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¿Por qué no lo pensé antes? Obviamente ella quería venir aquí.

—Ahhh, ¿por qué siento qué esto se ve cada vez más hermoso cuando venimos?— se preguntó a si misma mientras ve la famosa cascada entre nosotras dos.

—Algo mágico habrá aquí para que piensas eso, yo siempre la miro igual— dije mientras me acercaba a Poché. Las dos nos encontrábamos a orillas del mediano círculo de agua que se forma en el final de la cascada.

—¡Tú siempre ves todo igual! Nunca miras lo sorprendente de las cosas— exclamó mientras deja caer su mochila al suelo. —Para mí esta cascada es especial porque es nuestro lugar— dijo mientras nos apuntaba a las dos. —Solo nosotras sabemos de esto, nadie más, ¿eso no te hace sentir afortunada?— me preguntó expectante a mi respuesta.

—Solo me siento afortunada porque la comparto contigo, si la compartiera con alguien más, no sentiría nada— creo que mi respuesta le gustó porque me gané un gran beso en mi mejilla. —Por cierto... ¿qué haces?— la miré agacharse solo para comenzar a quitarse sus tenis.

—¿Tú qué crees?— me miró con una media sonrisa desde abajo mientras dejaba sus tenis a un lado.

—Sí te quitas la ropa, la mitad de los animales en el bosque te mirarán— le dije y ella estalló en carcajadas.

—Te preocupas por cosas tan absurdas— habló entre risas mientras se desabrochaba los botones de su pantalón. —Pues no me importa porque tendré 3/4 de mi cuerpo dentro del agua, así que mucho no me verán— se bajó los pantalones, pero al querer quitarse lo que sobraba con sus pies, pisó mal y casi caía sobre la tierra.

—Tonta— le susurré mientras la sostenía entre mis brazos. —No puedo creer que ni quitarte unos pantalones puedas— me burle, pero Poché simplemente rodó los ojos.

—Tus burlas no dejarán que deje de disfrutar este momento— ella me dio la espalda mientras dobla su pantalón y lo deja sobre su mochila. —¡Aunque si quieres puedes entrar conmigo!— ella propusó demasiado feliz.

—No, gracias— negué sin pensarlo dos veces mientras dejaba mi celular a un lado de su mochila y me quitaba el suéter para colocarlo sobre la tierra y sentarme sobre el. —Desde aquí te observó.

—¡¿Pero por qué no quieres entrar?! ¡vamos, Calle, no seas una aburrida!— me regañó, pero yo la ignore poniendo mi cabeza sobre mis manos acostandome en el suelo.

—Si entró contigo, estoy segura que vas a querer competir en quien aguanta más tiempo bajo el agua o quien nada más rápido, eso nos llevará toda la tarde ¡y yo le prometí a mi mamá regresar para la cena!— comenté en alto para que me escuchará.

—¡Apenas son las dos de la tarde! Ustedes cenan hasta las siete— dijo. No la estoy viendo, pero seguro ahora mismo está haciendo un puchero.

—Igual no entraré— le dije decidida con una sonrisa. No se porque me encanta hacerla molestar.

—¿Sabes? Creo que me conseguiré una nueva novia que no sea tan aburrida como tú— sonreí al escuchar eso. Una de las diferencias entre Poché y yo, es que a mí no me afecta tanto cuando nos decimos que vamos a conseguir a alguien más, ya que se que es una total mentira.

—Hazlo— dejé caer mis hombros despreocupadamente. Lo próximo que sentí es la camisa de Poché impactar contra mi cara. —¡Oye!— me quejé en alto.

—Dejaré de estar bajo el agua hasta que decidas entrar, caerá en tu consciencia y te atormentara si me ahogo, Daniela Calle— después de eso, se oye un chapuzón dando entender que había entrado al agua. Yo suelto un suspiro, en pocos segundos estará de nuevo en la superficie, la conozco.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora