La mansión de rosas azules

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Hermione había despertado por fin después de un largo y reparador sueño, aún tenía su libro de runas antiguas y notó que Buckbeak estaba afuera jugando con lo que fuera su comida del dia, que consistía en un festín de ratones que lograba encontrar en el callejón, cosa que a la castaña le provocó un poco de asco quitándole el apetito que estaba teniendo. Comprendió que había llegado el momento de buscar a Murdock por lo que se dirigió al hipogrifo para indicarle que se fuera, pues no dejaría que el también resultara herido por alguna razón.

-Buckbeak muchas gracias, ahora debo seguir sola, tienes que cuidar de Draco debes estar ahí por si llega a necesitarte, no permitas que nada malo le suceda a mi huroncito- Hermione le daba un beso en la cabeza al animal mismo que se acurrucaba a ella en señal de que no deseaba irse de su lado, pues como era sabido, las criaturas mágicas entendían los sentimientos humanos a la perfección.

-No puedo exponerte Buckbeak, prometo que estaré bien, ahora ve a Hogwarts y cuida de él, te quiero- Hermione daba otro beso en la cabeza al animal mientras deshacía la tienda para disponerse a buscar Hannover.

El hipogrifo difícilmente accedió a irse pues sentía que la castaña no deseaba que le pasara nada malo, inmediatamente abrió sus grandes alas y voló por lo alto haciendo un sonido algo doloroso, al parecer el animal estaba llorando por verse obligado a partir. Hermione también soltó una lágrima silenciosa ya que llegó a pensar que esa sería la ultima vez que lo viera, se dio la vuelta y comenzó a caminar al principio sin sentido, esta ocasión no le importaba si las marionetts lograban atraparla pues en mucha parte le ahorrarían el trabajo de hacer la búsqueda.

En ese instante la castaña utilizó la desaparición pensando claramente en la calle "Winchester", por lo que por un largo periodo sintió que sus entrañas se estiraban demasiado debido a aquella acción pero al final se encontró con el leteo que denominaba dicha calle. Se vió complacida al saber que estaba en el lugar correcto por lo que esta ocasión tendría que buscar la referencia, notó entonces que aquella era una zona residencial debido a las mansiones tan exquisitamente construidas que ahí se localizaban, continuó caminando para detenerse en cada jardinera que se localizaba pues estaba observando si de casualidad no existían rosas azules en alguna de ellas.

Cuando se encontraba caminando tratando de buscar las rosas azules, notó que un coche que ya había visto antes se detenía en una mansión, se quedó paralizada al observar que se trataba del porche rojo que vió en el supermercado el día anterior por lo que sin querer lo siguió pues aquellos chicos se encontraban algo "enfiestados".

-Evanesco!- Hermione realizó el encantamiento para volverse invisible por lo que se acercó más y más a aquellos chicos.

En ese instante cuando se encontraba lo suficientemente cerca como para escucharlos se detuvo a un lado del porche para contemplar la escena que le parecía de lo mas patética, hombres ebrios besuqueándose con dos mujeres fáciles que se habían visto deslumbradas con aquel carro que tenían los chicos.

-Mi jefe ahora no está, salió para atender algo importante con su nuevo socio, así que tendremos la piscina para nosotros- Mencionaba demasiado ebrio un chico que por su aspecto la castaña reconoció como Armand, el exnovio de Madeleine.

-Pero no hay problema con el ama de llaves, no sea que le diga a tu jefe que estamos aquí- Comentaba una de las chicas con cabello corto al estilo punk que se encontraba en el porche besando al otro chico que por su descripción Hermione reconoció como Donovan.

-El casi nunca se encuentra en casa, y ahora que nadie está es nuestro momento- Mencionaba Armand abrazando a la otra chica de cabello negro rizado sosteniendo con la otra mano una botella de cerveza.

Hermione pensó entonces que aquellos chicos eran unos cerdos bien hechos, no tanto por su evidente estado sino por sus acciones en sí, pensaba en todas las ocasiones que su amiga Madeleine hablaba de las maravillas de su en ese entonces novio y las comparó con la alimaña que estaba siendo en ese momento, por lo que tuvo que hacer de tripas corazón para no lanzarle una maldición imperdonable al chico. En ese instante se sorprendió cuando se acercó un poco más para ver aquella escena, miró boquiabierta y sorprendida la mansión a la que estaban a punto de entrar. El jardín que estaba frente a ella tenía rosas azules, lo que coincidía totalmente con la descripción de las runas, se sintió complacida pero a la vez mas temerosa que nunca pues detrás de esa puerta probablemente estaba el camino directo a su muerte, pero de antemano sabía que Harry se encontraba en aquel lugar.

Si me amas... No se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora