Capítulo 46

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Mi corazón comienza a latir como loco mientras recuerdo perfectamente el camino hacía aquel lago. Se que no debería estar haciendo esto porque es peligroso venir sola, pero ahora mismo eso no me importa, solo puedo pensar en descubrir el significado detrás de esa foto.

Detengo el auto al pasar el estrecho camino de tierra para detenerme a metros del extenso lago con flora a su alrededor. Doy un largo suspiro mientras quito las llaves del coche. Mis manos se posa sobre el volante solo para apretarlo un poco, todavía estoy a tiempo de dar media vuelta y marcharme de aquí, pero algo me dice que esto es lo que tengo que hacer. Cierro mis ojos y niego con mi cabeza alejando esos pensamientos cobardes; no voy a huir.

Abro la puerta de mi carro y salgo de el sintiendo el fresco viento y los rayos de un día soleado golpear mi cuerpo.

Poso mi espalda contra la puerta de mi auto y me dejo ir hacía atrás hasta cerrarlo, todo sin dejar de mirar el lago a unos pasos de mí. Mientras guardo mis llaves en lo profundo del bolsillo de mi pantalón, mis pies comienza a moverse solos hacía el cuerpo de agua. Mi caminata es ruidosa a causa del crujido de la tierra y ramas bajo mis pies, siento esto lo único que se escucha.

Todo es vacío y silencio.

Me detengo al notar el puente de madera donde hace años Poché y yo nos encontrábamos bajo la luz de la Luna. Siento ese momento tan presente en mi vida que desearía olvidarlo. Esa discusión fue el aviso de nuestra ruptura.

A pesar de sentirme intranquila estando aquí, continúo. El ruido de ramas crujiendo desaparece para darle paso al de la madera bajo mis pies. Encima del puente, me quedo un momento observando la tranquilidad que me deja apreciar el suave baile del agua.

Como me gustaría desaparecer este lugar pero a la vez quedarme aquí para siempre.

Me acerco un poco más al final del muelle y me agacho cerca de la orilla. Al acercarme más para observar el lago me encuentro con una moneda sobre la madera. Extrañada, la tomo entre mis dedos y la observo mientras le doy vueltas.

Cara o cruz.

La misma moneda de siempre.

Los dos lados de la misma moneda.

—¡Has llegado! Pensé que no vendrías— me sobresalto un poco al escuchar otra persona detrás mío. Giro mi cuerpo para ver quien es y me tenso al ver aquel hombre de pie a unos metros.

—Tú...— susurro todavía sin moverme. —¿Qué haces aquí?

—Vine a por ti— me responde señalándome con su dedo índice. Al verlo acercarse, doy un paso hacía atrás, pero veo que es inútil al ver el agua a mi espalda. —Parece ser que solo tienes una opción— sonríe abiertamente al ver mi situación.

—¿Y cuál es esa?— frunzo el ceño al ver que ahora esta solo a centímetros de mí.

—Ven conmigo— contesta Carl mirándome fijamente. —El Profeta te espera— aquellas palabras me hicieron sentir escalofríos.

—¿El Profeta?— susurro incrédula. Entonces si regresó...

—Ya ha pasado tiempo, tiempo suficiente para terminar de trazar el final de su proyecto— comenta mientras se mueve en círculos por el inicio del muelle. —Él te espera para preguntarte una vez más cual es tú decisión— se detiene señalando el camino hacía la salida. —Dime, ¿vendrás conmigo para ir hacía él? Esta vez puede ser tú última oportunidad para aceptar el regalo que te esta ofreciendo— añade con seriedad.

—Y si no acepto, ¿qué?— sin perder la oportunidad, lo reto. Pero ver la sonrisa de Carl hace que me arrepienta.

—Te lo aseguro, no quieres ver las consecuencias— su sonrisa es escalofriante, es como si le divertiera esta situación.

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