Avatar. Siempre Juntos

By nicolasgodetti

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En lo que se van desarrollando como héroes y figuras mundiales, nuestros cinco protagonistas verán la vida pa... More

Introducción
Capítulo 1. Fin de la Fiesta, Parte 1 (Inicio del Libro 1: Loto Negro)
Capítulo 2. Fin de la Fiesta, Parte 2
Capítulo 4. Firmeza y lealtad
Capítulo 5. Contención
Capítulo 6. Infiltrada
Capítulo 7. Máscara caída
Capítulo 8. Alianza rota
Capítulo 9. Fugitivo
Capítulo 10. Golpe de Estado, Parte 1
Capítulo 11. Golpe de Estado, Parte 2
Capítulo 12. Conspiraciones
Capítulo 13. A su disposición...
Capítulo 14. Él no es el único...
Capítulo 15. Agni Kai
Capítulo 16. "Nos volveremos a ver..."
Capítulo 17. Los Cuatro Temerarios (Inicio del Libro 2: República Unida)
Capítulo 18. Jefa Beifong
Capítulo 19. Relación complicada
Capítulo 20. En dudas
Capítulo 21. La propuesta
Capítulo 22. Noche alocada
Capítulo 23. En el punto de mira
Capítulo 24. Atormentados
Capítulo 25. "Hasta pronto, Señor del Fuego"
Capítulo 26. Recuerdos de un gran día
Capítulo 27. "Juntos venceremos"
Capítulo 28. El enemigo está dentro
Capítulo 29. Testigos en peligro
Capítulo 30. Alta traición
Capítulo 31. Corrupción y discordia
Capítulo 32. República Unida de Naciones
Capítulo 33. La boda de Aang y Katara
Capítulo 34. Princesa Izumi
Capítulo 35. Adiós a un grande... (Inicio del Libro 3: Crecimiento)
Capítulo 36. Nuevos habitantes en la Isla
Capítulo 37. ¿El primero de cuántos?
Capítulo 38. Padres primerizos
Capítulo 39. "En honor al Avatar Aang..."
Capítulo 40. Ruptura
Capítulo 41. Tiempos felices
Capítulo 42. Atentados a la Justicia
Capítulo 43. Tensión
Capítulo 44. Presionados
Capítulo 45. Amor y terror
Capítulo 46. Entre la espada y la pared
Capítulo 47. "Mi todo"
Capítulo 48. Técnica Prohibida
Capítulo 49. Corporación Col
Capítulo 50. Por segunda vez...
Capítulo 51. Más fuertes que nunca...
Capítulo 52. EL REY
Capítulo 53. Plenitud (Inicio del Libro 4: Orígenes)
Capítulo 54. Cicatrices
Capítulo 55. Amor es amor
Capítulo 56. Los hijos del Avatar
Capítulo 57. Cita "a ciegas"
Capítulo 58. Una nueva oportunidad
Capítulo 59. Un momento para recordar...
Capítulo 60. ALEGRÍA
Capítulo 61. Karith
Capítulo 62. "Ella es la mejor"
Capítulo 63. Mentiras y amores sin culpa
Capítulo 64. A un paso de...
Capítulo 65. La jugada de Yakone
Capítulo 66. El legado de los Sato
Capítulo 67. ¡Como roca!
Capítulo 68. Una Beifong más
Capítulo 69. Primeros verdaderos pasos (Inicio del Libro 5: Tío Sokka)
Capítulo 70. Futura Reina
Capítulo 71. Tío Sokka
Capítulo 72. "Nunca dejes de sonreír"
Capítulo 73. Heridas que no cicatrizan
Capítulo 74. Dejarse llevar...
Capítulo 75. Más juntos que nunca
Capítulo 76. Compañía Incondicional
Capítulo 77. Oogi
Capítulo 78. Tiempo juntos
Capítulo 79. Como una familia...
Capítulo 80. Reunión
Capítulo 81. Sometidos (Inicio del Libro 6: El Caso Yakone)
Capítulo 82. Jefa Invicta
Capítulo 83. Familia Beifong
Capítulo 84. El Encuentro
Capítulo 85. Esperanza
Capítulo 86. Yakone
Capítulo 87. Concejal Sokka, Parte 1
Capítulo 88. Concejal Sokka, Parte 2
Capítulo 89. El Juicio a Yakone, Parte 1
Capítulo 90. El Juicio a Yakone, Parte 2
Capítulo 91. Heredero (Inicio del Libro 7: El futuro)
Capítulo 92. Hojas de Vid
Capítulo 93. Opuestos
Capítulo 94. Realeza
Capítulo 95. Sueño Cumplido
Capítulo 96. Sin rumbo fijo
Capítulo 97. El futuro se hace presente
Capítulo 98. Industrias Futuro
Capítulo 99. Internas Familiares
Capítulo 100. Traspaso de Poder
Capítulo 101. Los hijos de Aang y Katara
Capítulo 102. La odisea de Suyin
Capítulo 103. Jefe Sokka (Inicio del Libro 8: Despedidas)
Capítulo 104. Relación Tóxica
Capítulo 105. LEYENDA
Capítulo 106. Sentimiento Igualitario
Capítulo 107. Un amor de verdad
Capítulo 108. Larga vida a la Reina Mai
Capítulo 109. El llamado a la protección
Capítulo 110. Un último baile
Capítulo 111. SIEMPRE JUNTOS
Capítulo 112. Un motivo para seguir
Capítulo 113. Dolor en la belleza
Capítulo 114. GRACIAS
Capítulo 115. Descendientes
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 3. Reflexiones

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By nicolasgodetti

El día anterior simplemente ha sido un desastre. Con toda la preparación que hubo por detrás y que llevó meses formar, Zuko jamás se imaginó que una fiesta acabaría con una invasión terrorista, el regreso de su hermana, y el casi "escape" de los líderes de su país. Eso para él era lo peor, no podía creer que había permitido que se fuesen así de rápido.

Tendría que haber alzado la voz, intentado explicar las cosas, pero no había nada que decir, no había cómo defenderse. Azula y esos rebeldes les habían tomado por sorpresa, y les habían jugado una mala pasada, pero Zuko no lo veía como una simple broma, lo que sucedió fue un ataque, todo un ataque muy bien organizado y pensado.

Los líderes... ah, esa es otra historia. No notó molestia por parte de los Jefes de las Tribus del Agua, y el Nuevo Rey de Omashu no parecía muy desanimado, pero Kuei. Kuei era su verdadero problema. El hombre incluso se detuvo para enfrentarle de cara, echarle en tal todos sus errores y, dicho sea de paso, rompió las relaciones economías con el país.

Ahora el Reino Tierra y la Nación del Fuego sólo compartían algo en común: Yu Dao. En parte agradecía que esta ciudad existiese, ya que esto forjó hace años que las naciones en el mundo se vean más conectadas y puedan negociar de una manera más sencilla, aunque los negocios a parte continuaron, y los que él mantenía con Kuei, anoche se rompieron.

No sólo acaba de perder dinero, lo cual ya es mucho para su país que está un tanto escaso de tal, sino que también siente que ha perdido la credibilidad ante el resto del mundo. Y no es para menos, ¡pues atacaron el Palacio Real! Su hogar, su casa. Zuko invitó a los líderes mundiales, ¡sí, mundiales! A estar tras las puertas de su casa, y no supo protegerlos.

En ningún momento debió apartarse e irse con Aang. En ningún momento debió siquiera pensar que Azula ya se rendiría tras aquel cruce que tuvieron hace dos años, pero estaba equivocado. Estaba equivocado en todo lo que había hecho. Le había fallado a su Nación y, por consecuente, a sus amigos y su familia.

Eso era lo peor, ¿cómo miraría a su madre? Él le prometió que nunca jamás le haría enfrentarse a Azula, y en cierta parte no sucedió, pues Ursa se adentró en el Palacio apenas pudo evitando chocar miradas con su propia hija, pero no puede dejar de sentir que lo ha hecho mal. Ha fallado, ¡y ha cometido un inmenso error!

Un error que no pasará desapercibido por nadie, y su primer obstáculo es el Congreso. Sí, hace aproximadamente cuatro años un grupo de ancianos, entre los que destacaban los Sabios del Fuego, se unieron formando lo que llamaron Primera Junta. Un nombre extraño para lo que Zuko pensaba que harían, pero que tenía, para ellos, su significado.

Esta "Primera Junta" se ocupó de debatir sobre los problemas económicos y políticos por los cuales la Nación del Fuego, aquella súper potencia mundial que durante tantos años se había visto en la cima de los Imperios más estables, estaba atravesando.

Y no eran pocos, a decir verdad. Desde que tuvo ese enfrentamiento con los Kemurikage en donde supo que su "líder espíritu" no era nadie más ni nadie menos que su hermano, Zuko ya no podía dormir. El sólo pensar que lo que le dijo ella ese día en el cementerio de la Familia Real era verdad le estremecía.

¿Realmente él era una marioneta de Azula? ¿Ella era la verdadera Señor del Fuego, en lugar de él? No lo supo hasta que comenzó a cometer un error tras otro, y este grupo de viejos decidieron crear un puesto político que ayudase a la Corona a dirigir al país, ya que según las "estadísticas" estaríamos en la quiebre en un par de años más.

Fue ahí cuando Ur, un hombre de unos sesenta años se apareció, cargando en su espalda con más de diez títulos universitarios y mucha experiencia en el ámbito político. Trabajó con Ozai y fue aprendiz de Azulón. No era un General o un Comandante, él tenía un cargo mayor que dejaba a todos impactados al oírlo: era un Ministro.

Así fue como el grupo de viejos lo posicionó junto al joven e inexperto Monarca y le tituló como "Primer Ministro de la Nación", un cargo para nada tonto y que traía muchas responsabilidades. Al principio Zuko no creía que este nuevo cargo pudiese ayudarlo, pero poco a poco Ur comenzó a subir de nivel, su habla y su accionar hicieron cambios drásticos en el sistema político de la Nación del Fuego, y esto, por supuesto, maravilló a los ancianos.

Estos viejos no tardaron en llamar a Ur, quien se había ganado el respeto y la confianza de toda una Nación y, a decir verdad, también la admiración por parte de su Rey. En la reunión que mantuvieron con Ur le explicaron muchas cosas, y entre todas ellas no se olvidaron de echarme mucha basura a mí y a mi nombre.

Ur, para ese entonces, era como un gran amigo para mí y me contó todo con lujo de detalles. Muy enfadado por todo lo que esos viejos patanes se habían atrevido a decir sobre Su Soberano no tardó en ir a enfrentarlos, pero para entonces recibió una no muy agradable noticia: estos viejos inútiles habían formado una Organización de Justicia Mayor, se habían autodenominado "Congreso Nacional".

Sus ideas eran plantar leyes constitucionales en la Nación del Fuego, con tal de que el Señor del Fuego en funciones no tuviese Poder Absoluto y así poder dirigir mejor a un país que estaba casi en lo profundo de un abismo, sólo que Ur logró salvar el hundimiento del barco, y es por eso que Zuko siempre le agradecerá. Él evitó que llegasen a los extremos de bajarlo del poder a la fuerza. Se moriría si algo así ocurriese, sería su fin.

Un poco reacio a la idea, Zuko terminó por aceptar el nuevo cargo del Primer Ministro. Lo veía bien para que le ayude, sea un concejero, ya que su tío no podría estar siempre con él respecto a la distancia, y también sería una mano derecha. Pero hay algo que Zuko jamás, pero JAMÁS iba a aceptar, y que toda su familia, e incluso Aang le negaron: que esos viejos tengan igual o incluso más poder. El quitar la Monarquía Absoluta no era una opción.

Para su sorpresa, aquel día que fue a presentar su negación a esto tuvo un apoyo que dejó a muchos sorprendidos y a muchos otros molestos. Fue Ur, su mano derecha, quien se negó también a que se quitase la Monarquía Absoluta de la Nación del Fuego por una Constitucional, diciendo que ya nada sería igual, y que la figura del Señor del Fuego pasaría a ser una simple marioneta, tal y como se convirtió Kuei en el juguete de Long Feng.

Ur se negó a que le quitasen el poder a Zuko, por lo que aceptó que su cargo de Primer Ministro fuese un cargo fantasioso, parte de un Sistema Político Irreal dentro de la Nación. Era un poco tonto que un hombre tuviese un cargo que en realidad no existía, pero Zuko no quería ni que Ur tuviese poder igual a él, pero tampoco quería quitarle autoridad. Ur le había ayudado durante ya seis meses a reestablecer el equilibrio en el país y de ningún modo iba a perderlo. Fue así como el cargo de Primer Ministro continuó existiendo.

Y respecto a lo que se había llamado "Congreso Nacional", esa idea fue rápidamente desechada por lo que, hasta la actualidad, sigue siendo la máxima autoridad del país: el Señor del Fuego. El Congreso no iba a poder imponer leyes ni obligaciones a Su Majestad, ni mucho menos al Pueblo, el cual en parte estaba dividido.

Esa era otra cuestión. Los civiles. Había dos grandes grupos que se habían formado tras toda esa revuelta. Por un lado estaba el Grupo Democrático, el cual ya no quería vivir bajo la supuesta "tiranía" de un Señor del Fuego, Rey, o como quieras llamarlo. Querían leyes que les protegiesen de caer en el Ejército en caso de guerra o en prisión por desertar.

No querían más el sistema arcaico que permaneció hasta Ozai, querían algo innovador, querían que la Nación del Fuego se convirtiese en Yu Dao: una metrópolis libre en donde maestros y no maestros de todo el mundo pudiesen vivir juntos en paz y armonía, siguiendo aquello que creían verdadero: la libertad, y la Justicia.

Y por otro lado se encontraba el Grupo Tradicional, el cual era casi un 80 % de toda la población de la Nación del Fuego. Ellos querían seguir viviendo como lo habían hecho hasta el Fin de la Guerra. No querían que sus vidas tuviesen giros inesperados y que los distintos sectores bajo, medio y alto se viesen involucrados y cruzados. La nobleza no iba a compartir sus riquezas y los sectores pobres, a la vez, tampoco sus territorios.

Era una guerra civil no firmada y que, sin embargo, duró poco más de dos semanas. Harto de que su gente se quejase tanto Zuko aceptó, en cierto modo, que el Congreso siguiese adelante, sólo que con una condición: NO TENDRÍAN PODER ALGUNO. El Congreso serviría como una ayuda al Rey, sería un grupo de no más de treinta Ministros y Ministras que se reuniesen con él un par de veces por semana. Ellos le alcanzarían propuestas por parte del Pueblo y Zuko vería, junto a Ur, qué era lo correcto.

Y para gran sorpresa de Zuko ésta propuesta se aceptó. El Congreso Nacional de Justicia terminó de unificarse meses después, y para entonces Ur ya llevaba todo un año junto al Señor del Fuego como su más noble y leal servidor. Y así como pasó un año, pasaron otros tres, hasta la actualidad... aquella actualidad que Zuko tanto odiaba.

No sólo estaban los problemas de la noche anterior, los conflictos con los rebeldes, con ese pequeño 20 % que querían democracia, no cesaban de ninguna forma. Los rebeldes parecían ser miles, y parecían ser miles de guerreros que intentaban sabotear todas las acciones del Señor del Fuego. Claro, hasta que Zuko decidió dejar de enviar estas acciones.

Fue ahí cuando todo cambió, y no fue hace más de un año que Zuko retiró sus esfuerzos por el que todo su país se unificara, de cierta forma aceptó esta grieta que cada vez crecía más y más bajo sus pies y dividió a su gente en dos sectores: nobleza, y pobreza. Ya no vería tonos de grises, ahora era blanco y negro, no había sectores medios, ni compasión.

Zuko envió fuerzas mayores a actuar a los epicentros donde los principales grupos rebeldes se asentaban y atacó sin piedad. Decenas murieron, pero docenas sobrevivieron y, desde entonces, Zuko siente que él mismo ha creado un grupo terrorista que lo viene atormentando, no sólo desde hace un año, sino desde que comenzó a gobernar. Y es que a estos rebeldes/terroristas, también se le sumó esa estúpida "Sociedad Nueva Ozai", que tenían los mismos objetivos que estos nuevos enemigos: derrocarlo.

Jamás pensó que algo así sucedería. Jamás creyó posible que sus enemigos iban a unirse contra él, pero fue entonces cuando se dio cuenta de que sus enemigos eran su propia gente. Los civiles eran sus propios enemigos y, como Rey, eso no era nada bueno. Los ataques, los atentados y los "accidentes" fueron creciendo, y el más duro sin dudas ha sido el de anoche en el que no sólo ha visto su nombre manchado ante el resto del mundo, sino en el que se ha dado cuenta de que Azula, la peor de las villanas, es quien les dirige.

Eso es lo peor. Azula es su enemiga, sí, pero es su hermana también. Jamás pensó que ella iba a unirse a este horrible grupo, no la veía capaz. Creyó que con esto de los "Kemurikage" su obsesión con él había acabado, pero no era así, y eso lo llevaba a pensar nuevamente en lo que su hermana le dijo: él es una marioneta, él es el Rey que ella nunca pudo ser.

Eso le atormentaba día tras día. La sola idea de que Azula siempre le ha manipulado le hace pensar lo peor: quizá él sí se está convirtiendo en quien ella debió ser. Él no trae la guerra a su país, ni tampoco al mundo. Él no discute o se pelea con el Avatar, es más, es su mejor amigo y gran hermano del alma, pero de alguna u otra forma, él es malo.

-Está en tus genes...- Oye decir, volteándose rápidamente.

No, no hay nadie. Sólo son aquellas voces en su cabeza, esas mismas voces que durante años invadieron a su hermana, y que ahora han decidido atacarle a él. Esas voces que, de alguna u otra forma le dicen la verdad. Le dicen la más pura de las verdades.

Quizá él no busca el mal para su gente, para su mundo, para sus amigos o para su familia, pero sí que busca el mal para sí mismo. Sí que busca estar en desacuerdo consigo mismo. Esta crisis ya la vivió, pero aquella vez fue muy diferente. Cuando aún su padre estaba en el poder su gran indecisión era saber si pertenecía del lado de los buenos, o de los malos.

En cierto momento se equivocó y pensó que era malo con el mundo, pero luego se dio cuenta de que su verdadero papel era enseñarle Fuego Control a Aang para hacer un bien mayor en el mundo, aunque él jamás logró hacer un bien para sí mismo, ni siquiera encontrando a su madre, ni siquiera enfrentándose a su padre...

Nada de eso servía, pues él sabía qué es lo que le devolvería la paz. Enfrentarse a Azula. Su hermana, su enemiga, y su peor villana desde que tenía memoria. Esa sería una buena forma de intentar sanar, sería una buena forma de buscar un poco de paz en su mente. Y lo intentaría. No sabía cómo, ni cuándo, pero lo intentaría, y resolvería sus conflictos.

Ya no quería que su familia siguiese así de destruida, de colapsada. Era el momento, era su oportunidad de oro de resolver todo y poner fin a la disputa familiar que tuvo con Azula durante tantos años. Pero de momento podía hacer algo para cooperar en un reencuentro estable: aceptar que era malo consigo mismo, aceptar que era un monstruo. Tras todo, no había heredado los genes de Roku, o de Ursa. En él corría la sangre de Sozin...


Ya habían pasado varias horas desde el amanecer. Había despertado, duchado, luego desayunado, hecho algunos calentamientos en Fuego Control y ahora tocaba almorzar. Para cuando él entra en el comedor la ve llena por todos sus amigos, excepto Iroh y Sokka, a quienes no ha visto en toda la mañana. Tomando su lugar en la punta, saluda a todos.

De alguna u otra forma sigue habiendo un ambiente de tensión en el lugar. No todos parecen muy animados, aunque Toph y Aang parecen estar muy sumidos en una gran charla de quién es mejor lanzando rocas, y ese tipo de cosas. Típicas de Maestros Tierra. Katara, por su lado, se dispone a comer y cruzar un par de comentarios con Mai. Ni Suki ni Ty Lee están presentes, ellas almuerzan en la cocina, en el sector más apartado.

-Mi tío, mi madre y yo iremos al Congreso en un par de horas, ¿vienes Aang?

-Mm, de acuerdo. Ya quiero conocer a ese "grupo de ancianos ineptos".- Ríe el monje.

Todos se le quedan mirando asombrados.

-Jeje... lo siento, sólo imitaba a Zuko en sus cartas.- Se disculpa Aang, avergonzado.

-No te preocupes. Avalo que son unos viejos hipócritas buenos para nada.

-Cariño...- Le susurra Mai, acariciando su mano pacientemente.

-Bueno, no voy a mentirles.- Responde rápidamente Zuko, ganándose una mirada llena de odio por parte de su amada, quien se desinteresa al instante y continúa su almuerzo.

-Buenas tardes a todos.- Saluda Iroh, entrando en el comedor junto a Sokka.

-Miren quiénes por fin aparecen.- Dice Katara recibiendo a Sokka a su lado.

-Tío, ¿en dónde han estado? Los buscamos y nos preocupamos.

-Oh tranquila, todo está bien. Sólo fue un paseo nocturno.- Le dice Iroh a la Reina.

-¿Me contarás a dónde fueron?- Le cuestiona Katara a su hermano. Ella es como su madre.

-Luego.- Dice Sokka, suspirando mientras come un poco. Le hará bien tras tanto llorar...

Una vez el almuerzo ha terminado, Aang, Zuko, Ursa e Iroh se han despedido y han ido al hall principal del Palacio, en donde la Procesión Real ya les esperaba. Abrigándose bien, puesto que a pesar de ser verano ese día hay una gran tormenta, salen fuera.

-Uh, esto parece el Polo Norte.- Comenta Aang, guardando sus manos en sus bolsillos.

-Vamos. El carruaje nos espera.- Dice Zuko, cubriéndose con su capucha.

-Mm sí, mejor. No sacaré a Appa con este temporal...- Dice Aang, temblando un poco.

Avanzando hasta las grandes puertas de la Residencia Real, los cuatro suben a un carruaje impulsado por rinocerontes de komodo, los cuales a su vez son montados por más y más Maestros Imperiales. El movimiento parece incluso casi militar, y el monje no para de mirar por la ventanilla asombrado por la enorme cantidad de seguridad.

-Zuko, ¿mm, esperas un ataque?- Pregunta Aang, poniéndose pálido.

-Para nada.- Dice él, riendo. –Aunque con Azula ahí fuera, uno nunca sabe.- Añade, esta vez plantándose firme y serio en su lugar. Parece que hablar de ella le pone mal al instante.

Aang dirige su mirada por un momento a Iroh, quien sólo sonríe hacia su dirección. Parece como si quisiese decirle algo con la mirada y, tras mucho esfuerzo, el joven Avatar de 22 logra comprenderle. Zuko está muy alterado y estresado, y no es para menos...

El trayecto continúa un poco más y, finalmente, cuando parece que están por abandonar la Ciudad Capital se detienen frente a lo que parece ser un Banco. Es un edificio blanco con los tejados rojos gigantesco, tiene dos torres frontales y tiene una estatua de un dragón en la fachada. Aang recuerda al instante a Ran y Shaw.

-¡Mira, Zuko, se parecen a los dragones de...!- En ese momento calla al ver cómo un Guardia se queda atónito. –Mm, a los dragones de... las historias antiguas de la Nación del Fuego.- Logra reparar lo que podría haber sido un desastre.

-Sí, cierto. Muy parecidos.- Dice Zuko secamente entrando rápidamente al edificio a causa de la pequeña llovizna que comienza lentamente.

En cuanto entran a aquel edificio, Aang se queda un tanto boquiabierto observando que es mucho más grande de lo que se ve por fuera. Acercándose a un pequeño palco ve que sigue y sigue de forma subterránea, en donde se ha levantado un gigantesco salón ovalado que se encuentra repleto de gradas, escritorios y sillones ocupados por muchas personas.

-Zuko, ¿estos son...?- Pregunta Aang, viendo la insignia de la Nación del Fuego en lo alto de la pared principal. Debajo de tal hay un gran sillón central y un poco elevado al resto.

-Sí... los hipócritas buenos para nada.- Ríe Zuko.

-Su Majestad, me alegra verle firme y sonriente el día de hoy. Siempre admiré su fuerza.

-Buenas tardes, Ur. Mm, trajimos a Aang, creo que es importante que él oiga todo.

-¿Seguro? Porque ayer usted no estaba muy convencido de eso en su despacho.

Mirando por un momento a su mejor amigo, Zuko duda en qué responder. Es cierto que se molestó mucho por la presencia del monje. Lo que menos quiere es que Aang se acerque a sus problemas en la política, pero eso va más allá de eso, son problemas personales, y cree que Aang, como su mejor amigo y casi hermano, debe estar cerca para ayudarle.

-Confía en mí. Lo tengo todo bajo control.- Se limita a decir el joven Rey de 26 años.

Mientras Zuko, Ursa y Ur descienden por unas escaleras de caracol hacia el gran salón ovalado, Aang e Iroh suben a un palco cercano a los lugares centrales y permanecen ahí. Como el Avatar y el líder de la Orden del Loto Blanco su papel en esa reunión no es más que figurativo. Han ido a escuchar, no a hablar.

Colocándose en la cabecera de todo el recinto, el Señor del Fuego saluda a todos los que se acercan con una pequeña sonrisa. Exactamente como Ur le dijo antes, le alegra verlo feliz, y supongo que debe de transmitir un poco de seguridad, en especial ahora, más que nunca. A su derecha se ubica su madre, quien alguna vez fue Princesa y casi Reina, de no ser por el exilio que sufrió en manos de Ozai. Ella cumple un papel fundamental, es la madre del Rey y se preocupa mucho por el bienestar de su hijo y de toda la Nación. Del otro lado va Ur...

Pronto todo el lugar se llena de ancianos y otros no tan ancianos que ocupan sus lugares en las gradas. Por último un anciano vestido con grandes túnicas marrones ingresa siendo escoltado, tomando asiento en un sillón justo frente a Zuko. Aang e Iroh se miran entre sí un poco preocupados, pero se tranquilizan apenas suenan las campanas de inicio.

-Iniciamos una nueva sesión del Congreso Nacional, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación del Fuego, esta vez con la presencia de Su Majestad.- Anuncia un portavoz interno.

-¡Larga vida al Señor del Fuego Zuko!- Exclaman todos, produciendo eco en el lugar.

-El día de hoy le acompaña Su Majestad, la Princesa Ursa.

-¡Larga vida a la Princesa Ursa!- Vuelven a gritar todos, haciendo que Aang se sorprenda.

-¿Siempre hacen esto?- Le susurra el monje a Iroh, quien ríe un poco.

-Jeje, sí. Es una forma un tanto rara de que se demuestre la eterna lealtad a la Familia Real.

-Y por supuesto la presencia del Primer Ministro de la Nación, Ur.

Pero esta vez es diferente, nadie dice o hace nada. Reina el silencio.

-Muy bien, comenzaremos. Se prepara para hablar el Juez Mayor.- Anuncia el vocero.

-Primero que nada, es un honor recibir a dos miembros más de la Familia Real en este día. Princesa Ursa, Príncipe Iroh, gracias.- Alude a ambos. –Y también me he llevado una grata sorpresa al sentir la presencia del Avatar.- Añade, refiriéndose al joven presente.

-¡Larga vida al Avatar Aang!- Gritan, a lo que Aang responde con una sonrisa nerviosa.

-Yendo a lo nuestro, el día de ayer se cometió un gran delito en nuestra amada e idolatrada Ciudad Capital. El terrorismo tomó partido y protagonismo de un festín organizado por el Palacio Real, indicándonos que no todo está bien y que el peligro sigue vigente incluso con la Guerra finalizada hace ya una década.- Dice seria, lenta y fríamente.

>>Este imprevisto ataque fue comandado por quien sigue siendo nuestra Princesa. Azula. Más allá de todos sus crímenes cometidos durante la guerra y en los tiempos posteriores a ella, no podemos negar que es hermana de Su Majestad y, por lo tanto, siempre contará con nuestro respeto. Ella tiene tanta autoridad como la Princesa Ursa, no lo olviden.

>>Es por eso que tener a Azula de enemiga no es lo correcto. Si en algún momento el Señor del Fuego Zuko y sus cercanos se ven imposibilitados a acceder al Trono, tendremos que aceptar que ella debe venir y gobernar. El Derecho Divino no se le puede revocar, y es por eso que desde hoy nuestra principal misión será lograr una alianza con su persona.

-¿En... en serio?- Pregunta Zuko, sonriendo un poco ante lo último dicho.

-A pesar de ser Enemiga del Estado, su hermana es parte de la Familia Real de la Nación, y tal como usted lo pidió hace cuatro años, ésta tendrá siempre el poder. Nuestra lealtad debe ser a todos sus miembros, incluyendo al Ex Rey Fénix. No me malinterprete nadie. No somos leales a sus acciones, somos leales a sus posiciones.- Dice el anciano.

-¡La Familia Real ha causado un gran destrozo mundial! ¡¿Y ustedes quieren ser aliados de quienes fueron los causantes de tal destrucción?!- Se oye decir.

Cuando todos se voltean, ven a un muy enfadado Avatar asomarse por los barandales del palco en el que se encuentra. Está mirando a todos con gran odio mientras Iroh, quien está a su lado, intenta de alguna forma lograr calmarlo, pero no lo conseguirá, y lo sabe.

-Avatar Aang, le pediré por favor que se mantenga en su sitio. Usted ha venido a escuchar...

-¡No puedo quedarme simplemente sentado oyendo tales barbaridades! ¡La Nación del Fuego siempre se ha involucrado en cada conflicto del mundo, teniendo un papel malvado! ¡Sus líderes han conspirado contra la paz, y contra el balance, y Azula ha sido uno de esos líderes que ha sembrado el horror en el mundo!- Grita Aang, hecho una bestia.

-Aang, no sabes lo que dices... mi hermana puede cambiar, podemos hacer que cambie. Tú lo que debes hacer es apoyarnos en esta iniciativa de que ella se redima.

-¡De ninguna forma apoyaré un movimiento que conste de traer de nuevo a un monstruo! ¡Azula es malvada, corre por su sangre la idea de matar, y ahora están incitando a Zuko a actuar de la misma forma que ella, y que su padre!- Sentencia el monje firmemente.

-¡Por supuesto que no! ¡No te permito que hables de esa forma de mi familia!- Le grita el Rey, sorprendiendo a todos los presentes. ¿Acaso están... discutiendo?

-No seré parte de este movimiento conspirativo que busca traer desequilibrio. Hoy más que nunca me posiciono como el Avatar que soy. Azula y el Loto Negro quiere traer el mal a la Nación del Fuego, quieren que su Monarca se vea involucrado. Nunca conseguirán que Azula se alíe a Zuko, no obstante sí lograrán que Zuko se alíe a Azula.

-¡Eso es tremenda tontería! ¡Me conoces bien, y sabes que no soy malvado! ¡Sí, la sangre de mis antepasados corre por mis venas! ¡Sí, soy hijo de Ozai! ¡Pero en los últimos años te he ayudado a traer armonía al mundo inclusive fundando una nueva Nación! ¡No puedes venir y declararme malvado con todo lo que he hecho por el bien!- Grita Zuko, dolido.

-Avatar Aang, insistimos en que no es favorable tener a una Princesa en nuestra contra. Puede traernos problemas en el futuro. Si algo malo le sucediese a Zuko, ella...

-¡Eso es exactamente lo que ustedes NO deben decirle! Azula siempre ha buscado eliminar a su hermano para posicionarse en el Trono, y de no lograrlo busca controlar su mente para dirigirlo como a una marioneta.- Responde Aang, y Zuko asiente, de cierta forma.

-¡Suficiente! ¡Avatar Aang, le niego la palabra en esta reunión! ¡Tome asiento o retírese!

-¡¿Qué?! ¡Usted no tiene autoridad sobre mí para ordenarme nada!- Exclama Aang al viejo Juez Mayor, quien ya se ha puesto en pie e incluso le ha indicado la salida.

-Él no... pero yo sí.- Dice Zuko, frunciendo el ceño.

-¿Vas a echarme por no apoyar una idea que traerá de nuevo guerra?- Le cuestiona Aang mirándole. Se ve que él quiere que responda que no es así... pero... siempre hay un pero...

-No te echaré. Sólo te pido que, por favor, no te entrometas demasiado. Sé lo que hago...

Y ahí dice una vez más esa frase, la misma que le dijo a Mai cuando ella le cuestionó si era bueno llevar al Avatar de 22 años a esa reunión. Zuko no sabe si es bueno o no que Aang se meta tanto, después de todo él es quien decide si darle una oportunidad a su hermana. Sólo quiere ver hasta dónde llega a entrometerse, aunque no sabe si en algún momento sería del todo acertado detenerle. Aang es el Avatar, eso no lo debe olvidar jamás.

-No juegues con él.- Oye decir por su derecha, y al instante ve que se trata de su madre.

-¿Mm? ¿Qué?- Susurra Zuko, mientras observa cómo Aang finalmente vuelve a su asiento.

-Lo que estás haciendo está mal. Sólo quieres usarlo, y jugar con él. Pues te diré una cosa: no será bueno en el futuro. Aang es tu mejor amigo, pero ante todo es el Avatar.

-Y yo soy su mejor amigo, pero ante todo soy el Señor del Fuego.- Ríe Zuko.

Ursa sólo se mantiene firme en su lugar. No ha hablado mucho durante la reunión, incluso a pesar de que se ha mencionado a su primera hija y se ha debatido sobre una posible alianza con ella. Zuko tampoco ha pedido su opinión, y no es de esas mujeres en meterse en una conversación en la cual no ha sido llamada, ella mantiene un perfil bajo.

-El ataque de anoche fue comandado por la Princesa Azula, no obstante los enmascarados que la seguían eran rebeldes, miembros de una organización terrorista, única en el mundo, autodenominada "Loto Negro". Ministro Ur, le concedo la palabra.

-Como ordene, Su Señoría.- Responde Ur, tomando unos papeles de su mesa y poniéndose en pie. Alejándose del estrado da unos pasos hasta el centro del salón... -Buenas tardes a todos. Bueno, me gustaría comenzar mi discurso yendo al grano, aunque en casa preparé cuatro hojas para irme por las ramas, sé que el tema en cuestión es lo que sucedió anoche.

>>Todos me conocen desde hace cuatro años. Todos aquí saben que le tengo un profundo respeto a nuestro Rey, que soy su amigo e inclusive su confidente en temas personales, pero ese tipo de lazos humanos no puede evitar que lo diga todo el día de hoy. Porque hoy no estoy aquí para defender al Señor del Fuego Zuko como si fuese su abogado.

>>Hoy estoy aquí porque quiero traeros la verdad, para que de una vez por todas se haga Justicia en nuestro país y podamos vivir en la paz que nos merecemos. Como todos ya saben anoche se realizó una fiesta, en conmemoración del aniversario número diez desde el fin de la Gran Guerra. Nuestra nación no fue la excepción, pues cuando todo acabó países como el Reino Tierra se encargaron de hacernos llegar el sentimiento de culpa.

>>Anoche el Señor del Fuego Zuko vio esa fiesta como una oportunidad de limpiar el nombre de nuestro país, y su nombre, ante el resto del mundo. Y les juro que estuvimos a punto de lograrlo, pero siempre hay oscuridad acechando. Porque anoche la rebeldía se mostró en su máxima expresión, con un atentado del terrorismo.

>>Debemos pensar también que nuestro soberano ha vivido por muchos males en los últimos años, entre ellos el más destacable es que su peor enemiga es su propia hermana. ¿Cómo se sentirían ustedes si tuviesen que ir y atrapar a su propia hermana? Encerrarla en un calabozo y dejarla ahí hasta el último de sus días. Yo les diré, muy mal, de seguro...

>>Ahora bien, refiriéndome a lo que sucedió anoche, les puedo asegurar que en el Señor del Fuego van a encontrar un hombre de buena fe que busca la mejoría del país. ¿O acaso creen que todo este golpe fue planeado para el derrumbe de la Nación? El atentado de anoche nos negó los próximos tratados a firmar con el Reino Tierra en el año siguiente.

>>Su Señoría, le pido paciencia y clemencia, porque le prometo que vamos a ir tras Azula, tras el Loto Negro, ¡y caerán uno por uno! La Nación del Fuego demostrará el poder que lleva consigo, y será reconocida ante el mundo por su honor y su grandeza. Le aseguro Juez Mayor que no se arrepentirá, todo está bajo control.- Finaliza Ur, volviendo a su lugar.

-30 días...- Anuncia el anciano, poniéndose en pie.

-Pan comido.- Murmura Ur para Zuko, quien es el único en llegar a oírle.

-Desde hoy, serán 30 días para realizar la captura definitiva, o la alianza con el enemigo. No quiero ninguna falla, Su Majestad. Estamos hablando del futuro del país.

-No las habrá. Lo prometo.- Dice Zuko sonriendo y poniéndose en pie.

Una vez la mayoría de los congresistas ya se han levantado y marchado de aquel gran salón, Ur junta sus papeles y guarda todo en su maletín. Ursa, por su lado, acaricia por el hombro a su hijo y se marcha con una sonrisa a reunirse con Iroh. Aang, un poco indeciso, se acerca al gran estrado, mirando a Zuko con la mirada perdida en el suelo.

-Zuko, ¿te encuentras bien?- Le pregunta Aang apoyándose un poco en el alto escritorio.

-Lo que él necesita es descansar. No le moleste.- Le dice Ur con el ceño fruncido.

-No, déjalo... estoy bien, Aang.- Dice Zuko rápidamente, despertando de su "trance". –Ur, tú y yo hablaremos mañana. No me han gustado los susurros indirectos que me has dicho cuando estaba, en plena discusión con Aang.- Le explica el joven de la cicatriz, apenado. La sola idea de pensar que están discutiendo igual que de jóvenes le avergüenza.

-Sólo le aconsejaba cómo responder para que no quede en ridículo. ¡No es nada de malo!

-Lo es cuando me pones en contra de mis amigos...- Le enfrenta Zuko ferozmente.

-En la política no hay amigos.- Le remarca Ur entrecerrando los ojos.

-En la mía sí.- Contesta otra vez Zuko, cerrando sus puños sumamente enfadado.

Mientras tanto, Iroh, Ursa y Aang se quedan inmóviles viendo lo que acaba de pasar. ¿Acaso Zuko ha discutido y se ha enfrentado de cara a Ur, su Primer Ministro? Eso no se ve todos los días, y su madre lo sabe mejor que nadie. Zuko jamás se atrevió a cuestionar una decisión de Ur, hasta ahora claro... es como si algo hubiese despertado en su interior.

Y Zuko sabía muy bien qué es lo que era. Todo lo que había pasado ese día, y en la noche anterior le habían afectado de cierta forma, su mente había sido invadida por muchos pensamientos variados que traían consigo muchas problemáticas personales de nuevo. El regreso de Azula, la constante lucha entre el bien y el mal en su interior.

El sólo pensar en que podría lograr una alianza con ella le da esperanza. Su objetivo nunca fue capturarla, nunca fue encerrarla. Recordaba bien lo dicho por aquel antiguo Profesor del Reino Tierra. "Una familia es una pequeña Nación y, por lo tanto, una Nación es una gran familia. Al tratar a su familia con dignidad, aprende a tratar a su Nación con dignidad", y no las olvidaría jamás, pues marcaron un antes y un después.

Lo único que sabe a ciencia cierta es que todo lo sucedido en apenas esas últimas horas le han dado para pensar verdaderamente en todo lo que está pasando. El cómo está su familia, el cómo está él y el cómo está la Nación que gobierna hace ya una década.

Muchas cosas han cambiado, y le cuesta admitir que una de ellas ha sido él mismo, en especial nota que su trato con sus amigos ha cambiado mucho. Sí, la confianza siempre está presente, pero a medida que todos crecen se va dando cuenta de que todos toman sus "posiciones" en el mundo, ya sea como héroes o líderes, y Aang es un líder, al igual que él.

Antes del fin de la Guerra nunca pensó que podría realmente ser aliado del Avatar y llevar al mundo a un futuro de gran paz, pero ahora es su mejor amigo y gran confidente. Es una cosa estupenda, pero a la vez es algo terrible. No es del todo bueno que sea tan cercano a Aang, en especial cuando él intenta ser igual de cercano a él.

Todo lo sucedido ha hecho que Aang se acerque aún más a las problemáticas por las que la Nación del Fuego está atravesando, y teme que en un futuro no muy lejano él intente ayudar en todo lo posible. No se ve capaz de detenerle y decirle "no, son mis problemas, yo los solucionaré, no te metas". No puedes decirle "no te metas" al Avatar, ¡pues es el Avatar!

Sabe muy bien que el deber de Aang es ayudar, pero de alguna u otra forma Zuko siente que no necesita de su ayuda. Él cree en sí mismo, algo muy raro pero creíble a día de hoy, y piensa que él solo podrá combatir contra su hermana y contra el Loto Negro. Sólo necesita tiempo para rever todo lo que ha sucedido, calmarse, y sacar conclusiones.

En los últimos tiempos ha meditado o, bueno, lo ha intentado. Realmente no es muy bueno para eso, se desconcentra apenas una mosca pasa a su lado, pero la intención es la que cuenta, según dicen... Sólo tiene una cosa clara, y es que pensar se le da bien. Reflexionar, tomar cierta problemática e intentar solucionarla es lo que más ama, y cree que eso es algo ideal para un Señor del Fuego, enfrentarse a los conflictos y resolverlos.

Ahora, todos sus pensamientos se centran en Azula, su hermana. ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Comerá, dormirá cómodamente? Es una Princesa, duda que esté bajo un puente muriéndose de frío y hambre, debe tener todo muy bien cubierto, pero aun así la angustia sigue ahí. Es la pequeña de la familia, o al menos él así la ha comenzado a ver últimamente, y le alegra poder pensar libremente en que pronto podría incluso darle un abrazo...


...


|| No olviden votar para más, nos vemos pronto con un nuevo capítulo ||

-Nico-

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