Capítulo 4

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Miércoles 06 de Febrero del 2019.
11:11 a.m.

Abro un párpado para encontrarme con la luz proveniente de mi ventana. Que agradable despertar con un dolor insoportable de cabeza.

Me siento sobre mi cama dejando que la sabana se despegara de mi torso y cayera hasta mi regazo. Mi mirada sigue en el colchón de la cama, no quiero ver detrás mío y no encontrarla.

Me encuentro un poco aturdida por el simple hecho de que no escuchaba nada, solo el ligero sonido de las manecillas del reloj como ayer antes de dormir y un pitido molesto.

Tic, tac, tic, tac.

Resuena demasiado fuerte en mis oídos, lo que hace sentir como si taladraran mi cabeza.

Miro el reloj y me doy cuenta que ahora va en el sentido correcto marcando las 11:10 y, en unos segundos, las manecillas ya están en las 11:11 haciendo que se detuviera por segunda vez y miles de sonidos de mi alrededor aparecieran como si estuvieran antes encerrados y por fin fueran liberados.

—¡Daniela!— en mi puerta entra Margarita con una sonrisa —Que bueno que despiertas hija, abajo te esta esperando una mujer que dice ser amiga tuya...— ella sigue hablando pero en ese momento dejo de ponerla atención.

¿Todo había sido un sueño? En verdad creí pensar que todo era real. Que ella era real.

—¿Estás bien?— pregunta haciendo que saliera de mis pensamientos.

—Sí... yo... en un momento bajo— le respondo levantándome de mi cama. Ella me sonríe y después sale de mi habitación.

Camino a mi baño y me observo. Pelo largo sobrepasando mis hombros, he regresado de nuevo a mi cruda realidad. Hago mi limpieza bucal y después me quito toda mi ropa para darme una ducha rápida.

Cuando salgo visto la primera ropa que encuentro. Mientras me coloco las prendas, las palabras de Margarita regresaron a mi mente, ¿una mujer que dice ser amiga mía? ¿Quién será?

Después de unos segundos vistiendome, aceleró mi velocidad de solo pensar que esa persona pueda ser Laura o Lucía, así que cuando acabo de arreglarme, salgo de mi cuarto bajando las escaleras a la velocidad de la luz.

—¡Daniela!— miro a Margarita salir del comedor y con una seña de mano hace que me acerque a ella.

Cuando lo hizo, mi vista se dirige a la cocina y mis ojos se abrieron de par en par al ver quién esta ahí.

—¡Laura!— chillo de alegría mientras me acercó a ella y le doy un gran abrazo.

—¡Calle!— ella me corresponde enseguida abrazandome igual de fuerte —Te extrañé mucho.

—Lau te extrañé muchísimo más, en serio, no sabes cuánto— le digo posando mi mentón sobre su hombro. No puedo pedir un mejor despertar que este.

Bueno, en realidad si, pero ese ya no es posible.

—Si me extrañaste tanto, ¡¿por qué no me avisaste que venías al pueblo?!— ella me mira con una ceja alzada mientras se separa de mi.

—Perdón, pero se supone que era sorpresa— le respondo con un puchero —Por cierto, ¿cómo te enteraste?— le pregunto.

—Hoy hablé con Kim en la mañana, seguro pensaba que fuiste directo a verme y que ya sabía que estas aquí, porque me pregunto cómo me sentía al tenerte de nuevo en el pueblo, obviamente con mi confusión notó que todavía no sabía nada, pero al final logré sacarle toda la sopa a la pobre— ella ríe mientras caminamos hacia el comedor dónde cada una se sienta en una silla.

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