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Caí.

Sentí mi pelo moverse mientras mi cuerpo iba en picada. Podía ver todo a cámara lenta. El agua acercándose a mi cara no me aterraba, solo me daba algo de paz. Una paz que significaba que saldría de este calvario por fin, o eso supuse.

Me sumergí mientras el sonido del agua atacaba mis oídos y silenciada cualquier pensamiento, solo me permitía pensar en una cosa: voy a morir.

Un pánico comenzó a apoderarse de todo mi cuerpo y mis brazos en automático empezaron a moverse en busca de subir una escalera imaginaria hacía la superficie. Intentaba buscar oxígeno, pero ni la corriente, o una parte de mí, se lo quería permitir. Pasaron segundos antes de que todo mi cuerpo se debilitará. Mi cuerpo dejó de moverse y sentí como la corriente me arrastraba a un lugar lejos de donde empecé. Tosí y respiré por inercia haciendo que tragará agua. Eso ardió en mi garganta al igual que en mi pecho. Dolía y mucho, pero segundos después dejé de sentir. Una paz y tranquilidad aparecieron calmandome totalmente, haciendo que me dejara llevar.

No quería abrir mis ojos, no quería ver mi muerte inminente. Supe que pronto dejaría de existir en este mundo de los sueños, o de las alucinaciones. Pude ver mi vida pasar por mi mente como pequeños flashbacks, una tras otra hasta llegar a este punto... ¿pero por qué miraba esto en mi vida si no es verdad? ¿Por qué la miraba como mi muerte? ¿Acaso esto es real?

Al pensar en eso mis ojos se abrieron de par en par y en un segundo mis pulmones se vaciaron de agua para darle paso al oxígeno que entraba por mi nariz. Respiraba agitadamente mientras observaba donde estaba. Toqué mi cuerpo encontrando mi ropa seca y miré hacía abajo observando el río por donde minutos antes había caído (o creí caer) debajo de mí todavía.

—¿Q-qué...?— repetí sintiendo lágrimas en mis ojos. ¿Qué era esto y por qué tenía tanto miedo?

En eso mi cabeza comenzó a tener punzadas fuertes y tuve que presionarla entre mis manos. Sentí un líquido bajar por un orificio de mi nariz hasta mi labio superior y, cuando pasé mi dedo índice por ahí logré ver una mancha de sangre.

Mi pecho siguió subiendo y bajando rápidamente a causa de lo que viví, (repito por segunda vez: o lo que creí vivir).

Estaba arriba del puente con la única diferencia de que ahora ya no quería saltar, ni hoy ni nunca.

—Interesante— giré mi cabeza hacia atrás encontrándome con la misma pareja que visité con Laura y Lucía.

—¿Ustedes?— los miré de abajo y arriba —¿Qué están haciendo aquí?— pregunté tratando de buscar una explicación —No se porque lo pregunto, no son reales— reí entre dientes.

—Mmh. Curioso— exclamó Rosalind mientras me miraba fijamente.

—¿Te sorprende qué pasará eso?— le preguntó Robert mientras la miraba con sus cejas alzadas.

—No, lo curioso es que no lo hiciera— ella respondió —Sabes que no creo en todo este asunto.

—¿Qué? ¿En viajar?— la miró expectante.

—No, todo el asunto del experimento— le dio un ligero golpecito con su dedo índice en la sien izquierda de él.

—Bueno, al emprender un experimento sabes que puedes fracasar— le recordó él mientras pasaba su mano por su traje, alejando cualquier arruga inexistente.

—Pero no lo emprendes si sabes de antemano que ya fracasaste— se quejó la mujer mientras giraba sus ojos.

—¿Qué hacen aquí?— alcé el tono de mi voz. Ellos por fin se dignaron a ponerme atención aún con su cara seria.

—Estamos donde nos necesitan— ella dijo.

—Nos necesitan donde estamos— él prosiguió.

Ellos me miraban estáticos con una sonrisa, esperando a que dijera alguna palabra, pero antes de tan siquiera emitir el más de los simples ruidos, un gritó se escuchó a lo lejos.

—¡Calle!— dejé de mirar a la pareja para dirigir mi vista a la voz.

Poché venía corriendo a lo lejos a toda velocidad, y antes de poder moverme, ella ya estaba a mi lado jalandome de la muñeca para bajarme del puente y caer juntas sobre el asfalto a causa del fuerte movimiento.

Estaba boca arriba viendo el cielo azul rodeado de las hojas verdes de los árboles. Me dolía un poco la espalda por el golpe al caer, pero aún así no me importaba eso, estaba esperando otra cosa más importante.

—¡¿Qué estas haciendo?!, ¡¿acaso estás loca?!— Poché se alzó para poner medio cuerpo superior encima mío mientras se recargaba en sus manos cada una a un lado de mi cabeza —¡¿Por qué intentabas saltar, Daniela?!, ¡¿por qué?!— su voz se escuchaba dolida —¡Piensa en las personas que te rodean!— gritó una vez más mientras sus ojos se volvían cristalinos —Piensa en mí...— su tono fue bajando y recargo su frente en mi pecho —N-no se que haría...— sollozó —No se que haría si te llegará a pasar algo, ¡si te llegará a perder!... no soy nadie sin ti— sus manos bajaron hasta mi cintura rodeandola —Sentí tanto miedo verte ahí arriba, pensé que había llegado tarde y que ibas a saltar y...— calló de repente sin poder continuar.

—Perdón— susurré mientras rodeaba su espalda con mis brazos.

Ella siguió llorando en silencio. No nos importaba ahora estar abrazadas en medio de la nada, solo nos importaba estar juntas.

Subí mis manos hasta sus mejillas y ella alzó la vista viéndome con sus ojos llorosos sin entenderme. Acerqué mis pulgares a sus lágrimas y las limpié lentamente, seguido aproxime mi cara a la suya para darle un beso.

—Perdón, perdón, perdón— dije después de separarme de ella y la apegue más a mi —Perdóname.

Ella no dijo más, solo se dejó abrazar. Aproveché y miré hacía donde antes estaba la pareja, pero no vi ningún rastro de ellos. Como lo sospeché.

—Hay que irnos de aquí, odio este lugar— Poché habló de repente levantándose de encima mío —Me da escalofríos— me ofreció una mano que acepté gustosa.

—Si, tienes razón— le respondí. El lugar donde estábamos era muy silencioso y vacío, no se miraba nadie alrededor, algo que me produjo desconfianza.

Poché me sonrió y comenzamos a caminar de regreso a mi casa. En ningún momento ella se apartó de mi, como si tuviera miedo de que me fuera de nuevo. Sería mentira si dijera que yo no hacía lo mismo.

Agradecí que Poché no haya tocado el tema porque no sabría como explicarle todo esto, ni siquiera yo se como explicarme a mi que todo esto es real por más sorprendente que suene.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora