Casualidades

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//Narra Annie//

Le había pedido que me olvidara, que se fuera lejos y pensara que nunca me conoció. Fue difícil hacerlo, se me formó un nudo en la garganta mientras sentía que cometía el peor error de mi vida. Sin embargo, ¿qué más podía hacer? ¿Arriesgarme a que otra vez alguien a quien amo me destroce el corazón? La vez anterior me tomó mucho esfuerzo recuperarme, y aunque intenté disimular lo más que pude, mis amigos y mi familia notaron lo mal que estaba. Sin comer, sin poder conciliar el sueño, con los ojos permanentemente hinchados y empañados, sin dejar ni un segundo de recordar ese amor tan grande que le tuve a mi antiguo novio. Mientras mi vida se venía abajo, él sonreía. Su eterna sonrisa en el rostro me hacía sentir más patética. ¿Acaso fui la única que amó de verdad?

Lloraba en mi cuarto, después que Joseph se hubo marchado, cuando sentí que alguien abría la puerta. Me sequé las lágrimas con las manos, otra vez intentando disimular el dolor. Era Mark, mi hermano mayor. Se veía tranquilo, tan sereno e imperturbable como siempre. Para él, nada malo le estropearía la vida. Siempre una sonrisa era el mejor regalo que podía dar. Desgraciadamente, yo no podía ni siquiera hacer una mueca de segunda para simular alegría.

* ¿Qué pasa, Annie?- me preguntó, algo preocupado, sentándose a mi lado sobre la cama.

* Me entro algo a los ojos, nada más.- traté de explicar, evitando mirarlo.

* ¬¬ … Y yo soy tonto… Hermanita, ya sabes que puedes confiar en mí…- puso una mano en mi mentón y me obligó a verlo- Mientras yo esté a tu lado, nadie te hará daño ni te causará dolor.-

* ¿Por qué toda la gente que promete eso, es la que más daño hace?-

Mark avanzó hacia la ventana, y miró la Luna en el cielo a través de ella.

* Tal vez sea porque no saben amar. Amor es una palabra tan grande y tan inexplicable, que es una lástima como las personas la usan sin valorar su verdadero significado. Dicen que aman cuando en realidad apenas alcanzan a comprender qué significa amar.-

Quise aprovechar las filosofías de mi hermano, para dejar de lado el tema de mis lágrimas. Me aproximé hasta él, y le dije, intentando de algún modo que en mi rostro se dibujara una sonrisa forzada.

* Miren nada más, mi hermano hablando de amor… A mí me parece que alguien te robó el corazón.-

Mark se sonrojó al escucharme decir eso. Casi sin querer, había dado en el clavo. Me encantaba molestarlo con las chicas que le gustaban, era divertido. Además, cada vez que él sentía atracción por alguna, ellas le respondían el sentimiento. Ni modo, era guapo y sensible. El Príncipe Azul que más de una vez hemos soñado encontrar.

* No sé si me lo ha robado, pero es una chica muy dulce.-

* ¿La conozco?-

* No creo. Yo recién la ubico hace una semana. ¿Recuerdas cuando te dije que al lado de la tienda donde trabajo vendiendo guitarras hay una sucursal de “Pink Girls”? Pues bien, ella es una empleada de ahí.-

* Esa tienda…- mencionó recordando- … Y pensar que iba siempre a comprar algo, hasta que…-

* … hasta que ese imbécil te hizo tanto daño, que olvidaste cómo sonreír…- me interrumpió Mark, enojado.

* Yo iba a decir “hasta que el rosado me dejó de gustar”…-

* Pero reconoce que es la culpa de ese tipo que nunca debió cruzarse en tu camino. Te lastimó de un modo que pensé nadie era capaz. Te vestías de negro durante tanto tiempo, como viviendo un luto eterno por terminar con él… Pensé que nunca más vería brillar tus ojos.-

* Deberías hablarle a la chica.- declaré, para cambiar el tema. Hablar de mí y mis recuerdos tormentosos, era algo que siempre preferí evitar- Te aseguro que eres el príncipe azul que está esperando…. Ya verás como dentro de poco ella y tú son la pareja más linda de la ciudad.-

Mi hermano sonrió. Para él no era difícil hacerlo. Vivía bajo el lema “Nada es Imposible”. Nos quedamos en silencio mirando la Luna desde mi ventana. Mi mente iba hacia el recuerdo imborrable del mágico beso que Joseph me dio. Ojalá hubiera durado para siempre. Sus labios suaves parecían acariciar a los míos, con él, todo podía ser perfecto… Sin embargo, yo decidí que no fuera así. Le pedí que se marchara. Sé que me equivoqué, pero era la única forma de evitar más dolor… Ya luego él también encontrará alguien a quien amar… Alguien que le pueda corresponder el sentimiento y lo haga feliz. ¿Verdad que amarás a alguien más, Joseph? Sé que así será… pero, por favor, Dios, evítame el enterarme. No podría vivir sabiendo que esos labios que me llevaron al cielo ahora besan a alguien que no soy yo… Es inevitable que te enamores de otra persona… Es casi necesario.

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now