—A mí tampoco... —estuvo de acuerdo e hizo un silencio pequeño hasta que soltó—: Pero, ajam, ¿a quién crees que vamos a conocer?

—¡Solo me dijeron que nos presentarán a esa persona hoy, que era muy importante! —exclamé de nuevo—. No. Sé. Nada.

—Bueno, bueno, no te pregunto más —resopló Nolan, alzando las manos en señal de paz.

Hizo silencio. 

Sí, el lugar no me gustaba. Seis meses habían pasado desde que habíamos llegado. Seis meses bajo la supervisión de esas personas que supuestamente nos protegerían de Mantis, aquellos que habían creado el proyecto STRANGE. 

Seis meses sin mi madre. Pensaba en ella a cada momento, aunque no había tenido casi nada de tiempo libre para deprimirme porque Nolan y yo habíamos estado recibiendo un entrenamiento intenso para aprender a defendernos, ya que nuestras vidas no volverían a ser "normales".

Hasta ahora sabía dar patadas, puñetazos, podía derribar a alguien no tan fuerte, escapar de una situación en la que alguien quisiera matarme, o... al menos intentarlo.

—Pero... —rompió Nolan el silencio de pronto, cosa nada sorprendente—. ¿De verdad no tienes una sospecha o qué?

Solté aire por la nariz.

—No te aguantas en silencio, ¿verdad?

—Sabes que no —contestó él con orgullo—. Nada más dime, ¿no tienes ni una suposición? ¿O...? —Me señaló la frente con su dedo índice y una tonta sonrisa en la cara—. ¿Solo tienes en la mente la pija de Ax?

Que mencionara a Ax removió todas mis fibras sensibles. Oír su nombre en esos momentos era como darme un golpe en el estómago. Me ponía mal.

—¿Desde cuándo dices pija? —Fruncí el ceño y manoteé su dedo.

Una sonrisa ancha y pícara apareció en su cara. Pasó a verse muy malicioso y divertido, justo como era él. Bueno, era el mismo en actitud, pero estaba madurando más físicamente. Un ejemplo de eso: él era solo un año mayor que yo, pero ahora algo lo hacía lucir como de veinte. Tal vez podía ser que el entrenamiento lo había tonificado o quizás podían ser sus ojos... 

No estaba segura, pero sin dudas había algo distinto.

—¡Sí la tienes! —exclamó como si me hubiera atrapado en el acto—. ¡Nada más piensas en eso! —Entrecerró los ojos con picardía—. Dime, ¿tan bueno fue?

Volví a intentar reunir paciencia.

—Ya te conté cómo pasó con todos los detalles posibles, por favor no empieces con...

Claro que igual empezó. Ensanchó más su sonrisa pícara, como el diablillo que en realidad era. Supe que venía algo peor de su parte, y...

Sí, no me equivoqué.

—Shh, shh —soltó, anticipando su propia tontería—. ¿Sabes qué? Incluso apuesto a que en tu cabeza solo recuerdas cuando estuvieron juntos en casa del doctor Campbell y que de fondo suena esta canción: porque la noche de anoche fue algo que yo no puedo explicar, eso era dando y dándole sin parar, tú encima de mi, yo encima de ti...

No conforme con la burlita, acompañó cada palabra de la canción con un movimiento de perreo masculino, sensual y lento. Muy inesperado. Y muy experto también, quién lo diría.

—Nolan... —intenté detenerlo, pero siguió cantando y moviendo las caderas de adelante hacia atrás, disfrutándolo:

Tú me dejaste el cuerpo caliente, infierno; pero me dejaste el corazón frío, invierno...

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora