Tomar las riendas, la decisión crucial

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Hermione y Draco decidieron regresar al colegio, ya que todo el domingo se lo pasaron juntos, aunque Lucius no se encontrara en la mansión, Narcisa los había tratado con demasiada gentileza, ella se sintió consentida tanto por su novio como por su suegra. Ese dia desayunaron juntos y caminaron de nuevo por el jardín para admirar la plantación de alcatraces que a la luz del dia adornaban perfectamente la fachada de la mansión, incluso Draco le regaló unas cuantas para que siempre recordasen aquel sensible momento. Hermione contemplaba la maravillosa colección de pinturas que estaban en las paredes de la casa, Draco simplemente contemplaba el rostro de asombro de su novia, aunque el vivía en aquella casa desde pequeño no se detenía a contemplar las maravillas que ahí se encontraban, pero eso no se comparaba con el hecho de tener al amor de su vida admirando su mansión.

Al caer la media tarde Hermione le insistió a Draco que ya era hora de partir de nuevo al colegio, pues el lunes comenzarían de nuevo las clases y no deseaba llegar retrasada, en cambio el rubio platinado deseaba postergar aquel momento para estar mas tiempo con su castaña, en cierta manera le provocaba dolor tener que regresar al colegio donde no podían estar tan libres como en la mansión. La castaña fue a su habitación misma que Narcisa había condicionado para que la chica se sintiera cómoda en su estancia y se dispuso a cambiarse de ropa pues no deseaba usar de nuevo aquel vestido que Draco le había regalado, se puso unos jeans cómodos y una blusa entallada de color azul cielo, se acomodó sus tenis y su jersey para disponerse a viajar en el carruaje que los estaba esperando afuera de la mansión.

Draco por su parte se ponía ropa cómoda para salir, y aunque no deseaba regresar al colegio debía hacer caso a su novia de volver ya que conocía perfectamente su afán de no perderse ninguna clase. El chico platinado esperaba por fin en la entrada principal de su hogar a que Hermione bajara por fin, cuando lo hizo Narcisa se encontraba ahí para despedirlos recordándoles que debían seguir luchando por lo que tenían ya que no les resultaría fácil muchas cosas, los dos asintieron con la cabeza de aprobación y por fin se despidieron.

Fue un viaje algo largo desde la mansión Malfoy al colegio Hogwarts pero aquella pareja de enamorados lo disfrutaron mucho pues Hermione abrazaba todo el tiempo al platinado mismo que se encontraba de lo más feliz. Se quedaron un rato con los ojos cerrados atesorando aquel instante en el que se encontraban juntos, ella se acercaba mas a su pecho para enervarse de su aroma a encino dulce mientras que el platinado acariciaba el cabello de la chica diciéndole cada cinco minutos "te amo mi nutria".

Llegaron por fin al colegio donde fueron recibidos por el celador Filtch, en ese instante notó que el portero se encontraba algo intranquilo y nervioso pues al mirar a la chica supo que se pondría histérica por la noticia que le esperaba, esto hizo que ambos chicos se voltearan a ver extrañados el uno al otro por lo que inmediatamente Draco se atrevió a preguntar.

-Que pasa señor Filtch?- Preguntó Draco con el ceño fruncido, mientras que el portero dirigía su mirada a la castaña.

-Creo que debe entrar al colegio de inmediato señorita Granger, la profesora McGonagall quiere verla, es urgente- Filtch sonaba preocupado haciendo que la castaña se asustara de repente.

-Que sucede señor Filtch, de que se trata todo esto?- Preguntaba furtivamente Hermione quien se comenzaba a poner pálida del susto pues al ver los agrandados ojos del portero se intranquilizó al instante. Draco por su parte miraba absorto la actitud de aquel hombre por lo que tomó la mano de la castaña para llevarla inmediatamente al colegio.

Ambos se apresuraron lo más que podían para llegar hasta la oficina de la profesora, en ese momento se encontraron con Pansy quien severamente apartó a Draco para no los vieran entrar juntos al colegio, aunque ella sabía lo que había pasado debía dejar sola a la chica para que continuara su camino, fue entonces que la castaña siguió corriendo desesperada pues sentían a los demás que la observaban preocupados, no le hubiera costado trabajo preguntarle a los estudiantes pero sabía que la verdad se la revelaría única y exclusivamente la profesora McGonagall por lo que decidió continuar. Llegó por fin al aula de encantamientos y agitadamente abrió la puerta para encontrar a la anciana profesora misma que estaba hecha un manojo de nervios pues las manos de McGonagall temblaban.

Si me amas... No se lo digas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora