Nolan se rascó la cabeza y se quedó pensativo por un momento.

—Demonios, es una buena idea —admitió, aunque no muy contento—. ¿Y la policía?

—Yo me encargaré de eso —aseguré.

—Pero, ¿cómo?

La verdad no tuve idea de cómo, pero algo se me ocurriría, o algo debía ocurrírseme obligatoriamente.

—Tú solo ocúpate de llamar a Tyler —le ordené de manera conclusiva.

Salí de la fuente, me coloqué el vestido limpio y los zapatos. Nolan me apuntó con la linterna en busca de manchas de sangre. En cuanto nos aseguramos de que no había ninguna, me agaché frente a Ax.

Tomé su rostro entre mis manos. Estaba muy débil y su piel muy caliente por la fiebre. Apenas logró entreabrir los ojos para mirarme. Su cuerpo entero se estremecía tal vez de frío, tal vez de dolor.

—Iré a encargarme de que todos se vayan —le dije en un susurro—. Debes quedarte aquí y esperar a que yo vuelva, ¿de acuerdo?

En un movimiento débil, Ax asintió. Al menos podía entenderme. Al menos se habían detenido las convulsiones con esa rara inyección que le había puesto Vyd.

Lo dejamos ahí y nos alejamos del jardín. Cuando atravesamos el patio vimos que seguía sumido en plena oscuridad y que ahora también en un denso silencio. Por un momento pensé que la fiesta había acabado y que la gente se había ido, pero apenas entramos por la puerta de la cocina descubrimos que todos se habían trasladado al interior de la casa. De hecho, los meseros se habían encargado de poner velas por todas partes. El vestíbulo y los pasillos de la planta baja entonces estaban abarrotados de personas e iluminados por una débil luz naranja. Las sombras se alargaban en todas las direcciones y las voces se mezclaban formando sonidos incomprensibles.

De manera inevitable recordé a la sombra peleando con Vyd. Me inquietó y puso nerviosa el admitir lo fácil que podía camuflarse allí si se le antojaba. Pero se había ido. Me repetí que se había ido.

Empecé a buscar a Eleanor entre la gente. Justo cuando la pillé hablando con un par de personas, se abrió la puerta principal y nada más ni nada menos que Dan, el hermano de Nolan, entró a la casa.

Genial. Lo que faltaba.

Llevaba su habitual uniforme de policía, el cabello rubio bien peinado y traía consigo a un compañero. A su lado, el tipo quedaba opacado porque Dan lucía como un oficial salido de Chicago P.D. Eleanor también los vio y se dirigió inmediatamente hacia ellos. Yo me apresuré a acercarme.

—Señora Cavalier, aquí estamos —le saludó Dan a su servicio.

Ella empezó a contarles con preocupación y dramatismo todo lo que había sucedido desde que había empezado la fiesta.

—... entonces, con las explosiones escuchamos un par de gritos —dijo al final—, y no sabemos de quienes fueron. Hay mucha gente, evacuamos el patio, pero no se ve nada allí como para comprobar si hubo algún herido.

Dan asintió como si anotara todo en su libreta mental de policía experto.

—¿Tiene linternas de emergencia? —le preguntó.

—¡Por supuesto! —exclamó Eleanor—. Pero cuando las revisé resultó que todas estaban fundidas.

Eleanor parpadeó con cierto desconcierto. ¿Todas nuestras linternas de emergencia fundidas? Eso parecía igual de raro que el celular que no accedía a la linterna ni a las llamadas. Probablemente había sido provocado por la sombra, pero no estaba del todo segura...

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora