Última Palabra

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//Narra Joe//

Esa noche pude dormir tranquilo; después de mucho tiempo sin hacerlo, concilié el sueño con facilidad. Ya no tuve pesadillas ni escalofríos que me estremecían cuando pensaba en Kev. Creo que “solucionar” las cosas con Nick tuvo su efecto, ya que mi mente estaba en paz. Realmente no podía hacer nada para ayudar a Kev a que volviera a caminar, porque no hago milagros; pero al menos podía dejar de odiar injustamente a Nick… Era culpable en parte, es cierto, pero también era víctima.

A la mañana siguiente fuimos a ver a Kev al hospital, los cuatro juntos, pues Frankie aún estaba donde le tío Josh. Era ilógico que él mismo no notara su invalidez, ya que se suponía que intentaría mover los pies en algún momento. Aún así, no dejé de sorprenderme cuando lo vi, tan triste y frustrado, sentado sobre la cama.

* ¿Ustedes lo sabían?- nos preguntó apenas nos vio entrar.

* ¿Saber qué?- preguntó papá a su vez.

Creo que hacerse el tonto no era lo mejor en este momento. Nick y yo nos miramos como cómplices de un engaño, sí, nosotros lo sabíamos. Al igual que papá y Mamá.

* Que no puedo caminar.- declaró Kev. Escuché como Mamá soltó un suspiro lastimero- ¿Lo sabían?-

* Sí…- confesó papá al fin- El doctor me lo dijo antes que despertaras del coma.-

* ¡¿Y no fuiste capaz de decírmelo?!-

Kev se estaba alterando rápidamente y yo no quería seguir ahí, pues temía las consecuencias de esa conversación. Me acerqué disimuladamente a la puerta, la abrí mientras mi hermano le exigía explicaciones a papá y cuando estaba a punto de salir cobardemente, la voz de Kev me detiene. ¡Diablos!

* ¿Tú lo sabías, Joe?- me interrogó, mirándome a los ojos en busca de sinceridad.

Ya estaba harto de las mentiras y malos entendidos. Cerré la puerta y volví a donde estaba antes de planear mi “fuga”. No podía hacer más daño diciendo la verdad, así que confesé sin mayor esfuerzo.

* Sí… lo sabía… Todos nos enteramos de uno u otro modo…-

* ¿Y nadie pensó decírmelo a mí?... ¡¿Cómo crees que me sentí cuando las piernas no me respondían?! ¡¿Piensas que es muy lindo tratar de ponerse de pie, y caer en el intento?!... ¡Estoy inválido, Joe!...- me gritó, colérico e impotente.

* Lo sé… No hace falta que lo repitas…- le dije.

Realmente el decirlo tantas veces aumentaba el efecto y el dolor.

//Narra Kevin//

Ellos lo sabían antes que yo, pero no hablaron. Me lastimaron demasiado el corazón cuando me enteré que me ocultaron algo tan grave. ¿Por qué no me lo dijeron? ¿Pensaron que sería muy débil para resistir?... Pues, les diré que fue peor comprender mi estado yo solo, sin apoyo y lleno de temores y dudas. Fue peor tratar de ponerme de pie y caer, a que me hubieran dicho la verdad… Al menos así, hubiera estado preparado.

Durante esa visita no hablé más, realmente no era capaz de modular una palabra sensata, ya que sentía rencor e impotencia, y temía gritarles nuevamente. Mamá me preguntaba cualquier cosa, pero yo no respondía. Miraba por la ventana, tratando de ignorarlos hasta que se fueran. Finalmente, cuando comprendieron mi voto de silencio, cedieron, y se marcharon.

Sin embargo, volvieron incesantemente durante dos días más, repitiéndose la misma escena sin mayor comunicación. Sinceramente, no los quería ver nuevamente… O tal vez no quería que ellos me vieran a mí sin poder caminar.

Al tercer día, me llevaron a casa de regreso. Fue un momento incómodo que espero no volver a vivir. Un paramédico me ayudó a levantar de la cama y, con mucho esfuerzo, me senté en la que sería mi compañera. La maldita silla de ruedas. Me indignó tener que hacer eso delante de mi familia, pues parecía que fuera un niño pequeño que no es capaz de hacer nada por su propia cuenta.

No sabía manejar la dichosa silla, pero no me importaba ahora. Papá la empujaba, mientras la gente del hospital me daba miradas lastimeras al pasar junto a ellos. ¿Qué me veían? ¿Es gracioso ver a un inválido?

Papá me llevó hasta el auto, donde otra vez necesité ayuda, de Nick y Joe esta vez, para sentarme en el asiento delantero. Ya no podía hacer nada sin ayuda. Me sentía un estorbo, una carga inútil que ni yo puedo llevar.

El viaje se me hizo interminable, pues el silencio seguía reinando entre nosotros. Papá encendió la radio como una forma de suavizar la tensión, y para desgracia mía, estaba sonando “S.O.S.” en la radio. No lo pensé dos veces, y la apagué antes que me diera más pena y rabia.

Llegamos a casa, y me sentaron otra vez en mi desgraciada silla. Volver a mi hogar fue extraño. La última vez que estuve aquí, yo podía caminar. Se ofrecieron a hacer mil cosas para que me sintiera cómodo, pero yo sólo les pedí que me dejaran en mi cuarto, en paz. Respetaron mi decisión hasta que Frankie llegó a la casa. Él entraba a mi cuarto cuando quería y para él las cosas eran como siempre habían sido. No notaba la diferencia. Más de una vez me preguntó por qué estaba tanto tiempo sentado, pero yo no quería responderle.

//Narra Joe//

Kev llevaba seis días en la casa, encerrado en su cuarto, casi incomunicado del mundo, cuando nos citó a Nick y a mí a hablar con él. Llegamos preocupados, pues si quería conversar con nosotros, debía tratarse de algo importante o de algo grave… o

bien de algo importantemente grave [cuak!]. Pero creo que nuestra preocupación no alcanzaba para el verdadero peso de la noticia.

Mi hermano tenía su guitarra favorita en las manos, tocaba unos acordes sentado en su silla cuando entramos a su habitación. Algo en su música era distinto, le faltaba la emoción de siempre. Lo noté apenas entré, pues no había que ser un experto para comprender que le escaseaba su chispa característica.

* ¿Qué ocurre?- pregunté asustado- ¿Para qué querías vernos aquí?-

* ¿Crees que tocó mal la guitarra ahora?- se limitó a decir él, casi sin prestar atención a mi consulta.

* ¿Por qué?- rebatí yo.

* ¿Lo crees o no?- insistió Kev.

* ¿Adónde quieres llegar con esto?- interrogó Nick, más asustado que yo.

* Dejo la banda, chicos… Jonas Brothers se acabó, al menos para mí…-

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now