Avatar. Siempre Juntos

By nicolasgodetti

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En lo que se van desarrollando como héroes y figuras mundiales, nuestros cinco protagonistas verán la vida pa... More

Introducción
Capítulo 1. Fin de la Fiesta, Parte 1 (Inicio del Libro 1: Loto Negro)
Capítulo 2. Fin de la Fiesta, Parte 2
Capítulo 3. Reflexiones
Capítulo 4. Firmeza y lealtad
Capítulo 5. Contención
Capítulo 6. Infiltrada
Capítulo 7. Máscara caída
Capítulo 8. Alianza rota
Capítulo 9. Fugitivo
Capítulo 10. Golpe de Estado, Parte 1
Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2
Capítulo 12. Conspiraciones
Capítulo 13. A su disposición...
Capítulo 14. Él no es el único...
Capítulo 15. Agni Kai
Capítulo 16. "Nos volveremos a ver..."
Capítulo 17. Los Cuatro Temerarios (Inicio del Libro 2: República Unida)
Capítulo 18. Jefa Beifong
Capítulo 19. Relación complicada
Capítulo 20. En dudas
Capítulo 21. La propuesta
Capítulo 22. Noche alocada
Capítulo 23. En el punto de mira
Capítulo 24. Atormentados
Capítulo 25. "Hasta pronto, Señor del Fuego"
Capítulo 26. Recuerdos de un gran día
Capítulo 27. "Juntos venceremos"
Capítulo 28. El enemigo está dentro
Capítulo 29. Testigos en peligro
Capítulo 30. Alta traición
Capítulo 31. Corrupción y discordia
Capítulo 32. República Unida de Naciones
Capítulo 33. La boda de Aang y Katara
Capítulo 34. Princesa Izumi
Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)
Capítulo 36. Nuevos habitantes en la Isla
Capítulo 37. ¿El primero de cuántos?
Capítulo 38. Padres primerizos
Capítulo 39. "En honor al Avatar Aang..."
Capítulo 40. Ruptura
Capítulo 41. Tiempos felices
Capítulo 42. Atentados a la Justicia
Capítulo 43. Tensión
Capítulo 44. Presionados
Capítulo 46. Entre la espada y la pared
Capítulo 47. "Mi todo"
Capítulo 48. Técnica Prohibida
Capítulo 49. Corporación Col
Capítulo 50. Por segunda vez...
Capítulo 51. Más fuertes que nunca...
Capítulo 52. EL REY
Capítulo 53. Plenitud (Inicio del Libro 4: Orígenes)
Capítulo 54. Cicatrices
Capítulo 55. Amor es amor
Capítulo 56. Los hijos del Avatar
Capítulo 57. Cita "a ciegas"
Capítulo 58. Una nueva oportunidad
Capítulo 59. Un momento para recordar...
Capítulo 60. ALEGRÍA
Capítulo 61. Karith
Capítulo 62. "Ella es la mejor"
Capítulo 63. Mentiras y amores sin culpa
Capítulo 64. A un paso de...
Capítulo 65. La jugada de Yakone
Capítulo 66. El legado de los Sato
Capítulo 67. ¡Como roca!
Capítulo 68. Una Beifong más
Capítulo 69. Primeros verdaderos pasos (Inicio del Libro 5: Tío Sokka)
Capítulo 70. Futura Reina
Capítulo 71. Tío Sokka
Capítulo 72. "Nunca dejes de sonreír"
Capítulo 73. Heridas que no cicatrizan
Capítulo 74. Dejarse llevar...
Capítulo 75. Más juntos que nunca
Capítulo 76. Compañía Incondicional
Capítulo 77. Oogi
Capítulo 78. Tiempo juntos
Capítulo 79. Como una familia...
Capítulo 80. Reunión
Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)
Capítulo 82. Jefa Invicta
Capítulo 83. Familia Beifong
Capítulo 84. El Encuentro
Capítulo 85. Esperanza
Capítulo 86. Yakone
Capítulo 87. Concejal Sokka, Parte 1
Capítulo 88. Concejal Sokka, Parte 2
Capítulo 89. El Juicio a Yakone, Parte 1
Capítulo 90. El Juicio a Yakone, Parte 2
Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)
Capítulo 92. Hojas de Vid
Capítulo 93. Opuestos
Capítulo 94. Realeza
Capítulo 95. Sueño Cumplido
Capítulo 96. Sin rumbo fijo
Capítulo 97. El futuro se hace presente
Capítulo 98. Industrias Futuro
Capítulo 99. Internas Familiares
Capítulo 100. Traspaso de Poder
Capítulo 101. Los hijos de Aang y Katara
Capítulo 102. La odisea de Suyin
Capítulo 103. Jefe Sokka (Inicio del Libro 8: Despedidas)
Capítulo 104. Relación Tóxica
Capítulo 105. LEYENDA
Capítulo 106. Sentimiento Igualitario
Capítulo 107. Un amor de verdad
Capítulo 108. Larga vida a la Reina Mai
Capítulo 109. El llamado a la protección
Capítulo 110. Un último baile
Capítulo 111. SIEMPRE JUNTOS
Capítulo 112. Un motivo para seguir
Capítulo 113. Dolor en la belleza
Capítulo 114. GRACIAS
Capítulo 115. Descendientes
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 45. Amor y terror

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By nicolasgodetti

Es un nuevo, tranquilo y silencioso día en el Templo Aire de la Isla. El Sol se levanta en lo alto del cielo por el oriente y da luz a las miles de plantas de toda la Isla. Los nuevos bisontes que Aang trajo a la Isla, que serán al menos unos 12 o 13 despiertan uno por uno y comienzan con sus matutinos paseos en manada alrededor de toda la Isla. Aún no se animan a ir más allá.

Con los pájaros cantando posados en las ramas de un árbol cercano, aquel cantar entra por la ventana de la habitación de Aang y Katara, en donde solo se encuentra ella acostada entre las sábanas celestes, estirándose lentamente. Al sentir el otro lado de la cama vacía, abre los ojos. Otra vez Aang madrugó y se fue. Ya viene sucediendo desde hace una semana y le preocupa.

Sí, la situación en Ciudad República está un poco inestable, pero Katara opina que Aang no se debería ocupar de ello. Es el Avatar y ante todo desorden debe actuar, pero esto va más allá de su poder, son situaciones y problemáticas políticas que debe resolverlas el Concejo. Pensando en tal, es cierto que su Presidente, Sokka, se ha ausentado de la Ciudad ayer mismo, pero se ha ido con una buena razón: detener a Toph en su loco afán de querer detener sola a Sato.

Toph es una historia completamente a parte. Katara siempre ha pensado que su loca amiga da los movimientos certeros en los momentos indicados, no por nada es la mejor Maestra Tierra de todos los tiempos; sin embargo la joven Maestra Agua ha sentido que últimamente Toph se ha desviado un poco, bastante, de este llamado "ying neutro": esperar y escuchar. La ha visto mucho más agresiva y directa, como si se tratara de un Maestro Fuego.

Por otra parte está completamente segura de que, de una forma u otra, Toph logrará dar con el poderoso magnate fugitivo y lo pondrá tras las rejas, pero no cree que lo haga tan rápido. Si algo ha visto con el paso de los años, es que los enemigos siempre se vuelven cada vez más poderosos y estratégicos. Los héroes también, pero a estos siempre les cuesta más.

Ahora todo está en el punto en el que los villanos crecen notoriamente y los héroes se quedan atrás. El punto en el que Ciudad República se sumerge en el caos, y sus héroes se dispersan, se pelean entre ellos y no quieren entrar en razón de que la única forma de vencer, es juntos. Con su creciente segundo embarazo, Katara se ve impedida de ayudar tal y como hacía antes.

Tomando asiento en la gran cama matrimonial, Katara observa por la ventana abierta a varios lémures de cola anillada pelearse por unas cuantas frutas que cuelgan de un árbol. Sonriendo, la joven de 26 años se levanta y se encamina a prepararse para aquel día, en el que espera ver a Aang antes del anochecer y poder pasar tiempo junto a su pequeño Bumi, quien descansa en la habitación de al lado y, para su gran fortuna, no protestó en toda la noche.

Casi media hora más tarde Katara sale del edificio de habitaciones de mujeres cargando a su pequeño e inquieto Bumi, quien no hace más que llorar y llorar pidiendo por su padre. Katara intenta de todas las formas posibles explicarle que no sabe a qué hora Aang llegará, y que no vendrá hasta probablemente la noche, pero el pequeño se niega a escuchar y sigue pataleando.

-Buen día Maestra Katara.- Le recibe una Acólita una vez entran al comedor. –Y Bumi...

-Hola Kylie, vamos a desayunar lo de siempre.- Le dice Katara, sonriendo amablemente.

-De inmediato.- Le dice la Acólita, haciendo una corta reverencia y marchándose a la cocina.

Tomando asiento en la mesa de siempre frente a la ventana abierta que da a Ciudad República, Katara sienta a Bumi a su lado y le comienza a hacer mimos. Entre abrazos, besos y cosquillas logra que el pequeño se calme y quiera comer. Minutos después llega Kylie junto a otras dos Acólitas, las tres sirven todo el desayuno sobre la mesa y se retiran, a excepción de la mayor.

-Kylie, ¿el Concejo ya está reunido en la Torre del Templo?- Le pregunta Katara.

-La reunión se canceló ante la ausencia del Concejal Sokka.- Le informa la Acólita.

-Ah, ¡cierto!- Exclama Katara, riendo en compañía de Bumi.

-Sin embargo alguien acaba de...

-¡Muy buen día, Katara!- Oyen las dos el grito del recién llegado. -¿Pueden creer que dijeron "8 am es la reunión", y llego y no vino nadie?- Dice Jingbo, entrando en la sala comedor.

-Adelante Jingbo, siéntate. Kylie, gracias.- Le dice Katara a la joven Acólita, quien se retira.

-¡Wow! Hace meses no vengo a pasar el día a la Isla, ¡eres como una Reina!- Exclama Jingbo.

-No tan así, Aang les pidió a las Acólitas que me cuiden demás, por mi embarazo.- Dice Katara.

-¡Pues es un muy buen tipo! Por cierto, ¿dónde está ahora? ¡Quiero ir a dar una vuelta en algún bisonte! Supe en su última carta que un tal "Pipo" es el mejor entrenado.- Comenta el Concejal.

-Aang no está en la Isla, desperté y no estaba. Últimamente madruga mucho. Y Pipo se fue con Sokka fuera de Ciudad República, Aang se lo prestó.- Le dice Katara, sonriendo como puede.

-¡Eso es genial, para que tenga más movilidad!- Exclama el joven de 18, notando la tristeza en el rostro de la Maestra Agua. –Pero dime, ¿te preocupa la actitud de Aang o algo así?

-Bueno... sí, creo que está haciendo cosas que no debería hacer. Sokka me habló de que el otro día interrumpió en la reunión del Concejo y quiso formar parte de la misma.- Le explica ella.

-Ah, sí... eso estuvo bastante desubicado, pero es Aang.- Dice Jingbo, comiendo una tostada. –Y es el Avatar. Por mi parte no tengo problema que cualquiera presencie las reuniones, pero que se meta a opinar o dar ideas, mm eso es raro.- Dice el joven Acólito, encogiéndose de hombros.

-No me molesta que intente ayudar al país y al mundo, es su trabajo de vida hacerlo, pero se tiene que dar cuenta que está perdiendo lazos muy importantes que luego serán muy difíciles de recuperar, como por ejemplo pasar tiempo con él.- Dice Katara, mirando a Bumi.

-¿No es un buen padre?- Pregunta Jingbo, bajando la mirada apenado. –Perdona, yo...

-No, está bien.- Le dice Katara, con una de sus características sonrisas. –No puedo decir que es un mal padre, al menos se quedó.- Bromea. –Pero me gustaría que fuese uno más presente.

-¡Quiero que venga PA-PA! ¡PAPÁ! ¡PAPÁ AANG!- Grita el pequeño Bumi entre lágrimas.

-No te preocupes Katara, todo mejorará.- Le dice Jingbo. –En cuanto Toph y Sokka regresen las cosas se reacomodarán.- Agrega, viendo a través de la ventana a Ciudad República.

-Maestra Katara, Concejal Jingbo, un joven les busca.- Anuncia Kylie. –Dice querer convertirse en un Acólito del Aire.- Dice con cierta emoción que ambos jóvenes sentados notan.

-Hazlo entrar en la Isla entonces, le recibiremos en el Círculo del Ying y Yang.- Dice Katara.

-¡Wow, esto es emocionante! ¡Un nuevo recluta!- Exclama Jingbo, en lo que dejan a Bumi con una Acólita y juntos salen hacia el lugar del encuentro.

Al llegar, Katara y Jingbo se encuentran con un joven encapuchado. Su ropa es verde y negra y tiene una contextura física fornida. Al quitarse la capucha devela no tener ni un cabello, sus ojos son verdes y tiene una gran sonrisa. Está bastante cubierto, pero todos sus músculos se podrían remarcar desde kilómetros de distancia. Katara siente a Jingbo babear...

-Mm, bienvenido. Soy Katara, y él es el Concejal Jingbo.- Dice Katara, rompiendo el hielo.

-Hola, ¡mi nombre es Jota!- Exclama el joven, dándole la mano a los dos. -¿Y tú eres?- Quiere saber al instante, deteniéndose a mirar con gran entusiasmo a Jingbo, hecho un tomate.

-Eh, yo, yo... eh, esto, eh... yo soy, mm, esto, eh, soy...- Balbucea Jingbo, confundiéndose.

-Él es Jingbo. Concejal por los Nómadas Aire en el Concejo.- Se apura en salvarlo Katara. –Una de las Acólitas más antiguas dijo que estabas interesado en sumarte a nuestra cultura.

-¡Oh, sí! Amé desde siempre a los Nómadas Aire y apenas ahora, con mis 18 recién cumplidos, pude irme de casa. Me mudé a la Ciudad para sumarme a ustedes.- Cuenta el joven, muy feliz.

-Yo también te amo...- Balbucea Jingbo, recibiendo un codazo de Katara. -¡Eh, eh! Mm, ¡quiero decir...! También amo a los Nómadas Aire, jejeje.- Se salva rápidamente.

-Mm, bueno... Yo tengo unas cosas que hacer en mi habitación, ¿por qué, Jingbo, no le enseñas a Jota dónde dormirá y comienzas sus primeras lecciones como Acólito?- Le dice Katara, a lo que Jingbo responde facialmente con un gran "¡no, por favor, no me dejes solo con él!".

Sin prestar atención a sus expresiones, Katara se despide agitando su mano del recién llegado, dejando solo a esos dos. Como buena mujer que es, ha detectado que hay algo ahí...

-Eh, bueno, ¿por aquí?- Le dice Jingbo, señalándole un camino distinto al que tomó Katara.

Tras caminar unos minutos, Jingbo y Jota llegan hasta el edificio de las habitaciones de chicos. Al caminar por los pasillos interiores, el joven Concejal aprovecha cualquier segundo para observar al nuevo, quien por su parte observa y analiza todo punto por el que cruzan. Al llegar a una habitación vacía, Jingbo abre las puertas y le ofrece pasar. Una vez dentro...

-Mm esta habitación solía ser mía, pero me mudé hace unos meses cuando me aboqué a ser Concejal a tiempo completo.- Le explica Jingbo, indicándole dejar su bolso en la cama.

-Ya veo. Gracias.- Le dice el joven, dejando su bolso en donde dormirá y abriendo la ventana de par en par. –Amo esta Isla, luce tan tranquila.

-Lo es, podría enseñarte sus lugares más secretos y hermosos.- Le ofrece el joven de lentes, intentando acercarse un poco al joven que comienza a desvestirse. -¡Eh! ¿Qué haces?

-Tranquilo, hace un poco de calor.- Le dice Jota, en lo que queda en tan solo una camiseta y un pantalón corto. –Mm, supongo que me darán de esa ropa.- Dice, señalando lo que lleva.

-Eh, sí. Los Acólitos usamos la ropa tradicional Nómada Aire.- Dice Jingbo, abriendo el ropero de la habitación. –Mira, aquí hay un cambio. Se ve que Aang dejó todo preparado por si acaso.

-Es un hombre muy precavido.- Dice Jota, acercándose quizá demasiado a Jingbo. –Oye, eres muy amable, ¿tan bien te caí?- Le dice al punto en el que sus rostros están a centímetros.

-Eh, sí, bueno... hay que ser amables. Regla de Acólito.- Dice Jingbo, sonrojándose al instante.

-Cuando quieras ven a visitarme, para enseñarme cosas.- Le dice Jota, acercando sus labios a su oído. –Yo también podría enseñarte cosas...- Le dice, sonriéndole juguetonamente.

-Eh, sí, bueno, gracias.- Le agradece el de gafas redondas, retrocediendo. –Bueno, vístete y... te estaré esperando fuera.- Le dice Jingbo antes de salir rápidamente de la habitación.

-¡Está bien, no me tardo!- Exclama Jota, agitando la mano hasta que la puerta se cierra. –Pero qué idiota.- Susurra en lo que comienza a desvestirse y ponerse esa ropa que tanto le disgusta.

Una vez Jota ha terminado de acomodarse bajo esa incómoda y a su parecer horrible ropa de Nómada Aire, ha abierto la puerta encontrándose con Jingbo pegada a ello, por lo que este cae directamente al suelo. En cuanto se levanta ambos salen de ahí y caminan hasta unos jardines.

-Bueno, este lugar está repleto de árboles frutales. En un principio son para los lémures que el Avatar trajo hace un par de años.- Dice Jingbo, señalando a un par escondidos entre las hojas.

-Oh, ¡mira sus mejillas! Son tan tiernos como tú.- Le dice Jota, acercándose de un paso a Jingbo.

-Oh, bueno... supongo, jejeje. Ven, vamos a ver a los bisontes.- Le dice Jingbo, tomándole de la muñeca y jalándolo a otro punto de la Isla hecho un tomate, una manzana, una luz roja...

Después de pasarse casi todo el día recorriendo la Isla entera, por fin está anocheciendo y los dos jóvenes vuelven hasta el edificio de habitaciones masculinas. Mientras tanto, en la sala comedor Katara alimenta al pequeño Bumi en la hora de la merienda, cuando una imagen se lleva toda su atención a través de una de las ventanas: la de ellos dos juntos.

-Fue divertido pasear contigo Jingbo, eres muy divertido y me enseñaste mucho. Espero que el Avatar sea tan lindo y divertido como tú.- Dice Jota, que para su suerte, Katara no les oye.

-Oh sí, él es un encanto.- Le asegura el joven Concejal, bajando la mirada.

-Seguro no más que tú. Bueno, nos vemos.- Se despide Jota, dándole un pequeño abrazo y tras ello entrando en el edificio, con Jingbo saltando de la emoción tras eso.

Una vez en su habitación, Jota cierra bien la puerta y se estira un poco, para entonces quitarse aquella camiseta anaranjada que tuvo que ponerse y quedándose semidesnudo. Tras quitarse el calzado abre nuevamente la ventana y observa los rascacielos a lo lejos. Sin dudas prefiere su viejo, incómodo y podrido departamento a ese lugar lleno de monjes y cursilerías.

Es lo que le toca vivir tras haber sido presionado y obligado por su nuevo Jefe, que no es más que, al igual que Kori lo era, otro peón del gran Imperio Criminal de Sato. Solo espera que en lo que tenga que estar en la Isla ese inútil Concejal no quiera pasarse de la raya, suficiente ya tiene con fingir ser un chico de 18 cuando ya tiene 20, y fingir querer estar ahí como si fuese un no maestro que no tiene nada más interesante que hacer.

Jota, que verdaderamente se llama Haku, es un Maestro Tierra. Se crió en un ambiente que te enseña a ser firme y serio, enfrentándote al mundo como roca. Estar ahí es una traición a sus principios, a su estilo de vida, y lo odia el doble sabiendo que está siendo obligado a ello. Podría tomar sus cosas e irse de ahí de inmediato, huir de todo ese mundo, pero le da miedo. El poder que tiene este nuevo peón de Sato es más del que imaginó. Es aterrador.

Echándose sobre la pequeña cama que le ha tocado, Haku observa el techo blanco por un buen rato. Posa su mano sobre su cuerpo desnudo y la mueve lentamente... Extraña a Kori, con ella sí que se divertía, y no solo en la cama. Es una mujer tan firme y severa, incluso en el Juicio que la condenaría a prisión por casi todo el resto de su vida mantuvo la posición que siempre tuvo, declarando mil cosas contra Sato y demostrando por qué fue Gran Concejala.

Recostándose de mejor forma, Haku busca conciliar el sueño en su primer día de encubierto en aquella Isla. Su gran temor es que el Avatar le reconozca, debido a su pequeña intervención y participación en la investigación de Sokka y Toph contra Kori, hace ya dos años. Tanto Aang como Toph le dieron una gran paliza cuando tuvo que secuestrar a los testigos de la entonces Jefa de Policía, y recuerda con gran pánico las bolas de fuego del monje volando hacia él.

Estar haciendo de nuevo un trabajo sucio para el crimen, en mitad de la boca del lobo le da mucho miedo. Pero es lo que Kori le hubiese pedido. No puede fallar en su objetivo: tiene que obedecer a este nuevo peón de Sato. Solo falta el golpe final, su golpe final, y Ciudad República pasará al control de los Tejones Topo. Solo debe ser paciente y evitar cualquier distracción en la Isla. Incluso si tiene que fingir interés por este tonto chico de gafas, lo hará...


~*~*~


Entrando en la sala comedor, Jingbo toma asiento frente a Katara, quien sigue alimentando al pequeño Bumi. El joven Concejal parece muy agitado, como si hubiese llegado saltando de la emoción, y sí, parece estar muy emocionado. Una vez Bumi está satisfecho, Katara se dirige al joven Acólito, uno de los primeros que se sumaron a la cultura Nómada Aire.

-¿Y? ¿Qué tal todo con el nuevo?- Le pregunta Katara, sonriéndole.

-Bueno, es divertido... aunque un poco distraído.- Dice Jingbo, suspirando de cansancio.

-¿Por qué lo dices? ¿No te presta atención?- Se interesa en saber la joven de 26.

-Por un momento sí, pero estuvimos toda la tarde hablando. Le conté muchas viejas historias de Nómadas Aire y creo que no me escuchó ni la mitad. Le conté todo lo que sucedió cuando fuimos a festejar el Festival Yangchen, y cuando le pregunté qué pensaba del tema me cambió la conversación diciendo que era un buen lugar para entrenamiento de Maestros Tierra. O sea, ¿por qué se puso a hablar de eso? No lo entiendo, es un chico muy confuso.- Se suelta Jingbo.

-Quizá también es fan de los Maestros Tierra, o sus padres son Maestros Tierra o como es del Reino Tierra. ¿Intentaste preguntarle sobre cómo era su vida? Antes de llegar a la Ciudad.

-No, ¿por qué preguntar todo ello en el primer día? Además, solo teníamos que hablar de que ahora será un Acólito, no es el día de hacer amigos.- Dice Jingbo, suspirando. –Pero desearía...

-¿Qué cosa? ¿Conocerlo? ¿Por qué no vas ahora a su habitación? Es su primera noche en la Isla y quizá está asustado o nervioso, por ello te cambia de tema.- Le dice Katara.

-¿Tú crees? ¿No sería una irrupción a la privacidad?- Se pregunta Jingbo, muy, muy nervioso.

-No del todo, según me contó Aang los monjes no sabían de privacidad. Bueno, aunque tenían habitaciones separadas... ¡Da igual! Vamos Jingbo, quieres conocerlo más, te gusta.- Le dice la joven Katara, sonriéndole juguetonamente. –No pierdas tiempo y ve tras él.

-¿Q-qué? ¡Oye, no me gusta! Solo me agrada...- Dice Jingbo, con su cara chocando con la mesa.

-Sé reconocer amor cuando lo hay, y te conquistó apenas lo viste. ¿Miento?- Le pregunta ella.

-Quizá me gusta un poco... pero espero que no siga siendo así de raro siempre.- Dice Jingbo, poniéndose en pie y retrocediendo para salir de allí. –Bueno, ¡nos vemos!

-Mucha suerte Jingbo.- Le saluda por último Katara, riendo y volviendo a levantar a Bumi.

Una vez fuera de la sala-comedor, Jingbo vuelve sobre sus pasos y regresa al edificio en el que duermen todos los Acólitos del Aire chicos. Entrando como si nada evita cruzarse con algunos de sus ex compañeros para no levantar sospechas, y al llegar a la habitación, que es una de las últimas y más apartadas del lugar, el joven Concejal de 18 años duda si entrar de repente o si tocar. Sabe que la segunda opción atraerá la atención de cualquiera, y prefiere evitar eso.

Apenas abre la puerta se encuentra con una imagen muy chocante y que le hace retroceder, cubriendo su vista con su mano y gritando un gran "lo siento". Después de unos segundos de asimilar lo que vio ahí dentro piensa rápidamente en escapar, cuando entonces las puertas de madera y papel vuelven a abrirse, con el joven recién llegado saliendo en ropa interior.

-Eh, hola. No esperaba visitas sorpresa.- Le dice Jota, riendo e invitándolo a pasar.

-Perdón si interrumpí tus... cosas. Quise venir a ver qué tal todo.- Le dice Jingbo, entrando.

-Pues quise dormir un poco, pero no pude. Es un poco raro estar en esta nueva habitación en una Isla de la que no sé mucho, con personas desconocidas a cada lado, así que me duché.

-Sí, ya veo. No conoces nada de la Isla más allá de que te conté cómo el Avatar la construyó en nuestro paseo de esta tarde, pero no importa, jejeje.- Le dice Jingbo rápidamente.

-Perdona por no prestarte atención, estaba muy asustado.- Le dice Jota, sentándose al borde de la cama mientras se pone su ropa de Acólito. –Y, ¿todo bien?

-Eh, sí, sí... bueno, sí. Mm, si estás bien y acostumbrándote, ya podría irme, y eso...

-Como prefieras, no me molesta tu compañía.- Le dice Jota, sonriéndole y guiñándole un ojo.

-Y dime Jota, ¿qué te atrajo de los Nómadas Aire? ¿Por qué decidiste convertirte en Acólito?

Al oír aquella pregunta algo sufre dentro de Haku. No está preparado para responder a eso.

-Bueno, ya sabes... eh, siempre fui muy fan de los Nómadas Aire. De niño fingía ser Maestro Aire y lloré mucho cuando me contaron que los habían matado.- Dice Jota, bajando la mirada.

-Sí, también fue muy triste cuando yo lo supe.- Dice Jingbo, suspirando de tristeza.

-Pero me pareció increíble que el Avatar formase a los Acólitos, para mantener la cultura de su Nación, y que personas como tú alcancen puestos políticos tan importantes hace que el mundo nunca olvide a los Nómadas Aire.- Le dice Jota, invitándolo a sentarse a su lado.

-Bueno, más que alcanzarlo el Avatar me eligió, y yo...- Dice Jingbo en lo que se sienta.

-Entonces es increíble que personas como tú sean elegidas, y que hagas tan bien tu trabajo. Te felicito por no haber desertado de toda esta situación por la que vive la República.

-Bueno, es cosa de mantenerse firme, jejeje... Ya sabes, "como roca".- Le dice Jingbo, riendo.

-Sí, como roca.- Responde Jota, acercándose al joven de gafas redondas. –Eres muy especial Jingbo, por eso el Avatar te eligió. Vio algo en ti, algo brillante, que creo que también veo...

-¿Puedo besarte?- Le pregunta Jingbo con gran miedo en su tono de hablar.

-No me lo pidas. Hazlo.- Le dice Jota, quien se ha sumergido completamente en el papel.

Con gran temor Jingbo se acerca lenta y cuidadosamente al joven de ojos verdes, cuando el mismo decide tomar control de la situación y estrella de un salto sus labios con los del joven Concejal. Así se mantienen por unos segundos, hasta que se separan lentamente.

-Ya debería irme, se hace tarde.- Le dice Jingbo completamente ruborizado.

-Entiendo. No pases la noche con el chico nuevo.- Dice Jota, apartándose un poco. –No importa, ya tendremos otras noches.- Le dice, levantándose y abriendo la puerta.

-Buenas noches Jota.- Se despide el Concejal, saliendo a los pasillos.

-Descansa lindo.- Le dice Jota, cerrando la puerta y frunciendo el ceño. –Imbécil.- Susurra. –Ah, no puedo creer que tenga que hacer estas cosas.- Se dice a sí mismo, limpiándose los labios de un manotazo. –Pero si lo hago bien, todo MI plan saldrá a la perfección.- Susurra, riendo.


~*~*~


Avanzando a paso seguro por la mitad de la calle, aquel que se ha proclamado el nuevo peón de Richard Sato y nuevo líder de los Tejones Topo observa todo a su alrededor. La mayoría de las tiendas, a tales horas de la noche, ya han cerrado; sin embargo una sigue abierta: aquella a la que le han encomendado ir a hacer una "visita de negocios". Vistiendo un largo saco negro y un sombrero redondo, el sujeto quita el habano de su boca y lo deja caer al suelo.

-Disculpe señor, ya estamos cerrando.- Le dice un hombre de unos 50 años, calvo y de bigote prominente. Está barriendo el local en donde el sujeto extraño acaba de entrar.

-No vengo por un corte.- Dice el sujeto, sonriendo y quitándose el sombrero. –Supongo que le habrán hablado de mí.- Supone el joven de unos 30 años, viendo la precaria peluquería.

-¡Oh, discúlpeme! ¿En qué le puedo ayudar?- Responde el comerciante, arrodillándose.

-Así me gusta más.- Dice el sujeto de dientes amarillos, uno resaltando siendo de oro. –Vine a cobrar lo de este mes. Decidí hacerlo yo mismo para que vayan conociéndome.

-Pero, creí que los cobros comenzaban apenas desde la semana que viene. No pude reunir el pago, discúlpeme. Si pudiese, por favor, esperar unos días y...

De repente el pobre comerciante es interrumpido cuando una fuerza sobrenatural lo levanta en lo alto y lo arroja contra una pared cercana, destruyendo todas las estanterías y adornos colgados ahí y tirándolo sobre su cabeza. Saliendo de la tienda, el nuevo peón de Sato deja al pobre comerciante llorando entre sus destrozos. Todo apenas está comenzando...


~*~*~

Nota: Espero que les haya gustado. Si es así, no olviden dejar su voto y seguirme para no perderse ninguna actualización. Disculpen por tardarme un día en publicar xD Si gustan comentar, les estaré leyendo. Si no, nos vemos el miércoles que viene :P

-Nico-

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