka no muy convencido. Se esperaba una noche más... alocada.
Cerrando la puerta tras su entrada, Sokka camina hasta la sala, viendo que Toph ya está en el sofá doble recostada. Sentándose en el individual frente a ella, deja la botella sobre la mesa de té y se le queda viendo. Luce realmente mal, pero no físicamente. Esto es peor.
-¿En qué has estado pensando?- Le pregunta Sokka.
-En todo.
-Ahí está el problema. No debes pensar mucho Toph. Estamos viviendo buenos momentos, momentos de plenitud y felicidad. Luego vendrán más problemas a medida que crezcamos y nos volvamos más adultos, y viejos... ahora debemos disfrutar.
-No Sokka. Ya no podemos hacer esto.
-¿A qué te refieres?
-Salir. Todas las noches, sin pausa, sin descanso. No tenemos 15 años, tenemos más de 30 y tú, estás cerca de los 40.- Le recuerda Toph. -¿Qué imagen les estamos dando a nuestros hijos y a todos en Ciudad República? Viéndonos salir, viéndolos enloquecer...
-Como dije antes, estamos viviendo un buen momento. Aprovechémoslo.
-No. Ya me decidí. Desde esta noche ya no saldré. Además, me siento un poco mal como para salir por ahí con toda esa horrible música a todo volumen y bebidas. Paso.
-Ah, a mí no me engañas. Algo más te pasa. ¿Acaso estás "indispuesta"?
-Retira tus palabras o volarás por ese balcón.- Le amenaza Toph señalando al ventanal.
-Oye, ¡no dije nada!- Exclama Sokka, encogiéndose de hombros. –Vamos Toph, puedes confiar en mí para lo que sea.- Le asegura Sokka, lo que provoca un gran movimiento emocional en su vieja amiga. Esta de inmediato se sienta en el sillón y duda qué hacer. –No temas decir lo que...
-Me gustas.
-...tengas para decir.- Termina Sokka, quedándose helado.
-Antes de que digas nada, quiero que sepas que entiendo que algo entre nosotros nunca será real, y que estás muy enamorado de Suki, y están casados y quedan bien juntos. Yo esperaba que esto fuese algo pasajero, pero... no. Me oculté e intenté ignorar lo que sentía, pero tú cada vez estabas más y más cerca, y todo se volvía mucho más fuerte... En verdad, lo siento.
-No...- Intenta decir Sokka, congelándose cada vez más. –N-no, no debes disculparte y-yo... eh, creo que es mi c-culpa.- Dice con cierto temor. –Debí darte tu espacio y... bueno, yo... eh...
-No es tu culpa. Eres mi amigo y me veías triste. Siempre que fue así buscaste animarme y lo conseguías. Esta vez fue diferente, y terminó así, porque me creí un cuento irreal. Sé que me quieres y que te preocupas por mí, pero eso no significa que me ames, y yo lo tomé como que sí y... no pude no amarte también.- Dice Toph con gran dificultad.
-¿Me...? Pero... dijiste que solo te gusto.
-Sí Sokka. Me gustas... me gustas desde que éramos jóvenes.- Le dice ella, sorprendiéndolo aún más. –Siempre te quise y tienes un lugar importante en mi vida, pero ahora comencé a sentir cosas más fuertes. Y t-te a-... En fin.- Dice ella, suspirando. –Es una tontería, lo sé pero...
-No. No es una tontería. El amor nunca lo es.- Le detiene él, saltando de su sillón individual y sentándose a su lado. –Mira Toph... Sé que debes pensar ahora mismo que estás haciendo mal en confesarme todo esto, pero no. Porque... da pie a que yo pueda confesarte algo también.
-¿Y qué tienes para confesarme tú?- Le pregunta ella, sorprendida.
-Que... también me gustas Toph. Un poco.- Le dice él, sonriéndole.
-No te burles de mí Sokka. Te estoy abriendo mi corazón, te lo sirvo en bandeja de plata y lo hice porque confío en ti. No hagas que me arrepienta.- Le pide ella, cerrando sus ojos ciegos.
-Es en serio. Quizá no llega a tocar con fuerza mi corazón, y no... no te amo. Pero sí es mucho cariño. Te quiero muchísimo Toph, desde jóvenes, y con todo el tiempo que estuvimos juntos últimamente, me doy cuenta de que me es imposible vivir sin ti. Me gustas.
-S-Sokka, no. No hagas esto, por favor.- Le pide ella, dirigiéndose a él. –No intentes que no me sienta mal mintiéndome así.
-Nunca podría mentirte Toph... eres una gran persona, la más linda que he conocido y ya no quiero ocultarte lo que siento.- Dice en lo que eleva su mano y la acerca al rostro de su vieja amiga, acariciando su mejilla suavemente. -¿Me permites un beso?
-Es mi sueño frustrado darte uno, Sokka.- Le confiesa ella, sonrojada.
-Lo haré realidad.- Le dice él en susurros en lo que se acerca lentamente.
Finalmente sus rostros se encuentran y sus labios chocan, formando un suave beso que tras no más de cinco segundos aumenta su velocidad y su duración. Pocos segundos después sus rostros se separan por escasos centímetros y sus respiraciones se encuentran, calientes. Ella que desea que ese momento sea eterno, y él que desea llevar aquello a otro nivel.
Quizá sea una locura, pero Sokka no piensa retroceder ahora que ha comenzado. Con su mano libre rodea el cuerpo de Toph y lo atrae más al suyo, volviendo a besar sus labios y tras esto bajando hasta su cuello, besándolo y pasando su lengua por él. Toph permanece con sus ojos cerrados permitiendo aquello. Cuando sus cuerpos están pegados, Sokka cierra los suyos...
Los besos aumentan su fogosidad, con Toph pasando sus manos por debajo de la camiseta de Sokka hasta que finalmente este se la quita de un rápido movimiento. Recostándose en aquel sillón, Toph permite que Sokka se acueste sobre ella y continúe con sus besos apasionados y que le queman. Poco a poco las prendas comienzan a caer al suelo, hasta que llegan a un cierre muy importante para Toph, y que para ella solo fue abierto una vez en una situación así.
-Sokka, espera...- Sostiene sus manos. –Quizá sea buen momento para parar.
-¿Quieres parar?- Le pregunta él, susurrándole en el oído.
Quitando sus manos de las del Concejal por la Tribu Agua del Sur, Toph se sostiene de la tela del sofá en lo que Sokka continúa con lo suyo. El pantalón de la Jefa de Policía vuela lejos de ellos y pocos segundos después su ropa interior igual. Una vez Sokka se ha quitado lo suyo, decide tomar todo el cuerpo de Toph en sus brazos, aferrarlo a su torso y levantarse con ella.
Cargándola por los pasillos del departamento, Sokka entra en la habitación de su amiga y allí la deja sobre la cama. Una vez ahí se baja su propia ropa interior y ve lo que tiene frente a él. Toph toca su parte más íntima con una de sus manos, mientras que con la otra cubre sin éxito su intimidad superior. Su rostro está completamente sonrojado y apenado.
Gateando finalmente sobre ella, Sokka sonríe y besa nuevamente sus labios. Toph agradece aquel beso que sirve de momento relajante, cuando entonces una vez puesta la protección el miembro erecto de Sokka da su entrada. Al inicio dolió un poco, sin embargo Toph terminó por amoldarse a los movimientos, y tras cada penetración el dolor se convirtió en placer.
Cubriéndose a ambos con una gran manta anaranjada, Sokka continúa con el acto en lo que sus labios recorren una y otra vez el cuello de Toph, quien con sus ojos cerrados anhela que aquel momento nunca acabe y lo expresa en sus pequeños e inocentes gemidos, fuertemente agarrada a las sábanas de la cama. En la punta de la cama se pueden apreciar los pies blancos de Toph con los morenos de Sokka en medio, quien le dedica dureza y pasión al acto.
Dejándose llevar, Sokka y Toph se entregan por completo uno al otro...
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Nota: Wow, jeje... Sí, lo sé. Espero que les haya gustado, jeje. No olviden dejar su voto si les gustó, y si no también :v Compartan la historia y muchas gracias por las miles de lecturas que vamos juntando sin prisa pero sin pausa :D <3 -Nico-