Sólo Sé Que Nada Sé

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//Narra Joe//

No sabría decir qué sucedió exactamente. Las cosas son algo confusas, incluso cuando pongo todos mis esfuerzos en recordar. En un momento estaba dando la

dichosa entrevista de la que no tengo el más mínimo recuerdo, y al siguiente ya estaba en la puerta de mi casa, con Amanda sonriendo gentilmente a mi lado. Me sentía algo extraño, totalmente confundido, con la cabeza dándome vueltas. Sentí que el mundo a mi alrededor estaba girando a una velocidad de vértigo, y para evitar caerme de golpe al suelo, me senté rápidamente en el pórtico, mientras me llevaba las manos a la cabeza, para detener el movimiento.

* ¿Ocurre algo malo?- quiso saber Amanda, sentándose a mi lado, mientras me acariciaba la cabeza. La cabeza de conejo estaba descansando sobre sus rodillas- Has estado extraño desde que estábamos en el automóvil de McHalley.-

Todo seguía dándome vueltas aún, pero debo reconocer que la velocidad iba disminuyendo de manera considerable. Bajé la cabeza, escondiendo el rostro y suspiré agobiado. Oí cómo Amanda se me acercaba un poco más.

* ¿Dije algo interesante durante la entrevista?- pregunté a mi vez, casi en un susurro, tratando de sonar casual.

* ¡Por supuesto!- me respondió ella, dándome una palmada en la espalda, lo cual no fue el mejor remedio para mi mareo- Tu relato me hizo sentir que lo que había sucedido en la tienda era una película de Hollywood… ¿Has pensado en ser guionista de cine cuando seas mayor?-

Di un respingo resignado, y elevé la mirada para verla un momento. El mundo de pronto dejó de dar vueltas, y volvió a su quietud habitual. Sonreía, como si me hubiera dado la idea del siglo, pero en realidad, su propuesta había abierto una herida que ya estaba casi cicatrizada. El recuerdo de la banda refulgó en mi mente como un relámpago incandescente. De pronto sentí lástimana por mí mismo, por cómo se habían dado las cosas desde que Nick había conocido a Lucy. Desprotiqué contra un Dios inocente, y maldije todo lo que tuviera al menos una pizca de insidencia en mi desgraciada vida. Un nudo en la garganta comenzó a ahogarme y sentí cómo las fuerzas me abandonaban.

* Realmente había pensado ser otra cosa… Quizás un cantante…- mencioné luego de un rato, en un tono apenas audible.

Amanda me miró con desaprobación, al momento que se cruzaba de brazos.

* Por favor, no empieces, Joe… - me reprochó- Debes superarlo, ya te lo he dicho varias veces.- su mirada se tornó cálida y comprensiva- Al menos por ahora, eso no es posible.-

No sé por qué, pero canalizé la culpa hacia el más inocente. La imagen de Kevin en su silla de ruedas, abandonando la banda como si eso se hiciera todos los días, me irritó sobremanera. Apreté los puños, tratando de no exteriorizar mi rabia. No dio resultado, a los pocos segundos me encontraba gritándole a Amanda.

* ¿Por qué? ¿Por Kevin? ¿Por qué está postrado en una cama?- ironizé.

* ¡No, Joe!- me respondió ella, con otro grito, y con los ojos visiblemente emocionados- ¡No vuelvas a hablar así de tu hermano!... ¡Y no es su culpa!-

Me puse de pie, irritado. Quería evitar seguir hablando, quería callar antes de herir a alguien más, sin embargo, eso era algo que se me hacía imposible. La pena y la frustración formaban una amalgama perfecta dentro mío; la llaga a la que Amanda le había reabierto la cicatriz, comenzaba a sangrar profusamente. Nuevamente la rabia me superó.

* ¡No hables como si entendieras lo que ocurre en mi familia!... ¡No tienes idea de nada!- le lancé, sin considerar las consecuencias de mis palabras. Estaba demasiado herido, demasiado indefenso, con todas las heridas abiertas, para evitar defenderme de todo lo que representara al menos una pequeña amenaza.

Amanda se puso de pie lentamente, y arrojó la cabeza de conejo al suelo. Dio un rebote y luego se quedó mirándome con su expresión vacía. Si no fuera porque era una máscara idiota, hubiera creído que me sonreía con sarcasmo. La ex novia de mi

hermano evitó que la observara, con la cabeza gacha, usando su cabello para ocultarse lo mejor posible. Se pasó el torso de la mano por el rostro, cerca de los ojos. Juraría que vi una lágrima rebelde resbalar por su mejilla sonrojada.

* Lo sé… En realidad no sé nada sobre la familia Jonas…- su voz se quebró como un delicado vidrio en medio de la frase. Oí cómo luchaba contra el llanto que tanto quería liberarse, pero pronto, la lucha no tendría sentido: El dolor era más fuerte que ella… Generalmente es más fuerte que cualquiera de nosotros.-… Creo que debo irme a casa, es tarde…- mencionó al fin, otra vez intentando mantener la compostura. Se dio la vuelta y avanzó rápidamente hasta su hogar.

La vi cerrar la puerta con un sonoro golpe. Me volví a sentar sobre el suelo frío de nuestro pórtico. Quería comprender por qué diablos había actuado así, sin nada de tacto. Se suponía que eso estaba superado, la separación de Jonas Brothers ya no debía afectarme; había pasado demasiada agua bajo el puente… Pero yo era débil, tal vez en exceso para mi gusto. La imagen de un Joe Jonas insesible, inmune a las penas, no me venía para nada.

Miré mi reloj de pulsera, y, con algo de alivio, vi cómo los punteros indicaban de era medianoche. El día más largo de mi vida al final había concluido. Le di un último vistazo a la cabeza de conejo, que aún me observaba con su sonrisa repleta de sarcasmo, la recogí del suelo y me dispuse a entrar a mi casa. Era hora de ver a mi familia y dar unas cuantas explicaciones.

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now