El camino de espinas

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Draco se sentó al otro extremo de la barca donde se encontraba transportandose, se encontraba acariciando su mano la cual había sido despojada del anillo de rubí que portaba en ese momento, se rehusaba a siquiera mirar el rostro asqueroso de aquel dementor que estaba remando al otro extremo del lugar. El unico motor para contuniar era el hecho de que rescataría a Hermione y la traería devuelta con él, y aunque pareciera que estaba perdiendo la esperanza por completo el solo hecho de recordar la sonrisa tierna de la castaña le devolvía la fe perdida.

El barco continuaba avanzando lento, aquel dementor ni siquiera volteaba a ver al platinado, incluso Draco se preguntaba la razon por la cual no le había robado el alma suponiendo que tal vez esa era su única tarea, probablemente los dementores del camino de los muertos no estaban siquiera interesados en alimentarse de las alegrías de los que ahi se encontraban, quiza por que nadie tenía alegría alguna. De repente miraba la cubierta del bote observando centenares de galeones y monedas que estaban tiradas, diferentes denominaciones y paises, también observaba que había varios objetos de valor como copas de plata y de oro, camafeos y reliquias familiares, pensando que tal vez aquellos antiguos dueños les costó desprenderse de sus pertenencias con suma dificultad, continuaba mirando las monedas cuando un objeto le hizo sobresaltar un poco, ahora si que aquello le devolvía la esperanza perdida.

-El anillo de esmeraldas, Hermione mi amor - Draco intentaba tomar el objeto pero el dementor le golpeaba la mano con el remo para que no lo hiciera, al parecer nadie tenía derecho a tomar los objetos de otros, incluso en el camino de los muertos.

El platinado se sintió algo desepcionado por no poder apreciar el objeto, pero en mucha parte le llenaba de esperanza el hecho de haberse topado con él, ahora no cabía la menor duda de que Hermione habia cruzado el mismo camino, se sentía ahora pleno debido a que estaba en el rumbo correcto.

Pasado un largo rato por fin la barca se detuvo donde se apreciaba otra multitud de gente avanzando, pero a diferencia del primer sendero se notaba una enorme puerta de hierro que media al rededor de veinte metros, auqella puerta solo estaba entre abierta cosa que le sorprendia un poco al platinado. Cuando bajo por fin de aquel bote caminó un poco y lentamente hacia aquellas personas, todas estaban haciendo una fila por lo que decidía esperar un poco a que avanzaran.

-Maldita sea, otra espera mas- Draco mencionaba observando todavía aquella puerta, por lo que se desesperó un poco y decidió actuar por su cuenta, caminó un poco más para adelantarse a todos los que estaban formados debidamente cuando en ese instante sintió que de nuevo era arrastrado a su sitio, pudo sentir diversas manos que lo llevaban otra vez al final de la fila.

-Pero que demonios- Draco intentó correr nuevamente y fué arrastrado por aquellas manos invisibles al lugar que le correspondía.

El platinado sabía que no tenía mucho tiempo que perder, pues tal vez Hermione ya llevaba demasiada ventaja en aquel sendero, fue entonces que sintió que una voz le estaba hablando, era la de un hombre de edad avanzada por el timbre.

"Elige el precio de la sangre Draco, dilo en voz alta"

Draco volteaba a todos lados para intentar reconocer aquella voz pero nadie hablaba, tal vez alguien le hablaba de fuera, por lo que en ese momento tuvo que volver a recordar lo que había leido en el libro de Bibiesca, si alguien le daba un aviso era por que de seguro tambien le importaba aquella misión, asi que comenzó de nuevo a recordar.

"Aquel lacayo del demonio nos trajo a un porton inmenso, todos aquellos pobres no les quedaba remedio que seguir esperando en su agonía, la esperanza en sus rostros es un sueño del pasado mismo que no se volverá a retribuir por demasiado tiempo, esas fueron las palabras de Azael mi acompañante quien decidió ir primero para hablar con aquel portero, yo me quede a esperar, a diferencia de todos ellos, se que solo estoy como espectador."

Si me amas... No se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora