Capítulo 18

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—Daniela... Calle— su voz ronca, gruesa, y algo robótica, hace que un escalofrío recorra mi columna vertebral.

—¿Tú?— mi tono es de miedo, no puedo creer que lo tengo en frente, pero después recuerdo lo que viví hace minutos y frunzo el ceño —Tú— ahora el miedo es remplazado por la ira. Tomo la primera piedra que está a mi lado derecho, él parece notarlo porque, de un salto, va hacia atrás sin apartar su vista de mí —¡Tú maldito pedazo de mierda!— le grito con rabia mientras me levanto y lo enfrento —¡Tú te atreviste a llevartela, y ahora me la arrebatas!— justo cuando quiero golpearlo con la piedra, él atrapa mi mano con la suya, y cuando quiero atacarlo con la otra, también la detiene tomándome de la muñeca.

—¿Es qué acaso no lo ves?— su voz sigue dándome miedo —La ira te consume— comenta haciéndome enojar aún más, en un movimiento, ejerzo más presión y la piedra terminó deslizándose por su mano derecha haciendo un corte profundo en su palma. Él se aleja unos pasos viendo como brota sangre de su herida, parece sorprendido por eso —Si dejas que tu pecado guíe tus pensamientos y emociones, permitirás que llene tu cuerpo y consuma tu alma— eleva su cabeza para observarme —La ira nubla tu juicio, no estás actuando como es debido— cierra con fuerza la mano donde está el corte y puedo ver como sale un poco más de sangre —Recuerda que Dios está viendo, y te está observando comportarte muy mal— concluye alargando la palabra "muy". Parece que todo este es un juego que le divierte.

—"Actuar mal"— rio irónicamente solo para dejar caer la piedra y tomar otra rama en el suelo —Habla él que secuestra a chicas inocentes y ahoga personas en el río— digo entre dientes mientras intento golpearlo, pero él logra esquivar eso.

—¿Eso es actuar mal?— pregunta sin entender mi punto de vista —Las personas son bautizadas en el río porque así lo quieren— dice.

—¡¿Y por qué mejor no te bautizan a ti?!— la rama iba directo a su cara, pero la detiene poniendo dos manos sobre ella. Los dos sujetamos la rama con nuestras manos y nos miramos fijamente.

—Porque ya lo hice— su maldita máscara estaba tan cerca de mi rostro que me daba escalofríos —Daniela... no dejes guiarte por el camino tormentoso. No eres lo suficientemente fuerte para resistirte al mal— susurra.

—Idiota— sonrio —Para ti, yo soy el mal— lo rete.

En eso, él saca fuerzas de algún lado y tira de la rama hacia atrás apartandola de mis manos para después lanzarla lejos.

—Ya veo— dice mientras lleva sus manos detrás de su espalda. Ahora luce tranquilo.

—Ahora dime, yo soy la séptima, ¿verdad? Yo soy la última...— sonrio con burla —Ahora mismo no me importa nada si me llevas, será mejor, así te puedo destruir desde adentro, desde tú maldita secta— la venganza me carcomía el alma.

No puedo ver su rostro, pero oí como hizo el sonido de una risa pequeña, parece ser que le conté un buen chiste.

—No te creas tan importante— comienza a hablar —Y no, tu no eres la séptima— sus palabras me sorprendieron —Tú no eres a la que espero, pero si la que necesito ahora mismo— veo su mirada fija en mi antes de sentir como dos manos sujetan mis brazos desde atrás, y mi rostro es cubierto por una tela negra.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora