Avatar. Siempre Juntos

Galing kay nicolasgodetti

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En lo que se van desarrollando como héroes y figuras mundiales, nuestros cinco protagonistas verán la vida pa... Higit pa

Introducción
Capítulo 1. Fin de la Fiesta, Parte 1 (Inicio del Libro 1: Loto Negro)
Capítulo 2. Fin de la Fiesta, Parte 2
Capítulo 3. Reflexiones
Capítulo 4. Firmeza y lealtad
Capítulo 5. Contención
Capítulo 6. Infiltrada
Capítulo 7. Máscara caída
Capítulo 8. Alianza rota
Capítulo 9. Fugitivo
Capítulo 10. Golpe de Estado, Parte 1
Capítulo 12. Conspiraciones
Capítulo 13. A su disposición...
Capítulo 14. Él no es el único...
Capítulo 15. Agni Kai
Capítulo 16. "Nos volveremos a ver..."
Capítulo 17. Los Cuatro Temerarios (Inicio del Libro 2: República Unida)
Capítulo 18. Jefa Beifong
Capítulo 19. Relación complicada
Capítulo 20. En dudas
Capítulo 21. La propuesta
Capítulo 22. Noche alocada
Capítulo 23. En el punto de mira
Capítulo 24. Atormentados
Capítulo 25. "Hasta pronto, Señor del Fuego"
Capítulo 26. Recuerdos de un gran día
Capítulo 27. "Juntos venceremos"
Capítulo 28. El enemigo está dentro
Capítulo 29. Testigos en peligro
Capítulo 30. Alta traición
Capítulo 31. Corrupción y discordia
Capítulo 32. República Unida de Naciones
Capítulo 33. La boda de Aang y Katara
Capítulo 34. Princesa Izumi
Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)
Capítulo 36. Nuevos habitantes en la Isla
Capítulo 37. ¿El primero de cuántos?
Capítulo 38. Padres primerizos
Capítulo 39. "En honor al Avatar Aang..."
Capítulo 40. Ruptura
Capítulo 41. Tiempos felices
Capítulo 42. Atentados a la Justicia
Capítulo 43. Tensión
Capítulo 44. Presionados
Capítulo 45. Amor y terror
Capítulo 46. Entre la espada y la pared
Capítulo 47. "Mi todo"
Capítulo 48. Técnica Prohibida
Capítulo 49. Corporación Col
Capítulo 50. Por segunda vez...
Capítulo 51. Más fuertes que nunca...
Capítulo 52. EL REY
Capítulo 53. Plenitud (Inicio del Libro 4: Orígenes)
Capítulo 54. Cicatrices
Capítulo 55. Amor es amor
Capítulo 56. Los hijos del Avatar
Capítulo 57. Cita "a ciegas"
Capítulo 58. Una nueva oportunidad
Capítulo 59. Un momento para recordar...
Capítulo 60. ALEGRÍA
Capítulo 61. Karith
Capítulo 62. "Ella es la mejor"
Capítulo 63. Mentiras y amores sin culpa
Capítulo 64. A un paso de...
Capítulo 65. La jugada de Yakone
Capítulo 66. El legado de los Sato
Capítulo 67. ¡Como roca!
Capítulo 68. Una Beifong más
Capítulo 69. Primeros verdaderos pasos (Inicio del Libro 5: Tío Sokka)
Capítulo 70. Futura Reina
Capítulo 71. Tío Sokka
Capítulo 72. "Nunca dejes de sonreír"
Capítulo 73. Heridas que no cicatrizan
Capítulo 74. Dejarse llevar...
Capítulo 75. Más juntos que nunca
Capítulo 76. Compañía Incondicional
Capítulo 77. Oogi
Capítulo 78. Tiempo juntos
Capítulo 79. Como una familia...
Capítulo 80. Reunión
Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)
Capítulo 82. Jefa Invicta
Capítulo 83. Familia Beifong
Capítulo 84. El Encuentro
Capítulo 85. Esperanza
Capítulo 86. Yakone
Capítulo 87. Concejal Sokka, Parte 1
Capítulo 88. Concejal Sokka, Parte 2
Capítulo 89. El Juicio a Yakone, Parte 1
Capítulo 90. El Juicio a Yakone, Parte 2
Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)
Capítulo 92. Hojas de Vid
Capítulo 93. Opuestos
Capítulo 94. Realeza
Capítulo 95. Sueño Cumplido
Capítulo 96. Sin rumbo fijo
Capítulo 97. El futuro se hace presente
Capítulo 98. Industrias Futuro
Capítulo 99. Internas Familiares
Capítulo 100. Traspaso de Poder
Capítulo 101. Los hijos de Aang y Katara
Capítulo 102. La odisea de Suyin
Capítulo 103. Jefe Sokka (Inicio del Libro 8: Despedidas)
Capítulo 104. Relación Tóxica
Capítulo 105. LEYENDA
Capítulo 106. Sentimiento Igualitario
Capítulo 107. Un amor de verdad
Capítulo 108. Larga vida a la Reina Mai
Capítulo 109. El llamado a la protección
Capítulo 110. Un último baile
Capítulo 111. SIEMPRE JUNTOS
Capítulo 112. Un motivo para seguir
Capítulo 113. Dolor en la belleza
Capítulo 114. GRACIAS
Capítulo 115. Descendientes
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2

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Galing kay nicolasgodetti

-Ha sido un Golpe de Estado...- Comenta el viejo Maestro Fuego.

Todos se callan al momento, ninguno puede creer lo que sucede.

-¿Dónde están Suki y las Guerreras Kyoshi?

-Ellas, la familia de Zuko y toda la servidumbre fueron evacuados en la madrugada. Zuko no quiso ponerlos en peligro, y prefirió alejarlos antes de que cayesen prisioneros como él.

-¿Dónde están Ahmed y Xavier?- Pregunta Aang.

-En la Resistencia, en las afueras de la ciudad. El plan es ir a por ayuda, volver y recuperar la ciudad. Con ustedes aquí, y todo este ataque imprevisto, tenemos más oportunidades de que, en unos días, todo vuelva a la normalidad.- Explica el buen señor.

-No, no... En unos días ya será demasiado tarde. Tenemos que recuperar Ciudad Capital antes de que este día acabe. Si la noticia corre por el mundo, sé de un Rey que podría preparar tropas para defender sus fronteras.- Dice Sokka, refiriéndose a Kuei.

-Exactamente, Sokka, necesitamos que Kuei haga eso.- Dice Aang.

-¿De qué hablas?- Pregunta el guerrero del sur, sorprendido.

-¿Crees que vamos a poder detener todo esto sólo nosotros?- Le cuestiona Aang.

-Pues yo creo que...- Comienza a decir Sokka, cuando es empujado hacia abajo.

-¡¡TODOS AL SUELO!!- Grita Toph, obligándoles a agacharse.

De repente una bola de fuego quiebra el muro de la mujer ciega, pasando por encima de sus cabezas y golpeando las grandes puertas de entrada al palacio. Aang se pone en pie...

-¡Debemos salir de aquí ahora!

Sería un engaño decir que Aang aceptó esta petición del viejo maestro fuego, sino más bien fue Katara quien le tomó del brazo y obligó a subir al bisonte. En lo que Appa ruge y evade bolas de fuego que disparan, Aang se queda viendo al Palacio, muy apenado por todo lo que está pasando. Personas como él debieron impedirlo, debió de haber actuado antes, haber reconocido a Ur como un traidor, y no irse cuando Zuko se lo ordenó. Él es el Avatar, no un súbdito al que puedas echar, tiene que demostrar respeto, o le pisarán...


~~~~~~~~~~~~


Lentamente abre sus ojos, muy confundido y con un gran dolor en la cabeza. Intentando ponerse en pie de estar acostado contra una pared sólo consigue sentarse, y es que sus dos brazos y piernas están sujetas al suelo por cortas y oxidadas cadenas metálicas. Mirando hacia todo su entorno ve que se encuentra en una celda bastante pequeña e incómoda.

A través de los barrotes de metal ve un pasillo conocido: es que lleva al sótano del Palacio. De repente una luz ciega su vista, obligándole a bajar la cabeza al no poder cubrirse los ojos. Una gigantesca puerta se abre, permitiendo el paso de un hombre que viene con una túnica anaranjada puesta con una banda de color bordo encima. Lleva su cabello blanco suelto y una medalla de oro en el pecho. Viene custodiado por dos Guardias Imperiales.

-Ur...- Susurra Zuko.

-Me alegra volver a verle, Señor del Fuego.- Dice Ur. –Qué pena que haya acabado así... Es lo que pasa con aquellas personas que dejar de seguir sus ideales, y se vuelven traidores.

-¡Tú has traicionado mi confianza! ¡Eres un ser despreciable!- Le grita Zuko.

-Le recuerdo que fue usted quien traicionó a su propia familia uniéndose al Avatar. La Guerra era la única forma en la que la Nación del Fuego demostraba la grandeza que poseía, ¡y usted se encargó de echar al país abajo y humillarnos mundialmente!- Grita Ur.

-¡¿Cómo te atreves a llamarme a mí traidor?! ¡No tienes vergüenza!

-No, quien no tiene vergüenza es usted, metiéndose con una pequeña de 19, cuando usted es un hombre de 34, y que está casado.- Le remarca Ur, enfadado.

-¡Eso no tiene nada que ver! ¡Y nunca me sobrepasé con ella!- Se defiende Zuko.

-¡Ella es mi nieta!- Grita Ur, sumamente enfadado. -¡Es la única familia que me queda!

-¡Pues para quererla tanto no lo demuestra! ¡¿O le recuerdo que la dejó tirada en prisión?!

-Oh, no se preocupe, eso es historia antigua... IIIRIIIIIIIS...- Llama Ur, para sorpresa del hombre quien, quedándose boquiabierto, ve cómo la joven campesina entra, avergonzada.

-¡Iris! ¡No, tú no!- Exclama Zuko, soltando lágrimas desde su ojo derecho. -¡No te metas en esto, no aceptes su juego!- Le pide, intentando acercarse.

-Iris es mi aliada, siempre lo ha sido, y el papel que tomó contigo ha sido de una dulce e inocente niña, pero ella llegó al Palacio con un solo propósito: matarte. Cuando tu amiga se enteró de sus planes no tuvo más remedio que noquearla y secuestrarla.- Explica Ur.

En medio de todo ello, Iris decide callar y bajar la mirada a la vez que llora, muy triste.

-¡No! ¡Tú me estás mintiendo! ¡Hay bondad en Iris, puedo sentirlo! ¡Iris, dilo! ¡Por favor!

-Creo... creo que... Creo que los prisioneros son mejores, callados, ¡ahora cierre la boca!- Le grita Iris, mirándole desafiante a pesar las lágrimas que caen por sus mejillas.

-Ya lo ves, ella es parte del Loto Negro.- Dice Ur, orgulloso de sí.

Zuko ve fijamente con sus ojos dorados a Iris, quien decide marcharse al instante. Ur le hace un par de señas a uno de los rebeldes que le acompaña, quien inmediatamente le da una fuerte patada en el estómago a Zuko, quien se había acercado mucho a los barrotes. El joven cae débil al suelo, retorciéndose del dolor.

-Será mejor que descanses... En unas horas llegará tu hermana, y te trasladaremos fuera.

-Azula... ella... no... ¿Ella vendrá?- Balbucea Zuko, agigantando los ojos.

-Sí. Según su última carta, está muy entusiasmada por verte en esta posición. En cuanto llegue le dejaré el Trono a su disposición, y me marcharé con mis nuevas Fuerzas Armadas a mi próximo destino. Sí, obtendré aquello que Ozai no pudo ganar: El Reino Tierra.

En ese momento Ur siente lo que se viene, por lo que toma sus dos bastones eléctricos, los cruza en forma de "X" y los coloca frente a sí. Al mismo tiempo Zuko expulsa desde las profundidades de su garganta un feroz, salvaje y descontrolado aliento de fuego. El ataque es tan fuerte que ni eso protege a Ur, ya que éste sale volando fuera de la habitación. El fuego calienta un poco los barrotes, por lo que cuando regresa, enfadado y les toca...

-¡¡¡AAAAHHHH!!! ¡Maldito ser del averno!- Grita, alejándose y saliendo corriendo del lugar.

Zuko suspira, muy cansado, tumbando todo su cuerpo sobre la espalda que tiene atrás. Viendo cómo vuelven a dejarle solo, la oscuridad vuelve a su celda y se queda solo, pensando en todo ello. La sola idea de dirigibles por sobre Ba Sing Se le aterra. Sabe bien que los Militares de la Nación no están en su mejor momento, y si van a la guerra serán vencidas. Kuei fue muy claro, y teme que éste reaccione de la peor forma...


~~~~~~~~~~~~


Tras haberse arreglado un poco tras el pequeño altercado que tuvo con su prisionero, Ur sale hacia los jardines frontales del Palacio y, en cuanto las grandes puertas se abren sale a las calles, las cuales han sido vaciadas de tantos tanques que estaban protegiendo la zona. Al mismo tiempo un dirigible desciende y, una vez la compuerta se abre, sonríe.

Desde las ventanas de las casas más cercanas, algunos civiles asustados asoman la mirada... No pueden creer lo que están viendo, pues envuelta en una larga túnica de color negro, encapuchada, viene ella, aquella mujer que tanto terror produce por donde va. En cuanto se quita la capucha se oyen gemidos de asombro y miedo, pero cuando los rebeldes se voltean, las ventanas están vacías. Se esconden, no quieren acabar como su Rey.

-Princesa Azula, bienvenida a Ciudad Capital.- Dice Ur, sonriendo maliciosamente.

-Primera vez en toda nuestra alianza que me llamas "Princesa", algo debes de querer.

-Entonces todo vuelve a estar bien. ¿Seguimos siendo aliados?

-Eso pregúntatelo a ti mismo.- Le retruca ella, sonriendo malévolamente.

Ambos lo saben bien, no son nada. Todo se rompió con aquella carta, pero fingen...

-¿Cómo supo que quiero algo?- Le pregunta Ur, cambiando de tema y mirándole fijamente.

-Puedo sentir cuando una persona se acerca a mí por gusto, o por necesidad.- Dice Azula.

-No es necesariamente una "necesidad", es más bien un pedido.- Le dice Ur.

-¿Ah sí? ¿Y qué clase de "pedido"?- Le pregunta ella, sonriendo.

-Un pedido, un favor, como prefieras llamarle... quiero que su lealtad prevalezca.

-¡¿Qué?!- Reacciona Azula, frunciendo el ceño.

-Quiero que nuestro trato siga en pie cuando todo esto acabe.- Le dice Ur, sonriendo. –Ya sabe, que en cuanto me vaya a reclamar el Reino Tierra en nombre de su padre, no haga de las suyas y me traicione.- Le explica brevemente, mirándole desafiante.

-¡Pero...! ¡¿Cómo osa acusarme de hacer algo así?! ¡Yo jamás...!

-Conozco su pasado con el señor Long Feng. No intente engañarme, PRINCESA...

-¡No permitiré que se dirija a su Señor del Fuego de esa forma!- Exclama ella, enfadada.

-Por favor, ¿cómo dice? No, para nada. No le hablaré más, si así lo desea Su Majestad.

-¡Sí! ¡Será mejor que te calles!- Exclama Azula, dirigiéndose al interior del Palacio.

-Ni se moleste en bajar, sólo se encuentra su hermano ahí. La Familia Real fue evacuada de la ciudad antes de nuestra llegada.- Dice Ur, riendo en voz baja.

-¡¿Qué quiere decir con eso?! ¡¿Ellos, escaparon?!- Pregunta ella, sorprendida.

-Sí, ya mandé tropas en su búsqueda. Si todo sale bien les encontrarán en menos de lo que canta un gallo.- Dice Ur, sonriendo.

-¡¿QUE TÚ QUÉ?! ¡¿Cómo te atreves a movilizar tropas sin mi autorización?! ¡Soy la Reina!

-Pero no estaba aquí cuando intenté preguntárselo, Majestad. Creo que he hecho bien en hacer ello, pues creo que toda la familia real, todas esas personas que le hicieron sufrir merecen el peor de los castigos, y creo que usted estará de acuerdo con ello.- Le juega él.

-Dígame Ur, ¿acaso tiene usted algún problema con la Familia Real?

-No, no, para nada.- Responde rápidamente, asustándose un poco. -¿Por qué lo dices?

-Sientes un inmenso repudio por Zuko, y siento que hay una gran desconformidad en ti con mi presencia. Si tienes algo que decir, hazlo ahora.- Le advierte ella, sonriendo.

Azula no sabe muy bien cómo, pero ha devuelto la balanza a su favor en ese juego...

-Bueno, es cierto que como parte del Loto Negro debo odiar a quienes odia el Águila.

-No, tu odio es diferente, es mucho más personal. Los quieres a todos fuera, ¿verdad?

-¿Cómo que fuera? ¿A qué te refieres con eso?- Dice Ur, poniéndose muy nervioso.

-Quieres ver a mi hermano, mi tío, mi madre, mi padre, todos en el foso. Ahora mi pregunta para ti es, ¿me quieres a mí junto a ellos?- Dice ella, muy segura de sí.

-No, no, no, Azula, yo jamás le traicionaría. Es parte del clan ahora.- Dice Ur, sonriendo.

-Puedo sentir cuando alguien miente, y lo estás haciendo. Y no me has negado para nada que los quieres en el foso, sólo has negado que yo esté en el grupo de víctimas.

-Por favor, Azula, yo sólo... sólo sigo los ideales del Loto Negro.

-No sudes, Ur, tus "fundamentos" se vuelven palabras sin sentido que se deshacen antes de llegar a mí.- Dice ella. –Al primer movimiento contra mi familia, me conocerás en verdad.

-¡¿Acaso les defenderías?!- Le grita Ur, en lo que Azula se dispone a marcharse.

Ella decide permanecer en silencio. Prefiere no responder a ello, le duele decir la verdad.

-¡Contesta! ¿Traicionarías al Loto Negro por volver con tu familia?

Ante el letal y claro silencio de Azula, que no muestra más que confusión, Ur sonríe.

-Te creía mucho más inteligente que eso... Ellos no te quieren, te repudian...

-¡¡No los conoces, no me conoces, no sabes nada de ellos!!

-Sé lo suficiente como para que mi odio sea eterno, y no descansaré hasta que todos estén en el foso, y sí, si hace falta, tú te irás con ellos.- Le advierte Ur. –No más tonterías...

Azula opta por entrar en el Palacio, en lo que Ur se queda fuera hablando con los guardias. En el sótano Zuko se sacude, agotado y sumamente cansado. No sabe del todo bien qué es lo que está pasando, pero es muy malo. Ur le ha tomado como prisionero, y se ha llevado consigo al Trono. No puede permitirlo, debe hacer algo para impedir que ese traidor pague por todos sus crímenes, pero desde ahí no podrá hacer mucho. Aang, sí, Aang debe volver.

-Hola...- Oye decir y, al elevar la mirada, se enfurece, casi gruñendo de la furia.

-¡¿Y tú qué haces aquí, descarada?! No tienes vergüenza alguna.- Le insulta Zuko.

Azula apoya sus dos manos en los barrotes metálicos, sintiéndolos a estos un poco tibios. Sonríe, viendo a su hermano mayor y peor enemigo encerrado, encadenado, sin libertad.

-Me gustaría decir que me siento muy bien al verte así, y no te mentiría.- Se burla ella.

-¡¿Qué quieres aquí?!- Le repudia él, mirándola con mucho odio cargado encima.

-A estas alturas ya debes de conocer mi posición en todo esto. Quizá no lo sabes, puesto que apenas sospechabas de Ur, pero para que te aclares, soy tu nuevo Señor del Fuego.

-¡¿Qué?! ¡No!- Grita Zuko, intentando ponerse en pie, siendo jalado por las cadenas.

-Las leyes hablan por sí mismas, Zuzu. Ante la ausencia del primogénito de Lord Ozai y Lady Ursa, el segundo heredero tendrá todos los derechos a tomar el Trono de la Nación en su poder por toda medida necesaria, incluso la fuerza. O sea que si nuestro odio tío se hubiese negado, no podría haber hecho nada.- Explica Azula, sonriendo malévolamente.

-¡Pero no puedes tomar el poder, yo sigo aquí! ¡Lo que han hecho es un Golpe de Estado! ¡No estoy de viaje, no estoy herido, no estoy muerto!- Grita Zuko, muy enfadado.

-Quizá no muerto ni herido, pero pronto estarás muy lejos de aquí. En cuanto afirme mi puesto como legítima Señor del Fuego ordenaré tu traslado fuera de Ciudad Capital. Te enviaré al lugar más alejado y congelado de todo el mundo, para que cada vez que tengas que expulsar un poco de tu débil aliento de fuego, recuerdes tu traición.- Le dice ella.

-¡Yo no soy un traidor! ¡Tú eres quién está traicionando con todos nuestros principios! ¡Todos los principios de lealtad que nuestros padres nos fijaron!- Vuelve a decirle él.

-Oh, ni te molestes en hablar, Zuzu, porque para decir tonterías, es mejor que no digas nada... Nuestros padres, ¿inculcándonos valores? Qué ridiculez.- Se burla ella.

-¡No hables así de ellos, Azula, no tienes derecho! Mi madre siempre me enseñó a tener compasión por el otro, a ser respetuoso, ¡a amar! ¡Cosa que a ti nunca te salió eso!

-¡Cuidado con cómo te diriges hacia mí, sucio campesino!- Le grita ella, fuera de sí.

-¡Yo me dirigiré a ti como yo quiera, no eres más que una traidora, sin alma!- Le repudia.

Azula enfrenta su mano izquierda al rostro de Zuko, quien lo esconde entre sus piernas, muy asustado por la ventajosa posición que ella posee ante él. Es verdad, no debería de intentar sobrepasarse, no tiene autoridad ni poder alguno sobre ella. Es su prisionero.

-¡Pronto vendrá el Avatar, y te sacará del poder a patadas!- Ríe Zuko, sonriéndole.

-¿El Avatar? Por favor... que haga todos los destrozos que quiera, que me ponga entre la espada y la pared, nunca conseguirá encontrarte, por lo cual no podrá sacarme del Trono.

-¡Azula, no te atrevas a hacerme desaparecer!- Exclama él, aterrado por la terrible decisión que esa loca mujer pueda llegar a tomar. -¡Vendrá un gran caos al mundo!

-¿Y crees que eso no podría llegar a gustarme? Una nueva guerra sería un increíble inicio para mi mandato.- Planifica Azula, tocando sus manos y acariciándolas diabólicamente.

-¡Azula! Por favor... no lo hagas...- Susurra, apenado. –No... tú no eres así. No lo permitirías. Te conozco mejor que nadie, y sé que... sé que hay bondad en ti.

-¡¿Qué...?! ¡¿Qué intentas decir con eso?!- Reacciona Azula, retrocediendo. -¡Si esa es tu nueva forma de llamarme débil, búscate otra manera, no caigo!- Exclama, enfadada.

-Mi propósito ahora mismo no es enfadarte, es ayudarte a encontrar el camino.

-JAJAJAJA, parece que estar tantos años junto a ese gordo amante del té te infectaron, Zuzu. Yo no tengo que encontrar ningún camino, tú tienes que volver al mío. Dime, ¿qué pasó con ese Zuko que me ayudó a vencer al Avatar y conquistar Ba Sing Se? Quizá tú creas que se "transformó" cuando se pasó de bando, pero ese ser, esa personalidad viene de sangre, y no te abandona por pasarte de grupo, ¿sabías? Es algo permanente...- Le asegura Azula.

-Hermana...

En ese momento algo se rompe dentro de Azula.

-¡No te atrevas a llamarme así! ¡Hace años dejamos de ser hermanos!- Le reclama ella.

-Azula, yo he cambiado, he encontrado MI verdadero camino, y no he seguido el que tú has intentado imponerme, o el que Ozai te ha impuesto a ti. No tienes que hacer caso a ese sujeto, él ya no tiene autoridad sobre ti. Sus restos vitales se arrastran en una sucia celda, tú tienes las armas para conseguir lo que quieres, y estar con quienes quieres: nosotros...

>>Te lo pido... Te lo suplico de rodillas, hermana... No dejes que este horrible linaje te siga envenenando, cambia, porque el cambio es posible. Yo lo aprendí, me costó, pero entendí que estábamos equivocados. Nuestro padre, abuelo y bisabuelo lo estaban, ellos no lograron llegar a entender bien qué significa ser grandes.

>>Ellos ensuciaron sus nombres con la guerra, con muertes, y con sufrimiento. ¡Con caos! ¡Y tú no puedes seguir con ese horrible linaje! No puedes, y no quieres. Busca en el interior de tu corazón, y allí es donde encontrarás la verdad absoluta. Eres diferente a Ozai, sé que eres como yo, como nuestra madre, como nuestro bisabuelo, el Avatar Roku.

>>Eres una mujer poderosa, única e inigualable, no dejes que se aprovechen de ti para su beneficio, y con ello hablo del Loto Negro. Ellos te están usando, Azula, Ur te manipula. Tú que eras la más estratega, la más inteligente, y te manipulan, ¡y no te das cuenta! Por favor, no permitas que Ur haga esto, no dejes que efectúe el Golpe completo. Detenlo...

Azula se queda completamente inmóvil, cuando entonces un oficial del Loto Negro entra con un tazón de arroz blanco. Mira a ambos hermanos, y deja el plato en el suelo. Al momento de irse, ella decide aprovechar la distracción de su hermano quien ve la sucia y maloliente cena que tendrá, y sale corriendo de allí, alejándose de todo el drama. Tras asegurarse que nadie la haya visto o seguido, se resguarda en una de las habitaciones de la segunda planta, en donde cae de rodillas al suelo y se permite llorar, totalmente quebrada.


~~~~~~~~~~~~


Apenas Appa aterriza el grupo conformado por Aang, Katara, Sokka, Toph, Momo, y Jeong-Jeong, corre por los pastizales de un valle cercano a Ciudad Capital, en donde se encuentran con dos hombres vestidos de granjeros vigilando los movimientos de una vaca.

-¡Maestro Jeong-Jeong!- Exclama uno de ellos, levantándose y acercándose.

-¿Le conoces?- Pregunta Aang al maestro fuego, completamente sorprendido.

-¿No me reconoce ninguno de vosotros?- Pregunta el joven de ojos dorados, sonriendo.

-Tu voz... ¡sí! ¡Tú debes ser Xavier!- Exclama Toph, cruzándose de brazos.

-Así es. Mano derecha del General Ahmed, a quien no deberíamos hacer esperar. Bajemos, antes de que algún espía pueda vernos...- Dice el sujeto de grandes músculos, en lo que es ayudado por su compañero a sacar unos arbustos y develar una pequeña cueva.

-De a uno.- Pide el compañero de Xavier, en lo que él es el primero en bajar, para guiar.

Poco a poco, y en forma de fila, todo el grupo desciende, a excepción de Katara y Aang, quienes se quedan unos minutos más afuera para poder camuflar bien a Appa bajo un árbol cercano, cubriéndolo de las suficientes lianas y todos los arbustos de los alrededores, simulando una especie de monte extraño. Momo decide quedarse con su viejo amigo y, tras esto, la feliz pareja baja, viendo que el compañero de Xavier ya ha vuelto a por ellos.

Una vez todos ya están bajo tierra, se infiltran hasta una red de túneles donde los muros, los suelos y los techos son de metal. Mientras caminan ven la perfección de los detalles, los grabados de las paredes, los cuales son dibujos de antiguos maestros fuego con dragones. Un dibujo llama especialmente la atención de Aang ya que, según se puede apreciar, se trata de un joven de cabello en puntas que parece estar realizando el baile del Dragón Danzarín, en compañía de un dragón que va imitando sus movimientos.

-Siempre creí que el Dragón Danzarín lo habían inventado... los dragones.- Comenta Aang.

-Oh, sí que fueron, pero desde su inconsciencia. Fue el Primer Avatar, nacido en la Nación del Fuego, quien aprendió a dominar el poder gracias a ellos.- Explica Jeong-Jeong.

-¿Dónde estamos Jeong-Jeong? Dudo que esto haya salido de forma repentina.- Dice Sokka.

-Este lugar fue utilizado por el Señor del Fuego Azulón como Cuartel General de Ataque y Defensa, y como búnker de seguridad. Veinticinco años después de la muerte de su padre, un grupo de Maestros Tierra intentaron matarle, sin éxito. Se resguardó aquí, desde donde envió tropas a una pequeña villa del Reino Tierra, de donde provenían estos invasores. Quemó y destruyó todo el pueblo, mató a todo ser vivo...- Relata Jeong-Jeong.

-Wow... Yo que creía que Azulón fue el menos violento de los tres Señores de la Guerra.- Dice Aang, sorprendido. Finalmente llegan a una pequeña sala que va a diferentes pasillos.

-Bueno, tenemos un par de habitaciones para los cuatro. No es mucho lujo, pero dudo que eso pueda importar en momentos como estos. Ahmed nos espera en la Sala de la Mesa de Piedra. Síganme...- Les guía Xavier, en lo que cruzan por un largo salón abierto.

Una vez cortan camino y atraviesan un gran salón, en donde se ven a los soldados heridos durante la invasión del Loto Negro que acabó con la caída del Señor del Fuego, todo el grupo llega a una gran sala de reuniones, con una gran mesa rectangular en donde todos se ubican de inmediato, a excepción de Aang quien, antes de tomar asiento, ve al General Ahmed salir desde un pequeño cuarto a su izquierdo, y dirigirse a un mapa del país que se encuentra colgado en el muro que tienen justo en frente, por sobre una Mesa de Piedra.

-Hola...- Saluda y, al voltearse hacia ellos, no logra ocultar su expresión de tristeza.

Aang le entiende de cierta forma, pues Ahmed era el encargado de la seguridad de Ciudad Capital, del Palacio, de Zuko. Debe sentirse tan mal, tan débil, tan... innecesario...

-El Loto Negro ha invadido Ciudad Capital, y han efectuado un Golpe de Estado.- Cuenta brevemente, apoyando su brazo de una de las dos columnas de la sala. –Zuko ha sido tomado como prisionero de su líder, el ex Primer Ministro Ur y, según dicen, nuevo Rey.

-No podemos permitir que Ur toque la Corona. Yo mismo iré a quitársela.- Se queja Aang.

-Creo que estamos ignorando que Ur no tiene legitimidad para reclamar el Trono.

Todos de repente se sorprenden y voltean, quedándose mudos al poder esclarecer de quien provino esa frase, viendo al ya anciano General Iroh en puertas.

-¡Pero...! ¿General Iroh? ¿Qué hace aún aquí, en la Nación del Fuego? Su sobrino fue muy claro, "sin paradas, antes de llegar a Ba Sing Se".- Repite Ahmed, sorprendido.

-No me he ido aún, y no pienso hacerlo.- Dice el anciano, riendo un poco.

-Por favor, al menos dígame que el resto sí se ha ido.- Pide Ahmed, avergonzado. –No me atrevería a ver a mi Reina a la cara, admitiendo que he fallado en la defensa de su hogar.

-No tienes de qué preocuparte.- Dice Mai. –Ya lo has dicho sin mi presencia.

-¡Majestad! ¡Yo... lo lamento mucho, en serio!- Exclama Ahmed, haciendo una reverencia.

-¡¿Todos están aquí?! ¿Ursa, Kiyi...?- Pregunta Katara, poniéndose en pie.

-No queríamos separarnos, y mucho menos querían irse sin mí cuando dije que prefería venir a ayudar, aunque sea verbalmente, en lugar de cruzar esos muros.- Dice Iroh.

-Pero, todos aquí están en peligro. NO. Deben irse, de inmediato. De momento el Golpe sólo ha afectado a Ciudad Capital, pero pronto Ur expandirá las tropas por todo el país. Zuko ya es prisionero, no permitiré que caigan todos ustedes también.- Dice Aang, en lo que ve por detrás a Ursa, Ikem y Suki.

-Por favor, estábamos en mitad de una importante reunión...- Les interrumpe Ahmed.

-De la que seremos parte.- Dice Iroh, haciendo que Suki entre y cerrando la puerta.

-Iroh, Suki y yo tenemos tanto derecho a estar aquí que todos ustedes. Y General Ahmed, en cuanto todo esto se acabe veré que hago contigo.- Le advierte Mai, mostrándose muy enfadada con el sujeto, quien se apena y ni se atreve a mirarla a los ojos.

Durante la siguiente hora, algunos como Xavier, Katara, Suki y Toph deciden abandonar la sala ante la inutilidad de su presencia allí. Si en una junta no podrás ni alzar la voz es mejor que ni estés, pues para ser voto positivo o negativo anónimo, mejor no seas nada. Finalmente todos terminan por salir de esa sala, con Iroh y Ahmed quedándose solos, reunidos en un rincón del lugar hablando en voz baja. Ahmed parece estar destrozado, su autoestima está por el suelo, pero el anciano le ayuda y le tranquiliza.

-Nos hemos organizado lo mejor que hemos podido.- Anuncia Aang, suspirando.

-¿Y bien?- Pregunta Ty Lee, acercándose en silla de ruedas, empujada por Ikem.

Todos se quedan un minuto analizando a la pobre acróbata, quien aún sigue muy débil tras su horrible estadía como secuestrada de Ur, y hace caso omiso a intentar caminar, aunque probablemente ya podría estar dando piruetas, emocionalmente, no está preparada.

-Todos ustedes, a excepción de Suki, en lugar de ir a Ba Sing Se marcharéis a un sitio muy seguro en donde se encontrarán con los primeros Acólitos del Aire. Hablo del Templo Aire del Oeste, ahí estarán seguros durante todo este difícil proceso.- Explica Aang.

-¿Y cómo es eso "todos, menos Suki"?- Les cuestiona la líder guerrera Kyoshi.

-Bueno... eso es algo que Sokka decidió, y...

-Oh, ¿y quién te crees tú para decidir sobre mí?- Le critica Suki, interrumpiendo a Aang.

-¡Eh! No pretendía eso, Suki, sólo que como eres del Equipo Avatar, ya sabes, y podrías ser de utilidad para encontrar a Zuko.- Se excusa Sokka, intentando calmar a su novia.

-¡Pues te equivocas! Yo iré con ellos. Yo y mis guerreras somos guardianas del Palacio, y de la Familia Real, por lo que iremos con ellos para servir como seguridad.- Dice Suki.

-¡Pero...!- Intenta quejarse Sokka, siendo detenido por Katara.

-Iroh nos estuvo contando la delicada situación que amerita que Ur tenga el Trono. Lo que dice es verdad, no tiene derecho legítimo a asumir como Rey, pero al estar conectado con el Loto Negro, tememos que... bueno, que venga una persona apta para el puesto.

-¿Hablas de algún líder anónimo del Loto Negro del que no tengamos idea?- Propone Toph.

-No... verán, la Nación del Fuego vive bajo un sistema monárquico absoluto. Sus reyes no son elegidos, ya que el título se pasa de padre a hijo, en un ciclo familiar arcaico. Ozai era el Rey, y tras su derrota su hijo Zuko tomó el Trono. Ahora, las leyes son claras al decir que, ante la ausencia de éste no cualquiera puede tomar el Trono, sino que debe ser el segundo heredero. En resumen, Azula puede ser la Nueva Señor del Fuego.- Dice Aang, apenado.

-¡¿Qué?!- Reacciona Katara. -¿Dices que...? ¿Azula podría estar cerca?

-Es claro lo que ella ha hecho. Ha usado a Ur para que éste dé el Golpe en su lugar, y ahora debe ya estar en Ciudad Capital tomando la Corona, con Ur como su Primer Ministro o algo así.- Se lamenta Aang, suspirando otra vez, ahora con menos ganas.

-¿Cuál es el plan?- Pregunta Toph.

-No importa si vamos a Ciudad Capital y les pateamos el trasero a Azula y Ur, ella tiene el "derecho divino de gobernar". A menos de que salvemos a Zuko, no hay nada que hacer.

-Eres el Avatar, deberías de poder detener a Azula, como lo hiciste con Ozai.- Dice Kiyi, quien se ha convertido en una jovencita muy atractiva, y una poderosa Maestro Fuego.

-No es tan sencillo, recuerden que no estamos en guerra, y el Avatar sirve como mediador mundial, y sólo puede impartir Justicia si es por el bien del mundo. Lo que suceda en una ciudad o nación, ese es problema de sus líderes quienes por algo tienen ese cargo.

Todos se quedan pensativos, en lo que algunos miran a Iroh, por lo que acaba de decir. Aang cierra sus ojos por un momento, en lo que sostiene con fuerza a Katara de la cadera. Elevando la vista, ve al frente, sabiendo bien cuál será su próximo movimiento...


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-Nico-

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