Capítulo 27

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Frunzo mi ceño aún con mis ojos cerrados. Los párpados los siento demasiado cansados, pero eso no es un impedimento para mi necesidad de abrirlos. Separo mis labios sintiendolos secos al igual que mi garganta, así que emito un pequeño quejido al sentir como me quema al pasar saliva.

—Que bien, por fin has despertado— escucho una vez masculino entrando a mi habitación para después cerrar la puerta.

Me siento con dificultad en la cama donde me encuentro dejando caer algo húmedo de mi frente a mi regazo. Al ver lo que cayó, me doy cuenta que es una pequeña toalla.

—Espera, espera, no te muevas— alzo la vista encontrándome a John caminar hacía mi con semblante preocupado —No estás nada bien, te encuentras muy enferma— llega a mi lado haciendo que me acueste de nuevo. Coloca el trapo de nuevo en mi frente y en este momento puedo sentir dos más en mis muñecas —Tienes mucha fiebre, seguro es por la gripe que te dio— comenta regresando sus pasos. Había dejado una bandeja sobre el escritorio de mi habitación. En esta parece tener un vaso lleno de jugo de naranja y lo confirmo al verlo más de cerca cuando John regresa a mi lado —Toma, seguro tienes sed y esto te va a ayudar a reforzar tu sistema inmune— asegura con una sonrisa.

—Gracias...— susurro débilmente mientras tomo el vaso sintiendo el frío a través del vidrio. Con sumo cuidado lo voy bebiendo y agradezco el sentir alivio gracias al helado jugo recorrer mi garganta —Tenía mucha sed— digo al separar mis labios del vaso viendo como termine todo su contenido.

—Lo sé, llevas horas durmiendo— comenta haciendo que abra los ojos sorprendida. ¿Exactamente cuánto?

—¿Qué pasó?— pregunto mientras le regreso el vaso —No recuerdo nada más después de haber ido hacía la puerta de casa...

—Era yo la persona quien tocaba— sonríe de lado —Tuviste suerte, te salvé de una gran caída— dice guiñandome un ojo, ante eso, me sonrojo —Por cierto, vine con tus amigas, así que además de mí, tienes a tres mujeres preocupadas esperándote. Y un bebé— menciona por último haciéndome reír.

—¿Mis amigas y un bebé?— pregunto sutilmente como si no hubiera escuchado antes. John asiente —¿Qué hacen aquí?— alzo una ceja sin entender. Él me mira incrédulo.

—Daniela... no les avisaste que apareciste— susurra con sus cejas juntas, y al oír eso, me golpeo mentalmente. Es verdad, seguro ahora mismo me odian.

—Están furiosas, ¿verdad?— trago saliva con miedo. John hace una mueca, pero finalmente asiente.

—Entiendelas, estaban preocupadas por ti— dice sentándose en la orilla de mi cama.

—Lo entiendo— sonrío débilmente. Él me mira relajando todo su rostro y también sonríe achinando sus ojos.

—Bien...— se levanta de la cama quedando a un lado de esta —Solo estaba esperando a que despertarás— confiesa sin apartar su mirada de mí —Mi abuela dejó estas pastillas para que te mejores, seguro y sirven— señala una caja sobre mi mesita de noche donde también esta una jarra llena de agua y un vaso —Si no resulta así, te llevaremos con el médico.

—No... no quiero dar problemas, estaré bien— digo rápidamente y él niega con la cabeza.

—Nada de eso, te aseguro que no hay ningún problema, Daniela, solo queremos verte bien— al escuchar eso, siento una sensación cálida en mi pecho —Por cierto, bajaré para decirle a tus amigas que despertaste, ellas no se han movido de aquí, esperan a que abras los ojos para venir a hablar contigo— comenta y asiento.

Él se queda de pie a la orilla de la cama sin decir nada, solo viéndome fijamente. Segundos después comienza a intimidarme su mirada. ¿Qué tanto me observa?

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora