2˙52 olnʇídɐɔ

3.8K 398 551
                                    

—¿Estás bien?— pregunté mientras miraba a Poché fijamente. Después de clases habíamos decidido ir a comer todos a un restaurante de comida rápida cerca de la universidad. Todos fuimos a excepción de Juancho que tuvo que regresar a casa. Las cinco estábamos caminando por las calles del pueblo. Lucía, Laura y Kim estaban platicando muy animadas de algo, no se del que ya que estoy más interesada en que le sucede a mi novia que ha estado todo el recorrido callada.

—¿Yo? Ah... ¿sí? Digo, sí, estoy bien— habló entre una risa nerviosa —¿Por qué la pregunta?— me miró con una ceja alzada. Poché estaba a pocos pasos delante mío y sentía su alejamiento algo raro.

—Te noto callada... tú no eres así— dije con un mueca. Poché me miró unos segundos y después apartó su mirada con una pequeña sonrisa.

—Solo pensaba...— suspiró bajandole la velocidad a sus paso para estar a la par mía.

—¿En qué?— pregunté interesada. Poché me miro con una sonrisa burlona.

—¿Señora preguntas, no cree que exagera con ellas?— ríe. Yo me encojo de hombros.

—No si se trata de ti— detuve mis pasos ocasionado que ella hiciera lo mismo. Poché me miró a los ojos por varios segundos, no los apartaba de ahí y tampoco quería que lo hiciera. Antes de que pudiera decir algo, ella se acercó dándome un beso de imprevisto y yo solo atiné a sostener su cintura.

—Te amo— susurró sobre mis labios mientras me miraba con sus ojos aceituna que tenían un brillo en especial.

—Yo también te amo, Poché— le sonreí mientras la abrazaba con fuerza a mi. Así nos quedamos unos segundos antes de que una de nuestras mejores amigas hablara.

—¿Vienen las tórtolas o prefieren irse a un lugar más privado? El día no es infinito— preguntó Laura con una sonrisa burlona y yo solo negué con mi cabeza.

—Ya vamos, impacientes— tomé a Poché de la mano y comenzamos a caminar hacia ellas.

(...)

Las cinco habíamos pasado una tarde de lo más divertida. Háblamos de todo lo que nos rodea y bromeabamos con ello. Hacíamos retos estupidos que tuvieron como consecuencia que Laura consiguiera el número del chico que atendía en el mostrador. Ella se moría de la vergüenza pero no quitaba una sonrisa de su rostro. Se que le gustó desde la primera vez que lo vió.

—Bien, chicas, me tengo que ir. Mi mamá está afuera esperándome—Kim comenzó a recoger sus cosas y nosotras abucheamos —Lo siento, necesito estar temprano en casa— añade con una sonrisa tímida. Ella se despidió de cada una de nosotras con un beso en la mejilla y un abrazo.

—Bueno, nosotras también nos tenemos que ir ya— anunció Lucía levantándose de su asiento después de que Kim salieran del restaurante.

—Claro, mañana nos vemos. Adiós y cuídense mucho— Poché les dijo aún con su cabeza recargada en mi hombro —¡Lucía!— la detuvo cuando ella y Laura estaban un poco lejos de la mesa —Me envías la tarea— gritó entre risas y la susodicha solo giró sus ojos con una sonrisa en el rostro.

—¡Ya quisieras, Garzón!— gritó ella. Después se despidieron y salieron del restaurante.

—Entonces... ¿nos vamos nosotras o quieres seguir durmiendo aquí en mi hombro?— le pregunté bajando mi mirada para ver su cabellera y ella asiente aún sin mover algun músculo —¿Quieres que te lleve cargando o...?— ella ríe interrumpiendome.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora