El Amor Duele... Pero Aún Así Es Amor

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//Narra Joe//

Era ya noche, la Luna me era mi única compañía. Caminé por horas por la ciudad. Cada paso me dolía de un modo que las palabras no alcanzan a describir. Pasé una vez más por el parque donde la vi por vez primera, el mismo lugar donde sólo unas horas antes le había robado un beso mágico, que me llevó al Cielo… y poco me importa si por buscar la gloria, el bestial Chris me llevó al Infierno.

Me toqué los labios con la mano en busca de algún vestigio que el maravilloso ósculo pudo dejar, pero el único rastro era una herida con aroma a alcohol. Y les aseguro que las heridas físicas no me dolían tanto como la que me estrangulaba el corazón. Así lo sentía, como si una enredadera llena de espinas lo envolviera y se acomodara en torno al inocente, para luego apretarse contra él y hacerlo sangrar.

Volví a caminar sin tener un rumbo definido. Mis pies me pedían que avanzara, que por ninguna razón dejara de caminar; como sea, yo debía dejar en el olvido lo que había ocurrido, por asombroso que haya sido, y no podía mirar hacia atrás ni tampoco escarbar entre los recuerdos, tratando de mantenerlos junto a mí por más tiempo.

Annie me había pedido que la olvidara. Sin embargo, yo no puedo, no puedo nada más hacer como si nunca la hubiera conocido. Mi niña, me pides demasiado… Descubrirte hace tanto en el parque me hizo, casi sin notarlo, la persona más dichosa… Besar tus labios fue la droga más fuerte, me causó éxtasis y sólo los golpes me trajeron de vuelta a la realidad… ¿Olvidarte? Me niego…Pides un milagro y no soy Dios para lograrlo.

El amor duele… Duele entregarle a alguien tu sentimiento más preciado, lo que más cuidas, lo que preparas toda la vida para regalarle sólo a alguien que lo merezca… Duele que no lo aprecie, que no lo valore. Duele y llena de impotencia que te digan que te quieren y luego lo nieguen. Mi corazón se estremeció, haciendo que mis pies dejen de caminar.

No me había dado cuenta, pero estaba llorando hace ya bastante. Las lágrimas se me habían escapado solas de entre los ojos. Me las limpié con las manos, que también estaban heridas. Respiré hondo y levanté la vista, con la mirada imperturbable. Mi ángel, ¿de verdad quieres que te olvide? Sabes que me es imposible, pero prometo intentarlo.

Sacando fuerzas de no sé dónde, sonreí y volví a caminar… Annie, te amo tanto, que por ti soy capaz de intentar hasta lo imposible.

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now