Capítulo 20

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Sí.

¿Solo con un sí?, ¿en serio?

¿Basta con solo esa palabra?

Sí.

Sí quiero ver a Poché.

Sí quiero estar a su lado.

Sí quiero vivir lo que reste de mi vida junto a ella.

Sí está viva.

Sí sigue conmigo en este mundo.

Sí podemos ser felices.

Sí podemos estar juntas.

—Sí— susurro viendo las cuencas del cráneo, esperando ver los ojos que se encuentran detrás de esa máscara pero solo puedo ver oscuridad.

Escucho como suelta una risa un tanto feliz y retira sus manos de mi rostro.

—¿Ves qué fácil era?— relaja su cuerpo para acercarse a la mujer qué en todo este tiempo nunca se fue. Lo miro susurrarle algo, ella asiente y se retira dejándonos solos.

—¿Dónde está Poché?— le pregunto con algo de nerviosismo. No quiero quedarme a solas con él, tengo miedo de que lo que puede atreverse.

—A salvo, ya lo dije— responde acariciando la venda en su mano.

—La quiero ver— digo mientras trago saliva al ver como poso su mirada sobre mí.

—La verás en el momento justo y ahora no lo es— dice cruzándose de brazos. Su tono de voz se vuelve a uno molesto.

—Ella... ¿ella está aquí?— mi ojos se cristalizan de solo pensar en esa posibilidad.

El Profeta se queda mirándome fijamente por largos segundos y después asiente.

—Sí— contesta haciendo que mi corazón se acelere —Ella está aquí.

Asiento mientras bajo mi mirada. Siento como las lágrimas se acumulan en mis ojos y después van cayendo hasta dar con el dorso de mis manos. Ella está aquí, después de todos estos años, ella está tan cerca de mí.

—¿Y por qué no la puedo ver?— pregunto alzando mi vista una vez más limpiando el rastro de cualquier lágrima.

—Porque no es el momento— repite.

—¿Y cuándo lo será?— digo algo indignada por la misma respuesta.

—Son muchas preguntas, ¿no crees?— su tono se vuelve algo duro.

—Me dijeron que tú lo sabes todo— me levanto de mi silla para estar cara a cara con él.

—Dios lo sabe todo— susurra con su rostro muy cerca del mío —Y si él dice que todavía no es el momento para que la veas, así será— concluye alejándose de mi para caminar hacia la salida.

—¿A dónde vas?— le pregunto al verlo abrir la puerta.

—No muy lejos— responde antes de salir.

Frunzo el ceño y suspiro mientras me muevo por la habitación. Después recorro el lugar viendo que hay de interesante, pero solo puedo ver cabezas de animales disecados como si fueran trofeos en las paredes del cuarto. Me acerco a la mesa que antes ocupamos y agarro el diario donde minutos atrás escribía El Profeta. Lo abro comenzando a ojearlo y me sorprendo al ver entradas de diario. Paso las páginas con rapidez hasta detenerme en lo último que escribió y leo incrédula todo lo que está a mi vista.

Entrada #220
Los últimos días están por llegar. Lo que predijo la biblia hace cientos de años se hizo realidad. Ahora mismo estoy haciendo lo posible para evitar todo lo que sucederá ese día, pero lo veo difícil con el país contra mí. ¿Cómo creerán en mi palabra? Dios me habló y dijo que gritará con fuerza la llegada del colapso, pero por más que lo haga me siento mudo a los oídos de la gente. Personas confían en mí, pero otras más me temen y buscan hundirme, pero recuerdo que esto no lo hago por mí, sino por Dios. Él está triste por ver como el cielo se hace gris, la tierra se pone de color rojiza y se destruye mientras fuego cae sobre nosotros. Él no quiere eso para el mundo y por eso me ha llamado a mí, su nuevo hijo. Y así me doy cuenta que todo tiene un fin, yo, el elegido por Dios, salvaré el alma de todos y los llevaré al paraíso. Antes estaba ciego, pero ahora veo la verdad de lo que sucede. Nación contra nación se levantan en armas, los alimentos son más escasos que de costumbre, la tierra se moverá y luchara por venganza contra nuestra irresponsabilidad, las mentiras abundan, el odio permanece y el amor se va poco a poco del cuerpo de las personas. Los humanos ahora se aman a mismos, y si aman a algo más, será al dinero. Pero yo, yo seré el que predique la buena nueva, seré yo quien salve a todos de sus propias consecuencias. Si Dios perdona, ¿quién soy yo para no hacerlo?

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora