Capítulo 31

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Estoy sin palabras, esto no puede ser verdad. Es IMPOSIBLE que sea verdad. Yo misma vi su cuerpo sin vida lleno de sangre. ¿Cómo es posible que esté sentando allí como si nada? Y más aún, ¿cómo es posible que los demás actúen como si nada hubiera pasado?

—Daniela, que bueno volver a verte, ¿te encuentras mejor?— las palabras de Hudson se quedan en el aire. Yo soy incapaz de responderlas. —¿Te encuentras bien?— se acerca a mi con cara de preocupación.

—Qué... ¿qué hace Johan aquí?— trato de decir como puedo. Me siento sin fuerzas. Creo que puedo caer en cualquier momento.

—¿Johan?— pregunta extrañado. —Siempre ha estado aquí— confiesa y ahogo una exclamación. ¿Qué carajos es todo esto? De un momento a otro, la falta de aire es notable.

—Y‐yo... yo...— un dolor punzante se hospeda en mi sien derecha y me sostengo con la pared que tengo a un lado.

—¿Daniela?— escucho mi nombre mientras mi vista baja y cada vez se va oscureciendo más —¡Daniela!— gritan antes de caer rendida sobre el frío suelo volviéndose todo negro.

No de nuevo...

[...]

Siento un olor fuerte inundar mis fosas nasales, lo que me hace sentir molestia y con ganas de abrir los ojos, así que lo hago. Lo que menos esperaba es ver tres rostros mirándome atentos a mis próximos movimientos. Uno de ellos, tiene un algodón con lo que supongo está lleno de alcohol.

—Ey, ¿estás bien?— Lucas fue él primero en hablar. Se encuentra en medio de Hudson y Leonore. Antes de que pudiera contestar, la última le propina un golpe en su hombro con una carpeta que tiene en la mano.

—¡¿Cómo puedes preguntar eso, niño?!— le reclama y Lucas la mira sin entender su repentino comportamiento mientras se soba su hombro. —Se ha desmayado, ¡obviamente no está bien!

—Guarden silencio— Hudson interrumpe la mini discusión con un suspiro algo irritado. —Daniela no está para gritos— comenta. Eso fue suficiente para que los dos guarden silencio. —Oye, ¿sigues sin comer bien?— él me mira con el ceño fruncido. —¿Qué te dijo el doctor sobre eso?— dice algo molesto. Ahora que lo recuerdo, ayer casi no probé bocado. A este paso no aguantaré mucho de pie.


—Yo... estoy bien— digo por fin mientras me enderezo en el sofá del cuero que hay en una esquina de la oficina del sheriff. Cuando recobro completamente mis sentidos, la boca se me seca al recordar algo que no sucedió. La muerte de Johan.

Trago saliva mientras alzo mi mirada y lo diviso todavía sentado en una de las dos sillas de madera que tiene el sheriff cerca de su escritorio. Parece estar perdido en su propio mundo. Trato de recordar algo que se me haya pasado el día en el que Johan "murió" para al menos saber si hubo una posibilidad de que haya sobrevivido, pero me es imposible. De la nada, los recuerdos de ese día se empiezan a esfumar siendo remplazados por otros donde Johan nunca murió. Tomo mi frente rápidamente sin poder soportar el dolor de cabeza. ¿Qué es lo qué recuerdo exactamente? ¿Por qué de la nada todo fue cambiado? Ni siquiera recuerdo cómo murió, ni donde, ni el porqué, solo se que él... maldición.

—¿Daniela?— Hudson alza una ceja al ver como a cada segundo que pasa, me altero más.

—¿Tienes un bolígrafo y papel?— le pregunto con rapidez y desesperación. Hudson asiente mientras se aparta de mí y va en busca de ello. Lucas y Leonore miran expectantes la escena. Cuando el sheriff regresa de buscar las cosas en su escritorio, me las da en las manos. Al tenerlo en mi posesión, escribo con rapidez sin importar la letra que haga: Johan debería estar muerto, pero no lo está. Por alguna razón, se que esto lo llegaré a olvidar como lo demás.

—¿Qué escribiste?— Lucas pregunto lo que los demás callan.

—Nada— contesto sin mirarlo esperando que capte la indirecta de que no quiero decirle, después  guardo el papel en el bolsillo trasero de mi pantalón mientras me levanto.

—Bien, ¿ahora tienes alguna idea de por qué te desmayaste?— el sheriff interroga con los brazos cruzados y su ceño fruncido —Sabes que no te debes estar forzando.

—Sí, lo sé, pero de la nada me comenzó a doler la cabeza— confieso mientras trato de no ver a Johan a los ojos. Sigo sin creer que este aquí. —Creo que siguen siendo los síntomas del resfriado de ayer— menciono. Parece ser suficiente para él.

—Cuídate más, ¿está bien?— me mira serio y yo asiento a sus palabras —Ya que está todo más calmado, regresemos a trabajar— hubo quejas, aunque solo por parte de Lucas. —Tú serás el primero— le dice con una sonrisa. —Lleva eso al laboratorio, tienen que examinarlo para saber cuanto antes que mierda tiene, ¿entendido?— Hudson le pregunta a Lucas y él asiente.

—Claro que sí— el castaño hace un saludo de soldado. —Me iré yendo, seguro Pratt me ayudará en esto— menciona antes de salir por la puerta de la oficina.

—Tú, Johan— siento un escalofrío recorrer al escuchar su nombre —Sabes dónde tienes que quedarte, ¿verdad?— le pregunta, pero no escucho respuesta de él. —Te van a escoltar hasta tu nueva casa y policías se quedaran afuera vigilando, no te preocupes, nada te va a pasar— lo trata de calmar. Después Johan se levanta de la silla arrastrando sus pies, y cuando pasa por mi lado, me da un rápido vistazo antes de salir. Maldición, que jodido está todo esto.

—Daniela, debes regresar a casa, estás pálida— comenta haciendo que lo viera. —Si necesitas hablar conmigo, mejor regresa mañana o hasta que te sientas mejor, ¿vale?— espera mi respuesta, y yo asiento lentamente. Aún sigo desorientada.

—Nos vemos, Hudson, Leonore— me despido de los dos antes de salir también de la oficina. Camino por los pasillo hasta por fin salir del lugar, llego a mi auto y me subo abrochandome el cinturón de seguridad, después, dejo caer mi frente sobre el volante soltando un fuerte suspiro.

—¿Por qué todo se está volviendo cada vez más difícil?— digo entre dientes antes de encender el coche y salir del estacionamiento del Departamento del Sheriff.

Mientras voy conduciendo, le subo un poco el volumen a la radio esperando que la música inunde mi mente y distraiga mis pensamientos que poco a poco me están matando, pero ni siquiera "Happy Times" de Bob Crosby and the Bobcats me hizo dejar de pensar en Johan. ¿Cómo es qué él sigue aquí? Está claro que se logró, de alguna forma, que se cambiara su futuro, pero ¿cómo? Soy la única persona en todo el mundo que tiene el reloj. Esto cada vez más me esta desgastando.

Casi llegando a casa, me llama la atención la cafetería de aquella vez. Puedo notar que esta abierta por las luces prendidas del establecimiento. ¿Es qué acaso ya la abrieron para todo el público? Curiosa, me aparco a unos metros del lugar. Suelto un suspiro pensando en lo que estoy a punto de hacer. Ellos secuestraron a Poché, pero también saben más que yo, y puede que igual que el Profeta. Además, éste último me dijo que ellos saben sobre la L y C marcada en el reloj... y puede que ellos también sepan el porqué Johan está aquí. Decidida, desabrocho mi cinturón y bajo del carro para caminar hacia la cafetería en busca de Robert y Rosalind. Solo espero que estén allí.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora