Broken Love, Broken Heart

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//Narra Annie//

Sus manos recorrían mi cuerpo en calidad de dueñas absolutas; como si fuera una más de sus propiedades tan mundanas. Sus besos eran un manjar exquisito, que por ratos me hacía olvidar lo que estaba tratando de pensar en estos momentos en los que lo que menos se hace es justamente pensar. Me tocaba entera con frenesí, con un ímpetu arrollador del que no conocía precedentes. Sus dedos se deslizaban bajo mi blusa para acariciar mis pechos vírgenes; logrando que con cada caricia se me erizara la piel. Apenas podía mantener una idea en la cabeza por algo más que treinta segundos, pues otro de sus besos se me plantaba en los labios, y yo, como idiota, me dejaba llevar por el deseo y la pasión desenfrenada de esa parsimonia irresistible con que lo hacía.

Sus labios se desentendieron de los míos para descender dando cortos besos sobre mi cuello, al momento que sus manos no se rendían en su descontrol. Intenté por todos los medios habidos y por haber, el concentrarme en algo, por costoso que el esfuerzo fuera. Pronto me encontré con mi mente divagando sobre la idea que yo no quería que un sofá fuera el altar en el que mi novio me desposara. Tampoco era el momento adecuado. ¡Dios, soy sólo una niña! ¿Por qué me involucro en juegos que aún no me conciernen?

No sé bien de dónde, de qué sitio de mi alma angustiada, saqué el valor que no tenía, y, alzando una mano en un movimiento que por inesperado pareció brusco, separé su boca de mis pechos.

* ¿Qué pasa, Annie?- me preguntó, viéndome desde su posición con gesto confuso en el rostro.

* Creo que no estoy del todo lista para esto.- confesé algo angustiada.

Con otro movimiento, conseguí que Zac se me quitara de encima y me senté en el sofá que estuvo a punto de ser escena de mi ilimitada entrega. Rápidamente comencé a abotonar mi blusa, tratando de no perder tiempo. Algo dentro de mí me decía que debía salir de la casa de Zac lo más de prisa que pudiera. Él me observaba sentado a mi lado, con la mirada fija en mí, pero ésta ya no era confusa, ni tampoco comprensiva, sino más bien… irritada.

* Nadie está listo la primera vez.- declaró mi novio, con tanta seguridad que parecía experto en el tema- Anda, no seas tonta, intentémoslo de nuevo.-

* No quiero intentarlo ahora.- le rebatí, otra vez sacando valor de lugares que no conocía.

Por instinto más que otra cosa, lo observé al terminar de hablar. Zac no me sacaba los ojos de encima, esos hermosos ojos azules que yo tanto amaba, pero que ahora sólo me miraban con odio. Su sola mirada me despreciaba tanto que no había necesidad que decirlo con palabras. Me puse de pie apenas noté que él iba a comentar algo. Sin embargo, él era más veloz, y antes que alcanzara a llegar a la puerta, se había interpuesto entre la salida y yo.

* Pero yo sí quiero, mierda.- bramó con un tono de voz violento.

Me tomó de un brazo y prácticamente me arrastró de vuelta a la sala de estar, donde me tomó entre sus brazos fuertes, haciendo una presa con ellos a mi alrededor, y comenzó a llenarme de besos. Pero estos besos no tenían el mismo sabor a néctar que habían tenido todos los anteriores, estos besos me parecían robados y me hacían sentir sucia. Cada vez que ponía una de sus manos sobre mi cuerpo, un escalofrío me recorría de la cabeza a los pies. No era nada agradable, no lo estaba haciendo porque yo quisiera, esto se parecía más a un abuso. Mis ojos se llenaron de lágrimas, quería llorar ahí mismo, lo que sucedía no estaba bien. Mi cuerpo temblaba al contacto con su piel; tenía miedo, demasiado miedo para hacer algo.

Me creía perdida entre sus manos descontroladas, entre esas caricias que habían perdido su candidez y esos ósculos que ya no eran de amor. No resistí más y las lágrimas se me escaparon de los ojos al momento que reprimía un grito. Había aguantado demasiado como para poder seguir fingiendo que no me afectada.

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now