Capítulo 51

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Alguna vez en mi mente se me cruzo la idea de que nunca la encontraría. Pensaba que la única manera de volver a verla era retrocediendo en el tiempo para poder salvarla de su destino. Nunca creí del todo en la palabra del Profeta, siempre supuse que mentía y el nombre de Poché lo usaba para envolverme en sus palabras, pero ahora se que todo los pensamientos que tuve alguna vez estaban equivocados. Siempre me dijo la verdad, me cuesta admitirlo, pero él en todo este tiempo siempre me la dijo, y la mejor prueba de ello es tener a Poché enfrente mío de nuevo.

Mis manos recorren su espalda y suben para adherirse a sus hombros, en los cuales ejerzo un poco de presión para separarla aunque sean algunos centímetros de mi. Lo que más ansío ahora es verla.

Mis ojos miran primero los suyos recorriendo mi rostro con sorpresa, como si mi simple presencia fuera una mera ilusión para ella. Pienso lo mismo. Miro el rostro de Poché como si fuera una mala jugada de mi mente que me hace imaginar que esta aquí, pero se que eso no es verdad, porque al subir mis manos a su rostro, puedo sentir su suave piel bajo las yemas de mis dedos.

Sin poder controlarlo, vuelvo a romper en llanto colocando mi frente en el área de sus clavículas mientras abrazo su cintura con fuerza.

—Pensé que nunca te volvería a ver— confieso entre temblores el que fue mi peor miedo por largos años entre lágrimas.

Ella en verdad esta aquí, puedo escuchar perfectamente el latido de su corazón acompañado de su lenta respiración.

—Shhh— su mano acaricia lentamente mi cabellera trasmitiendome la paz que había perdido hace tiempo. —Ahora estoy aquí— dice lentamente. —Y-y tú también estás aquí— puedo escuchar un tipo de emoción en su tono. —Estás aquí...— vuelve a repetir mientras envuelve mi cabeza entre sus brazos para sentir sus hombros temblar al igual que los míos. —No puedo creerlo... después de tanto tiempo, yo...— su voz se corta sin poder continuar e intensifica el abrazo como un modo de apoyo.

El tiempo corre pero no nos importa. Nos tomamos el tiempo de volver a encontrarnos. Sentirla de nuevo es como encontrar la pieza faltante en mi vida que la hace funcionar de mejor manera. Mis manos siguen temblando alrededor de su cintura y sigo sollozando sobre su hombro. Es el sueño hecho realidad que he deseado por tanto tiempo. La sonrisa no se borra de mi rostro para nada a pesar de que las lagrimas fluyan libremente por mis mejillas, esa es la viva imágen de que la felicidad inunda todo mi ser. Por fin estoy en paz. Por fin tengo la paz que siempre he querido y necesitado.

—Espera...— Poché se aleja de mí y me mira un poco asustada. —¿Por qué estás aquí?— su preocupación es evidente. —No tienes porque estar aquí, estamos muy alejadas del pueblo, y-y en el mismo lugar que él— se a que se refiere, pero eso ahora es lo de menos.

—Lo importante es que estoy aquí— trato de tomar sus manos para tranquilizarña, pero las aparta.

—¿No entiendes la gravedad de la situación?— me pregunta retrocediendo un poco. —¡Estas atrapada aquí!— puedo ver el terror en sus ojos. —No puede tenerte... a ti no— susurra.

El Profeta podrá bajar mis defensas dejándome ver a Poché, pero eso no quita que siga a la defensiva al observar con mis propios ojos todo el daño que le ha hecho.

—No tienes porque temer, en serio, todo estará bien— me acerco a ella y ahueco su rostro entre mis manos. —Él no se atreverá a hacernos algo, te lo aseguro— le digo demostrando confianza. Poché niega lentamente con su cabeza mientras se entrega al tacto.

—Él ya lo hizo— murmura. Mis ojos no se van del rostro de Poché, el cual luce cansado, asustado y destrozado, verla así hace que mi pecho se oprima más. Intento decir algo, pero las palabras quedan en mi garganta cuando escucho el ruido de la puerta abrirse.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora