Another Day in the Paradise

Maldito Lunes

//Narra Kevin//

Me desperté temprano, como todos los días, sólo que hoy sería más especial. Me senté sobre mi silla de ruedas y la acerqué a la ventana con cuidado. Como pude, abrí las cortinas y los rayos del Sol iluminaron mi cuarto. Ya estaba recuperado, el yeso del brazo era sólo un mal recuerdo y yo debía comenzar mis sesiones en el IR esta misma mañana. No tenía ánimos de siquiera intentar ponerme de pie, ya que sabía que no lo lograría. Los milagros sólo ocurren en las películas o en los cuentos de hadas, y mi vida no es precisamente ninguno de los dos.

Con el mismo esfuerzo que debía hacer todos los días y el sentimiento de inutilidad que me embargaba cada vez que las cosas no me salían bien, me duché, me vestí y me arreglé para bajar a desayunar junto al resto de mi familia.

Era Lunes. Joe y papá me ayudaron a bajar por las escaleras. Mi hermano cargó mi silla, mientras papá me pasaba las muletas y me servía de apoyo durante el descenso. [no es una montaña, sólo es una escalera xD] Necesitar ayuda para hacer las cosas más simples me hacía sentir fatal.

En la cocina ya estaban Mamá y Frankie, sirviéndose desayuno sentados a la mesa. Papá me ayudó a sentar nuevamente en mi silla de ruedas, y me dispuse a comer junto a ellos.

* ¿Hoy vuelves a caminar?- preguntó “the man”, lleno de inocencia.

Lo miré y no supe qué responder. ¿Cómo le dices a tu hermanito que no volverás a usar las piernas nunca más, ni hoy, ni mañana, ni nunca? Sus ojitos ingenuos iban desde mi cara hasta su plata de leche y avena, desbordantes de curiosidad. Yo seguía sin decir nada. Los demás parecían abstraídos en lo que hacían, pero yo estaba seguro que estaban pendientes de la conversación que manteníamos con Frankie.

* ¡Maldito, Lunes!- oímos decir desde la sala de estar.

Todos nos volteamos y vimos a Nick acercándose, cargando su mochila en su hombre derecho. Traía puesto el uniforme de la Privada, pero claramente, como ésta se incendió, él ahora necesitaba ir a otra escuela temporalmente, una que le quedaba más lejos.

* ¿Por qué maldices?- quiso saber Frankie. [era el día de ser curioso, parece xD]

* Porque es Lunes.- respondió Nick, dejando la mochila sujeta al respaldo de al silla donde se sentó.

* ¿Y?- continuó “the man”

* Odio los Lunes.- dijo simple mi hermano, tomando la leche y sirviéndosela sobre un plato hondo.

* ¿Por qué?-

A esta altura, Nick, como cualquiera, ya estaba hartándose de las preguntas de Frankie. Pero yo, egoístamente, las agradecía, ya que así yo me libraba de tener que decirle que nunca volvería a caminar. Era un alivio en cierto modo. Tomé un gran cucharón de leche con cereal y me la eché a la boca. ¡Cuánta hambre!

* ¬¬ … porque hay clases.- volvió a responder Nick, antes de empezar a comer su desayuno.

* ¿Y por qué no odias los Martes, si también hay clases?-

* ¬¬” Los odio al igual que los Lunes.-

* Pero hoy sólo dijiste “¡maldito, Lunes!” Deberías decir “malditos Martes, Miércoles, Jueves y malditos Viernes”.-

* ¡Frankie, no maldigas en la mesa!- lo reprendió Mamá, que había estado oyendo en silencio, al igual que todos los demás.

* Cuando sea Martes, diré “maldito, Martes”.- dijo Nick, casi por inercia, para seguir respondiendo a “the man”

* ¡Tú tampoco maldigas, Nick!- volvió a decir Mamá, algo enfadada- Antes te gustaba la escuela, debería seguir siendo así.-

* Pasé mucho tiempo sin ir… Perdí la costumbre.-

* Pues vas a tener que acostumbrarte de nuevo.- ordenó papá, tomando la palabra de pronto- Porque no voy a permitir que mi hijo vaya por la vida maldiciendo los días de la semana.-

Al oír eso, Joe comenzó a reír. Todos lo miramos extrañados. Realmente era el peor momento para hacer algo así.

* Lo siento.- se disculpó él, cuando comprendió lo desubicada que había sido su carcajada- Es que me pareció divertido y no pude evitarlo.-

* Intenta controlarte para la próxima vez.- dijo papá. Luego me miró a mí- ¿Listo para ir al IR?-

* Listo o no, creo que no hay opciones, ¿verdad?-