Capítulo 47

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—Ven, acercate y toma asiento— me señala una silla a un lado suyo, pero me niego a sentarme ahí, así que escojo la silla que esta en medio de dos, así para tener un lugar de separación entre él y yo. —Hm, como gustes— parece no importarle y vuelve a tomar asiento. —Si te digo la verdad, no creí que vendrías— confiesa mientras entrelaza sus manos.

—Solo acepte venir por esto— alzo mi muñeca mostrándole la cadena de Poché, él al verla, suelta una pequeña risa.

—Sorprendente— él se levanta una vez más para acercarse y tocar con las puntas de sus dedos el dije del collar. —Todavía logro recordar cuando se la quite— aquellas palabras me llena de ira e intento levantarme de mi silla, pero El Profeta me detiene colocando sus manos sobre mi hombro y empujandome hacía abajo. —Es mejor que mantengas tu lugar— su voz suena dura. Suelta mis hombros y regresa a su silla. —Espero y te comportes, tendremos un invitado y no quiero escenas— comenta mientras se recarga en el respaldar de su asiento. ¿Invitado? Tengo la curiosidad de saber quien es, pero mejor me callo.


—¿Querías verme para esto?— le pregunto frunciendo mi ceño. Odio cuando no es directo.

—¿Yo querer verte?— suelta una carcajada como si hubiera escuchando un buen chiste. —No, Daniela, tú querías verme, por eso estas aquí, sino tuvieras respuestas, no hubieras venido— añade dejándome callada.

No puedo negarle eso, en realidad si tengo muchas preguntas que solo él puede responderme.

Veo como El Profeta alza sus manos y aplaude cuatro veces, posteriormente ruidos y pasos se escuchan al otro lado de la puerta para ver como esta es abierta dejándome ver de nuevo a Carl arrastrando a alguien de su camisa.

—Johan— susurro al verlo entrar con la cabeza baja. Él parece haber escuchado ese tenue sonido que levanta su rostro y se sorprende de verme ahí.

Por un momento siento alivio de verlo vivo y sin ninguna herida, pero eso se me pasa cuando recuerdo que seguimos aquí. No puedo estar tranquila si seguimos a un lado del enemigo.

—Daniela— Johan sonríe con alivio mientras lo obligan a sentarse en la silla que esta enfrente de la mía.

—Gracias Carl por traerlo— El Profeta ve por unos segundos al susodicho para regresar su mirada a nosotros.

—No es nada, Profeta— Carl sonríe como un niño bien portado y se retira de la habitación dejándonos a los tres solos.

—Esta si es una verdadera reunión— El Profeta ríe sin dejar de vernos. —Ustedes escaparon para jamás volver y ahora mismo están aquí— dice. —Sus destinos están entrelazados al Nuevo Comienzo y no lo quieren aceptar.

Johan parece no escuchar al Profeta, él solo me observa, y por su expresión, puedo decir que se esta preguntando el porque estoy aquí.

—¿Cómo te fue en la granja, Johan?— El Profeta rompe una vez más el silencio y lo mira a él.

—Bien— responde agachando su cabeza, temiendo el verlo a los ojos.

—No es una respuesta convincente— El Profeta le dice.

—Es lo único que puedo decir, lo siento, todo fue tranquilo— se disculpa rápidamente.

—¿Puedo pasar?— mi mirada se dirige a la entrada donde de ahí se asoma una mujer.

—Adelante— El Profeta le hace una seña para que entre y ella obedece al instante.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora