—Sí, claro, no te preocupes— asiente con una sonrisa sin despegar sus labios. Parece comprender.

El desayuno pasó entre risas y anécdotas. John es un hombre muy divertido y eso me agrada de él. Pasó una hora y decido levantarme para llevar mi plato al fregadero.

—No te preocupes, yo lo hago— él se apura al decir cuando me vio dispuesta a lavar los platos.

—No, lo hago yo.

—Daniela— me mira fijamente —Déjame hacerlo a mi, no tengo nada que hacer y tú ya tienes que irte, ¿no?— asiento —Anda, ve, yo me encargo de esto, además son solo platos— sonríe y yo le agradezco.

Subo a mi habitación dispuesta a darme una larga ducha.

[...]

Después de aplicarme un maquillaje muy ligero, estoy a punto de irme cuando recuerdo algo.

—Creo que empiezo a entender que no sería buena idea dejarte solo— susurro para mi tomando el reloj y guardandolo en un bolsillo de mi chaqueta de cuero. Tomo el diario de Poché y lo dejo bajo el colchón de mi cama, un estúpido escondite, pero tengo la sensación de que funcionará.

Bajo las escaleras y no veo a John por ninguna parte, seguramente ya se fue. Salgo de casa y subo a mi coche, ahora no voy a cometer por tercera vez el error de no irme en él. Lo enciendo y comienzo a conducir hacia la estación de policía.

[...]

—Pratt, necesito toda la información organizada en mi escritorio, quiero ver los puntos a tratar y también las localizaciones que nos dijo— llego y veo al sheriff dándole instrucciones a un hombre de tez morena y largo cabello negro. Él asiente antes de seguir su camino por un pasillo a toda velocidad —Daniela, llegas justo a tiempo— me mira con una sonrisa mientras lleva en su mano un café —Estoy a punto de irme, ¿vienes?— me pregunta mientras camina hacia la salida. Yo lo sigo a toda prisa.

—¿A dónde?— digo y él se detiene.

—Pues a ver al "protegido"— responde antes de seguir caminando y llegar a su camioneta. En ella estaba un estampado de "sheriff" y una sirena en la parte de arriba —Venga, sube— se asoma por la ventana haciendo una seña de mano y obedezco.

[...]

—Y... ¿qué sabemos de él?— pregunto después de un rato de camino. Al parecer estamos saliendo del pueblo.

—Bueno, él era sacerdote en la Iglesia, pero algo lo obligó a huir... algo como el miedo— me mira un momento antes de regresar su vista al camino.

—¿Y por qué están tan seguros de qué sabe dónde se encuentran las chicas?— me abstuve de preguntar solo por Poché.

—Porque él nos dijo— contesta simplemente.

Salimos del pueblo solo para llegar a una especie de granja en medio de un gran prado.

—Aquí vive un señor llamado Will, él nos ayuda a mantener seguro al protegido— comienza explicar mientras nos adentramos más a la propiedad.

El lugar consiste de una casa de madera grande color celeste pálido y un granero del mismo material pero en rojo. Afuera hay un corral con caballos, cerdos, gallinas y vacas, y al lado derecho hay sembradíos.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now