Avatar. Siempre Juntos

De nicolasgodetti

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En lo que se van desarrollando como héroes y figuras mundiales, nuestros cinco protagonistas verán la vida pa... Mais

Introducción
Capítulo 1. Fin de la Fiesta, Parte 1 (Inicio del Libro 1: Loto Negro)
Capítulo 2. Fin de la Fiesta, Parte 2
Capítulo 3. Reflexiones
Capítulo 4. Firmeza y lealtad
Capítulo 5. Contención
Capítulo 6. Infiltrada
Capítulo 7. Máscara caída
Capítulo 8. Alianza rota
Capítulo 9. Fugitivo
Capítulo 10. Golpe de Estado, Parte 1
Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2
Capítulo 12. Conspiraciones
Capítulo 13. A su disposición...
Capítulo 15. Agni Kai
Capítulo 16. "Nos volveremos a ver..."
Capítulo 17. Los Cuatro Temerarios (Inicio del Libro 2: República Unida)
Capítulo 18. Jefa Beifong
Capítulo 19. Relación complicada
Capítulo 20. En dudas
Capítulo 21. La propuesta
Capítulo 22. Noche alocada
Capítulo 23. En el punto de mira
Capítulo 24. Atormentados
Capítulo 25. "Hasta pronto, Señor del Fuego"
Capítulo 26. Recuerdos de un gran día
Capítulo 27. "Juntos venceremos"
Capítulo 28. El enemigo está dentro
Capítulo 29. Testigos en peligro
Capítulo 30. Alta traición
Capítulo 31. Corrupción y discordia
Capítulo 32. República Unida de Naciones
Capítulo 33. La boda de Aang y Katara
Capítulo 34. Princesa Izumi
Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)
Capítulo 36. Nuevos habitantes en la Isla
Capítulo 37. ¿El primero de cuántos?
Capítulo 38. Padres primerizos
Capítulo 39. "En honor al Avatar Aang..."
Capítulo 40. Ruptura
Capítulo 41. Tiempos felices
Capítulo 42. Atentados a la Justicia
Capítulo 43. Tensión
Capítulo 44. Presionados
Capítulo 45. Amor y terror
Capítulo 46. Entre la espada y la pared
Capítulo 47. "Mi todo"
Capítulo 48. Técnica Prohibida
Capítulo 49. Corporación Col
Capítulo 50. Por segunda vez...
Capítulo 51. Más fuertes que nunca...
Capítulo 52. EL REY
Capítulo 53. Plenitud (Inicio del Libro 4: Orígenes)
Capítulo 54. Cicatrices
Capítulo 55. Amor es amor
Capítulo 56. Los hijos del Avatar
Capítulo 57. Cita "a ciegas"
Capítulo 58. Una nueva oportunidad
Capítulo 59. Un momento para recordar...
Capítulo 60. ALEGRÍA
Capítulo 61. Karith
Capítulo 62. "Ella es la mejor"
Capítulo 63. Mentiras y amores sin culpa
Capítulo 64. A un paso de...
Capítulo 65. La jugada de Yakone
Capítulo 66. El legado de los Sato
Capítulo 67. ¡Como roca!
Capítulo 68. Una Beifong más
Capítulo 69. Primeros verdaderos pasos (Inicio del Libro 5: Tío Sokka)
Capítulo 70. Futura Reina
Capítulo 71. Tío Sokka
Capítulo 72. "Nunca dejes de sonreír"
Capítulo 73. Heridas que no cicatrizan
Capítulo 74. Dejarse llevar...
Capítulo 75. Más juntos que nunca
Capítulo 76. Compañía Incondicional
Capítulo 77. Oogi
Capítulo 78. Tiempo juntos
Capítulo 79. Como una familia...
Capítulo 80. Reunión
Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)
Capítulo 82. Jefa Invicta
Capítulo 83. Familia Beifong
Capítulo 84. El Encuentro
Capítulo 85. Esperanza
Capítulo 86. Yakone
Capítulo 87. Concejal Sokka, Parte 1
Capítulo 88. Concejal Sokka, Parte 2
Capítulo 89. El Juicio a Yakone, Parte 1
Capítulo 90. El Juicio a Yakone, Parte 2
Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)
Capítulo 92. Hojas de Vid
Capítulo 93. Opuestos
Capítulo 94. Realeza
Capítulo 95. Sueño Cumplido
Capítulo 96. Sin rumbo fijo
Capítulo 97. El futuro se hace presente
Capítulo 98. Industrias Futuro
Capítulo 99. Internas Familiares
Capítulo 100. Traspaso de Poder
Capítulo 101. Los hijos de Aang y Katara
Capítulo 102. La odisea de Suyin
Capítulo 103. Jefe Sokka (Inicio del Libro 8: Despedidas)
Capítulo 104. Relación Tóxica
Capítulo 105. LEYENDA
Capítulo 106. Sentimiento Igualitario
Capítulo 107. Un amor de verdad
Capítulo 108. Larga vida a la Reina Mai
Capítulo 109. El llamado a la protección
Capítulo 110. Un último baile
Capítulo 111. SIEMPRE JUNTOS
Capítulo 112. Un motivo para seguir
Capítulo 113. Dolor en la belleza
Capítulo 114. GRACIAS
Capítulo 115. Descendientes
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 14. Él no es el único...

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De nicolasgodetti

-¡Nos estamos acercando a Ciudad Capital!- Anuncia Aang a sus amigos.

-Cariño, ¿crees que deberíamos ir? Zuko ni siquiera ha despertado.- Dice Katara, mirando a su amigo dormitar. –Estoy muy preocupada por él... ¿qué tal si caemos en una pelea?

-Tranquila, amorcito, Appa les sacaría en cuestión de segundos.- Ríe el monje, mirándole.

-¡¿Qué es eso?!- Exclama Sokka, intentando evadir un ataque que va hacia él.

De repente algo pequeño y metálico se clava en el brazo izquierdo del guerrero, haciendo que éste pierda el control sobre esta parte de su cuerpo. Volteándose, Aang ve que hay arqueros disparando desde las torres de vigía. Al ver cómo viene otra tanda de flechas con dardos paralizantes, utiliza sus poderes de Aire Control para protegerles en una gran esfera de viento.

-¡Ah!- Oye gritar y, al darse la vuelta, ve que le han dado a su amada.

-¡No, Katara!- Exclama Aang, perdiendo la concentración mientras va a atenderla.

La reacción de Appa, al instante, es salir de ahí, pero entonces se ve obligado a volar de una forma muy extraña, esquivando grandes rocas que son disparadas hacia él. Asomando la vista, Sokka ve que hay Agentes Dai Li en las paredes exteriores de Ciudad Volcán. Avisando a sus amigos, Toph pide que el bisonte se acerque a tierra, pero Aang está muy angustiado por su amada Katara, a quien le han dado en el cuello, logrando así paralizar todo su cuerpo.

-¡Appa, Yip, Yip! ¡Lejos de aquí!- Exclama Aang, contradiciendo a la Jefa de Policía.

El bisonte ruge de miedo, a la vez que sale despedido hacia lo alto del cielo. Tras atravesar el nivel de las nubes, Appa vuela lejos de ahí. Aang vuelve a atender a su amada, quien se encuentra muy debilitada y casi inconsciente. Toph y Sokka se encuentran junto a Zuko, quien en todo momento ha sido cuidado y vigilado por el leal y buen Momo.

Saliendo con éxito de esa área, el grupo decide que, por la seguridad de Zuko y Katara quien se encuentra paralizada por el veneno del shirshu, será mejor regresar al refugio subterráneo que la Resistencia dirigida por Ahmed ocupaba hace no más de dos días. Una vez el bisonte llega hasta este punto en las lejanías de Ciudad Capital, todo el grupo desciende y, una vez bajan por las entradas secretas, se quedan asombrados al ver a parte de la Residencia allí.

-¡Ahmed! Pero... ¿cómo?- Pregunta Aang, quien trae en sus brazos a una muy débil Katara.

-Avatar Aang, nos alegra verles a salvo...- Dice Ahmed, saludándole con una reverencia.

En cuanto Sokka entra cargando el inconsciente cuerpo de Zuko, Ahmed se espanta.

-¡Señor del Fuego!- Exclama el buen hombre, corriendo a su lado. -¿Qué ha pasado?

-El Loto Negro se encargó de echarlo en una tundra congelada, en medio del Polo Norte. Gracias a los poderes espirituales de Aang pudimos encontrarle antes de... bueno...- Balbucea Sokka.

-¿Y ustedes? ¿Cómo es que están aquí? ¿No fueron detenidos por Ur?- Les interroga Toph.

-Azula ordenó un repentino cambio de guardias, y aprovechamos ese momento para escapar. Claro que los nuevos guerreros de la Señor del Fuego no tardaron en llegar, y detuvieron a muchos de nosotros, entre ellos a Xavier...- Relata Ahmed, apenado.

-Esos hombres dan mucho miedo, van con túnicas verdes y lanzan guantes de roca.- Exclama uno de los soldados presentes, quien escapó con ayuda de Ahmed.

-¡AJ! Los Dai Li.- Dice Aang, enfurecido. Pensar que él mismo, en una vida pasada, fue quien creó esa orden le enfada, pero no por haberla creado, sino por haber permitido que se desvíen así.

-Esperen... Ahmed, ¿acaso dijiste que Azula reemplazó a los rebeldes por los Dai Li?

-Así es.- Responde el general al guerrero del sur. –Se dice que los echó a todos, y que el Primer Ministro Ur está en prisión. Azula desintegró y acabó con el Loto Negro.

Todos los jóvenes se miran entre sí, todos están sumamente preocupados por todo lo que está pasando. Azula ha tomado el control completo de Ciudad Capital, se ha deshecho del Loto Negro y de Ur por su cuenta, ahora ella es el gran peligro. Si su nuevo Imperio se expande por toda la Nación del Fuego, ya no saben si podrán hacer algo incluso con Zuko a la cabeza de un ataque.

Por lo pronto éste sigue sin siquiera despertar, y su curandera está paralizada, inconsciente. Una vez han instalado a Zuko y Katara en un par de habitaciones, siendo éstos custodiados las 24 horas del día por Sokka, Momo, y algunos otros soldados de la Resistencia que se ofrecen. En una habitación alejada, Ahmed, Sokka, Aang y otros dos ex Guardias Imperiales se reúnen. Deben pensar qué es lo que harán a partir de allí, sin Zuko no les queda más que...

-Esperar...- Dice Aang, sorprendiendo al resto de los presentes.

-Debe estar bromeando.- Le responde de mala forma uno de los guerreros.

-¡Hank, silencio!- Exclama Ahmed, asesinándole con la mirada.

-¡No podemos esperar! ¡Mientras tanto Azula reunirá sus tropas!- Dice Hank, molesto.

-¡Es suficiente! ¡Fuera de la habitación!- Exclama Ahmed, apuntándole la salida.

-¡AJ! ¡Ustedes sí que son desagradables!- Grita de enfado del joven, saliendo con un portazo.

-Lo lamento, Avatar Aang, él siempre quiere ser el centro de atención.- Se apena Ahmed.

-Bueno... eh... como iba diciendo, creo que esperar es lo más adecuado.

-Estoy de acuerdo. Debemos velar por la seguridad y la pronta recuperación de Zuko. Cuando él esté de pie veremos cuáles son nuestras opciones.- Dice Ahmed, asintiendo con el otro joven.

-De momento permanezcamos aquí, pero creo que a Zuko le vendría bien estar con su familia.

-¿Hablas de... salir del país?- Reacciona Ahmed, sorprendido ante lo dicho por Sokka.

-Estar con su esposa, su tío y su madre quizá le sirva de algo, ¿no?- Vuelve a comentar éste.

-Puede ser... y el Templo Aire del Oeste no se encuentra muy lejos de aquí.- Dice Aang.

-Si ustedes quieren irse, hacedlo, pero la Resistencia no puede morir.- Dice Ahmed.

-Lo sabemos, y en nombre de Zuko te agradecemos por todo tu esfuerzo para detener todo esto. Eres un ser leal, y tú deberías estar a un lado de Zuko, no Ur.- Le halaga Aang.

-Lo bueno de todo esto, es que Ur ya no es nuestro principal problema.- Dice Ahmed.

-No lo creo. Entre Ur y Azula prefiero a Ur como enemigo... es menos poderoso.- Dice Sokka.

En lo que la reunión continúa, Hank decide volver al pequeño cuarto del cual se ha apropiado, toma un pequeño bolso en el que mete una gran cantidad de lanzas y, para que entren muchas más las quiebra por la mitad. También se lleva el mayor número de espadas, y el resto de ellas, junto a todas las armaduras y escudos las esconde bajo su cama, asegurándose de que nadie pueda hallarlas utilizando varias mantas para cubrirlas.

Una vez con su bolso en mano, sale de aquel sitio subterráneo y, una vez en la superficie, corre sin pensarlo dos veces hacia las orillas del mar cercano, en donde lanza el bolso con las pocas armas que tenía la Resistencia. Volteándose, ve Ciudad Volcán en el horizonte, y sonríe. ¿No lo han tomado en serio? Pues se van a joder. Nadie juega con él, y si no quieren escucharle entonces hará todo lo posible para que sus planes fallen. En nombre de la Corona, la cual ahora mismo está en manos de Azula, SU Señor del Fuego. Él es su servidor, no un traidor...

~~~~~~~~~

Respirando agitadamente y sacudiéndose, Zuko está sudando como si estuviesen en pleno verano, y como si estuviese en el interior de un gran volcán activo. Las gotas caen por todo su rostro y le empapan. Aferrándose fuertemente a las sábanas de la cama, jadea...

-¡Zuko!- Oye gritar y, al voltearse, ve a su madre en medio de un gran anillo de fuego azul.

-¡No, mamá!- Grita él, intentando correr para ayudarla, pero sus pies están pegados al suelo.

-¡¿Qué pasa, Zuzu?! ¡¿No puedes ayudarla?!- Grita ella, desde lo alto de un monte.

-¡No! ¡Todo esto es mentira! ¡No eres real!- Grita él llevando sus manos a la cabeza.

-Zuko... Zuko, ¿por qué te pones así?- Esta vez, esa voz viene desde atrás.

Al voltearse, Zuko no puede creer lo que ve. Es Ur, está a pocos centímetros de él y apuntándole con unas espadas Dao. Cada vez se acerca más y le obliga a retroceder. Se acerca a un abismo...

-Ur... ¿por qué, Ur? Trabajamos juntos tantos años.- Solloza Zuko, sumamente apenado.

-Oh, pobre, pobre Zuzu... qué pena que hayas despertado tan tarde, ¡pues hoy mismo vuelves a dormir, pero esta vez para siempre!- Grita Ur, empujándolo al vacío.

-¡UR, TRAIDOR!- Grita Zuko, cuando entonces una luz le ciega...

Los jadeos han pasado y una calma le ha invadido. Soltando las arrugas de las sábanas que tiene por debajo de su cuerpo, Zuko suspira, aún inconsciente, pero con sus emociones más activas que nunca. Está viviendo toda una tormenta interna de la que no puede salir tan fácilmente. Son demasiadas emociones de golpe, y él aún sigue inconsciente, aunque en su interior sabe bien que ya ha despertado, ya está al tanto de lo que sucede. Su cuerpo ya no necesita más reposo del que ha tenido en los últimos días, pero su mente... su mente necesita ayuda...

Y no parece ser el único...

~~~~~~~~~

Empujando ambas puertas para que se abran de par en par, Azula accede a la Sala del Trono. Es un nuevo día, y ya casi pasa toda una semana desde que supo que su hermano está en manos del Avatar. Sin dudas eso es muy peligroso para su actual gobierno, y por ello debe pensar en lo que podría favorecer la continuidad de su régimen. Sin dudas los Agentes Dai Li son de gran apoyo, ellos pueden sepultar Ciudad Capital en un abrir y cerrar de ojos si así lo ordena.

-Tontos... creen que van a quitarme mí derecho. Están muy equivocados...- Susurra.

-Sabes que el Trono le pertenece a tu hermano...

-¡¿Quién ha dicho eso?!- Grita, volteándose.

De repente, alguien aparece desde las sombras.

-¡Tú otra vez, asquerosa campesina!- Grita Azula, mirándole fijamente. -¡Largo!

-¡Azula, por favor! Creo que podemos hablar como gente civilizada...

Antes de que Iris pueda soltar una sílaba más, Azula alza su brazo izquierdo que acaba en un puño cerrado, a la vez que dispara una feroz bola de fuego azul hacia la joven, quien corre hacia las columnas para poder protegerse del ataque. Asomando la vista, ve como la desequilibrada mujer se dirige al Trono, por lo que cree que podría huir sin problemas...

-¡Mi abuelo no tiene la culpa de que tú estés loca!- Decide enfrentarle, saliendo de su escondite.

Sin pensarlo dos veces Azula se voltea, expulsando de la punta de sus dedos un feroz rayo que va dirigido hacia Iris quien, completamente horrorizada, corre detrás de otra columna, sólo que el rayo impacta sobre ésta tirándola al suelo. Retrocediendo hacia la salida, ve cómo Azula le ve con lágrimas corriendo por sus ojos, es una completa locura que esté ahí, pero...

-¡Azula! ¡Es exactamente esto lo que Lo y Li querían demostrarte! ¡Ya no tienes control!

Corriendo hasta detrás de otra columna, Iris evita por todos los medios que Azula logre su cometido: matarla. Al asomarse, ve cómo Azula está corriendo peligrosamente hacia ella y, al tenerla a un par de pasos, retrocede, alejándose de ahí, pero entonces Azula se le lanza encima, reteniéndola en el suelo y apuntando a su garganta con su mano lanzando chispas.

-¡¡Dame una razón para no acabar con tu vida ahora!!

-¡Porque yo puedo ayudarte! ¡Puedo ayudarte a sanar, Azula!- Exclama Iris, desesperada.

-¡¿Qué te hace crees que quiero sanar, eh, sucia campesina?!- Le cuestiona la Señor del Fuego.

-¡Porque puedo sentir cuando una persona es buena o mala, y tú estás justo en el medio! Vienes de un pasado muy difícil, tuviste una dura infancia y no fuiste lo suficientemente bien apreciada. Siempre te trataron como un peón cuando eras una Princesa y un prodigio en Fuego Control...

Cada vez las llamaradas se van acercando más al cuerpo inocente de Iris.

-¡Por favor, Azula, dame una oportunidad de demostrarte que sé cómo puedes encontrar paz! Eres una persona increíble, y sé que hay bondad en ti... ¡Yo creo que lograrás redimirte, Azula, eres una persona de bien! ¡Yo lo sé, y Zuko lo sabe!- Exclama Iris.

En ese momento todo se congela para Azula y, a la vez que se queda mirando fijamente al suelo, Iris intenta alejarse, cuando entonces la Maestra Fuego se levanta, retrocediendo ella misma. Iris sabe bien lo que ha provocado esta reacción, el que su hermano aún crea en ella, y crea que podrá cambiar, es lo que más afecta a una muy confundida Azula. Poniéndose en pie, Iris se oculta tras otra de las columnas de la sala ante la inminente llegada de los Agentes Dai Li.

-¡Majestad! ¡Oímos ruidos de pelea! ¿Todo está bien?- Pregunta un agente, a la vez que otros cuatro entran rápidamente en escena en posición de defensa, esparciéndose por todo el lugar.

Azula eleva la mirada, viendo a sus agentes muy preocupados por ella.

-¡Encontré a esta niña intentando escapar!- Exclama un Dai Li, a la vez que trae esposada a una muy quejona Iris, quien intenta por todos los medios liberarse. -¿Qué hacemos con ella?

-Fuera...- Susurra Azula, para la incomprensión de sus oficiales de seguridad.

-Disculpe, no pudimos oírla bien, Su Alteza.- Dice el líder de los Dai Li.

-La quiero fuera de Ciudad Capital... si se atreve a volver, matadla.- Ordena Azula.

-¡No, Azula, yo quiero ayudarte! ¡Y sé que tú también quieres mi ayuda!- Grita Iris a lo lejos, a la vez que es sacada a la fuerza del lugar.

Quedándose sola una vez más, Azula lleva sus dos manos a la cabeza, cerrando fuertemente sus ojos a la vez que gruñe en silencio y camina acercándose cada vez más al Trono. Una vez allí toma asiento en el gran sillón central, aflojando su postura mientras sigue sufriendo por dentro. Es ahí cuando recuerda su reciente visita a Torre Prisión, su reciente visita a su padre...

-¡No eres nadie sin mí! ¡Siempre has estado en mi sombra pues ahí es a donde perteneces! ¡No eres más que un arma, Azula, un objeto al que utilizan y abandonan como quieren! No tienes respeto por ti misma, y eso provoca que nadie te tenga respeto. Tus amigos, tu familia, ¡todos te dejan a un lado al ver lo desequilibrada que estás! ¡Ahora dime...! ¡¿Cómo piensas seguir adelante con el gobierno de la Nación del Fuego sin mí?! ¡Me necesitas, Azula, soy el único que puede ayudarte a salir de tu crisis mental, y mientras yo siga aquí encerrado, el sentimiento de culpa, el sentimiento de traición seguirá recorriendo tus venas, hasta el fin de los tiempos!

Aún no sabe bien por qué es que le permitió hablarle de ese modo. Con ella con el Trono para sí y él echado en una fría y sucia celda, claramente tenía una clara ventaja de poder, pero por alguna extraña razón no se dio el lujo de humillarlo o insultarlo. ¿Podía hacerlo? Sí, pero no fue a ello, fue a pedirle ayuda, ¿y cuál fue su respuesta? La más imbécil: "LIBÉRAME". En sus sueños iba a soltar a ese demente que, con o sin poderes, igual era un monstruo.

Últimamente ella no se sentía así. Dejó de verse como un monstruo, pero no logra evitar pensar que todos sus cercanos piensan eso de ella. Quizá si entregase el Trono, quizá si se lo devolviese a Zuko, su verdadero dueño... pero estaría sacrificando su sueño, ser ELLA la Reina. Y lo que más anhela es obtener todo lo que siempre deseó, para lo que se preparó durante años, para lo que entrenó, por lo que estudió y por lo que luchó. Pero ahora que ya era Señor del Fuego, siente que no es justo. No es justo que ella tenga el poder mientras las consecuencias afectan a todo su país y a todo el mundo... No supo bien en qué momento se puso en pie y comenzó a caminar, pero ya iba paseando por los pasillos del Palacio para cuando reaccionó.

-¿Qué estás haciendo, Azula?- Se pregunta, apoyando todo el peso de su cuerpo contra una de las paredes de aquel pasillo. De repente, un dolor de cabeza le invade...

-¡¿Qué pasa, Zuzu?! ¡¿No puedes ayudarla?!- Grita ella, desde lo alto de un monte.

-¡No! ¡Todo esto es mentira! ¡No eres real!- Grita él llevando sus manos a la cabeza.

-Zuko... Zuko, ¿por qué te pones así?- Esta vez, esa voz viene desde atrás.

Al voltearse, Zuko no puede creer lo que ve. Es Ur, está a pocos centímetros de él y apuntándole con unas espadas Dao. Cada vez se acerca más y le obliga a retroceder. Se acerca a un abismo...

-Ur... ¿por qué, Ur? Trabajamos juntos tantos años.- Solloza Zuko, sumamente apenado.

-Oh, pobre, pobre Zuzu... qué pena que hayas despertado tan tarde, ¡pues hoy mismo vuelves a dormir, pero esta vez para siempre!- Grita Ur, empujándolo al vacío.

-¡UR, TRAIDOR!- Grita Zuko, cuando entonces una luz le ciega...

-¡¡NO!!- Se grita a sí misma, despertando de esa visión tan... peculiar... tan desconocida... -No cedas, Azula... no te dejes llevar por tus emociones...- Susurra, cayendo de rodillas al suelo.

-¿Y por qué no podrías dejarte llevar por ellas?

Al voltearse, Azula ve a la mujer que tanto daño le ha ocasionado, o que ella cree que tanto daño le ha querido causar. Últimamente ha visto que ella le ama, entonces, ¿por qué no responderle de la misma forma? Ella siempre ha tenido razón, desde niña ha buscado protegerse tras una gran pared de miedo, generando terror, generando caos... si sólo se permitiese, amar...

-¡Y no olvides jamás quién eres! ¡Eres mi hija, eres MI arma! ¡Debes servir a tu Rey Fénix!

Esas palabras... esas "órdenes", a esas alturas ya no le servían, y no le importaban para nada. Cerrando sus ojos, Azula intenta decir algo, murmura algo, pero no se le entiende. Tras varios segundos, abre los ojos y eleva la vista, viendo que la mujer ya no está. ¿Por qué ya no está? Ahora que se está atreviendo a decirle tantas cosas a la cara, tantas cosas buenas...

-Perdóname, MADRE... PERDÓNAME...- Se repite una y otra vez a sí misma.

Por varios minutos más, Azula permanece allí, sólo hasta que es interrumpida y se ve obligada a limpiar sus lágrimas rápidamente, permaneciendo aún en el suelo.

-Majestad... un plebeyo ansía una audiencia con usted.- Le informa un Dai Li, presentándose en aquel pasillo en donde la mujer se encuentra echada contra la pared.

-¡¿Quién se atreve a irrumpir en Palacio sin una previa invitación?!- Exclama ella una vez accede a la sala de estar, en donde un joven de poca importancia está sentado en un sillón.

-¿Eminencia? Oh, me alegra mucho verle por fin en persona.- Le saluda el joven.

-Di tu nombre y el motivo de tu inesperada visita, joven.- Le ordena fríamente la mujer.

-Mi nombre es Hank, y tengo información muy valiosa sobre el paradero de su hermano...

-Mm... continúe...- Responde rápidamente Azula, sonriendo.

Sí que le vendría bien tenerle ubicado, para mantener incluso al Avatar a la raya...

~~~~~~~~~

Viendo como la hermosa y fuerte mujer se pone en pie, terminando de atar las coletas de su cabello, Aang le sonríe y posa sus labios en su mejilla.

-Gracias por hacer esto aun cuando sigues un poco débil... insistiría que te quedases a dormir, pero la situación de Zuko es, bueno... no te molestes pero, más importante.- Dice Aang.

-No te preocupes, lo sé bien, cariño.- Respondió ella acariciando su mano para después salir de la habitación en la que había pasado tres días encerrada, en cama.

-¿Vas al cuarto de Zuko? Te guiaré, no sabes cuál es.- Le dice Aang, a la vez que sale con ella.

La feliz pareja sale casi tomada de la mano y, llegando hasta una habitación casi en el otro extremo de los largos pasillos de aquel sitio subterráneo, tocan a la puerta cuando, al abrirla, ven que Sokka se encuentra acompañando a un muy inconsciente Zuko.

-¡Katara, deberías...!

Las palabras de preocupación de Sokka son interrumpidas cuando ve que Aang viene cargando una gran palangana llena de agua y, fijando sus ojos en su hermana, ve que ésta se encuentra lo suficientemente bien como para empezar a ayudar un poco. Fue de muy mala suerte que justo a ella le apuntasen los Arqueros Yuyan, y le diesen, lamentablemente.

-Hemos perdido mucho tiempo... espero Zuko despierte pronto.- Se lamenta Sokka.

-Veré cuáles son sus problemas.- Responde Katara, dando unos pasos hacia su amigo y elevando una pequeña masa de agua de toda la que ha cargado su novio hasta ahí.

Poco a poco, con movimientos delicados y lentos, Katara posiciona una pequeña porción de agua flotando sobre el cuerpo de Zuko y, a medida que baja, se concentra lo suficiente como para que nada salga mal. A pocos centímetros de que ésta toque la piel de Zuko, hace que dé vueltas en círculos para que comience a brillar, marcando así el inicio de la sesión de curación.

-Eh, Katara, no es por juzgar tu control ¿cierto?, pero... ¿Por qué haces tanto sin siquiera tocarle?

Ante la insistente y, a decir verdad, un poco estúpida pregunta de su hermano, Katara abre sus ojos y, en lo que continúa con los movimientos fija su mirada en éste.

-No sabes nada de Agua Control, ¿verdad? No necesariamente debo tocarlo... Hay diferentes ramas respecto a la curación, existe la curación donde resuelves problemas físicos, y la curación que va más con aspectos mentales. Y Zuko está atravesando una gran tormenta, interna...

-¿Qué quieres decir con eso?- Le pregunta el guerrero del sur, quien sigue muy perdido.

-Zuko no tiene ningún problema físico. Todos sus males han cesado con el descanso que ha tenido en los últimos días, pero el frío del Polo Norte ha invadido su mente lo suficiente como para afectarla. Siento cosas raras en él, como si tuviese alucinaciones y... visiones...

-¿Qué...? ¿Qué quieres decir con "visiones"? ¿Hablas de que ahora es un tipo de "vidente"?

-Mm, no lo sé, pero sin dudas ha experimentado escenas que aún no han llegado a su vida.

-¿Cómo cuáles?- Pregunta esta vez Aang.

-Ah, no tengo idea. No leo mentes.- Dice Katara seriamente. –Lo que sí tengo seguro es que no puedo ayudarle más de lo que ya lo he hecho... esta es SU pelea. Él debe sanarse...

-Y... ¿cuánto tiempo más tardará esta "sanación propia"? ¡Porque Azula sigue en el Trono y déjame decirte que eso es muy peligroso para el mundo!- Exclama Sokka, un poco alterado.

-¡Chicos, qué bueno que están aquí!- Exclama Ahmed, quien llega corriendo rápidamente.

-¿Ahmed, qué sucede?- Pregunta Aang, dejando la palangana un poco alejada.

-¡Se acerca una Aeronave Imperial!- Anuncia, sorprendiendo a los tres presentes atentos.

Tras recibir la noticia, Aang y Sokka salen junto a Ahmed, en lo que Katara se reúne con Toph y preparan todo en varios bolsos por si tuviesen que escapar. Entre todas estas preparaciones también se encuentra Zuko, a quien trasladan a una habitación más cercana a la salida de emergencia, del otro lado de la montaña. Una vez en superficie, Aang ve cómo el dirigible tiene intenciones de aterrizar, por lo que se prepara con su planeador para cualquier cosa...

-Aang, ¿crees que vengan en busca de pelea?- Pregunta Sokka, quien está muy preocupado.

-Si eso es lo que quieren... se las daré.- Responde con firmeza.

Finalmente el dirigible termina por aterrizar y, en cuanto la compuerta metálica baja los tres hombres se quedan boquiabiertos a ver quién baja. No es Azula, es alguien a quien no esperaban ver allí de ninguna forma posible. Y viene acompañado por otros dos Guardias Imperiales. Lleva la armadura de la Nación del Fuego y una desagradable sonrisa en el rostro.

-¡¿Hank?!- Reacciona Ahmed, molestándose al instante. -¡Pero...! ¡¿Qué crees que haces?!

-Le soy leal a mi país, y a mi Señor del Fuego.- Suelta sin ningún tipo de pena.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡No te habrás atrevido a decirle a...!

-¡¿A decirle qué a quién, Ahmed?! ¿Qué la pequeña e inútil "Resistencia" que tu patética persona sostiene se ubica aquí? Me temo que sí, mi Señor del Fuego está al tanto del paradero de su hermano.- Dice Hank con una sonrisa satisfactoria.

-¡¿Qué quieres aquí?! ¡¿Pelea?!- Le enfrenta Aang, apuntándole con su planeador.

-Oh, ¿pelea con usted, Avatar? No, pero sí traigo conmigo una petición de su Señor del Fuego.

-¡Azula no es mi Señor del Fuego! ¡Ella sólo es una usurpadora!- Grita Ahmed, enfadado.

-No es necesariamente dirigida a usted, ex General Imperial Ahmed. Sino más bien para el ya mencionado Avatar...- Devela Hank, para la sorpresa de los tres.

-¡¿Y qué es lo que quiere tu "Señor del Fuego"?!- Dice Aang, sin desarmar su posición.

-Mi Señor del Fuego manda a decir que está muy cansada de que el Avatar y sus aliados se paseen por territorios propiedad de la Nación del Fuego, por lo que, o les invita a retirarse por las buenas, o por las malas, A LA FUERZA.- Indica Hank, para sorpresa de los tres.

-¡¿Retirarnos?! ¡Tengo a Zuko conmigo, y él volverá a su lugar, en el Trono!- Responde Aang.

-Por supuesto que el Señor del Fuego Azula sabría que no dudarías en contestar con ello, por lo que ha pensado en una idea que favorecerá a una de las partes, bien salga favorecida de ésta.

-La cual es...- Se impacienta en saber el monje.

-AGNI KAI. USTED, AVATAR AANG, CONTRA LA SEÑOR DEL FUEGO AZULA.

Esta petición sorprende tanto a Aang como a los otros dos. ¡¿Agni Kai?! ¡Es un duelo entre dos Maestros Fuego! ¡¿Por qué Azula se atrevería a querer meterse en algo así?! ¡¿Y con el Avatar?! Sin dudas ha perdido el uso de razonamiento. Eso sólo indica una cosa: volvió a estar loca. Pero a pesar de llegar a pensar en eso, Aang duda por un momento si aceptar o no...

-Aang, ¿no estarás pensando en negarte, no?- Le cuestiona Sokka desde unos metros más atrás.

-¿A qué...? ¿A qué te refieres? ¿Dices que debo aceptar?- Le pregunta Aang, sorprendido.

-¡Pues obvio, Aang! Es la manera más sencilla de ganar esto, y de la forma más rápida.

-Sokka, entiende que yo no puedo...

-¡¿No puedes qué, Aang?! ¿Entrar en Estado Avatar y mandar esa loca a volar?- Le cuestiona él.

-En realidad, al ser un Agni Kai, el Avatar sólo podría utilizar Fuego Control. Ni Agua, Tierra o Aire Control, y mucho menos el tan famoso "Estado Avatar".- Informa Hank.

-¡De igual forma, Aang le dará una paliza!- Exclama Sokka, confiado de sí.

-¿Eso es un sí?- Duda Hank, sonriendo.

-Sokka, creo que deberíamos...

-¡Eso es un POR SUPUESTO QUE SÍ!- Exclama Sokka, sonriendo e interrumpiendo a Aang.

Pronto el dirigible imperial se marcha, y los tres vuelven al refugio, juntos. Reuniéndose con Toph y Katara, Aang y Sokka deciden que lo mejor será apartarse un poco de la habitación donde justo movieron a Zuko, con tal de no perturbarle con sus gritos, y es que ambas mujeres no podrían estar más en desacuerdo que, en realidad, tomó Sokka por su propia cuenta.

-¡Estás loco si piensas que Aang podrá contra esa fiera!- Exclama Katara, paranoica.

-¿Y qué tanto dices tú? Si tú pudiste contra ella, ¿por qué Aang, el Avatar, no?

-Ni siquiera conoces bien la historia. Ni siquiera pude vencerla, sólo la detuve, y me costó. Azula es un gran peligro, en ese momento estaba completamente desequilibrada y tenía sus poderes por las nubes. Imagínate ahora que ya no está tan loca como antes.

-Katara tiene razón. Aang podría darle pelea con todo su poder de Avatar, pero sólo con Fuego Control, lo dudo...- Dice Toph, quien se encuentra del otro lado de la habitación.

-¡Oh, vamos! Pongan un poco de fe del lado de Aang.- Dice Sokka, sorprendido por las reacciones de ambas mujeres. –Yo estoy seguro de que no sólo podrás contra ella, la derribarás al completo.

Eso último marca un antes y un después en todo lo que ha oído. Eso último le lleva a enfrentarse al guerrero del sur y, su cuñado, quien obviamente no está viendo la realidad de la situación.

-¡Tú estás loco si piensas que me atrevería a matar a Azula!- Grita Aang, molesto. –Ni siquiera me atreví a golpear más de lo necesario a su padre, ¡¿y quieres que a ella sí?! Aceptaré el Agni Kai pues creo que es una forma rápida en la que podemos resolver esto, pero no soy ningún súper prodigio en Fuego Control, y si ella me vence... lo aceptaré...- Dice esto último, dudando.

-¿Aceptarás qué, Aang? ¿Aceptarás que Azula tome el control completo del país?

-¡Eso es lo que tú no ves, Sokka! ¡Ella ya tiene todo el control! Esto claramente lo hace para deshacerse de nosotros...- Le apunta Katara, cruzándose de brazos.

-Ah, pues creo que le están metiendo mucho drama al asunto. Es mañana.- Dice Sokka.

-Pues iré a descansar.- Dice Aang.

-Yo voy.- Dice Toph. –Si hay que sacar a pies ligeros de ahí ante lo que sea, soy la indicada.

-Está bien. ¿Katara, tú vendrás?- Le pregunta su hermano, viéndole seriamente.

-No tengo ánimos de volver a chocarme con esa mujer... me quedaré aquí con Zuko y Momo.

-Bien, como quieras.- Le dice Sokka. –Vamos, chicos... mañana será un largo día.

Rápidamente Sokka, Toph y Aang se marchan de la sala, dejando a Katara sola. Cruzada de brazos y con el ceño fruncido, la maestra agua maldice en silencio que todo eso esté pasando. ¿Por qué Azula querría enfrentarse al Avatar así, repentinamente? Algo no cuadra... hay algo más detrás de esta sorpresiva "invitación", y piensa descubrirlo...


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-Nico-

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