The Kiss

272 4 0
                                    

//Narra Annie//

Él estaba ahí, frente a mí, quizás tan nervioso como yo. Sin saber qué hacer, con el corazón descontrolado y los sentidos enloquecidos. Sentía maripositas en el estómago, creo que algo dentro de mí me trataba de decir que algo especial pasaría.

Joseph me cruzó con sus brazos por la cintura, casi como un bruto impulsivo. Di un grito asustada, pues me tomó por sorpresa. Era extraño y mágico al mismo tiempo sentirlo tan cerca y casi poder besar su aliento. Ninguno decía nada, era como si el tiempo se hubiera detenido para nosotros, como si quisiera que aprovecháramos este momento, ya que más adelante no habría otro así de mágico.

Me perdí en sus ojos castaños, dentro de esos maravillosos ojos que eran capaces de sonreír por ellos mismos. Me sentía en éxtasis, como si fuera a ser feliz por la eternidad, como si algo me hubiera elevado al cielo por un instante sublime. De pronto el miedo se esfumó y me sentí segura junto a él. Lo abracé yo también y busqué refugio en su pecho tibio y acogedor. Puso una de sus manos sobre mi cabeza y jugaba con mi cabello al momento que me susurraba que me tranquilizara. Sus caricias tan suaves eran lo que necesitaba.

Yo seguía llorando, pero ya no sabía bien si era de alegría o temor… Sólo sabía que todo estaría bien si Joseph estaba conmigo.

//Narra Joe//

Me miró con sus ojos humedecidos y se escondió entre mi pecho, como una niña que busca protección en medio de la confusión. Quise dársela como pude, quise hacerle sentir que todo podría ser perfecto, sólo tenía que confiar en mí y ya no tendría nada que temer. Nadie la dañaría, nunca más.

Mi corazón me pedía a gritos que le robara un beso, sin embargo, yo no sabía si eso estaría bien. Annie no era como las demás, ella era una niña, una niña que yo

quería sólo para mí… una inocente niña de la que yo me había enamorado. Si me separaran de ella, pues yo no podría seguir viviendo.

Podía sentir los agitados latidos de su corazón golpeando mi pecho. Sí, ella estaba tan nerviosa como yo. Me temblaban las piernas, me sentía débil, casi como un idiota sin saber qué hacer. Mi corazón volvió a rogarme que la besara, pero yo sólo podía acariciarla.

De súbito comenzó a separarse de mi pecho. Creí que huiría, y sentí miedo, pero gracias a Dios ella permaneció a mi lado, tan cerca de mi boca como yo de la suya. Le di un vistazo a sus labios húmedos. Deseaba besarlos más que a nada en el mundo, se habían vuelto necesarios para mí. Con una mano la tomé del mentón mientras yo inclinaba la cabeza para estar a su altura [Annie es más pequeña que Joe ^^]. Poco a poco nos acercábamos… Su aliento fresco me consumió. Ya no lo dudé más, cuando estuvimos lo suficientemente cerca, nos fundimos en un beso… Un beso maravilloso que no me deja palabras para describirlo.

Sus labios tan suaves e inocentes me fascinaron. Me sentía en total éxtasis mientras la besaba una y otra vez. Primero fueron besos breves, pero luego le tomé la cabeza con suavidad y le di un beso largísimo, como de película. Sí, me sentía dentro de mi película, de mi propia película romántica. Al fin el jovencito besaba a su Julieta.

No quería separarme de sus labios ni por un segundo, ni siquiera para respirar, pues eso no me hacía falta si ella estaba conmigo. Sin embargo, algo me decía que las cosas no serían maravillosas por siempre.

Annie respondió mi beso con toda la pasión que yo puse en él, pero eso no impidió que alguien me tomara por los hombros y me alejara de ella. De pronto, el maravilloso beso se volvió pasado. Un impertinente lo había terminado antes que yo pudiera saborear esos labios hasta el cansancio.

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now