Recuerdos Que No Se Olvidan

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//Narra Annie//

Tres semanas que se han tardado en pasar más que treinta años. Nunca el tiempo se detuvo a esperarme como parecía hacerlo ahora, con esa inclemencia que se me hacía burla, mientras el sabor amargo no se me iba de la boca.

Olvidar es más difícil de lo que pensé. Suponía que con mi ex novio ya había sufrido por toda una vida y que me había gastado las lágrimas hasta ser incapaz de derramar una más; pero para variar, estaba más que equivocada. No entendía por qué me dolía tanto, si fui yo la que le pidió que se fuera y me borrara de entre sus recuerdos. No alcanzo a comprender por qué a mí misma se me hace tanto trabajo olvidarlo a él.

Miraba el techo de mi habitación, arrojada de espaldas sobre la cama, buscando soluciones a problemas inventados, ya que los reales se me hacían pequeños al lado de la idea de no poder vivir sin Joseph. Es extraño que casi sin conocer a alguien te sientas insegura si un día sabes que ya no estará más a tu lado, pero así me siento yo, distinta, extraña, descorazonada y hasta extraviada en esta vida.

Llevé mis dedos hacia los labios, intentando volver a sentir ese único beso mágico que Joseph me robó, y en el que yo podría haberme entregado entera si no hubiera tenido miedo… Le hubiera entregado mi alma y mi vida, así como le entregué mi corazón, si no tuviera este patético miedo a terminar humillada por quien amo, una vez más.

Cerré los ojos buscando olvidar que fui yo la que prácticamente lo obligó a marcharse. Sentía ganas de llorar, como si esa fuera a servir de algo para volver el tiempo atrás y cambiar el hecho de haber conocido a Joseph después de a mi antiguo novio, para evitar el sufrimiento que me causó, y por el que ahora me siento incapaz de permitir que alguien le ponga alas a mi corazón y se las arrebate a mitad de vuelo.

Tal vez ya no tenga el valor para volver a amar… Quizás simplemente deba olvidarme de ese hermoso sentimiento. Joseph será el último al que me atreví a querer; la última vez que pensé que podía regalarme mi corazón a una persona en busca de felicidad.

Di vueltas sobre la cama, pero nada servía para quitarme la imagen de Joseph de la cabeza. Sencillamente, era lo único en lo que podía pensar en medio de los vanos intentos por olvidarlo.

No había nadie en casa, Mark aún estaba en su trabajo, al que va después de clases en la universidad, y mis padres están asistiendo a una reunión de apoderados de la clase de Henry. Sólo estaba yo, con los ojos empañados a punto de llorar y el corazón en la mano, para que no se me desmoronara en mil pedazos. Cerré los ojos otra vez, pero ahora se escuchó el sonido del timbre en el primer piso. De mala gana y sin ánimos me puse de pie, y bajé a ver de quién se trataba.

Mientras yo descendía las escaleras, esa persona seguía tocando el timbre, cada vez con más impaciencia. Algo me dio mala espina. Puse la mano en el picaporte y comencé a sentir escalofríos. Los dedos me temblaban, mi cuerpo empezó a sudar. Yo ya sabía quién estaba detrás de la puerta. No hacía falta ni siquiera mirar por la pequeña abertura…. Aún así, lo hice para asegurarme…

Sencillamente me congelé al verlo ahí. Mis sentidos no respondieron cuando los ojos azules de mi ex novio se cruzaron con los míos a través de la abertura. Él no me vio, por eso volvió a presionar el timbre. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué volvía a mi vida después de tanto tiempo?

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now