—Hola Daniela— Miguel se acerca a nosotras con una sonrisa tímida.

—Hola Migue, ¿cómo estás?— le pregunto mientras lo observo colocarse a un lado de Kim.

—Perfectamente— evito hacer una cara de emoción cuando él vio por unos momentos a Kim cuando contestó eso. Son tan lindos. —¿Y tú?— me regresa la pregunta.

—Yo estoy bien, gracias por preguntar, ¿pero te cuento algo?— no espero a que él me respondo. —Estaría mejor si te llevarás a esta personita lejos— miro a Kim al momento de susurrarle. Su cara es todo un poema.

—Eres una mala amiga— me reclama elevando su mentón y cruzándose de brazos. No puedo evitar reír al ver lo exagerada que es.

Suspiro sonriendo. Hace mucho que no estaba así, en paz.

Hace más de un mes dónde no he vuelto a "ver" Poché. Desde esa ocasión no la he pasado agradable. Cuando desperté aquella mañana, quería desaparecer, pues de nuevo habían regresando esos días de incertidumbres y neblina que no me permitían ver con claridad. ¿Si estaba mal? Creo que no puedo explicar lo miserable que me sentí. Llore por el primer día, pero por los siguientes ya ni eso podía hacer. Estaba en un estado de shock, no entendía nada de lo que sucedió y aún lo sigo sin entender.

El día que regresé, no dormí en casa, tomé algunas prendas y salí de ahí dejándole un mensaje a Margarita que volvía pronto. Decidí quedarme con Laura y Lucía, ¿extraño que de la nada llegué a su casa esperando qué me reciban los próximos días? Sí, pero quería alejarme lo máximo de ese estúpido reloj, pero tampoco quería sentirme sola, es lo último que necesito, no quiero que regresen de nuevo esas voces que no me dejan de atormentar desde hace semanas. Las voces eran Poché diciéndome todas esas cosas que una vez dijo.

Después me di cuenta que no quería regresar, o bueno, no por el momento mientras me siga sintiendo débil, porque ¿a qué voy de nuevo? ¿A salir lastimada una vez más cómo parece ser costumbre? No, claro que no, por eso es que me doy este tiempo, tiempo para sanar y, cuando regrese, poder aguantar otro golpe así de duro directo a mi alma. Así que Las Villa me han ayudado en eso, mientras me quedo en su casa, también vengo y les ayudo con algunas cosas de su tienda, esto último me ha permitido estar completamente distraída de pensamientos destructivos. No quiero volver a recaer.

Mientras pienso en mis amigas, sonrío; de verdad, el hecho de que me estén ayudando tanto, ya sea directa o indirectamente, me ha ayudado a mejorar demasiado. Agradezco mucho su preocupación, la de ellas y John, quien desde que se enteró por Margarita que me fuí de la casa quiso saber cómo estaba. Aunque le haya dicho que todo va bien, sé que no lo creyó, pero tampoco profundizó el tema, algo que agradezco: sería difícil explicarle mi situación. A pesar de que, sin saber que me tiene mal, ellos decidieron dar todo de sí para hacerme sentir mejor, me hace sentir afortunada.

Me siento en un banquito detrás del mostrador, mis dedos toman mi teléfono y teclean rápidamente en el buscador. Muerdo mi labio al ver aquella noticia de hace cinco años.

Autoridades buscan a una adolescente de 18 años reportada como desaparecida en WhiteForest

La madre de la adolescente María José Garzón Guzmán informó a la oficina del sheriff  de la desaparición tres días después de que no han vuelto a verla desde que salió de su casa la tarde del 8 de Agosto hacía la fiesta de una de sus amigas.

Frunzo el ceño al leer aquello. Malditos, acomodan todo a su antojo. Marta salió la mañana del 9 de Agosto a reportar la desaparición de Poché, pero ellos comenzaron a hacer su trabajo tres días después y ahora lo ponen cómo si Marta hubiera reportado su desaparición tarde.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now