Avatar. Siempre Juntos

By nicolasgodetti

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En lo que se van desarrollando como héroes y figuras mundiales, nuestros cinco protagonistas verán la vida pa... More

Introducción
Capítulo 1. Fin de la Fiesta, Parte 1 (Inicio del Libro 1: Loto Negro)
Capítulo 2. Fin de la Fiesta, Parte 2
Capítulo 3. Reflexiones
Capítulo 4. Firmeza y lealtad
Capítulo 5. Contención
Capítulo 6. Infiltrada
Capítulo 7. Máscara caída
Capítulo 8. Alianza rota
Capítulo 9. Fugitivo
Capítulo 10. Golpe de Estado, Parte 1
Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2
Capítulo 12. Conspiraciones
Capítulo 13. A su disposición...
Capítulo 14. Él no es el único...
Capítulo 15. Agni Kai
Capítulo 16. "Nos volveremos a ver..."
Capítulo 17. Los Cuatro Temerarios (Inicio del Libro 2: República Unida)
Capítulo 18. Jefa Beifong
Capítulo 19. Relación complicada
Capítulo 20. En dudas
Capítulo 21. La propuesta
Capítulo 22. Noche alocada
Capítulo 23. En el punto de mira
Capítulo 24. Atormentados
Capítulo 25. "Hasta pronto, Señor del Fuego"
Capítulo 26. Recuerdos de un gran día
Capítulo 27. "Juntos venceremos"
Capítulo 28. El enemigo está dentro
Capítulo 29. Testigos en peligro
Capítulo 30. Alta traición
Capítulo 31. Corrupción y discordia
Capítulo 32. República Unida de Naciones
Capítulo 33. La boda de Aang y Katara
Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)
Capítulo 36. Nuevos habitantes en la Isla
Capítulo 37. ¿El primero de cuántos?
Capítulo 38. Padres primerizos
Capítulo 39. "En honor al Avatar Aang..."
Capítulo 40. Ruptura
Capítulo 41. Tiempos felices
Capítulo 42. Atentados a la Justicia
Capítulo 43. Tensión
Capítulo 44. Presionados
Capítulo 45. Amor y terror
Capítulo 46. Entre la espada y la pared
Capítulo 47. "Mi todo"
Capítulo 48. Técnica Prohibida
Capítulo 49. Corporación Col
Capítulo 50. Por segunda vez...
Capítulo 51. Más fuertes que nunca...
Capítulo 52. EL REY
Capítulo 53. Plenitud (Inicio del Libro 4: Orígenes)
Capítulo 54. Cicatrices
Capítulo 55. Amor es amor
Capítulo 56. Los hijos del Avatar
Capítulo 57. Cita "a ciegas"
Capítulo 58. Una nueva oportunidad
Capítulo 59. Un momento para recordar...
Capítulo 60. ALEGRÍA
Capítulo 61. Karith
Capítulo 62. "Ella es la mejor"
Capítulo 63. Mentiras y amores sin culpa
Capítulo 64. A un paso de...
Capítulo 65. La jugada de Yakone
Capítulo 66. El legado de los Sato
Capítulo 67. ¡Como roca!
Capítulo 68. Una Beifong más
Capítulo 69. Primeros verdaderos pasos (Inicio del Libro 5: Tío Sokka)
Capítulo 70. Futura Reina
Capítulo 71. Tío Sokka
Capítulo 72. "Nunca dejes de sonreír"
Capítulo 73. Heridas que no cicatrizan
Capítulo 74. Dejarse llevar...
Capítulo 75. Más juntos que nunca
Capítulo 76. Compañía Incondicional
Capítulo 77. Oogi
Capítulo 78. Tiempo juntos
Capítulo 79. Como una familia...
Capítulo 80. Reunión
Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)
Capítulo 82. Jefa Invicta
Capítulo 83. Familia Beifong
Capítulo 84. El Encuentro
Capítulo 85. Esperanza
Capítulo 86. Yakone
Capítulo 87. Concejal Sokka, Parte 1
Capítulo 88. Concejal Sokka, Parte 2
Capítulo 89. El Juicio a Yakone, Parte 1
Capítulo 90. El Juicio a Yakone, Parte 2
Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)
Capítulo 92. Hojas de Vid
Capítulo 93. Opuestos
Capítulo 94. Realeza
Capítulo 95. Sueño Cumplido
Capítulo 96. Sin rumbo fijo
Capítulo 97. El futuro se hace presente
Capítulo 98. Industrias Futuro
Capítulo 99. Internas Familiares
Capítulo 100. Traspaso de Poder
Capítulo 101. Los hijos de Aang y Katara
Capítulo 102. La odisea de Suyin
Capítulo 103. Jefe Sokka (Inicio del Libro 8: Despedidas)
Capítulo 104. Relación Tóxica
Capítulo 105. LEYENDA
Capítulo 106. Sentimiento Igualitario
Capítulo 107. Un amor de verdad
Capítulo 108. Larga vida a la Reina Mai
Capítulo 109. El llamado a la protección
Capítulo 110. Un último baile
Capítulo 111. SIEMPRE JUNTOS
Capítulo 112. Un motivo para seguir
Capítulo 113. Dolor en la belleza
Capítulo 114. GRACIAS
Capítulo 115. Descendientes
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 34. Princesa Izumi

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By nicolasgodetti

La boda de Aang y Katara ha sido un rotundo éxito, todos se han conmovido con la ceremonia y divertido en la fiesta posterior. Los días han ido pasando y la feliz pareja ha decidido irse de descanso en un viaje nómada por el mundo, recorriendo algunas de las islas más alejadas del noroeste del Reino Tierra. El Templo Aire de la Isla ha quedado en manos de los Acólitos del Aire, quienes se han instalado perfectamente y han comenzado a vivir plenamente en paz.

Sokka y Toph continúan hospedados en el Hotel "Cuatro Elementos", el cual era propiedad de Industrias Globalización Sato. Cuando se presentaron algunas denuncias contra su dueño, el Gobierno tomó la decisión de tomar algunas de sus propiedades para que estas continuasen su perfecto funcionamiento en la Ciudad. Una de las excepciones fue para el ahora Concejal electo Sokka, quien logró mantener su casa en los suburbios y se mudará a ella próximamente.

Zuko, Mai, Ty Lee y Suki ya se han embarcado en una Aeronave Imperial, de regreso a casa. Ya han acabado todos los viajes oficiales y visitas especiales a amigos o cercanos, ahora la agenda del Señor del Fuego no es más que en Ciudad Palacio, en su Nación. Él ha pedido que sea así ya que desea acompañar a Mai en los próximos seis meses de embarazo, quiere estar presente en el desarrollo, el crecimiento de la panza, y que todo culmine con el buen nacimiento de su hija.

-Es el segundo pastel que te comes sola.- Le dice Zuko por lo bajo a su amada. Están todos, a excepción de Suki, sentados en una mesa rectangular en el gran salón del dirigible.

-¿Y qué? Tengo hambre.- Le dice Mai en lo que sigue tragando de la crema glaseada.

-Déjala Zuko, ahora ella tiene que comer por dos.- Le dice Ty Lee, riendo.

-Bueno, pero antes comía una rebanada, ¿no debería comer dos? No dos pasteles.

-Deja de quejarte y pídele al Chef que me traiga más.- Le ordena Mai.

-¡Sí señora!- Exclama Zuko, poniéndose en pie y abandonando aquella sala.

Llegando hasta la sala que el Chef del Palacio ha ocupado para preparar las comidas durante los viajes de ida y vuelta de la Familia Real, Zuko saluda al agradable sujeto y le pasa todo lo que su amada esposa le ordenó, riendo ante la reacción del hombre y marchándose de nuevo a donde se encontraba antes. Ya va de vuelta, cuando alguien posa su mano en su hombro...

-Suki... ¿Estás bien?- Le pregunta Zuko, al verla cabizbaja.

-Sí... yo solo, quería, bueno... quería hablar con usted, si es posible.

-Eh, claro Suki, para lo que quieras.- Le dice Zuko, sosteniéndole de la mano cuando siente que podría caerse en cualquier momento. -¿Te sientes débil? ¿Quieres que te lleve a descansar?

-Me siento cansada... y muy confundida.- Susurra ella, desplomándose contra la pared.

-Ven, te llevaré a tu cuarto.- Le dice él, rodeando uno de sus brazos por su cuello, ayudándola a caminar. Para ese momento Suki oculta su rostro y comienza a llorar desconsoladamente.

Una vez llegan a la habitación, Zuko ayuda a Suki a recostarse en la cama, dejándola sobre tal como si se tratase de una pluma. Tras eso se le queda viendo unos segundos, está con la vista perdida en algún lugar del techo, sus ojos están llenos de lágrimas y no se mueve para nada. Sin saber muy bien qué hacer, Zuko planea salir de la habitación y pedir ayuda femenina.

-Espera, no te vayas.- Oye decir, cuando entonces se encuentra con Suki sentándose.

-Duerme un poco. Llamaré al resto de las Guerreras para que vengan a verte.- Le dice él.

-No quiero ver al resto de las guerreras... quiero hablar contigo.- Le dice ella, apenada.

-¿Con...? ¿Conmigo? ¿Y por qué?- Le pregunta el joven Rey.

-Cierra la puerta, es privado.- Le pide ella, a lo que Zuko obedece sin problemas. –Ven...- Dice, soltando unas cuantas palmadas a su lado, sobre la cama.

-Eh, no sé si eso esté bien Suki. Podría malinterpretarse.- Le dice Zuko, rascándose la nuca.

-Eres mi Jefe Zuko, y respeto eso.- Le dice ella. –Estás casado, y serás padre.- Agrega.

-Mm sí, tienes razón.- Dice, en lo que se sienta junto a su guardiana. -¿Y bien, qué pasa?

-Estoy cansada de mi relación con Sokka, quiero terminar con él.- Suelta de repente.

-¿Q-qué? ¿Y por qué me lo cuentas a mí? ¿No deberías hablarlo con tus amigas a eso? ¿O con Sokka?- Le pregunta Zuko, bastante sorprendido por lo que acaba de escuchar. –Además, yo soy amigo de Sokka, su mejor amigo...

-Pero tú no le dirás nada, ¿verdad?- Le pregunta Suki, angustiada. –Yo se lo diré, pero...

-Pero...

-No estoy lista aún, no me da la cara para cortar con él tras diez años de noviazgo.

-Pues si lo harás, deberías hacerlo ya mismo, él dijo la semana pasada que pronto te llevaría al altar. ¿Qué harás en ese entonces? ¿Se lo negarás y le romperás el corazón?- Le cuestiona él.

-¿Qué? No, no... sí, lo haré pronto. Cuándo, no sé... Ahora estoy escapando de nuevo.

-Si quieres nos detenemos en la primera isla de la Nación del Fuego a la que lleguemos y de ahí te vuelves en barco.- Le propone Zuko, pero Suki le niega con la cabeza. –Pues entonces sí, estás volviendo a escapar y con ganas de ello. ¿Y por qué quieres terminar con él?

-Ya no lo amo... me gusta alguien más.- Suelta, sin darse cuenta del error que ha cometido.

-Wow... entonces corta con él rápido así ya no lo lastimas por mucho más tiempo. ¿Hace cuánto te gusta ese "alguien más"? Y si no te molesta, ¿puedo saber quién es?

-No, no puedes saber quién es.- Dice rápidamente, dejando mudo a su Jefe. –Cortaré con él, es solo que necesito encontrar el momento adecuado.- Dice Suki. –Y no lo haré en persona.

-¡¿Qué?!- Grita Zuko, parándose y mirándola fijamente, muy sorprendido por lo que ha dicho.

-No puedo, no sería capaz... le enviaré un halcón en cuanto lleguemos a Ciudad Capital.- Dice Suki, muy convencida de ello.

-Pues no estoy de acuerdo, Sokka no se merece esto.- Le responde Zuko de mala gana, dejando el cuarto rápidamente y cerrando casi de un portazo.

-Si tan solo supieses que eres tú...- Susurra, para finalmente volver a recostarse.

Volviendo hasta el gran salón que utilizan durante el viaje para comedor, Zuko se encuentra con que ya han llevado el nuevo banquete para Mai, quien ya está ocupada devorando uno de los pasteles de chocolate. Dando la excusa de que ha ido al baño, vuelve a tomar asiento junto a su amada, viendo con una pequeña sonrisa a su amada, y del otro lado a Ty Lee, quien quiere ayudar en todo lo posible. Después de un rato por fin Mai dice "basta", lo que es un respiro de alivio para Zuko, Ty Lee y en especial los cocineros, que ya no sabían qué darle.

-Tengo náuseas...- Dice Mai de repente, para gran sufrimiento de su grupo.

-No me jodas.- Suelta Ty Lee de repente, dejando a Mai y Zuko boquiabiertos.

-Supongo... que me toca a mí.- Dice Zuko, levantándose y ayudando a su amada a ello.

Tras las náuseas de Mai y otros altercados respecto a su embarazo, el viaje ha podido seguir con completa calma y normalidad. Horas más tarde por fin han llegado al Palacio, en Ciudad Volcán, en donde han podido descansar un poco de todo lo vivido. Desde lo sucedido con Kori que todo se ha mantenido bastante tenso, ese día sin duda es una gran descarga para todos.

Así como ese tranquilo y feliz día, han venido muchos días. Días de paz y tranquilidad para toda la familia, incluso teniendo a Mai rondando por todo el Palacio, eso no ha importado. Su situación es muy bella y cada uno de los familiares y amigos la disfruta de distintas formas. Es cierto que Mai se ha vuelto un tanto insoportable y quisquillosa, sumamente bipolar en todos los sentidos, ¿pero qué embarazada no se pone así después de todo?

Los días se han ido volando con el viento, convirtiéndose en semanas, y estos en meses... Zuko ha continuado su tranquila vida como Señor del Fuego en Palacio Real, cuidando de su amada y trabajando solo cuando es necesario. Sus ministros le han ayudado bastante, y su tío le ha echado una gran mano al presentarse en reuniones con otros líderes mundiales, quienes han entendido perfectamente la situación del joven Rey que está cada vez más y más nervioso.

-¡¡Zuko!!- Grita Mai, llamando a su amado que está del otro lado de la sala.

-¡¿Qué pasó, ya viene la bebé?!- Grita asustado, saltando incluso un sofá de por medio.

-Masajéame los pies.- Le ordena Mai con el ceño fruncido.

-¿Me, me llamaste por eso? Llama a una de tus sirvientas.- Le responde Zuko.

-¡Dije que me masajees los pies!- Le grita Mai, hecha una verdadera furia. -¡Y rápido!

-Ya, ya te oí.- Le dice Zuko, arrodillándose y recibiendo una patada en la cabeza. –¡Oye!

-¡Eso por no hacerme caso a la primera! ¡Ahora masajea como te enseñaron!

-Por el Espíritu del Dragón, ya quiero que ese bebé salga de ahí.- Dice Zuko. –Aunque de ser así estarás tú estresada, yo estaré estresado, y la bebé estará llorando entre los dos...

-¡Entonces mejor cállate!- Le grita Mai, aventándole un almohadón.

El estrés de Zuko ha ido aumentando al igual que la barriga de Mai, la cual se ha convertido en algo que Zuko ha aprendido a amar y odiar. Los mejores momentos sin duda son cuando Zuko se inclina y acaricia el vientre, sintiendo el pequeño cuerpo en su interior, de vez en cuando hay alguna que otra patadita y eso es lo más emocionante para ambos. Cuando acerca su boca a la dura piel y susurra cosas, habla o incluso canta, son los mejores días... lo más hermoso.

También la preparación previa a la llegada de la pequeña que se convertirá en Princesa son muy divertidos, desde la pintura de la habitación que, aunque no lo hacen sus propios padres sino sus sirvientes, ellos participan con la elección de los colores, también con las mantas, los juguetes, los cuadros que irán, la cuna, incluso un peluche de dragón azul que Zuko considera muy especial pues le recuerda a su hermana, a quien extraña mucho y espera ver pronto...

Los meses han ido pasando y las cuentas no parecen fallar en el calendario de Zuko, no faltan más que pocos días para que se produzca el gran hecho que moverá por completo a toda su Nación. Todo el mundo espera ansioso la llegada de la nueva Princesa de la Nación del Fuego, la primera hija del Señor del Fuego Zuko y la Reina Mai, quien se convertirá en la Heredera al Trono y podría ser la primera Señor del Fuego mujer, cosa que no se daba hace siglos.

-Yo creo que saldrá con tus ojos...- Dice Zuko, abrazando a su amada por detrás y apoyando su cabeza en su hombro. Están en el balcón observando el cielo nocturno, repleto de estrellas.

-No, mejor que sean los tuyos. Unos llenos de bondad, amor y poder.- Dice Mai.

-Los tuyos son muy hermosos, y muestran a una mujer poderosa, firme y seria.

-Espero que la niña no salga tan amargada como yo.- Dice Mai, sonriendo.

-Yo no diría amargada, sino más bien no sonriente.- Le dice Zuko, besando su cuello.

-Que tenga tu fuerza, tu valentía...- Dice Mai, soltando un corto suspiro y sonriendo.

-Ya quiero que nazca.- Dice en lo que reparte besos en la mejilla de su esposa.

Después de ese pequeño momento con su amada, Zuko ha sido llamado por uno de sus leales a la Sala del Trono, en donde alguien le estaba esperando muy impacientemente, se trataba de uno de sus espías y mejores agentes, aquel que lideraba la búsqueda siempre intensa y activa a su hermana perdida, la Princesa Azula. Por ello mismo, Zuko le ha guiado a una reunión privada y ha alertado a la Guardia Imperial de que nadie interrumpa.

-¡Jasit! Espero traigas buenas noticias...- Dice Zuko, sentándose en el Trono.

-Disculpa, ¿Zuko está por aquí?- Pregunta Mai a la vez al Guardia de fuera.

-El Señor del Fuego ha recibido a un aliado en Sala del Trono.- Le dice el Guardia. –Son asuntos privados y Su Majestad ha pedido que nadie entre, ni siquiera usted.

-Oh, ¿así que no soy bienvenida?- Responde Mai, frunciendo el ceño. –Está bien...

Sin querer que todo se acabe ahí, Mai comienza a pensar por qué Zuko no quiere que nadie se entere sobre esa reunión, y por qué no quiere que nadie entre, ni siquiera ella, su Reina... Muy molesta con la idea de que pueda estar ocultándole secretos de nuevo, Mai se dirige una de las entradas secretas a la Sala del Trono, caminando tras las largas cortinas y apareciendo justo por detrás del Trono, viendo la silueta de Zuko sentada y un sujeto desconocido arrodillado.

-Son muy buenas, Majestad.- Le dice el joven de unos 30, encapuchado. –Los resultados de la búsqueda han dado positivos, hemos podido dar con su paradero.

-¡Eso es excelente! ¿Dónde está? ¿Han intentado ponerse en contacto con ella?

"¿Ella? ¿Ella quién?" se pregunta Mai en su mente...

-No, ella tiene un refugio bastante apartado en los bosques de Isla Ember, sale encapuchada únicamente para comprar comida y vuelve a sumergirse en su escondite. Aprovechamos una de sus salidas y nos metimos en su casa, tiene muy buenas condiciones de vida, lujos incluso.

-Mm, ya veo...- Dice Zuko. –Ahora estoy en una posición difícil, sino iría yo mismo. Lo que más deseo ahora mismo, a parte del nacimiento de mi hija, es volver a verla.

-Lo sé perfectamente Majestad, podría venir la próxima semana. Para ese momento supongo que su hija ya habrá nacido y su esposa estará bien.- Le dice el sujeto.

-Mm no lo sé, será un poco raro... pero quiero que esté presente, quiero que sea la madrina.

-Si usted desea vuelvo de inmediato a Isla Ember y la visitamos sigilosamente, dejándole una carta o algo así, o hablándole, y le decimos de sus intenciones.- Le propone el joven.

-No sé Jasit, es muy complicado. Tendría que hablarlo con mi esposa, aún no lo he hecho y sé que no le gustará para nada la idea.- Dice Zuko, para sorpresa de Mai. –Pero sí, comuníquense con ella de inmediato, me gustaría que esté durante el nacimiento de mi hija.

-Como usted ordene, Majestad.- Dice Jasit, poniéndose en pie y saliendo de la Sala.

Soltando un suspiro, Zuko se pone en pie y baja lentamente del Trono, dirigiéndose a la salida. En ese momento Mai sale de su escondite, aclarándose la garganta con tal de que la escuche...

-¡¿Mai?! ¡¿Qué hacías ahí?!- Exclama Zuko, espantándose.

-Descubriendo otro de tus secretos. ¿Por qué ese bandido ha venido a visitarte? ¿Quién es esa mujer que tanto estás buscando y con quienes hablar?- Le enfrenta Mai.

-Iba a contártelo todo de inmediato Mai, solo quería que se me confirme dónde está. Espero no te molestes, pero se trata de Azula... Quiero que sea la madrina de nuestra hija.

En ese momento Mai afloja un poco y ve con gran seriedad a su amado...

-¿Tu hermana? ¿Aquí? ¿Y siendo la madrina de mi hija? NUNCA.

-Por favor, Mai, déjame...

-NUNCA EN LA VIDA. Fin de la conversación.- Le corta Mai, saliendo de la Sala del Trono.

-¡Agh! ¡Yo la traeré de vuelta, y tú tendrás que aceptarla!- Le grita Zuko, realmente enfadado. Siendo ignorado, da unos pasos más al frente. –Tú no entiendes nada Mai, yo necesito verla, es mi hermana y ha cambiado. Confío en ella, ¡y será la madrina!

-No.- Es lo único que dice Mai abandonando la sala. Como siempre, ha tenido la última palabra.

Después del mal momento vivido con Mai, Zuko ha decidido mantener un poco la distancia de su amada, a pesar de que horas después esta le ha llamado incansablemente para que la asista en todo lo que, como una mujer embarazada de 9 meses, necesita. En ningún momento Zuko se ha negado a ir, por más molesto que pueda estar pues su esposa no acepta ni quiere cerca a su hermana, le cuidará en estos pocos últimos días que quedan de la dulce espera...

-¡Majestad!- Le llama un sirviente desde una de las galerías del Palacio. Zuko está en mitad de un paseo por los jardines de la Residencia. -¡La Reina entró en trabajo de parto!

Sorprendiéndose bastante, Zuko no tarda mucho en esbozar una gran sonrisa, cruzando por los jardines con gran prisa, alcanzando al miembro de la servidumbre y corriendo junto a él a través de todo el Palacio. El doctor ya está en camino y mientras tanto Ty Lee y Suki se están ocupando de mantener a Mai estable, haciéndola respirar y que esté lo más tranquila posible.

-¡Quiero a esta maldita cosa fuera de mi cuerpo AHORA!- Es lo primero que Zuko oye al entrar en la habitación. -¡Zuko, te tardaste demasiado, ven aquí YA!- Grita, hecha una furia.

-¡Tranquila, ya estoy aquí!- Dice Zuko, cometiendo el gran error de tomar su mano y sufriendo las consecuencias de esto tras cada fuerte apretón que Mai da, volviéndolo un tomate.

-¡Llegó el doctor, llegó el doctor!- Exclama Ty Lee, permitiendo la entrada de un hombre con bata blanca que carga un maletín gris. -¡Todos fuera, nos quedaremos Zuko, el doctor y yo!

-¡Vamos fuera, fuera!- Grita Zuko, quien está tan nervioso como Ty Lee y Mai.

-Por favor, les voy a pedir un ambiente de paz, amor y tranquilidad para la futura mamá, hay que demostrarle que estamos calmados con la situación para que ella también lo esté.- Dicta el médico, en lo que le hace señas a la joven Reina de cómo abrirse de piernas.

Durante la próxima media hora no hay más que muchos suspiros, pujas y mucho sufrimiento y dolor tanto en la joven Reina y su amado esposo, el Señor del Fuego Zuko. Tanto este como Ty Lee han intentado ayudar a la malhumorada y cansada joven, quien ha soltado muchísimos gritos y ha maldecido a todo el mundo, casi quebrando la pobre mano de su amado, quien se ha mantenido a su lado en todo momento, ayudándola a respirar y hacerla sentir mejor.

-¡Una última vez, ya casi, ya casi!- Oye Ursa los gritos del doctor desde el interior de la sala.

-Estoy muy nerviosa, espero todo salga bien.- Dice la madre de Zuko, abrazándose a sí misma.

-Todo estará bien cariño, Mai es fuerte, y tiene a Zuko a su lado.- Le reconforta Ikem.

-¡Buenas noticias! El dirigible del General Iroh se acerca.- Anuncia Kiyi, llegando con prisa.

-Me alegra que Zuko le haya hablado ya hace una semana, Iroh ha emprendido su viaje y está llegando justo a tiempo.- Dice Ursa, sonriendo.

-Ahora solo resta esperar a que...- Comienza a decir Noni, la mucama de mayor confianza de la familia, cuando entonces el llanto de un bebé la interrumpe y deja a todos inmóviles.

-Ya está aquí.- Dice Ursa, con lágrimas en los ojos.

Al mismo tiempo que aquel gran suceso se lleva a cabo, en la entrada del Palacio una aeronave ha descendido frente a las puertas y, por la rampa ha bajado el General Iroh, vistiendo ropa de la Nación del Fuego y portando una enorme sonrisa. Ya está por entrar al Palacio cuando entonces algo llama su atención. Ve a una mujer vestida con una larga túnica negra, llevando la capucha puesta, asomada desde un callejón observándole, por lo que él sonríe más.

Cuando aquella desconocida, pero para él conocida, mujer se da cuenta de que le ha visto se esconde, por lo que Iroh le dice a los Guardias que debe hacer algo antes de entrar a conocer a su sobrina-nieta y, aún con su gran sonrisa encima, se dirige hacia aquel recóndito lugar. En la oscuridad del callejón, la joven mujer se voltea, lista para abandonar el lugar, cuando entonces oye pasos tras de sí y cierra los ojos, frunciendo el ceño, cuando oye su voz...

-Hola... ¿cómo has estado, pequeña?- Le saluda Iroh de forma amable.

-¿Acaso le importa? Tiene suficientes motivos como para odiarme, tal y como Mai y Ty Lee.

-Sí, en verdad sí podría odiarte, pero no quiero. Nunca dejé de preocuparte por ti, sobrina.

-¡No me llames así!- Exclama Azula, volteándose y mostrando su rostro.

-Hace unos meses tu relación con Ursa, Zuko e incluso Ozai sanó... ¿por qué no conmigo?

-¿Cómo sanar una relación que jamás existió?- Le enfrenta ella, en lo que Iroh se acerca.

-Sí, tienes razón... pero entonces, ¿puedo odiar a alguien con quien no tengo relación alguna? ¿Puedo odiar a mi sobrina, aún sin conocerla? Y te conozco, y no te odio. ¿Tú me odias?

-N-no...- Susurra ella con gran dificultad, en lo que Iroh se acerca lentamente.

-Sé por qué estás aquí, Zuko logró ubicarte y te llamó.- Le dice Iroh, sorprendiéndola. –Sí, aún me cruzo cartas con mi otro sobrino.- Dice el anciano, riendo. –Dime, ¿entrarás?

-No. Zuko me dijo que Mai y Ty Lee no me quieren cerca de la niña.- Suelta Azula.

-Eres la tía, y próxima madrina. Vamos, ven conmigo. Mai acaba de ser madre, te aseguro que no hará ningún escándalo.- Le dice Iroh, finalmente tocando su brazo.

Avanzando fuera de aquel callejón, Iroh vuelve hasta la entrada del Palacio. Una vez ahí están los Guardias Imperiales, quienes ven con gran desconfianza a la mujer encapuchada. Ahí Iroh le hace una seña a su sobrina para que se muestre, por lo que ella acepta y, tras soltar un gran suspiro se quita la capucha, espantando a los guardias que se calman con ayuda de Iroh.

-Venimos a visitar a la recién nacida. Su tío abuelo, y su tía.- Dice Iroh rápidamente.

-Mm, adelante...- Dice uno de los Guardias, dudando bastante.

De nuevo en el interior del Palacio Real, Zuko acerca su mano al pecho de la pequeña niña que Mai sostiene en sus brazos, envuelta en una gran manta blanca. Ambos la miran con un amor increíblemente fuerte, abrazados ante la vista de Ty Lee y toda la familia. En cuanto Zuko pide un momento a solas y toda la familia abandona la sala, conmovida, no pasa mucho más cuando entonces unas pocas lágrimas caen por las mejillas de la joven Reina.

-He estado pensando en todo Zuko y... bueno, he sido muy dura contigo, no te he comprendido del todo y me arrepiento por haber sido tan firme e injusta. Azula sí tiene derecho a verla, más si en verdad será su madrina.- Dice Mai, viendo a la pequeña bebé dormitar en sus brazos.

-Entonces, ¿sí puede ser la madrina? ¿Sí puede entrar?- Le pregunta Zuko, emocionado.

-Puede serlo y... espera, ¿entrar? ¿Está aquí?- Reacciona Mai, sorprendiéndose.

-No lo sé, Jasit me dijo que haría todo lo posible para que en estos días ande rondando por la Ciudad... espero encontrarla.- Dice Zuko, cuando entonces ve a su tío asomado. -¡Tío, pasa!

-Adelante, General.- Dice Mai, sonriendo.

-No he venido solo.- Dice Iroh, entrando en el cuarto y permitiendo la entrada de...

-Azula.- Dicen Zuko y Mai a dúo, quedándose inmóviles.

-Me preguntaba si soy bienvenida...- Dice Azula, bajando la mirada.

-Por supuesto que sí hermana. Vamos, ven a conocer a tu sobrina.- Le invita Zuko, poniéndose en pie y acercándose a Azula, quien se acerca hasta la cama y observa fijamente a la bebé.

-Es, hermosa...- Dice Azula, completamente conmovida por la recién nacida.

Iroh y Zuko cruzan miradas y finalmente se dan un gran abrazo. Mai, por su lado, sigue con un par de lágrimas en sus ojos en lo que Azula acerca su mano y acaricia a la pequeña.

-¿Ya eligieron nombre? Porque dos Azula en el mundo sería algo increíble.- Bromea.

-Sí, lo elegimos.- Le dice Mai, en lo que el resto de los familiares van entrando en la habitación. Ya vieron a Azula antes en los pasillos, por lo que no están sorprendidos por su presencia.

-Izumi.- Dice Zuko, abrazando a su amada. –Princesa Izumi.

Zuko, Mai y Azula observan a la pequeña bebé de tez blanca, muy chiquita y con su carita redonda, un poco de cabello negro y unos fuertes e intensos ojos color ámbar. Viendo a todos a su alrededor centrados en ella, la pequeña esboza una sonrisa no muy notoria y también suelta unos ruidos raros que provocan risas en toda la habitación, inclusive la de Azula...


~*~*~ Voten si les gustó y no olviden compartir la historia con todos sus amigos. Nuevos capítulos cada miércoles (o jueves) ~*~*~

-Nico-

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