S T R A N G E © [Parte 1 y Pa...

By Alexdigomas

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¿Qué harías si una noche encuentras a un chico semi desnudo y cubierto de sangre en tu patio? ¿Qué harías si... More

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Hello Stranger (?)
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Epílogo
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STRANGE - SEGUNDA PARTE
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Resumen de la historia
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56 - Parte 1
56 - Parte 2
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Explicación
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By Alexdigomas

A veces los muertos pueden regresar...


MACK. (Continuación de lo sucedido en el capítulo 14 y 14.5).

Creo que era cierto lo que Nolan decía:

A Ax y a mí nos encantaba encontrar momentos íntimos para tocarnos y experimentar como dos jóvenes hormonales a pesar de todo el caos que nos rodeara.

Pero ya era hora de que ambos volviéramos a enfrentar todos esos problemas.

Y pues sí que tendríamos uno grande.

Porque antes de ponernos a hacer cosas indebidas en esa habitación y en esa camilla, yo le había pedido a Ax que intentara desbloquear el recuerdo bloqueado de mi mente, ya que Gesher y Teodorus con todos sus químicos y técnicas habían fallado.

Pero aún sentados en la camilla, uno frente a otro (claro, ya vestidos) Ax me explicó que la única forma de entrar a mi mente era usando una habilidad mental.

Él podía manejar cada uno de los poderes de todos los individuos de STRANGE, pero solo si los tenía cerca y además los controlaba. De modo que no iba a lograr meterse en mis recuerdos si él no recurría al individuo que tenía la capacidad de manipular mentes.

¿Y quién era esa?

La chica número dos.

Ax también me contó (en la rara forma que Ax tenía de contar cosas) que ella no quería que él la manipulara.

Al parecer, mientras estuvieron buscando a los demás individuos, ambos habían tenido una discusión o algo así sobre que él no debía hacer eso si no era para protegerlos.

Por lo cual íbamos al punto de:

—Si la controlas, aunque ella esté dormida en este momento, lo va a saber, ¿no? —le había preguntado yo.

—Sí.

—Y va a enojarse, ¿no?

—Mucho. —Ax había asentido.

Luego su cara había adquirido una inusual expresión de agobio, como preocupado e indeciso al mismo tiempo.

Siendo honesta, me extrañó un poco, porque Ax no solía tener mucho que contar, pero en ese instante pareció que no sabía si seguir guardándose algo o no.

¿Y qué podía guardarse Ax? Es decir, su vida no era muy social ni muy amplia.

Entorné los ojos.

—¿Quieres decir algo más? —le pregunté con la sospecha de que aún había algo de lo que hablar.

—Quiero... —dudó, rascándose la nuca— explicar algo, pero, ¿cómo?

Claro, a veces tenía sus momentos en los que se comunicaba bastante, pero era obvio que hablar fluido siempre sería un problema para él.

—¿Qué tal si dices palabras y yo trato de unirlas para comprenderte? —propuse.

Ax aceptó.

Primero pensó un momento, en busca de las palabras en su mente.

Todavía se me hacía tierno cómo se esforzaba en formular las frases. Miraba el vacío y movía los labios como si estuviera haciendo una selección muda de palabras para recordar sus conceptos, y si alguna no le servía, pasaba a otra hasta que esa era la correcta y la pronunciaba en voz alta.

Su dualidad era impresionante. Durante un momento podía ser tierno e inexperto, y un momento después podía ser un atractivo hombre en jeans capaz de invocar un caótico poder oscuro.

—Ella... —Ax volvió a pensar y a considerar la oración—. Tiene mucha rabia.

—Okey, la chica está muy enojada —conecté—. ¿Por qué?

—No lo sé. —Ax alzó los hombros—. Eso... no lo sé.

—¿Puede ser porque la usaste para venir a verme cuando estaba con Dan? Me dijiste que le molestó bastante que hicieras eso sin permiso.

Ax negó con la cabeza. En ese instante, el ambiente adquirió un aire serio.

—Más. Hay algo... más.

Por su tono, que indicaba que ese era el punto que lo agobiaba, solo consideré una posibilidad:

—Algo... ¿malo?

—Oculto.

—La mayoría de las cosas ocultas son malas —le aclaré.

Ax suspiró. Desvió la mirada y apretó los labios, ¿tal vez molesto porque debía expresar lo que pensaba?

—Cuando usé sus poderes para venir a verte... fue como si... unos muros... —Se complicó un poco al seguir esa explicación y no le salieron más palabras a pesar de que se esforzó por formarlas, así que al final lo resumió con una que tal vez lo explicaba muy bien—: Secreto.

Le di sentido para ayudarlo.

—¿Sentiste que ella puso muros para ocultar algo en su mente? —pregunté como una opción—. ¿Algún secreto?

Ax asintió, serio.

—Creo que no quiere que... vea algo. Por eso se enfadó cuando yo entré, porque estando ahí... supe que algo estaba mal. Pero no lo noté antes. No sé... por qué.

Eso lo entendí tan rápido que me causó una mala sensación.

—Entonces, siempre sentiste confianza hacia ella hasta que entraste a su mente y al salir de ahí te diste cuenta de que está escondiendo algo —repetí como un resumen para que él lo confirmara—. Y fue incluso más extraño para ti porque ella se enojó mucho por haber estado en su mente, como si eso pusiera en riesgo lo que esconde.

—Sí.

—¿Lo que esconde podría ser... el recuerdo que está bloqueado en mi mente? —planteé, ya intrigada—. Ella debe saberlo también. Tal vez tampoco quiere que tú lo veas, pero eso es tan raro, están en el mismo lado...

—No lo sé, pero ella le dijo... a Vyd... que Godric quería... convertirla en número uno. Eso... ¿Por qué?

Ahí me dejó tan atónita que hice silencio por un momento mientras lo procesaba.

—¿Mi padre estuvo trabajando para hacerla a ella la número uno? —repetí.

Ax asintió.

—Okey, Ax, eso es una revelación enorme —añadí, pasmada—. Lo sabes, ¿no? Podría significar que ella no está de acuerdo con su número y con su poder.

Pero la intención de mi padre no pareció ser el gran problema para Ax.

—Ella debería respetar cada lugar —dijo él con cierta preocupación—. Todos lo hacemos. Ninguno... debería desear el poder de los otros.

Fue claro que lo frustraba no comprender por qué ella quería esa posición, el por qué ella tenía el deseo de robar el lugar.

Además tuve la impresión de que intentar entender esas razones lo llevaba a pensar lo mismo que yo estaba pensando en ese momento:

¿Esto significaba que la chica número dos era mala?

O mejor dicho: ¿estaba en nuestra contra? ¿Teníamos que cuidarnos de ella?

—Puedo sentir que... —agregó Ax durante mi silencio pensativo—... ella quiere matar.

—A Mantis y a todos los que les hicieron daño, lo sé, eso ha sido obvio desde que la sacaste del laboratorio de mi padre. —Pero me atreví a preguntar algo que no habíamos considerado antes—: ¿O su rabia es por los humanos en general?

Ax quiso dar una respuesta, pero tras unos segundos frunció las cejas, medio disgustado.

—¡No lo sé! —Fue lo que dijo, confundido y molesto por esa misma confusión—. ¡No entiendo!

Lo peor era que yo tampoco, porque no saber qué pasaba con la chica número dos generaba una gran incertidumbre hacia el futuro.

Es decir, sí, se veía malhumorada y no parecía que yo le agradara demasiado, pero de ahí a que no estuviera de nuestro lado...

También me confundí mucho. Y me asusté un poco.

—No podría ser malvada —quise considerar—. Es decir, ella nos dijo lo de la cueva que puede ayudarlos a ustedes a entender su lugar. Y es considerable que odie a los humanos por todo lo que les hicieron cuando eran niños, así que, ¿podría haber alguna otra explicación por la que ella quiere tu lugar?

Ax mantuvo la vista en el suelo. Vi sus labios y su mandíbula muy tensos. La situación también lo enojaba, por lo que no me daría una respuesta.

De todas maneras, yo captaba el punto de su molestia: que ella quisiera el lugar de número uno podía considerarse una traición...

¿Era posible que los traicionara?

—De acuerdo, entonces que la controles para poder entrar a mi mente y romper el bloqueo es algo peligroso en este momento —dije, evaluando todas las perspectivas—. Y si descubrimos qué pasa en ese recuerdo bloqueado, también podría ser algo peligroso porque ella podría enojarse y hacer algo impredecible. Pero al mismo tiempo necesitamos saberlo porque podría ser una respuesta. Entonces, ¿no deberíamos hacerlo?

A pesar de su repentina molestia, Ax asintió como si no hubiera más remedio.

—Creo que... hay que hacerlo —dijo, medio frustrado—. Trataré de desbloquear el recuerdo. Y... entraré a su mente también.

—Porque podrías estar equivocado, ¿no? —Quise ser optimista—. Quizás ella no oculta nada y percibiste mal porque estaba enojada...

Ax apretó los labios. Sus ojos de diferente color lucieron enfadados pero determinados.

—Solo debo saber qué está pasando.

Deseé con fuerza que no fuera nada tan malo.

¿Pero al parecer no teníamos esa suerte?

—Bien —lo apoyé—. Vayamos a la sala en donde me pusieron las inyecciones.

Porque la verdad era que sin esa inyección sería difícil para mí acceder a ese recuerdo de mi padre en la cocina años atrás. Tal vez era por el bloqueo, pero si yo estaba consciente, evocar las imágenes que lo conformaban era muy complicado. Lo veía borroso y vago, como si se escondiera a propósito de mí.

Así que me bajé de la camilla para que nos pusiéramos en marcha.

Solo que me di cuenta de que Ax no hizo lo mismo. Por el contrario se quedó sentado, mirando con las cejas un poco fruncidas y sin parpadear hacia la puerta de entrada.

Me hizo mirarlo con extrañeza porque percibí su mirada muy ausente, como si de repente se perdiera en un lugar muy lejano a la realidad.

Algo parecido a una disociación.

—¿Qué pasa? —También observé la puerta por si me estaba perdiendo algo.

Ax incluso tardó unos segundos en responder, y cuando lo hizo la voz le sonó tan vacía que estuve segura de que algo así no había pasado antes:

—¿En dónde?

—¿Eh? —Quedé muy confundida—. ¿Quieres decir a dónde vamos?

Como si alguien hubiera chasqueado los dedos, Ax salió de su ausencia y pasó a mirarme, ya pestañeando.

Los dos quedamos como: wtf?

Pero muy rápido él endureció su expresión.

—Vamos —dijo con su voz habitual.

Salió de la camilla y avanzó hacia la puerta sin yo saber qué demonios había sucedido.

Pero no había tiempo para profundizar en nada, por lo que dejé para después el preguntar qué había sido eso.

Okey, no teníamos nada para desbloquear la puerta desde adentro, pero lo bueno de tener un novio sobrenatural no es solamente que puede romper un cristal entero para llegar a ti o que puede recuperarse en pocos minutos y follarte varias veces.

Sino que también puede abrir cualquier puerta con sus propias manos.

Le costó, pero había recuperado bastante energía y tenía más de su fuerza.

Por cierto, gracias al cielo que esa enorme sala tenía un baño, porque después de haber hecho... todo lo que habíamos hecho durante un par de horas, ambos habíamos quedado desastrosos.

Ejem... sobre todo yo.

Pero ya no había ningún extraño fluido sobre mí. Estábamos limpios, recién bañados y listos.

Ax logró hacer un espacio entre las dos puertas para que pudiéramos salir. Avanzamos por el mismo pasillo por el que me había traído Teodorus, y luego subimos las escalerillas.

La sala en donde solían inyectarme estaba cerca, por lo que fuimos cuidadosos al abrir la puerta.

Tal vez en algún momento nos verían desde una de las cámaras, pero había que tomar el riesgo.

Retomamos el pasillo en el que el padre de Nolan me había detenido para hacer el desvío. Después seguimos el siguiente pasillo hasta que, al fondo, vimos las puertas hacia la sala.

Ax y yo entramos. Estaba vacía. En el centro se ubicaba la camilla, rodeada por los muros transparentes pero muy resistentes que habían instalado para contener la inexplicable descarga de energía que salía de mí cuando trataban de hurgar en ese recuerdo en específico.

Me acerqué a uno de los estantes y vi las inyecciones guardadas en sus pequeños contenedores transparentes. Tomé una.

Una mala sensación me abordó mientras la sostenía. También miedo y enojo, porque la odiaba, esa era la verdad.

No habían pasado muchos días, pero cada minuto bajo su efecto había sido horrible y doloroso. Se había sentido como si me martillaran el cráneo para intentar penetrar en mi cerebro.

Desesperante. Drenante.

Tal vez por eso me quedé paralizada durante un instante mirando la inyección, incapaz de girarme para hacer lo que debía.

Hasta me temblaron un poco los dedos y sentí mi piel fría...

Aunque la frialdad no duró mucho porque súbitamente la cálida mano de Ax se deslizó por encima de la mía. Entrelazó mis dedos con los suyos. Pero en especial, me miró como si supiera que las emociones estaban revueltas en mi interior, y que por eso estaba dándome su apoyo.

Me sorprendió durante unos segundos, pero al ser consciente de esa intención, lo adoré.

Adoré su mano más grande y algo áspera. Su mano poderosa, pero en ese momento, gentil.

Y me conmovió. Me conmovió comprender que de verdad se preocupaba por mí. Me conmovió confirmar que cada vez su parte humana y su empatía crecían.

—¿Estás... segura? —me preguntó de pronto. Sus ojos heterocromáticos esperaron por mi respuesta.

Vi la camilla. Por mi mente pasaron trozos de recuerdos en los que gritaba que se detuvieran, en los que intentaba sacudirme pero no podía moverme. La sensación de estar atrapada en un ataúd, ahogada, prisionera.

Luego volví a mirar a Ax.

Sí, estaba asustada, pero le había prometido que no dejaría que lo llevaran a la oscuridad de nuevo, y si ese recuerdo tenía una respuesta que lo evitaría, no me acobardaría.

—Me va a doler y seguramente me vas a ver desesperada, pero no importa si grito o si pido que esto se detenga, no lo hagas, no lo pares —le dije con firmeza—. Necesitamos ver qué sigue en ese recuerdo. La razón por la que está bloqueado, así que haz lo necesario para lograrlo, ¿de acuerdo?

Ax asintió.

Me acerqué a la camilla aún tomada de su mano. Me recosté, y entonces él se puso a mi lado y me ayudó a poner la inyección en mi brazo.

A pesar de ser inexperto en muchas cosas, desde el primer día que lo ayudamos demostró que era experto en curar heridas y atenderse médicamente, por lo que sabía muy bien cómo encontrar una vena.

Apenas el líquido empezó a disolverse por mi sistema, todo comenzó.

Ax pasó de la claridad de los detalles a verse borroso.

Llegó el mareo.

La desorientación.

Los sonidos con ecos extraños.

Las luces intensas y molestas.

La inmovilidad de mis músculos.

Una actividad acelerada en mi cerebro, como si lo pusieran a trabajar a una velocidad forzada.

Punzadas en mis sienes.

Tuve que decírmelo a mí misma, evocando la voz de Teodorus:

—Recuerda ese momento con tu padre en la cocina... Recuerda ese momento con tu padre... Recuerda...

Apreté con fuerza los ojos y un montón de imágenes, de momentos de mi vida, comenzaron a aparecer en mi mente como si de archivos se tratase. Pasaron con mucha rapidez, siendo descartadas y seleccionadas, descartadas y seleccionadas. Una búsqueda descontrolada.

Hasta que encontró el momento indicado.

Cuando volví a abrir los ojos, ya no vi ante mí la sala de la organización. Estaba dentro del recuerdo de la cocina, en la mansión Cavalier, mi antiguo hogar.

Era de noche. Había silencio y hacía algo de frío. El lujoso granito de las encimeras estaba impecable. La televisión en la esquina estaba apagada.

Sentí nostalgia, pero la aparté para concentrarme en los detalles:

Yo era una niña. Me había escabullido porque tenía hambre, pero me había detenido en mi ida hacia el refrigerador, porque desde los cristales de las puertas corredizas podía ver que mi padre estaba en el jardín hablando con alguien más.

La conversación parecía agitada.

Y lo más alarmante: en su camisa había sangre.

La oscuridad de la noche no me permitía detallar el rostro de la otra persona. Pero sí podía ver que sostenía algo.

Luego escuché:

—Tienes que ocultarlo aquí —por parte del desconocido a mi padre.

Después de eso sucedió la misma secuencia de siempre:

Mi padre se dio cuenta de que yo los estaba mirando y ahí el recuerdo se repitió desde el inicio.

Mientras todo sucedía otra vez, mi propia mente intentó presionar para ver el resto debido al efecto de la inyección. Insistió con tanta fuerza que el dolor en mi cabeza palpitó.

En la realidad donde estaba sobre la camilla, salieron de mi boca quejidos mezclados con la narración de lo que estaba recordando.

Todo estuvo así por un rato, volviendo desde el punto en el que notaban mi presencia hasta que comenzaba de nuevo.

Entre las repeticiones, miré en todas las direcciones por si Ax había logrado entrar también a mi mente, pero no había rastro de él.

Bueno, oía algo muy leve de fondo, como un crujido debajo de la escena de una película.

No sabía de dónde provenía, pero nada dentro del recuerdo había cambiado. Estaba igual a como lo había visto otras veces.

Solo la misma escena una y otra vez.

Una y otra vez...

Hasta que, después de tantos días de fallos, por fin hubo un cambio.

Fue en el momento en el que se suponía que mi padre notaba que yo estaba en la cocina.

Por primera vez descubrí que en realidad no había pasado así, por lo que la verdad era el recuerdo no solo estaba bloqueado, sino que también estaba modificado.

Las cosas empezaron a pasar diferente:

Me di cuenta de que mi padre estaba en el jardín hablando con alguien desconocido. Curiosa, fui hasta la puerta. Ellos estaban tan concentrados en su conversación (la cual tal vez era más una discusión) que no notaron que me acerqué lo suficiente como para escucharlos.

Estando más cerca fue cuando oí las palabras del desconocido:

—Debes ocultarlo aquí. —Pero por primera vez también escuché—: Y tenemos que matarlos a todos.

En lo que intenté detallar el rostro de esa persona, el recuerdo detectó mi intrusión.

El hecho de que alguien quería ver más sobre aquella noche fue descubierto.

Y ella apareció: la chica número dos en su versión infantil.

El escenario del recuerdo se detuvo a mi alrededor, por ende, el rostro del desconocido se mantuvo cubierto por oscuridad.

Solo quedó ella, como un guardia sobrenatural, parada de pie en medio de todo: las cejas fruncidas, la boca apretada en una expresión amenazante, la postura lista para defender.

Volví a esperar a que Ax también apareciera o a que hiciera algo para impedir el bloqueo que sucedía cuando esa niña hacía acto de presencia.

Pero de nuevo solo escuché ese extraño crujido de fondo que parecía avanzar desde alguna parte, parecido a como se reproduce la música de ascensor, en trasfondo, pudiendo ser ignorada pero aun reproduciéndose.

¿O eran solo ideas mías?

De cualquier forma, la chica empezó a pronunciar las palabras de siempre, que eran lo previo a soltar la descarga de energía que expulsaba a cualquiera, incluso a mí, fuera de mi mente:

—Ustedes...

Intenté moverme hacia ella solo para hacer un tonto intento de impedir que hablara, porque si terminaba la frase yo sería echada de ahí.

Pero mis piernas infantiles estaban paralizadas al igual que todo lo que me rodeaba.

—No... —continuó ella.

Me preocupé, porque si me expulsaba no tendría otra oportunidad de intentarlo. En la realidad se darían cuenta de que Ax y yo habíamos ingresado a la sala.

¿No había funcionado su control? ¿El bloqueo era más fuerte?

—Pueden... —Su voz no se detuvo.

De repente me di cuenta de que el crujido que había estado oyendo se hizo más intenso.

Lo escuché como si viniera hacia mí, como si fuera causado por algo que progresivamente se acercaba.

Me asusté. ¿Será que era algún nuevo truco de la chica para expulsar a los intrusos?

—Entrar...

Pensé: «hasta aquí llegué, todo falló».

Pero aquello que había estado crujiendo sí era algo y no me hizo nada. Pasó por debajo de mis pies y solo así pude ver que se trataban de un montón de ramificaciones negras.

No sabía de dónde provenían, pero a medida que avanzaron se tejieron con la intención de crecer, porque no solo iban por el suelo, también se desplegaban por el techo y por las paredes a una rapidez impresionante en dirección a la chica.

Ella dijo la última palabra:

—Aquí.

Justo en ese momento la chica soltó la descarga de energía, pero como las ramificaciones ya habían cubierto casi todo lo que había alrededor, chocaron con esa onda de expansión y ambas fuerzas colapsaron.

El caos fue intenso. Todo el recuerdo se sacudió como si estuviera sucediendo un terremoto, como si ambas fuerzas estuvieran luchando por sobrepasarse la una a la otra.

Una lucha de energías opuestas pero potentes, confusa, enfadada.

Hasta que las ramificaciones fueron más poderosas y atropellaron la descarga de la niña para continuar extendiéndose.

Llegaron a donde estaba ella. También la cubrieron. Subieron por sus piernas, se propagaron por sus brazos y por último cubrieron su cara hasta que hicieron que sus ojos se tornaran negros por completo.

Todo como un agresivo virus ansioso de consumir lo que tenía ante sí.

Tras eso, dentro del recuerdo, hubo un estallido.

Otra onda de energía detonó como si, desde su interior, la chica intentara deshacerse de lo que tenía encima.

Y luego todo se puso oscuro. La cocina, el jardín, todo desapareció.

Fue en un parpadeo.

No hubo más sonidos ni agitación ni caos ni movimiento.

Durante un segundo solo vi oscuridad y al siguiente apareció un nuevo escenario a mi alrededor:

El laboratorio de mi padre.

Ese lugar oculto debajo de la mansión en donde él había escondido a la chica número dos y al mellizo fallido de Ax. Su lugar secreto de experimentos.

Se me ocurrió que podía ser solo un pedazo de imagen suspendida que había aparecido sin ningún motivo, perteneciente a mis recuerdos de cuando yo había estado allí junto a Ax, Vyd y Nolan. Después de todo, seguía metida en mi mente.

Pero descubrí que no estaba suspendido. De hecho, el escenario estaba en marcha y no me quedó ninguna duda de ello ya que en ese instante alguien entró por una de las puertas del laboratorio.

El causante de todo. El origen de aquel enredo:

Mi padre, Godric Cavalier.

Vivo.

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