Capítulo 53

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《Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama.》

Miércoles 03 de Abril del 2019.
8:34 a.m.

—Wow ¿despertaste temprano?— mi cabeza gira hacía la derecha encontrándome a John subiendo los escalones del porche. Ni siquiera me di cuenta cuando llegó  y pasó el jardín. —Es una sorpresa, Daniela, por cierto, buenos días— me saluda con su sonrisa característica y se detiene a un lado mío.

Y si que lo es.

Hoy opte por levantarme a una buena hora del día. Me duche, baje a hacer el desayuno, jugué con Ramón sobre la alfombra de la casa, vi las noticias para ver si pasó algo fuera de lo inusual (algo referente a una secta, cabe resaltar) y por último me eche sobre una mecedora en el porche y una buena taza de té mientras me daba a la tarea de observar el vecindario dejando que el tiempo pase por mis pupilas, pero llegó el momento en pensar lo que me va a deparar hoy en la noche, así que por esa razón no estuve pendiente de mi entorno y no me percaté de la llegada de John.

—Buenos días a tí— lo saludo con una sonrisa algo cansada, todo lo contrario a él. —Y sí, decidí ser productiva hoy que está muy linda la mañana— digo con sarcasmo al ver el cielo completamente nublado y el paisaje gris. —Por si buscas a Margarita, ella no esta, salió temprano— menciono al ver como sostiene dos bolsas de tela en cada mano suya.

—¿En serio? Ahh— suspira agotado mientras deja las bolsas en el suelo. —¿A dónde se va tan temprano?— se queja mientras peina el cabello de su nuca. —Me esforcé en traerle esto y justamente no esta, que suerte la mía— ocupa un lugar en la mecedora de madera que esta a mi lado.

—Seguramente no tarda, solo fue a dar un paseo con Ramón— digo acurrucandome más sobre mi asiento.

—Puede tardar hasta dos horas en darle un paseo a Ramón— ríe mientras ve el panorama conmigo.

—Uh, y apenas salió hace media hora— me compadezco.

Los dos nos quedamos en un cómodo silencio mientras el viento mece nuestros cabellos. Solo somos nosotros dos, la calle despejada de coches y personas, el cielo nublado, el aroma a tierra mojada y el bosque delante nuestra.

Lo peor del escenario es el bosque, lo tengo claro.

—¿Sabes? Siento no haber podido llegar a la cena que acordamos— comienzo mi disculpa trazando con mi dedo índice el borde de mi taza roja. —Surgieron... cosas que me mantuvieron todo el día ocupada.

—No te preocupes por eso— ríe levemente. —Son pequeñeces, las cenas suceden todos los días, así que otro momento habrá— dice y asiento gustosa dándole la razón. Claro, habrá más oportunidades para cenar. —Y siento si lo de ayer estuvo algo... triste. Espero no haberte molestado con tanta historia— formula apenado.

—¿Qué? No, claro que no fue para nada una molestia— niego rápidamente. —Tú también puedes contar conmigo para lo que sea, cuando quieras que alguien te escuche, aquí estaré para lo que necesites— mi mano se estira a su dirección en forma de puño. John me mira alzando una ceja algo confundido.

—¿Eso no es algo infant...

—Solo hazlo— lo interrumpo girando mis ojos y él choca los puños mientras ríe.

—Gracias, en serio aprecio que alguien me escuche— confiesa mientras recarga todo el largo de su espalda en el respaldo de la mecedora. —A pesar de que haya muchas personas aquí, no siempre encuentras amigos en los que confiar.

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