Coincidencias

280 5 0
                                    

//Narra Joe//

Pues bien, siempre dicen que hay que intentarlo para saber si funcionará. Simplemente me decidí, no tenía idea qué iba a decirle, pero avancé hacia ella. Sin embargo, a medio trecho me detuve. Annie entró a una tienda y seguirla hasta ahí dentro hubiera sido bastante psicópata, así que me quedé esperando fuera, a unos metros de la tienda. [y eso no es psicópata? =P]

//Narra Kevin//

Hablando en serio, no tengo ganas de ir al IR. Sé que no volveré a caminar nunca más, estaré por siempre atado a esta silla o postrado en una cama. Ya nunca más podré usar mis piernas o mover los pies. Estoy condenado, como un alma atormentada.

Moví la silla y me acerqué a la ventana. Se estaba haciendo tarde, pues el cielo se tiñó de arreboles. Antes apreciaba esos detalles tan sencillos y tan hermosos, pero ya no. Mejor era encerrarme para siempre en mi cuarto, si después de todo a nadie le importo.

Estaba por cerrar la cortina y volver cerca de mi cama, cuando, a través de la ventana vi a la persona que más amo, y a la que más daño le he causado. Amanda venía llegando a su casa, seguramente de vuelta de su trabajo en el centro comercial. Se veía tan hermosa como siempre, mi corazón comenzó a latir como loco. ¿Acaso no habría otro modo de ver a mi querida Amanda? ¿Sólo a través de la ventana?

Pero yo le dije que termináramos, porque pensé en lo mejor para ella. Lo mejor para mí poco y nada importa. Ella tendrá que encontrar al príncipe azul que la haga feliz… y ese no soy yo. ¿Qué felicidad le puede traer un inválido?

//Narra Joe//

Me estaba cansando de esperar. ¿Cuánto llevaría Annie ahí dentro? Miré mi reloj de pulsera. Pues bien, ya van diez minutos y no sale. En una de esas me vio y se está escondiendo de mí. Sí, eso debe ser. Con la cabeza gacha comencé a caminar por la acera, decepcionado de mí mismo. Iba pasando frente a la puerta de la tienda, cuando alguien sorpresivamente choca con mi costado y cae al suelo producto del golpe.

Adolorido aún, y algo atontado, debo decir, miré a la persona a la que accidentalmente había empujado. Apenas vi quién era mi corazón amenazó con fugarse de mi cuerpo de lo rápido que latía, y el color se me subió a la cara casi por inercia.

Another Day in the ParadiseOù les histoires vivent. Découvrez maintenant