Capítulo 8

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En ocasiones tomamos decisiones pensando que sería lo mejor para nosotros.

Esa ocasión me pasó a mi.

¿Lo malo?

Pensé mal.

¿Lo peor?

No fue para nada bueno.

Creí que regresar al pueblo solo para ver por última vez el escenario donde se desarrolló la historia de amor que nunca olvidaré me ayudaría un poco a soltar por fin lo que no dejé en el pasado. Ahora me doy cuenta que estuve equivocada al pensar en eso. No, no puedo soltarlo, en cambio, ahora estoy más unida que antes a lo que quiero olvidar pero también recordar por siempre; Poché.

Ahora me encuentro caminado por el centro del pueblo, viendo a las parejas reír mientras salen de una tienda de helados y con sus brazos entrelazados haciéndome recordar las innumerables veces que venía con Poché aquí.

[...]

"—¡Calle, Calle!— su gritó fue lo que más se escuchó.

—¿Qué pasa?— tuve que detener mis pasos ya que Poché no avanzó más. Ella se quedó callada mientras fijaba su vista en mi cono. Oh, no.

—¿Me puede dar de tu helado?— me pidió con un puchero demasiado adorable para una persona.

—Poché...— susurré. Ella sabía que todo lo mío también es suyo, pero... el helado es sagrado.

—Por favor, por favor— ella juntó sus palmas de sus manos.

—¿Y por qué no comes del que pediste?— le dije. Por todos los medios quería hacer que no me pidiera de mi delicioso helado.

—Es que se me antojó el tuyo...— respondió algo cabizbaja.

Dios, no puedo con esta mujer.

—Te tengo que querer tanto como para compartirte de mi helado— bufé mientras estiraba mi mano para darle del cono. Ella alzó su rostro y pude ver como sus ojitos brillaban a causa de mi acción.

—¡Gracias, gracias! Te amo mucho— sus labios impactaron en mi mejilla con cariño. Eso me hizo sonreír —Eres la mejor del mundo— achinó sus ojitos mientras se alejaba después de haber comido del cono.

Yo giré mis ojos con mi sonrisa que aún no desaparecía. Poché se acercó nuevamente a mi solo para entrelazar su mano con la mía y me dirigió hacia otra tienda del pueblo.

Estaba segura que yo iría a donde ella fuera. Nunca la perdería de vista.

[...]

La única vez que la perdí de vista y pasó eso.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now