Capítulo 17

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—¡Daniela!— mi vista se nubla mientras siento como dos brazos toman mi cintura con fuerza y logran alejarme de la zona restringida.

—¡No, no, no, no!— grito con todas mis fuerzas tratando de soltarme, pero por más que intento me es imposible. Entre más lejos me encuentro, mis fuerzas van disminuyendo —¡Lucas, por favor, déjame!— le suplico con voz entrecortada —¡Tengo que ir a verla, tengo que ver su rostro, maldita sea!— me rompo mientras siento más lágrimas bajar por mis mejillas como si fueran cascadas —¡Tengo que regresar, aún me necesita, se que me necesita, y yo la necesito a ella!— sollozo con fuerza mientras presiono entre sí mis dientes —¡Maldición, no me puede dejar! ¡Ella no!— siento como soy liberada y, gracias a eso, caigo de rodillas sobre la tierra de un camino —Aún la necesito, no me puede hacer esto— lloro mientras presiono mi frente en el dorso de mi mano la cual esta sobre el suelo —No me puede dejar... no otra vez— mi cuerpo tiembla mientras sollozo un poco fuerte.

—Daniela— lo oigo murmurar a un lado mío y su mano hace círculos en mi espalda —¿Qué viste?— pregunta de manera cuidadosa.

Presiono mis labios entre si distinguiendo el sabor salado de mis lágrimas y después siento mi garganta cerrarse incapaz de poder pronunciar palabras tales como: "solo pude ver su cabello azul brillante esparcido sobre el agua y la tierra convertida en barro antes de que su cuerpo fuera cubierto".

—Dani...

Me levanto con rudeza empujando a Lucas lejos de mi en el acto. Trato de mantenerme de pie para así poder alejarme lo más rápido posible de aquí sin mirar hacía atrás. Mi mente ahora esta hecha un desastre, ni siquiera puedo describir como me siento ahora mismo. Mi cuerpo está débil, mi alma destrozada y mi pecho duele como el infierno, ni siquiera puedo parar de llorar, maldición, ¿en serio se atrevieron a quitarme a lo que más he amado en está vida?, ¿en serio será imposible poder verla una vez más?, bueno, siempre lo fue así desde un inicio.

Ahora no puedo controlar los sentimientos que ejercen con fuerza sobre mí poseyendome, estoy triste... no, esa palabra se queda demasiada corta a lo jodida que me siento en este momento, estoy que me muero aquí mismo, ni siquiera se si esto es real o una maldita pesadilla por todos las emociones malas que estoy experimentando. Nunca había sentido tanta impotencia así antes, es como lo que sentí cuando desapareció ella pero multiplicado por trescientas millones de veces más. Ni siquiera puedo darme el lujo de respirar bien.

—Maldición, maldición, ¡maldición!— digo entre dientes mientras me agacho un poco solo para cojer la primera rama gruesa que veo en el suelo —¡Maldición!— estallo de frustración golpeando un árbol cercano con todas mis fuerzas —¡Maldita sea!— lo golpeo de nuevo gritando de ira, impotencia y tristeza. Todo eso combinado en una misma persona es algo demasiado malo. Me siento inútil, no pude hacer nada para evitar esto —¡Carajo!— grito una y otra vez haciendo eco en la inmensidad del bosque.

Los minutos pasan y veo como la corteza se va despedazando cada vez más con cada choque que la rama da contra ella y en segundos la corteza queda igual de dañada que mi vida, y la rama se parte en dos pedazos justo como se encuentran mi alma y mi corazón.

Lanzo la rama lejos y recargo mi frente en el árbol sollozando a gritos, después me doy vuelta y me dejo deslizar por toda la longitud de la corteza dañada mientras suelto, ahora, silenciosos sollozos. Mi vida ahora se encuentra totalmente destruida y no le veo futuro. Todo se encuentra tan nublado y no puedo pensar con claridad, pues solo veo ese cabello azulado en mi mente sobre la tierra a la orilla del río, lo que hace destrozarme una y otra vez. Antes no me podía imaginar un mundo sin ella, ahora lamentablemente lo estoy viviendo y mi interior arde y duele recordándome su ausencia cada segundo que pasa.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora