Capítulo 21

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Alguna vez una persona me preguntó si yo creía en el destino. Yo estaba confundida respecto a eso ya que nunca me había detenido a pensarlo, pero, al ver quien era la persona que me cuestionó, inmediatamente dije que sí.

Poché me sonrió con dulzura y me dio la razón. Dijo que le agradecía al Universo por haberme puesto en su camino porque, si yo no estuviera en su vida, la de ella sería un tormento. Nunca le pude decir que pensaba lo mismo que ella, si Poché no estuviera en mi vida, la mía sería un caos. Y ahora puedo confirmar eso.

Desde que ella desapareció y llegué a la ciudad, nada iba bien. Fui a clases en mi nueva Universidad pero, cada vez que llegaba a mi casa, entraba a mi cuarto y lloraba por el resto de las tarde. Duré mucho en ese estado de shock y depresión. Vivir sin la persona que te acompañó por demasiado tiempo en tu vida fue como si te quitaran la mitad de ti.

Tuve la oportunidad de conocer a más personas un año después de mi llegada, seguía mal por lo de Poché pero ellos me ayudaron mucho a que el dolor disminuyera. Luego llegó Kim y eso era algo aún más lejano. Me pasé esos años disfrutando y, a veces, teniendo algunos amoríos que no duraban demasiado porque aún seguía en un dueto conmigo misma de si eso estaba bien o mal ya que pensaba que, de algún modo u otro, traicionaba la memoria de Poché.

Cuando me mudé a mi departamento, mi mamá me ayudó a empacar todo y cuando llegué a mi nuevo hogar y me instalé, observé que tenía una caja de mis fotos en el pueblo, obviamente no pudo faltar Poché en ellas. Creo que ese día, después de años, volví a llorar como nunca. Me decidí dos meses después que tenía que volver para dejarla ir ya que mis pesadillas sobre ella se intestificaban. Y volví, y ahora aquí estoy encerrada en una habitación donde antes la tenían encerrada teniendo en mi cabeza solo una cosa: Poché está viva.

No sé cuanto llevo aquí, pero seguramente Laura, Lucía y Kim ya se deben estar preguntando donde estoy. Me encuentro sobre el colchón viejo buscando si hay algo más escrito, pero son solo cosas sin sentido que me hacen tener escalofríos. Desde que El Profeta salió por la puerta, ya no he visto o escuchado algo y, siendo sincera, eso me aterra.

—¿Hay alguien ahí?— pregunto por enésima vez, pero como las otras veces, nadie contesta. Antes de que diera la vuelta una vez más para regresar a mi lugar, se escucha como el seguro es retirado. Giro mi cuerpo encontrándome con un hombre y una mujer entrando a la habitación —¿Quiénes son ustedes?— dije.

—Te esperan— susurra el hombre acercándose a mí.

—¿Qué? ¿Quiénes?— pregunto, pero no me contesta. Él toma mi brazo de manera ruda haciendo que me queje.

—El Profeta dijo que en todo momento hay que tratarla bien, Carl— la mujer habla mirándolo de manera seria.

—El Profeta ahora no esta, no se dará cuenta de nada— responde él haciendo sorprender a la mujer.

—¿Estás desobedeciendo sus órdenes?— le cuestiona incrédula —Sabes que le suceden a las personas que no siguen sus instrucciones...— susurra preocupada.

—No me pasará nada, tranquilízate— murmura apretando más mi brazo y guiandome fuera de la habitación.

—¿A dónde me llevan?— pregunto después de bajar los escalones del tercer piso.

—A una ceremonia, El Profeta preparó una y quiere que todos estén ahí— responde la mujer yendo a un lado mío.

—¿Ceremonia?— repito y ella asiente. Trago saliva y me dejo llevar por ellos.

Después de unos minutos salimos de la cabaña, miro a mi alrededor y todo es árboles, justo como pensé. No hay nada que me indique que estoy cerca de un lugar civilizado.

Caminamos entre los árboles, ramas y arbustos que se interponen en nuestro camino hasta que logro ver un grupo de gente a lo lejos en el bosque. Hay muchas con ropa normal puesta, pero otras (pocas) tienen una túnica negra que les cubre el rostro y todo el cuerpo por completo. Me comienzo a poner nerviosa porque, de repente, todas las miradas caen sobre mi. El hombre que respondió al nombre de "Carl" se detiene quedando como el centro del grupo. Miro a mi alrededor y ellos me dejan de ver para mirar hacia al frente, los imito y veo como un hombre se sube encima de una roca gigante haciendo que todos callen.

—Estamos aquí a causa del miedo que recorre nuestro cuerpo hoy en día— la voz de él hizo que le pusiera total atención —Todo lo que vemos en las noticias, en la televisión, todo lo que escuchamos en el radio nos produce terror por saber cual es nuestro final— encima de la roca de gran tamaño comienza a ver a cada uno de nosotros —Pero, ¿quién nos salvará de ese futuro tan incierto? ¿Quién nos guiara por el camino del bien y tener ese "Nuevo Comienzo" tan esperado? ¿Quién nos ayudará a combatir nuestros pecados y ser almas libres de todo mal?— pregunta —Todo eso tiene una respuesta, y esa respuesta es un nombre, una persona, un salvador— dice —¡El Profeta!— grita bajándose de la roca para darle espacio al susodicho de subirse en ella.

Me doy cuenta como toda la gente se vuelve loca por verlo y aplauden de manera eufórica. Uno cae de rodillas solo para verlo desde abajo como si fuera lo que resolviera todos sus miedos y males. Parece que lo alaba demasiado.

—El mundo está mal— su voz ronca hace que tiemble ligeramente —Y cada vez es peor... nosotros tenemos miedo de que pueda sucederle al mundo creado por Dios con tanto amor y devoción— dice —Nosotros no debemos ser como las demás almas del exterior, debemos ser diferentes, debemos ser el cambio. Fuera de aquí todos se están peleando, están derramando sangre solo por su avaricia y ansias de poder. Están destruyendo ciudades y familias a su paso solo para ganar una guerra que aún no ha empezado, pero créanme, esta comenzara pronto, más de lo que se imaginan— dice haciendo que todos exclamaran asustados —No se confundan, no digo esto para que tengan miedo— aclara —Lo digo para que estén preparados, para comenzar a movernos y hacer que más gente esté de nuestro lado, para salvarla del desastre, de la caída, ¡del colapso!— grita haciendo que los demás lo siguieran en gritos —Me enviaron para anunciarles el fin, para salvarlos, para guiarlos, y eso es lo que hago— sentencia.

Mi atención se va justo cuando una persona de casi mi estatura completamente escondida bajo una túnica negra choca conmigo mientras deja algo sobre mi mano en el golpe. Carl, quien está a un lado mío, gruñe ya que recibió un golpe a causa del empujón de esa persona. Lo veo pidiendo disculpas, pero él simplemente me ignora viendo al Profeta fijamente. Regreso mi vista y no hay rastro de la persona que me empujo. Curiosa, bajo la mirada para ver en la palma de mi mano un papel arrugado, así que con ansias de saber que es lo abro, pero lo que está escrito me deja sin habla.

"No me olvides"

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"No me olvides"

Alzo la vista con rapidez en busca de esa persona, pero parece haberse escondido entre la gente con túnica negra o simplemente haber desaparecido. La perdí de vista y me arrepiento de eso. Siento una lágrima recorrer mi mejilla izquierda así que la limpió con rapidez. Tengo una teoría de quien pudo haberme dado el papel y siento una opresión en el pecho de solo pensar en eso y en que la tuve a centímetros.

No te voy a olvidar nunca, Poché.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora