Inician Las Sesiones

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//Narra Kevin//

En el IR había muchas personas. Muchos padres acompañando a sus hijos, los que tenían distintas discapacidades, y sólo algunos chicos que se veían más o menos de mi edad, aunque eran escasos. Me sentía extraño, ajeno a este pequeño mundo que se extendía frente a mis ojos. De pequeño, conocí a una chica que vivía en Chile, un país de Latinoamérica, y que venía de vacaciones a New Jersey. Ella me comentaba que en allá hacían una vez al año una campaña muy conocida llamada “Teletón”, donde se recaudaba dinero para ayudar a las personas con discapacidades durante todo el año, hasta que volvieran a realizar la campaña. Habían sedes a lo largo de todo el país, y ahí los niños podían asistir desde prácticamente recién nacidos hasta muy adultos, ya que el objetivo final era ayudar.

Apenas ingresamos al IR, el ambiente que ahí había me trajo a la memoria los recuerdos que forjé con las palabras de mi amiga. Claro que cuando ella me hablaba

yo nunca pensé que algún día necesitaría su ayuda. Por alguna estúpida razón, las personas nos sentimos libres de que nos pasen estas desgracias.

* ¿Tú eres Kevin?- me preguntó una dulce señorita sentándose en sus rodillas para estar a mi altura, parecía ser la secretaría.

* Sí, lo soy.- respondí, sonrojándome.

* ¡Qué bueno que llegas! Te esperamos hace tiempo… Señor Jonas, ¿me permite?-

Papá se hizo a un lado para que ella se pusiera detrás de mi silla y me conduciera por los pasillos del IR. Frente a cada sala de recuperación que veíamos, ella me explicaba a personas con qué tipo de dificultad ayudan ahí y cómo lo hacían. Subimos hasta un piso muy arriba en ascensor. En cada parada, varias personas subían al elevador. Algo dentro de mí me hacía sentir de algún modo afortunado, yo no podía caminar, pero había otras personas que ya no podían hacer muchas otras actividades que para mí aún era posible realizar.

* Llegamos.- dijo la señorita, cuando entramos a un cuarto de paredes en tonos celestes.

La oficina era agradable a la vista. Con una moderna mesa blanca como escritorio, con las suficientes fotografías y florero para no saturar. Las sillas, las estanterías, los marcos de las ventanas. Simplemente amé esa habitación.

* ¿Aquí esperaremos al doctor?- quise saber.

* De hecho, Kevin, la doctora soy yo.- me respondió sin anestesia.

¡OMG! Trágame tierra. A mi doctora la confundí con una secretaría… ¡y se lo dije a ella! Pero, como todo en la vida, tiene una explicación. Los doctores que me habían atendido previamente se creían los reyes del mundo por haberse titulado, cuando lo que deberían hacer es recordar que cuando iniciaron sus estudios fue para ayudar a las personas que los necesitan. Por eso la confundí, su humildad y sencillez la hacían la doctora más atenta y adorable que jamás haya visto.

* Me llamo Kelly Williams, y me encargaré de ayudarte a volver a caminar.- dijo ella, sacándome de mis divagaciones.

* Eso es imposible.- comenté, bajando la cabeza.

* Primero vamos a tener que levantar ese ánimo, Kevin. Tienes que ser optimista para que las cosas salgan bien.-

Las sonrisas de Kelly eran hermosas, pues parecía que todos sus dientes blancos resplandecieran mientras hablaba. Sin saber bien por qué, me volví a sonrojar.

* Los milagros no existen, y yo no volveré a caminar nunca más. Vengo a estas sesiones, sólo porque mi padre me obliga.- bajé la cabeza de nuevo, antes que ella notara lo ruborizado que yo estaba.

* Tienes que hacerlo por ti, los intentos valen por ti, por nadie más. Quieres volver a caminar, ¿verdad?-

* Más que todo en este mundo.-

* Entonces, Kevin, hay que esforzarse y no importa la sangre, sudor y lágrimas que nos cueste… Ahora, toma esto y póntelo,-me entregó algo como una malla negra- si necesitas ayuda, llamaré a unos asistentes.-

* ¿Para qué es?- quise saber.

* Para que sientas de nuevo que tus piernas sirven… ¿Sabes nadar?-

Así que eso era. Sesiones de natación. He oído de ellas, siempre en las películas veo cómo los inválidos son introducidos en piscinas donde, al menos, por algunas horas, sienten sus piernas otra vez.

Hice avanzar mi silla hacia un cuarto contiguo, para intentar cambiarme, pero antes de ingresar, moví la cabeza y mirando a Kelly, mencioné tristemente:

* Que yo quiera caminar, no tiene por qué significar que lo volveré a hacer. Los milagros no son cosa de todos los días.-

Another Day in the ParadiseTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang