Capítulo 32

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Sobre mi cabeza, las campanas que adornan la puerta de cristal, suenan anunciando mi entrada. Cuando estoy dentro, el lugar se ve desierto a pesar de saber que está abierto por todas luces encendidas. Camino a pasos cautelosos viendo a mi alrededor en busca de esos dos, pero no los veo por ningún lado. Llego a la barra que hay casi cerca de la entrada, trato de asomarme encima de ella para ver la habitación de al fondo, pero esta muy lejos para ver tan siquiera algo. Suspiro algo irritada. Parece que aquí no los encontraré.

—Que agradable sorpresa— doy un respingo al escuchar una voz masculina detrás mío. Giro sobre mis talones y Robert baja por unas escaleras al fondo de la cafetería. —¿Buscas a alguien?— termina los escalones y me ve esperando una respuesta, al ver que no contesto, da pasos hasta mi.

—Y-yo... si— acepto rendida mientras cierro mis ojos y dejo caer mi cabeza hacia delante. Sus pasos se detienen a centímetros de mi.

—¿A quién?— ladea un poco su cabeza entrecerrando sus ojos. —¿O a quiénes?— suelta una media sonrisa burlona. Se que de alguna manera le divierta la situación, ya que antes había salido por esa puerta diciéndoles que se jodieran y ahora estoy aquí buscando de su ayuda. A veces no sigo ni mis propias palabras.

Estoy a punto de responderle, pero una segunda voz se escucha a mi espalda.

—Que curioso— está vez chillo dirigiendo una mano a mi pecho por el susto. Doy media vuelta y veo a Rosalind salir de la habitación del fondo con su peinado y atuendo impecable como siempre. ¡¿Por qué carajos tienen la costumbre de aparecer de la nada?! Un día de estos no sobreviviré para quejarme. —Tú estabas buscándonos y nosotros esperándote— una sonrisa encantadora se plasma en su rostro mientras se recarga en la barra.

—Pero es aún más curioso el porqué nos busca— Robert le dice mientras camina hacia ella para estar hombro a hombro. —¿Sabes? Realmente pensé que no volverías después de ese suceso... lamentable— comenta con su mentón en alto. Yo trato de ignorar el rencor que les tengo solo por estos momentos.

—Créanme, yo también pensé lo mismo— suspiro mientras me siento encima de uno de los cuatro taburetes que hay. —Pero los busco por algo importante— levanto mi rostro para verlos a los ojos —Necesito ayuda de ustedes para conseguir respuestas. Es algo urgente.

—¿Y cómo estás tan segura de que nosotros tengamos esas 'respuestas'?— Rosalind habla mientras me mira fijamente.

—Él me dijo eso—contesto. Se que ellos sabrán a quien me refiero, después de todo, es lo único que tenemos en común.

—Bien, entonces síguenos— Rosalind me dice antes de alejarse a la barra y caminar hasta al fondo de la cafetería donde se encuentran las escaleras por las cuales Robert bajo hace unos momentos. Él sigue sus pasos, pero se detiene a mitad de camino para verme sobre su hombro.

—¿Vienes?— hace una simple pregunta que tardo en responder.

—Claro— sin otra opción, contesto siguiendo a aquella pareja. Llego a las escaleras que tienen forma de caracol. Estás son de madera oscura que brillan a la luz de la cafetería. Comienzo a subir los escalones pensando en lo que pueda venir a continuación. ¿Será qué podré resolver algunas dudas o tendré aún más?
Llegando al segundo piso, puedo ver que este lugar es uno más privado, esta protegido de la bulla de la gente y los ruidos del exterior. Este lugar es un escondite para cualquier problema o preocupación del mundo, con una luz tenue y muebles cómodos. Las paredes están pintadas con un color crema a la mitad, y a la otra, están cubiertas de madera. Un color agradable a la vista. Hay pocos mesas, en específico, tres, ya que lo que abunda son los cómodos sofás esparcidos por el lugar mientras estanterías llenas de libros los acompañan. El olor a café no puede faltar así como la música en volúmen bajo del tocadiscos. Puedo saber exactamente de qué canción se trata, "Anything Goes" de Cole Porter.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora