Efecto Mariposa

By lvshyo

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Un 08 de Agosto del 2014 fue el día en que María José desapareció. Nadie, ni siquiera yo, comprendimos el com... More

Génesis + Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
1˙3 olnʇídɐɔ
2˙3 olnʇídɐɔ
3˙3 olnʇídɐɔ
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
1˙6 olnʇídɐɔ
2˙6 olnʇídɐɔ
3˙6 olnʇídɐɔ
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
1˙51 olnʇídɐɔ
2˙51 olnʇídɐɔ
3˙51 olnʇídɐɔ
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
1˙52 olnʇídɐɔ
2˙52 olnʇídɐɔ
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
1 ˙43 olnʇídɐɔ
2˙43 olnʇídɐɔ
Capítulo 35
Capítulo 36
1˙63 olnʇídɐɔ
2˙63 olnʇídɐɔ
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
1˙93 olnʇídɐɔ
2˙93 olnʇídɐɔ
3˙93 olnʇídɐɔ
Capítulo 40
Capítulo 41
1˙14 olnʇídɐɔ
2˙14 olnʇídɐɔ
Capítulo 42
Capítulo 43
1˙34 olnʇídɐɔ
2˙34 olnʇídɐɔ
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
1˙45 olnʇídɐɔ
2˙45 olnʇídɐɔ
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62

Capítulo 33

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By lvshyo

5/5

—¿Qué?— balbuceo. Esto me toma por sorpresa. Yo pensaba que la L y C era algo más... simple, ¡no una historia de hace dos siglos!

—Sí, así que ponte cómoda, esto va para largo— Rosalind sigue estando tranquila, pero yo, yo estoy con los nervios a flor de piel. ¿Qué tan importante será esa historia? En eso, mi vista se va a Robert quien se mueve de un lado a otro detrás de Rosalind, por lo que puedo ver, esta preparando café. Ella abre el diario mostrando las hojas, muchas de ellas tienen escritos y otras dibujos. Puedo divisar algunas fotografías también.

—Bien, ¿cómo comienza todo esto?— pregunto esperando el inicio de lo que quieren contarme. Al decir eso, Rosalind toma el diario y lo desliza por la barra hasta dejarlo cerca de mis manos.

—¿Qué sentirías si un día te tracionará una personas a la cuál le diste toda tu confianza y amabilidad?— pregunta con expresión normal. Yo tardo en responder, pero se que estaría muy mal.

—Furiosa— contesto todavía viendo las hojas.

—Bueno, eso sucedió con todos los nativos y colonizadores. Los últimos nunca supieron lo que era ser agradecido— menciona y yo asiento dándole la razón. El mundo sabe eso. —Todo comienza por el año 1800. En ese tiempo los ingleses ya habían llegado a América del Norte. Algunos ya habían tomado posesión de territorio y fundado colonias. Pasaron algunos años antes de que apareciera un grupo que había ido en busca de territorio, pero los colonos habían perdido la mitad de los suyos gracias al atroz invierno que cayó en la región, así que decidieron regresar a Inglaterra, pero fueron sorprendidos por una mujer. Ella, de manera amable, los llevó a su tribu. Eran nada más y nada menos que Los Ciervos. Ellos le enseñaron a los colones pescar, cazar, sembrar maíz; los ayudaron a sobrevivir. Henry, quien era el capitán de esos ingleses, y Nantai, quien era el jefe de la tribu de los Ciervos, se entendieron al instante y se ayudaban mutuamente al pasar del tiempo, pero Henry quería algo más que su ayuda, él había puesto sus ojos en la hija de Nantai. Su nombre era: Denahi. Lamentablemente, ella no tenía ojos para él, ni para nadie de su tribu. Ella ya estaba enamorado de alguien más— termina con una sonrisa. Robert regresa y deja dos tazas de café sobre la barra, una para mí y otra para Rosalind.

—Denahi estaba enamorada de Tala, un hombre de la tribu de los Lobos— Robert sigue el relato mientras toma asiento en uno de los taburetes después de haber ido por su taza de café. —Los Lobos eran una tribu de feroces y temibles guerreros, y Los Ciervos los más rápidos corredores y sigilosos cazadores. Sus dos tribus vivían en continuos conflictos y más desde que Nantai había matado a Sora, el jefe de Los Lobos. Aún cuando esas dos tribus se odiaban, no fue obstáculo para que dos personas se enamorarán. Tala, en una de sus visitas al bosque, se encontró con Denahi cazando. Como a todos, su belleza lo cautivó, pero su destreza lo hechizó por completo. Ella se movía como parte del bosque. Tala, con valentía, se paró frente a ella. En un principio no le dijo a dónde pertenecía, y Denahi tampoco. Su conversación no duró mucho, pero si fue lo suficiente para que entre ellos dos surgiera una chispa. Al pasar los días, ellos siempre se encontraban ahí, en su escondite cerca de una cascada lejos de los demás. Tala buscaba la manera de enamorar a Denahi, y Denahi se dejaba enamorar por Tala. No pasó mucho tiempo para que los dos se dijeran sus tribus, pero aún sabiendo eso, no se separaron, pues en ese entonces, ya se amaban y no había una fuerza humana que los distanciará. En otro lugar, las escapadas de Denahi no fueron algo que Nantai no notará, así que obligó a su propia hija a tener un guerrero quien siempre la acompañara, él tenía que avisarle que hacía o con quien estaba. Así que ella detuvo las visitas que le hacía a Tala por temor de que le harían a él. Henry aprovechó que Denahi estuviera más tiempo en la tribu, pero su vanidad y altanería no la enamoraban. Ella extrañaba la amabilidad y dulzura de Tala— Robert detuvo sus palabras solo para tomarle un sorbo a su café. Al escuchar eso, sonreí. Escuchar historias de amor me fascinan.

—Una noche donde la guardia era baja, Denahi se escabulló hacia el bosque. Tala la esperaba ahí como siempre, sabía que ella no había ido por algún motivo y confiaba que regresaría. Cuando se volvieron a ver, no había alguna felicidad que se comparará a la de Tala. Ella le explicó todo, y él sabía que corrían peligro, pero aún así no dejo que eso arruinará su sorpresa. En un combate que tuvo con colonos, venciendolos, le robó sus pertenencias al capitán, entre esas cosas, un reloj fino que marcaba las 11:11 cuando lo consiguió, pensando que eso, era suerte, pues por algo marcó esa hora cuando lo venció. Esa era la sorpresa que le daba a Denahi, un regalo. Él había estado estudiando un poco la función del reloj, así que le dijo, que cuándo la Luna estuviera en el cielo y éste marcará las 11:11, se juntarán en su lugar de siempre; la cascada. Esa era la señal para volver a verse. Denahi estaba feliz con el obsequio que le dio, así que se despidió de él esperando ansiosamente a que el reloj marcara los números que dijo para volver a verlo. Al día siguiente, al despertar, encontró al lado suyo al ciervo sabio, él hombre sabía lo que había hecho y estaba preocupado por ella. Denahi le contó todo lo que sucedió con Tala, y le dijo que nada pasaría, si nadie se enterará, pero Moki, el curandero de su tribu, no estaba tan seguro, aún así, guardó el secreto pidiendo a sus espíritus, que una guerra peor que las demás, no se desatará entre las dos tribus por está razón. Por otro lado, Tala tenía que sufrir la presión de su hermano mayor Tennessee, pues él era el nuevo jefe después de la muerte de su padre. Tennessee quería que, si él llegará a faltar, Tala sea lo suficientemente fuerte para gobernar como un auténtico lobo. Tala sabia que solo eso significaba que su hermano estaba planeando una venganza por la muerte de su progenitor. Aún cuando todos los días entrenaba ferozmente convirtiéndose en uno de los mejores guerreros y ganando todas las batallas, nunca faltaba a los encuentros con Denahi a pesar del cansancio— Rosalind relata mientras veo con admiración las fotografías que hay dentro del diario. Puedo ver bien en ellas pinturas en las paredes de una especia de cueva.

—Pero, un día...— el tono con él que habla Robert hizo que lo viera de inmediato —Ella no fue al encuentro— dice. Se que esto no termina para nada bien ya que recuerdo lo que un día me contaron Las Villas. Así que esa historia es esta que me están contando ellos. —Henry estaba cegado por la ira de que Denahi no lo volteará tan siquiera a verlo, así que sin tocarse el corazón y aprovechando que la tribu estaba debilitada por enfermedades como la viruela, traicionó a Los Ciervos quienes tanto los habían ayudado solo para conseguir lo que tanto deseaba a la fuerza. En 1822, el capitán Henry Mason, con un grupo de puritanos y mientras la tribu del Ciervo dormía, fue contra ellos y le prendió fuego a las chozas. Los gritos de desesperación que emitían los nativos mientras el fuego alcanzaba su piel, a Henry no le afectó en nada, así que con pasos seguros, caminó por la aldea ignorando la batalla que se había formado entre guerreros ciervos y sus soldados, él solo quería llegar con su querida Denahi. Al estar frente su choza, dentro estaba también Nantai, él al ver a su amigo inglés le pidió ayuda porque pensaba que el clan del Lobo era quien los atacaba, pero con una sonrisa maliciosa, Henry sacó su espada de la funda y atravesó el corazón de quien lo trataba como un amigo. Denahi gritó y lloró, pero nadie fue a su auxilio. Henry la secuestró, e hizo que sus soldados tuvieran como prisioneros a más indígenas, pues quería sacar algo más que una esposa, él quería tener dinero a montones, pues su avaricia no tenía límites. En otro lugar, Tala esperaba a Denahi, pero al ver que no llegaba, se atrevió a ir en busca de ella y verla, al menos, de lejos, pero lo que vio simplemente lo dejó impactado a tal punto de caer de rodillas a unos metros de la aldea en llamas. Sus ojos no creían lo que miraba, así que se levantó y pasando de las escenas donde los colonos mataban a los demás nativos, corrió en busca de su amada choza por choza. Su corazón se estrujó al entrar en una y ver el reloj que le había regalado tirado sin rastro de su dueña. Él lo tomó mientras sentía la ira invadir su cuerpo, y salió corriendo en busca de ella, pero lo único que pudo ver era como uno de los ingleses, a lo lejos y adentrándose al bosque, se llevaba a su amada a la fuerza encima de un caballo junto con más mujeres y niños encima de carretas. Él rendido, cayó sobre sus rodillas una vez más y con el reloj en su pecho, le lloró y rogó a sus espíritus por ayuda, pero estos lo dejaron de lado y no lo ayudaron. Furioso, Tala regresó a su tribu, llegó con Tennessee y le dijo lo que había sucedido. Pensaba que él odio de su hermano a los ingleses era más fuerte que a los de la tribu de Los Ciervos, pero no fue así. Tennessee le dijo que era lo mejor, que ellos se lo buscaban por haber confiado en colonos. Tala enojado, se alejó de su hermano decidido a ser él mismo quien fuera por Denahi, pero antes de salir, fue interceptado por Meda, una chamán de su aldea. Ella le impidió que no fuera, pues si iba a rescatarla, moriría. Tala confiaba en las palabras de Meda, si ella lo decía, era verdad, pero desde hace tiempo para él, Denahi se había vuelto su vida, y si ella no estaba, su alma tampoco, así que ignoró las advertencias de la mujer y salió corriendo hacía el bosque. Él tenía conocimientos del terreno, así que le fue fácil encontrarlos y trazar un plan para vencerlos. Estaba consciente que si perdía los estribos, le fallaría a su espíritu y a su aldea. Estaba prohibido la crueldad, pero en ese momento, a Tala solo le importa su amada. Cuando los visualizó en el corazón del bosque en un campamento, sabía que le iba a ser difícil derrotarlos, pero al ver como ese ingles tocaba a Denahi, no lo pensó dos veces, así que con máximo sigilo mató a cada soldado que rodeaba el campamento, dejando así, sin vigilancia a los demás. Solo quedaba unos cuantos, y su entrenamiento le había ayudado, así que sacó su dos cuchillas, y entrando de sorpresa, mató con crueldad y de manera violenta a cada uno de ellos. Los colonos pedía clemencia, pero Tala no se las daba, pues cuando los ciervos pedían por su vida, ellos no se tocaron el corazón. Cuerpos cayeron, cabezas rodaron y la tierra se llenó de sangre. Cuando menos lo esperaba Henry, Tala estaba de pie frente a él con su ropa llena de sangre al igual que sus manos. Su mirada sólo denotaba odio. Henry suplicó, pero para Tala, ya no había nada de humanidad dentro de él, así que con satisfacción, lo desapareció de este plano. Denahi estaba a unos metros de él y vió a primera fila todo lo que había hecho. Tala era un auténtico lobo a ojos de ella. Feroz, violento y cruel. Una imagen que Denahi nunca pensó ver en su amado y que le llegó a asustar tanto, que se alejó de él cuando Tala intentó acercarse a ella para ayudarla. Ahí, en medio de sangre y cuerpos, Tala sabía que se había convertido en lo que juro nunca ser frente a su padre; un cruel lobo. Momentos después, la tribu de él había llegado a donde se encontraban gracias al aviso de Meda. Ellos ya había ido a ayudar a la aldea de los Ciervos salvando a los pocos que pudieron, pues se estimaba que había muerto cerca de cien guerreros. Tennessee miró a su hermano bañado de sangre y todos los guerreros lobos también lo vieron. El hermano pidió que liberaran a las demás mujeres y niños y los llevarán a un lugar seguro. Tala no sabía que harían con él, temía su futuro. Tennessee se acercó a su hermano menor, y con dolor de su corazón, lo desterró de la tribu por ser lo que no tenía que ser. Tala estaba dolido, había decepcionado a todos y había perdido su honor. Con un suspiro, saco el reloj y lo dejo a unos metros de Denahi, pues ella seguía siendo la dueña de ese regalo. Tala le dio un último vistazo a su hermano antes de salir corriendo de ese lugar. Denahi se acercó y tomó el reloj entre sus manos, sabía que Tala se había convertido en lo malo de él y había sido desterrado de su tribu por ella, por salvarla, así que ignorando los gritos del hermano de su amado, salió corriendo en la dirección dónde se había ido Tala. A unos metros, en su cascada, Tala miraba hacia el vacío. Prefería morir, pues nada de él valía ya. Denahi le temía, a Tennessee lo decepcionó y se había quedado sin honor frente a todos. Denahi no llegó a tiempo, no gritó lo sucienteme alto, no pudo detener a Tala, y lo único que si logró, fue ver como la persona que amaba se dejaba caer esperando que al menos, Denahi tuviera una vida plena y feliz. La mujer cayó de rodillas sabiendo que nada se podía cambiar y con dolor y a la luz de la Luna, lloró la muerte de Tala— Robert termina de hablar con una mirada perdida, solo observando un rincón de la cafetería. Ahora entiendo a dónde fue a parar el hombre que me contaron Laura y Lucía.

—Denahi...— miro a Rosalind, quien capta mi atención al proseguir la historia. —Fue en busca de su cuerpo, no lo encontró sino hasta un día después en la orilla del río. Ella no podía darle una ceremonia a Tala, pues la tribu del Lobo no se la concedería, pero no quería que él se fuera como si no valiera nada. Ella lo llevó a las profundidad de una cueva rica en minerales, así nadie lo encontraría y nadie escupiría sobre su tumba. Ella preparó una tumba con ayuda de Meda, quien sabía que Tala no merecía un final así, y también de Moki, quien era como un padre para ella, pues siempre estaba a su disposición. Con el tiempo y dando parte de su vida a hacerle la tumba a Tala, está ya se mostrada con maravillosas pinturas contando de la historia de él y lo que hizo. Denahi había dejado objetos valiosos a la espera que los espíritus le dieran una buena vida en el mundo de los muertos. El reloj no lo había dejado, ella todavía lo tenía, pero sabía que de nada serviría seguir con el, pues Tala ya no estaba, así que con el alma y el objeto en su pecho, le imploró a los espíritus que, si una persona quisiera cambiar el destino de alguien, que la ayudará, pues la tristeza que ella sentía, tenía que ser la última. Ella se sorprendió al ver como, las velas antes apagadas, se encendieron de repente. Denahi sabía que esta vez los espíritus se había ablandado al verla. Moki le ayudó a grabar en el reloj la historia que había tocado el corazón de, no solo dos tribus, sino de las demás. La historia del clan del Lobo y el Ciervo quedaría en la memoria de cada una de las personas en la región. De esta forma, y sabiendo lo que el reloj significaba, Meda talló una caja de madera para la próxima persona quien quisiera jugar con el tiempo y allí metieron el reloj para dejarlo en la tumba. Al poco tiempo, Denahi murió de viruela, así que Moki y Meda, algo tristes por lo sucedido, comenzaron a hablar con todos los que conocían a Tala y Denahi, y escribieron y escribieron la historia de esos dos dejando partes de esta en la tumba. Querían que su historia durará por años y que todos supieran de ella. Tala y Denahi fueron recordados por muchos después de sus muertes, daban un ejemplo de lo que era amor, y casi doscientos años después, lo siguen haciendo— Rosalind concluye mientras busca entre las hojas del diario y saca una carta de papel viejo y algo amarillento. —Mira, este es un fragmento de la historia de ellos dos, lo escribió Moki— me lo extiende. Yo lo tomo y abro. Afortunadamente está en Inglés.

Dos jóvenes se amaban tanto que él dio la vida por su amada y ella dio de su vida por su amado. No había manera de que ellos dejaran de sentir lo que sus corazones dictaban. Su amor era más fuerte que cualquier odio, pero el odio fue más fuerte que él. Tala se había lanzado al vacío esperando a si sanar su culpa. Denahi lo vio saltar y eso alimentó su culpa. Si lo hubiera detenido mucho antes de que saliera corriendo al bosque, el estaría aquí, siempre pensaba eso ella, pero nadie podía cambiar el futuro de una persona, pero si lo pedías, nadie se volvía a alguien. Ella era infeliz, tanto que no podía con su dolor, no lo quería sentir y no se lo deseaba a nadie, así que con súplica, le pidió a mis espíritus y a los de Meda que ayudaran al menos a otra persona de un sufrimiento igual. Yo tenía esperanza de que ellos dijeran que si, así que no me sorprendió ver las velas encendiéndose solas en una cueva húmeda. Ellos estaban escuchando, y la escuchaban a ella.

—Todo esto me parece impactante y a la vez fascinante— susurro mientras doblo la carta y la dejo en su lugar —¿Qué pasó después de la muerte de ellos dos?— pregunto mirándolos.

—Ese conflicto desató la desconfianza de los nativos a los puritanos que tenían sus colonias cerca de sus aldeas, y los puritanos querían su territorio, así que se liberaron guerras hasta la Masacre de Wounded Knee y el establecimiento definitivo de la frontera de Estados Unidos en 1890. Todo eso se resolvió con la conquista de los pueblos nativos— responde mi duda.

—Esto tiene más de lo que pensaba— menciono mientras acaricio mis sienes.

—Y El Profeta lo sabía todo, seguro que esto era muy conocido en su grupo religioso, ya sabes, "Comunidad Sagrada de Jesucristo de los Últimos Días"— Rosalind menciona. Al oír eso, siento un escalofrío recorrer mi espalda, esa gente es de lo peor.

—Ahora entiendo el porqué, él es así. Si forma parte de eso, se sabe que no es un santo— comento a sabiendas de las críticas que tienen sobre ese grupo religioso. La pareja asiente dándome la razón.

—Por ahora, mantente alejado de él, no sabemos porqué, pero creo que las cosas van a comenzar a ponerse más complicadas— ¿aún más? Joder, denme un descanso. —Él siempre actúa sorprendiendo a todos— advierte Robert preocupado.

—No hay de que preocuparse, dudo que haga algo en estos días— trato de calmarlos mientras me levanto del taburete. —Y... gracias por contarme todo esto de la historia de L y C, ahora entiendo un poco más las cosas.

—Cuando tengas dudas, ven a vernos— Rosalind habla sin borrar su sonrisa. —Por el momento, esta era todo la verdad que necesitabas saber— al escuchar eso, me quedo en silencio antes de hablar.

—Ustedes...— estoy debatiendome internamente si preguntar sobre eso o no, pero al final, me decido. Quiero saber porque le hicieron eso a Poché. —¿Secuestraron a María José por qué quisieron, o algo los obligaba?— les pregunto tragando saliva. Ellos se miran por unos momentos, y después suspiran.

—Créeme, Daniela— Robert comienza a hablar. —No eramos los únicos que iban detrás de ella— dice dejándome helada. ¿Qué? —María José, esa noche cuando la encontramos en el bosque para llevarla ante el Profeta, escapaba de algo... o alguien— confiesa.

—P-pero... ¿de quién más podía escapar?— los miro sin entender nada. ¿Había algo más qué ella ocultaba aparte de esto.

—No lo sabemos, pero María José escapaba de alguien más esa noche, corría entre los bosques y, aunque no lo creas, nosotros fuimos su salvación. No sabemos que podía haberle sucedido si ese alguien la encontraba antes que nosotros— Rosalind dice de manera lenta, como si temiera mi reacción.

¿Alguien más iba a por Poché? ¿Cómo es eso posible?
Suspirando, regreso a mi asiento y los miro de manera seria.

—Diganme todo con detalles— les pido.

~~~

Díganme, ¿qué les pareció el maratón?:)

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