Capítulo 50

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—¡Espera!— exclamo mientras trato de ejercer presión en las plantas de mis pies para evitar que siga jalando mi brazo.

—El Profeta no es paciente— Carl dice entre dientes mientras me ve por encima de su hombro. Parecemos dos infantes jugando a ese estúpido juego donde se tiene que jalar la cuerda para ver quien es más fuerte, ¿lo malo de esto? Es que mi brazo viene siendo la cuerda.

—Tranquilo, Carl, Ben no se hará viejo por esperar ¡porque ya lo esta!— él comienza a reírse de su propio chiste. Carl suelta un gruñido mientras me deja ir, ¿por qué siento qué le molesta la presencia del señor Villa?

—¿Por qué quiere verme en aquel lugar?— le pregunto cruzándome de brazos.

—No lo sé, solo me vió y me dijo que te llevara a la capilla, después salió de casa a esa dirección, mencionó también que te espera— contesta un poco más tranquilo.

—Pero debe haber una razón para que me quiere allí.

—¡Pues no me la dijo!— exclama exasperado. —Y si quieres saber esa razón, la única manera de descubrirla es que vayas a donde te está esperando— la sala se queda en silencio después de eso. Mi mirada va hacía el señor Villa, pero él simplemente se encoje de hombros sin saber que decirme, así que suelto un suspiro rindiendome.

—Esta bien, iré— tampoco es que tenga otra opción. Puedo escuchar perfectamente como Carl susurra un "por fin" después de batallar tanto. —Pero no agarres mi brazo, puedo caminar sola— le menciono y Carl asiente a regañadientes.

—Eres un poco lenta— me regala una leve sonrisa antes de darme la espalda. —Vamos— dice comenzando a caminar hacía la salida.

—Estoy seguro que regresarás Daniela, así que te espero aquí— el señor Villa se sienta en uno de los sillones y se despide con su mano.

—Bien, espero volver a verlo— le regreso la despedida e inicio mi camino hacía Carl quien me espera de pie, e impaciente, en la entrada con la puerta abierta.

Al llegar a él, me deja salir primero y cierra la puerta de la casa a su espalda. Bajamos los dos escalones que hay hasta pisar el camino de tierra que recorre la parte delantera de las casas hasta llegar a la capilla blanca a unos metros. Carl va enfrente mío mientras yo me dispongo a ver a nuestro alrededor para intentar bajar mis nervios. Noto la camioneta donde llegamos en el mismo lugar, y también unas dos más un poco escondidas, y veo una tercera frente a la capilla. Cuando alzo mi mirada al cielo, puedo apreciar ese tono azulejo y mi mirada sigue la poca luz del Sol para observar como se va ocultando lentamente.

Carl se detiene en la entrada de la capilla y sube los cuatro escalones para tocar la puerta un par de veces. Yo me encuentro todavía abajo con mis manos detrás de mí esperando con algo de nerviosismo la razón por la cual El Profeta me quiere aquí. Puedo escuchar pasos golpear la madera del suelo y poco después ver como la puerta de entrada se abre mostrando al Profeta. Él me mira y después se dirige a Carl, veo que le susurra algo y él asiente.

—Esta bien— Carl se vuelve hacía mí y, sin saber la razón, mis manos empiezan a sudar.

—¿Qué harás?— intento dar pasos hacía atrás, pero es demasiado tarde, Carl logra tomarme del antebrazo y comienza a arrastrarme hacía el interior de la capilla.

—Solo guarda silencio— dice mientras batalla en moverme, ya que yo uso todas mis fuerzas para retenerme fuera de aquel lugar.

—¿Para qué me quieres?— mi vista va hacía El Profeta pidiendo una explicación, pero él simplemente me ve antes de voltearme el rostro.

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